Chantaje por Internet, lo último en materia en delitos

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Comienzan a trascender casos de “ciberextorsión”. Pero los consultores locales están demasiado ocupados con los juguetes inalámbricos. Mientras, los chantajistas prosperan en la web internacional.

No hace mucho, el director de una pequeña firma británica experta en procesar pagos por la Red, fue consultado de urgencia por un colega. Al parecer, el sitio de su compañía había sido atacado no ya por virus o gusanos, sino por piratas dedicados a la extorsión virtual.

“Puede usted ignorar este e-mail y tratar de mantener su sitio en funcionamiento. Pero, si no envía giro por US$ 10.000, ya no podrá operar”. Así rezaba el mensaje, firmado por “Tony Martino”. Al enviar esa suma, la víctima tendría protección por un año contra los colegas del signore Martino. Como se ve, el viejo negocio de la “protección forzosa”, que lleva ya más de cien años, se ha mudado al ciberespacio, al menos en versión minorista.

Durante cuatro días luego de recibida la amenaza, la empresa sufrió descargas reiteradas de datos en los servidores. Eso paralizó su negocio de pagos: los comerciantes que dependían del sistema debieron aguardar horas para cerrar operaciones.

Al cabo de unas semanas y varias investigaciones, expertos británicos, canadienses y norteamericanos llegaron a la misma conclusión: ha surgido una forma de delincuencia, derivada de la piratería, que emplea Internet para extorsionar pequeñas y medianas empresas. La nueva modalidad tiene serias posibilidades de extenderse a economías en desarrollo, por diversos huecos regulatorios y ausencia de controles serios

Naturalmente, tras esta mafia aparecen los virus bot, códigos que permiten “secuestrar” miles de computadoras remotas. Hecho esto, los bucaneros pueden alquilar esas redes infectadas a otros delincuentes –cobrando de cinco centavos a un dólar la hora por máquina- o hacer el “negocio” por sí mismos.

Ya en marcha el “proyecto”, ordenan a las computadoras secuestradas remitir correos basura a listas de direcciones. Más tarde, emplearán el canal para bombardear con datos los sistemas informáticos del “cliente forzoso”, hasta bloquear todas sus operaciones. “Hasta ahora, estas maniobras tienen objeto económico, pero no podemos descartar actividades mucho más peligrosas”, admite la sección para delitos informáticos del departamento federal de Justicia (Estados Unidos). “El chantaje es apenas uno de los ílicitos que genera continuamente el ciberespacio”

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No hace mucho, el director de una pequeña firma británica experta en procesar pagos por la Red, fue consultado de urgencia por un colega. Al parecer, el sitio de su compañía había sido atacado no ya por virus o gusanos, sino por piratas dedicados a la extorsión virtual.

“Puede usted ignorar este e-mail y tratar de mantener su sitio en funcionamiento. Pero, si no envía giro por US$ 10.000, ya no podrá operar”. Así rezaba el mensaje, firmado por “Tony Martino”. Al enviar esa suma, la víctima tendría protección por un año contra los colegas del signore Martino. Como se ve, el viejo negocio de la “protección forzosa”, que lleva ya más de cien años, se ha mudado al ciberespacio, al menos en versión minorista.

Durante cuatro días luego de recibida la amenaza, la empresa sufrió descargas reiteradas de datos en los servidores. Eso paralizó su negocio de pagos: los comerciantes que dependían del sistema debieron aguardar horas para cerrar operaciones.

Al cabo de unas semanas y varias investigaciones, expertos británicos, canadienses y norteamericanos llegaron a la misma conclusión: ha surgido una forma de delincuencia, derivada de la piratería, que emplea Internet para extorsionar pequeñas y medianas empresas. La nueva modalidad tiene serias posibilidades de extenderse a economías en desarrollo, por diversos huecos regulatorios y ausencia de controles serios

Naturalmente, tras esta mafia aparecen los virus bot, códigos que permiten “secuestrar” miles de computadoras remotas. Hecho esto, los bucaneros pueden alquilar esas redes infectadas a otros delincuentes –cobrando de cinco centavos a un dólar la hora por máquina- o hacer el “negocio” por sí mismos.

Ya en marcha el “proyecto”, ordenan a las computadoras secuestradas remitir correos basura a listas de direcciones. Más tarde, emplearán el canal para bombardear con datos los sistemas informáticos del “cliente forzoso”, hasta bloquear todas sus operaciones. “Hasta ahora, estas maniobras tienen objeto económico, pero no podemos descartar actividades mucho más peligrosas”, admite la sección para delitos informáticos del departamento federal de Justicia (Estados Unidos). “El chantaje es apenas uno de los ílicitos que genera continuamente el ciberespacio”

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