Canadá debate sobre el uso de bloqueadores para celulares

A partir del 1 de abril los canadienses tendrán 90 días para manifestar su adhesión o rechazo a la legalización o no del uso de dispositivos bloqueadores de llamadas. Este tipo de tecnología puede interferir la comunicación en hospitales o aeropuertos.

11 marzo, 2001

(EFE).- Los bloqueadores de teléfonos celulares, cuya legalización estudia Canadá, podrían convertirse en aparatos casi tan populares como los propios móviles gracias a su extendido uso, que en muchos casos llega al abuso.

Canadá se prepara para el que puede ser uno de los debates públicos más acalorados de los últimos años, que ya empieza a levantar encendidas opiniones a pesar de que, oficialmente, los argumentos no se recibirán hasta dentro de unas semanas.

Gracias a la iniciativa del Ministerio de Industria, a partir del 1 de abril los canadienses tendrán 90 días para manifestar su apoyo o su oposición a la legalización o no del uso de bloquedaores de teléfonos celulares.

Estos aparatos evitan el funcionamiento de una de las formas de comunicación más populares de la última década.

Aunque lejos de países como Finlandia, la meca de la telefonía móvil y donde prácticamente cada habitante del país cuenta con un aparato, en Canadá existen 8,3 millones de celulares.

Más de una cuarta parte de la población del país tiene un teléfono móvil y está previsto que esta cifra aumente 30% durante el presente año, ofreciendo similares tasas de crecimiento para un futuro cercano.

La proliferación de estos aparatos es patente en las calles de las grandes ciudades del país: los transportes públicos, restaurantes, estadios de deportes, cualquier recinto público o privado se ha convertido en un locutorio telefónico particular a cualquier hora del día.

La expansión de los celulares está generando una creciente ola de rechazo tanto por razones de seguridad como por los inconvenientes que a veces provocan.

Diferentes estudios internacionales señalan que los propietarios de móviles sufren más accidentes de circulación, ocasionados por la distracción antes, durante o después de una llamada telefónica.

Además, las emisiones de los móviles pueden interferir en el funcionamiento de equipos médicos o afectar a las comunicaciones en aeropuertos, donde su uso está restringido.

Entre grupos terroristas está aumentando el uso de los teléfonos celulares a modo de control remoto que activa bombas.

En salas de cine, restaurantes y otros lugares públicos, también aumentan las quejas de clientes que son molestados por la actividad de los móviles.

Para muchos, la solución a estos problemas está en la legalización de los “bloqueadores” de teléfonos celulares, que son ilegales en muchos países y de los que existen diferentes fabricantes y diversos modelos.

Por US$ 150, el fabricante de uno de estos bloqueadores, que puede ser llevado en un bolsillo, ofrece un aparato “lo suficientemente potente para evitar que los teléfonos celulares sean usados en una habitación de grandes dimensiones”.

La publicidad señala que “le permitirá efectuar sus reuniones de negocios, seminarios y conferencias sin interrupciones. Evita intrusiones en edificios cercanos porque no penetra a través de ventanas, ladrillos o muros de cemento”.

Además, para contrarrestar a los que argumentan que el uso de bloqueadores dejaría incomunicados a personal de emergencia que está en contacto a través de comunicaciones inalámbricas, el fabricante asegura que “no afecta a los busca personas”.

“Esto es importante porque los busca personas son utilizados por la mayoría del personal de emergencia”, señala el fabricante.

Los modelos cubren desde un radio de 15 metros hasta un máximo de varios kilómetros y sus tamaños varían desde las dimensiones de un paquete de cigarrillos hasta las de un maletín con el peso de 12 kilogramos.

Otros aparatos de reciente desarrollo utilizan una tecnología denominada Bluetooth para cambiar el funcionamiento de los celulares al modo de “silencio” aunque pueden recibir llamadas.

Restaurantes y salas de cine, algunos de los clientes potenciales más previsibles de los bloqueadores, si son legalizados en Canadá, tendrían que invertir entre US$ 2.500 y 4.000 para dotarse de estos aparatos, un precio que para muchos es irrisorio a la vista de los servicios que pueden proporcionar.

