Adiós a la privacidad

Investigadores del InM.I.T. (Massachussets Institute of Technology) hicieron un trato con un grupo de 100 estudiantes de la institución: a cambio de permitirles que investiguen cada uno de sus movimientos, les regalan un teléfono inteligente.

1 diciembre, 2008

Eso implica, claro, que  cada vez que un estudiante llama a otro, ellos lo saben; cada vez que escuchan música, ellos saben qué escuchan, y así con cada actividad que realizan con su celular. En realidad, los estudiantes – que viven en Random Hall en el predio del M.I.T. – aceptaron a cambiar su privacidad por teléfonos inteligentes que generan señales que llegan a una computadora central. Más que las acciones individuales, los aparatos captan una imagen viva de la red social del “dorm”.

Pero los datos de los estudiantes son apenas una gota en un amplio mar de información digital que está registrando una red cada vez más intrincada de sensores, desde teléfonos hasta unidades GPS y los códigos identificadores que vienen en cada uno de los distintivos que nos dan para entrar a algún evento. Todo eso sumado a la información que ya se ha reunido en fuentes como tarjetas de crédito o navegación en la web, los datos es la base para un nuevo campo que aparece y que se llama inteligencia colectiva.

Impulsada por nuevas tecnologías y la sostenida incursión de Internet en todos los recovecos y rincones de la vida, la inteligencia colectiva ofrece enormes posibilidades, desde mejorar la eficiencia de la publicidad hasta dar a la comunidad nuevas maneras de organizarse.

Pero hasta los profesionales reconocen que, si se la utiliza indebidamente, podría crear un futuro Orwelliano a un nivel que sólo el Gran Hermano podría copiar.

La inteligencia colectiva podría hacer posible , por ejemplo, que las aseguradoras usen datos de la conducta para identificar secretamente  a personas que sufren una determinada enfermedad y negarles cobertura de seguro. El gobierno u organismos que aplican la ley podrían identificar a miembros de un grupo de protesta registrando las redes sociales revelador por la nueva tecnología. “A esta tecnología se la puede usar desde para marketing hasta para la guerra. En los próximos años va a invadir nuestra vida, y creo que hay grandes posibilidades de que se la use mal”, dice Steve Steinberg, científico de la computación que trabaja para una firma de inversiones en Nueva York.

Durante los últimos 50 años, la gente se ha preocupado por la privacidad del individuo en la era de la computación. Pero las nuevas tecnologías se han vuelto tan poderosas que proteger la privacidad del individuo puede ya no ser el único tema. Ahora, con Internet, sensores inalàmbricos y la capacidad de analizar una avalancha de datos, el perfil de una persona puede sacarse sin vigilarla en forma directa.

“Algunos dicen que con esta nueva tecnología hay menos expectativas de preservar la privacidad,” dice Marc Rotenberg, director ejecutivo del Electronic Privacy Information Center, un grupo que cuida el derecho a la privacidad en Washington. “Pero también puede ocurrir lo contrario. Las nuevas técnicas podrían exigirnos ampliar la idea que tenemos de la privacidad  y pensar más en el impacto que la recolección de datos tiene sobre los grupos de invidivuos más que sobre una sola persona.”.

A los estudiantes del M.I.T., por ejemplo, no les preocupa perder privacidad. Los investigadores los convencieron de que extreman las precauciones para proteger cualquier información generada por el experimento y que podría revelar su identidad. Entre otras cosas, aclaran, porque todos tienen páginas en Facebook, y tienen blogs y tienen e-mail.

<p>Eso implica, claro, que &nbsp;cada vez que un estudiante llama a otro, ellos lo saben; cada vez que escuchan m&uacute;sica, ellos saben qu&eacute; escuchan, y as&iacute; con cada actividad que realizan con su celular. En realidad, los estudiantes &ndash; que viven en Random Hall en el predio del M.I.T. &ndash; aceptaron a cambiar su privacidad por tel&eacute;fonos inteligentes que generan se&ntilde;ales que llegan a una computadora central. M&aacute;s que las acciones individuales, los aparatos captan una imagen viva de la red social del &ldquo;dorm&rdquo;. <br />
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Pero los datos de los estudiantes son apenas una gota en un amplio mar de informaci&oacute;n digital que est&aacute; registrando una red cada vez m&aacute;s intrincada de sensores, desde tel&eacute;fonos hasta unidades GPS y los c&oacute;digos identificadores que vienen en cada uno de los distintivos que nos dan para entrar a alg&uacute;n evento. Todo eso sumado a la informaci&oacute;n que ya se ha reunido en fuentes como tarjetas de cr&eacute;dito o navegaci&oacute;n en la web, los datos es la base para un nuevo campo que aparece y que se llama inteligencia colectiva. <br />
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Impulsada por nuevas tecnolog&iacute;as y la sostenida incursi&oacute;n de Internet en todos los recovecos y rincones de la vida, la inteligencia colectiva ofrece enormes posibilidades, desde mejorar la eficiencia de la publicidad hasta dar a la comunidad nuevas maneras de organizarse. <br />
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Pero hasta los profesionales reconocen que, si se la utiliza indebidamente, podr&iacute;a crear un futuro Orwelliano a un nivel que s&oacute;lo el Gran Hermano podr&iacute;a copiar. <br />
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La inteligencia colectiva podr&iacute;a hacer posible , por ejemplo, que las aseguradoras usen datos de la conducta para identificar secretamente&nbsp; a personas que sufren una determinada enfermedad y negarles cobertura de seguro. El gobierno u organismos que aplican la ley podr&iacute;an identificar a miembros de un grupo de protesta registrando las redes sociales revelador por la nueva tecnolog&iacute;a. &ldquo;A esta tecnolog&iacute;a se la puede usar desde para marketing hasta para la guerra. En los pr&oacute;ximos a&ntilde;os va a invadir nuestra vida, y creo que hay grandes posibilidades de que se la use mal&rdquo;, dice Steve Steinberg, cient&iacute;fico de la computaci&oacute;n que trabaja para una firma de inversiones en Nueva York. <br />
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Durante los &uacute;ltimos 50 a&ntilde;os, la gente se ha preocupado por la privacidad del individuo en la era de la computaci&oacute;n. Pero las nuevas tecnolog&iacute;as se han vuelto tan poderosas que proteger la privacidad del individuo puede ya no ser el &uacute;nico tema. Ahora, con Internet, sensores inal&agrave;mbricos y la capacidad de analizar una avalancha de datos, el perfil de una persona puede sacarse sin vigilarla en forma directa. <br />
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&ldquo;Algunos dicen que con esta nueva tecnolog&iacute;a hay menos expectativas de preservar la privacidad,&rdquo; dice Marc Rotenberg, director ejecutivo del Electronic Privacy Information Center, un grupo que cuida el derecho a la privacidad en Washington. &ldquo;Pero tambi&eacute;n puede ocurrir lo contrario. Las nuevas t&eacute;cnicas podr&iacute;an exigirnos ampliar la idea que tenemos de la privacidad &nbsp;y pensar m&aacute;s en el impacto que la recolecci&oacute;n de datos tiene sobre los grupos de invidivuos m&aacute;s que sobre una sola persona.&rdquo;.<br />
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A los estudiantes del M.I.T., por ejemplo, no les preocupa perder privacidad. Los investigadores los convencieron de que extreman las precauciones para proteger cualquier informaci&oacute;n generada por el experimento y que podr&iacute;a revelar su identidad. Entre otras cosas, aclaran, porque todos tienen p&aacute;ginas en Facebook, y tienen blogs y tienen e-mail. </p>

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