¿Cuánto hace que no te preguntás qué tipo de líder sos? Esta pregunta no aplica solamente a las personas que ocupan cargos de alta responsabilidad, sino que es algo que debería interpelarnos a todos independientemente del lugar que ocupemos dentro de una organización o en la sociedad. Tal es así que podemos liderar en nuestro hogar, en nuestro trabajo y en nuestra vida, la única que tenemos.
Liderar es mirar con otros ojos; es entender que tenemos la responsabilidad de actuar, de cambiar o diseñar el futuro que nos imaginamos junto a otros. Y si bien hay tantos liderazgos como personas posibles, en este momento estamos necesitando una mayor sensibilidad y una fuerte cuota de empatía.
En un contexto en el que la tecnología nos atraviesa profundamente, nos lleva a un ritmo vertiginoso y nos exige velocidad, es clave detenernos a pensar en la importancia de los vínculos. Y liderar es hacer vínculos sólidos que nos lleven a todos a un lugar mejor, un espacio donde mejoramos y nos potenciamos. Liderar está estrictamente relacionado al propósito, a la inspiración y la motivación. Y no se puede llevar adelante si no estamos dispuestos a conectar. Daniel Goleman, en su reconocido libro Inteligencia emocional, dice que los líderes conducen a las personas a través de sus emociones. Lo interesante de su enfoque, que sigue vigente, es que la inteligencia emocional se puede entrenar, y el primer paso es estar dispuesto.
Con el correr de los años, fui dándome cuenta de la importancia de la humanidad en el liderazgo. Conectar con las personas es algo que todos podemos hacer pero que no todos eligen. Cada día es una oportunidad para conocer a quienes nos rodean y conocernos a nosotros mismos. La vida está llena de oportunidades para probar qué tan cerca estamos de las personas. En este sentido, me interesé en el liderazgo humano, un enfoque que prioriza a las personas y en el que el líder se caracteriza por ser empático, auténtico y colaborativo.
Para poder liderar un equipo, primero debemos hacer un fuerte trabajo con nosotros mismos. El autoconocimiento nos permite detectar aspectos de mejora y potenciar aquello que tenemos de manera innata. Incluso reconocer nuestra propia vulnerabilidad nos da la posibilidad de establecer relaciones con los demás de una manera más genuina. De hecho, el liderazgo basado en la inteligencia emocional es una de las grandes tendencias de gestión de las personas, según los referentes del sector.
En mis años de carrera profesional me encontré con distintos tipos de líderes, pero los únicos que dejaron una huella fueron aquellos que confiaron en mí, que me escucharon, que se interesaron en mis ideas, que creyeron en mi potencial y me acompañaron a alcanzar metas. Hoy intento ser ese tipo de líder conduciendo un equipo de trabajo que vive su profesión apasionadamente y quiere ser mejor cada día.
Ya sea si estás liderando un equipo hoy, si aspirás a hacerlo o si simplemente reconocés la importancia del autoliderazgo, te invito a crear espacios positivos, a ser más compasivo con vos y con los demás, y a practicar la empatía aún en entornos que te resultan desconocidos. Liderar es un aprendizaje continuo y una transformación permanente. ¿Te sumás a practicar un liderazgo más humano?