(EFE).- La comercialización en Italia de la llamada píldora del día después ha suscitado un fuerte debate entre las formaciones políticas y sociales, al que se han sumado las críticas del Vaticano, que incluso ha pedido a los farmacéuticos italianos que practiquen la objeción de conciencia.
Desde el pasado lunes se puede adquirir en las farmacias italianas, con receta médica, la llamada píldora del día de después, un contraceptivo que, tomado antes de que pasen 72 horas de una relación sexual con riesgo de embarazo, evita que un óvulo supuestamente fecundado pueda anidar en el útero.
Este hecho ha suscitado una división de opiniones en Italia, con participación de la Santa Sede, que a través de la Pontificia Academia para la Vida ha expuesto en un comunicado su rechazo a ese método, al que considera un “aborto químico”.
El Vaticano ha pedido a los trabajadores del sector sanitario que ejerzan “con firmeza” la objeción de conciencia y ha recordado que la píldora ha sido presentada “como un simple contraceptivo, o más precisamente como un contraceptivo de emergencia”, lo que, a su juicio, no es cierto.
Para la Iglesia el óvulo fecundado ya es un embrión humano, por lo que se trata de un aborto practicado con medios químicos y “no es coherente intelectualmente, ni justificable científicamente” afirmar otra cosa.
La intervención de la jerarquía católica, que no es nueva, ha dado más empuje a un debate que ya estaba en las tribunas desde que hace poco más de un mes se supo que el ministro de Sanidad, Umberto Veronesi, había autorizado la comercialización del producto.
Ya entonces el ministerio publicó una nota en la que aseguraba que el fármaco es distinto de la píldora abortiva RU-486 (ilegal en Italia), pues la del día después actúa para bloquear la ovulación e impedir que el óvulo anide en el útero, al margen de que debe usarse sólo en casos excepcionales y siempre bajo control médico.
Autorizada en la mayoría de los países de la Unión Europea y con un precio de venta en Italia de 20.000 liras (casi US$ 10), la píldora ha sido rechazada por las asociaciones católicas y por varios partidos de la coalición de centroderecha.
Por su parte, la organización Federfarma, que agrupa a 16.000 farmacias en toda Italia, ha expresado, por medio de su secretario general, Franco Caprino, que no es posible negarse a vender la píldora, ya que la ley establece que el farmacéutico está obligado a suministrar cualquier producto solicitado con receta médica y, si no está disponible en el momento, a conseguirlo en tiempo breve.
Desde el gobierno, la ministra de la Solidaridad Social, Livia Turco, ha reconocido que la Iglesia tiene derecho a emitir mensajes en defensa de la vida y dirigirse a la conciencia de las personas, “pero ante una Ley del Estado no puede invitar a médicos y farmacéuticos a incumplirla”.
(EFE).- La comercialización en Italia de la llamada píldora del día después ha suscitado un fuerte debate entre las formaciones políticas y sociales, al que se han sumado las críticas del Vaticano, que incluso ha pedido a los farmacéuticos italianos que practiquen la objeción de conciencia.
Desde el pasado lunes se puede adquirir en las farmacias italianas, con receta médica, la llamada píldora del día de después, un contraceptivo que, tomado antes de que pasen 72 horas de una relación sexual con riesgo de embarazo, evita que un óvulo supuestamente fecundado pueda anidar en el útero.
Este hecho ha suscitado una división de opiniones en Italia, con participación de la Santa Sede, que a través de la Pontificia Academia para la Vida ha expuesto en un comunicado su rechazo a ese método, al que considera un “aborto químico”.
El Vaticano ha pedido a los trabajadores del sector sanitario que ejerzan “con firmeza” la objeción de conciencia y ha recordado que la píldora ha sido presentada “como un simple contraceptivo, o más precisamente como un contraceptivo de emergencia”, lo que, a su juicio, no es cierto.
Para la Iglesia el óvulo fecundado ya es un embrión humano, por lo que se trata de un aborto practicado con medios químicos y “no es coherente intelectualmente, ni justificable científicamente” afirmar otra cosa.
La intervención de la jerarquía católica, que no es nueva, ha dado más empuje a un debate que ya estaba en las tribunas desde que hace poco más de un mes se supo que el ministro de Sanidad, Umberto Veronesi, había autorizado la comercialización del producto.
Ya entonces el ministerio publicó una nota en la que aseguraba que el fármaco es distinto de la píldora abortiva RU-486 (ilegal en Italia), pues la del día después actúa para bloquear la ovulación e impedir que el óvulo anide en el útero, al margen de que debe usarse sólo en casos excepcionales y siempre bajo control médico.
Autorizada en la mayoría de los países de la Unión Europea y con un precio de venta en Italia de 20.000 liras (casi US$ 10), la píldora ha sido rechazada por las asociaciones católicas y por varios partidos de la coalición de centroderecha.
Por su parte, la organización Federfarma, que agrupa a 16.000 farmacias en toda Italia, ha expresado, por medio de su secretario general, Franco Caprino, que no es posible negarse a vender la píldora, ya que la ley establece que el farmacéutico está obligado a suministrar cualquier producto solicitado con receta médica y, si no está disponible en el momento, a conseguirlo en tiempo breve.
Desde el gobierno, la ministra de la Solidaridad Social, Livia Turco, ha reconocido que la Iglesia tiene derecho a emitir mensajes en defensa de la vida y dirigirse a la conciencia de las personas, “pero ante una Ley del Estado no puede invitar a médicos y farmacéuticos a incumplirla”.