“¿Funcionan en los servicios celulares de Estados Unidos? Si es así, yo estoy dispuesto a utilizarlo, sea ilegal o no”, escribía recientemente en un grupo de noticias de Internet un ciudadano estadounidense.

(EFE).- Los bloqueadores de teléfonos celulares, cuya legalización estudia Canadá, podrían convertirse en aparatos casi tan populares como los propios móviles gracias a su extendido uso, que en muchos casos llega al abuso.

Canadá se prepara para el que puede ser uno de los debates públicos más acalorados de los últimos años, que ya empieza a levantar encendidas opiniones a pesar de que, oficialmente, los argumentos no se recibirán hasta dentro de unas semanas.

Gracias a la iniciativa del Ministerio de Industria, a partir del 1 de abril los canadienses tendrán 90 días para manifestar su apoyo o su oposición a la legalización o no del uso de bloquedaores de teléfonos celulares.

Estos aparatos evitan el funcionamiento de una de las formas de comunicación más populares de la última década.

Aunque lejos de países como Finlandia, la meca de la telefonía móvil y donde prácticamente cada habitante del país cuenta con un aparato, en Canadá existen 8,3 millones de celulares.

Más de una cuarta parte de la población del país tiene un teléfono móvil y está previsto que esta cifra aumente 30% durante el presente año, ofreciendo similares tasas de crecimiento para un futuro cercano.

La proliferación de estos aparatos es patente en las calles de las grandes ciudades del país: los transportes públicos, restaurantes, estadios de deportes, cualquier recinto público o privado se ha convertido en un locutorio telefónico particular a cualquier hora del día.

La expansión de los celulares está generando una creciente ola de rechazo tanto por razones de seguridad como por los inconvenientes que a veces provocan.

Diferentes estudios internacionales señalan que los propietarios de móviles sufren más accidentes de circulación, ocasionados por la distracción antes, durante o después de una llamada telefónica.

Además, las emisiones de los móviles pueden interferir en el funcionamiento de equipos médicos o afectar a las comunicaciones en aeropuertos, donde su uso está restringido.

Entre grupos terroristas está aumentando el uso de los teléfonos celulares a modo de control remoto que activa bombas.

En salas de cine, restaurantes y otros lugares públicos, también aumentan las quejas de clientes que son molestados por la actividad de los móviles.

Para muchos, la solución a estos problemas está en la legalización de los “bloqueadores” de teléfonos celulares, que son ilegales en muchos países y de los que existen diferentes fabricantes y diversos modelos.

Por US$ 150, el fabricante de uno de estos bloqueadores, que puede ser llevado en un bolsillo, ofrece un aparato “lo suficientemente potente para evitar que los teléfonos celulares sean usados en una habitación de grandes dimensiones”.

La publicidad señala que “le permitirá efectuar sus reuniones de negocios, seminarios y conferencias sin interrupciones. Evita intrusiones en edificios cercanos porque no penetra a través de ventanas, ladrillos o muros de cemento”.

Además, para contrarrestar a los que argumentan que el uso de bloqueadores dejaría incomunicados a personal de emergencia que está en contacto a través de comunicaciones inalámbricas, el fabricante asegura que “no afecta a los busca personas”.

“Esto es importante porque los busca personas son utilizados por la mayoría del personal de emergencia”, señala el fabricante.

Los modelos cubren desde un radio de 15 metros hasta un máximo de varios kilómetros y sus tamaños varían desde las dimensiones de un paquete de cigarrillos hasta las de un maletín con el peso de 12 kilogramos.

Otros aparatos de reciente desarrollo utilizan una tecnología denominada Bluetooth para cambiar el funcionamiento de los celulares al modo de “silencio” aunque pueden recibir llamadas.

Restaurantes y salas de cine, algunos de los clientes potenciales más previsibles de los bloqueadores, si son legalizados en Canadá, tendrían que invertir entre US$ 2.500 y 4.000 para dotarse de estos aparatos, un precio que para muchos es irrisorio a la vista de los servicios que pueden proporcionar.

“¿Funcionan en los servicios celulares de Estados Unidos? Si es así, yo estoy dispuesto a utilizarlo, sea ilegal o no”, escribía recientemente en un grupo de noticias de Internet un ciudadano estadounidense.

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