Al margen de una vigorosa alianza geopolítica vigente desde hace más de medio siglo, Estados Unidos y Europa occidental han exhibido históricamente muchas más diferencias que similitudes en materia cultural, en la acepción más amplia del término. Que incluye, por supuesto, la actitud ante los negocios.
Hace poco más de una década, los grandes fabricantes europeos de equipos y los operadores de telecomunicaciones vieron pasar el histórico tren de la telefonía celular, y la mayoría optó por no subirse a él.
Pero la globalización, entre muchos otros factores, vino a barrer diferencias culturales. Y les ofreció a esas compañías una segunda oportunidad.
Entre las que la aprovecharon se cuenta Siemens, un gigante típicamente alemán, con 443.000 empleados en todo el mundo y una actividad que se despliega en rubros industriales tan diversos como sistemas de transporte ferroviario, tecnología médica, gestión inmobiliaria, equipos y sistemas de comunicaciones, y generación, transporte y distribución de energía.
En rigor, