Biología digital: las reglas del sistema

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La vida es una estructura compleja. La máquina es una estructura compleja. Vida y máquina son sistemas complejos con reglas propias. La biología digital se ocupa de ver si las reglas de sistemas físicos son aplicables a sistemas virtuales.

La biología digital postula que las reglas de un sistema son más importantes que sus componentes. Desde esa óptica, el sistema de conducta de las hormigas puede aplicarse al sistema de la telefonía celular.

Hay científicos que están tratando de desentrañar cuáles son los factores comunes a fenómenos diversos, como los sistemas antivirus, las redes neurales y las colonias de hormigas virtuales. Parten de la hipótesis que un sistema complejo puede surgir espontáneamente en cualquier sistema cuyas partes interactúen según reglas determinadas. Éstas pueden ser simples, pues la clave es que cada elemento afecte la conducta de los restantes en un patrón complejo de acciones y reacciones.

La biología digital postula que las normas de un sistema son más relevantes que sus componentes. Si, como se plantea ahora, hay pocas diferencia entre biología digital y biología natural, lo que ahora llamamos “vida artificial” no sería tan artificial. A punto tal que, sostienen algunos investigadores, quien primero “hable” con una inteligencia extraterrestre no será un astronauta, sino un científico experto en computación neural.

Reparos

Pero existen reparos ontológicos. Uno es que las computadoras no replican la naturaleza, sino lo que los científicos saben acerca de ella. Ellos mismos admiten que los modelos de cerebros, redes proteínicas y hasta genomas son todavía elementales. Por tanto, cualquier modelo de computación que se base en esos modelos será aún más crudo. Por ahora, la “mente digital” más compleja involucra algunas decenas de miles de neuronas, en tanto el cerebro humano integra 100.000 millones.

Las diferencias entre procesos internos son tan amplias como entre una melodía de cuatro notas a cargo de un clarinete y la IX sinfonía de Gustav Mahler, que requiere la participación de 105 ejecutantes y varios planos simultáneos de melodía, armonía y ritmo.

Un concepto biológico no necesita ser “cierto” para ser empleado en un software. Así, se inventó una forma de destruir virus informáticos basada en un modelo del sistema inmunológico humano que databa de 1970 y ahora ya no sirve. Esto significa que vida y máquina no son términos intercambiables y que ambos derivan de una fuente común: la propia complejidad de las estructuras.

La biología digital postula que las reglas de un sistema son más importantes que sus componentes. Desde esa óptica, el sistema de conducta de las hormigas puede aplicarse al sistema de la telefonía celular.

Hay científicos que están tratando de desentrañar cuáles son los factores comunes a fenómenos diversos, como los sistemas antivirus, las redes neurales y las colonias de hormigas virtuales. Parten de la hipótesis que un sistema complejo puede surgir espontáneamente en cualquier sistema cuyas partes interactúen según reglas determinadas. Éstas pueden ser simples, pues la clave es que cada elemento afecte la conducta de los restantes en un patrón complejo de acciones y reacciones.

La biología digital postula que las normas de un sistema son más relevantes que sus componentes. Si, como se plantea ahora, hay pocas diferencia entre biología digital y biología natural, lo que ahora llamamos “vida artificial” no sería tan artificial. A punto tal que, sostienen algunos investigadores, quien primero “hable” con una inteligencia extraterrestre no será un astronauta, sino un científico experto en computación neural.

Reparos

Pero existen reparos ontológicos. Uno es que las computadoras no replican la naturaleza, sino lo que los científicos saben acerca de ella. Ellos mismos admiten que los modelos de cerebros, redes proteínicas y hasta genomas son todavía elementales. Por tanto, cualquier modelo de computación que se base en esos modelos será aún más crudo. Por ahora, la “mente digital” más compleja involucra algunas decenas de miles de neuronas, en tanto el cerebro humano integra 100.000 millones.

Las diferencias entre procesos internos son tan amplias como entre una melodía de cuatro notas a cargo de un clarinete y la IX sinfonía de Gustav Mahler, que requiere la participación de 105 ejecutantes y varios planos simultáneos de melodía, armonía y ritmo.

Un concepto biológico no necesita ser “cierto” para ser empleado en un software. Así, se inventó una forma de destruir virus informáticos basada en un modelo del sistema inmunológico humano que databa de 1970 y ahora ya no sirve. Esto significa que vida y máquina no son términos intercambiables y que ambos derivan de una fuente común: la propia complejidad de las estructuras.

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