viernes, 13 de diciembre de 2024

Biodiversidad: la Ompi estudiará contratos

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El organismo mundial que protege los derechos intelectuales considera que la genética es un terreno totalmente nuevo respecto al sistema tradicional de propiedad intelectual.
por Joaquín Rábago

(EFE).- La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi) anunció que estudiará cláusulas contractuales que sirvan de guía para regular el acceso a los recursos genéticos del planeta y el reparto de eventuales beneficios.

Así lo afirmó Francis Gurry, subdirector general de la Ompi, al resumir los cuatro días de trabajos en Ginebra del primer Comité Intergubernamental sobre Propiedad intelectual y Recursos genéticos, Conocimientos tradicionales y Folclore.

Se trata, explicó Gurry, de un terreno totalmente nuevo con respecto al tradicional sistema de propiedad intelectual que utiliza como modelo el enfoque occidental de la cultura basado en la existencia de un “creador o un autor únicos”.

Los conocimientos tradicionales al igual que el folclore no tienen un solo autor, sino que pertenecen a una colectividad y han ido transmitiéndose de generación en generación, por lo que su eventual protección jurídica exige cuanto menos una modificación de los instrumentos legales de propiedad intelectual existentes.

Por lo que respecta a los recursos genéticos, pero también a los conocimientos tradicionales, que incluyen la medicina natural, la aparición de nuevas tecnologías en la biología aplicada aumentan las posibilidades de utilización fuera de sus ámbitos tradicionales y su explotación por parte de empresas de distintos países.

Ahora se trata de garantizar que quienes fueron custodios durante siglos de esos conocimientos o los países donde se da esa riqueza biológica puedan ser expoliados por otros sin ver ningún tipo de recompensa económica.

El problema, sin embargo, es que muchas veces los propietarios de esos conocimientos son tribus que viven a distintos lados de la frontera de un país, por lo que sería necesario que los dos o más países afectados estableciesen un mismo sistema legal para el reconocimiento de los eventuales derechos.

Por otro lado, el sistema de protección intelectual existente establece una cobertura máxima de 50 años en el caso de los llamados derechos de autor, lo que significa que los conocimientos tradicionales quedarían desprotegidos una vez transcurrido ese plazo si se adoptase el mismo sistema.

La delegación brasileña advirtió de que los contratos son instrumentos limitados para promover el reparto de beneficios ya que tienen carácter bilateral y los firman partes de desigual capacidad negociadora: por ejemplo, una multinacional y un grupo indígena.

Brasil defendió por ello dar más énfasis a las medidas legislativas y administrativas y la creación de sistemas multilaterales, algo a lo que se opone Estados Unidos, que, fiel al libre comercio, prefiere los contratos bilaterales.

Cuba argumentó que los recursos genéticos son descubrimientos y no invenciones y al igual que los conocimientos tradicionales forman parte de la herencia de un país, por lo que no pueden someterse a los tradicionales derechos de propiedad intelectual.

Venezuela propuso identificar el origen de los recursos biológicos empleados para desarrollar invenciones y la creación de bases de datos a fin de proteger los conocimientos tradicionales y estudiar la posibilidad de anular internacionalmente los derechos de propiedad intelectual sobre recursos obtenidos sin el consentimiento de la parte afectada.

En la reunión, Estados Unidos dijo apoyar el desarrollo de prácticas contractuales que pudiesen servir de modelo a condición de que no fuesen vinculantes, a la vez que se opuso a eventuales acuerdos de reparto de beneficios basados en la propiedad intelectual en virtud de sistemas multilaterales de acceso a los recursos genéticos.

Tampoco aceptó otras propuestas relacionadas con el sistema de patentes para las composiciones derivadas o aisladas de organismos vivos así como invenciones biotecnológicas en sus etapas iniciales, porque revelaban, en opinión de Washington, un sesgo contra ese tipo de protección legal ya existente.

(EFE).- La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi) anunció que estudiará cláusulas contractuales que sirvan de guía para regular el acceso a los recursos genéticos del planeta y el reparto de eventuales beneficios.

Así lo afirmó Francis Gurry, subdirector general de la Ompi, al resumir los cuatro días de trabajos en Ginebra del primer Comité Intergubernamental sobre Propiedad intelectual y Recursos genéticos, Conocimientos tradicionales y Folclore.

Se trata, explicó Gurry, de un terreno totalmente nuevo con respecto al tradicional sistema de propiedad intelectual que utiliza como modelo el enfoque occidental de la cultura basado en la existencia de un “creador o un autor únicos”.

Los conocimientos tradicionales al igual que el folclore no tienen un solo autor, sino que pertenecen a una colectividad y han ido transmitiéndose de generación en generación, por lo que su eventual protección jurídica exige cuanto menos una modificación de los instrumentos legales de propiedad intelectual existentes.

Por lo que respecta a los recursos genéticos, pero también a los conocimientos tradicionales, que incluyen la medicina natural, la aparición de nuevas tecnologías en la biología aplicada aumentan las posibilidades de utilización fuera de sus ámbitos tradicionales y su explotación por parte de empresas de distintos países.

Ahora se trata de garantizar que quienes fueron custodios durante siglos de esos conocimientos o los países donde se da esa riqueza biológica puedan ser expoliados por otros sin ver ningún tipo de recompensa económica.

El problema, sin embargo, es que muchas veces los propietarios de esos conocimientos son tribus que viven a distintos lados de la frontera de un país, por lo que sería necesario que los dos o más países afectados estableciesen un mismo sistema legal para el reconocimiento de los eventuales derechos.

Por otro lado, el sistema de protección intelectual existente establece una cobertura máxima de 50 años en el caso de los llamados derechos de autor, lo que significa que los conocimientos tradicionales quedarían desprotegidos una vez transcurrido ese plazo si se adoptase el mismo sistema.

La delegación brasileña advirtió de que los contratos son instrumentos limitados para promover el reparto de beneficios ya que tienen carácter bilateral y los firman partes de desigual capacidad negociadora: por ejemplo, una multinacional y un grupo indígena.

Brasil defendió por ello dar más énfasis a las medidas legislativas y administrativas y la creación de sistemas multilaterales, algo a lo que se opone Estados Unidos, que, fiel al libre comercio, prefiere los contratos bilaterales.

Cuba argumentó que los recursos genéticos son descubrimientos y no invenciones y al igual que los conocimientos tradicionales forman parte de la herencia de un país, por lo que no pueden someterse a los tradicionales derechos de propiedad intelectual.

Venezuela propuso identificar el origen de los recursos biológicos empleados para desarrollar invenciones y la creación de bases de datos a fin de proteger los conocimientos tradicionales y estudiar la posibilidad de anular internacionalmente los derechos de propiedad intelectual sobre recursos obtenidos sin el consentimiento de la parte afectada.

En la reunión, Estados Unidos dijo apoyar el desarrollo de prácticas contractuales que pudiesen servir de modelo a condición de que no fuesen vinculantes, a la vez que se opuso a eventuales acuerdos de reparto de beneficios basados en la propiedad intelectual en virtud de sistemas multilaterales de acceso a los recursos genéticos.

Tampoco aceptó otras propuestas relacionadas con el sistema de patentes para las composiciones derivadas o aisladas de organismos vivos así como invenciones biotecnológicas en sus etapas iniciales, porque revelaban, en opinión de Washington, un sesgo contra ese tipo de protección legal ya existente.

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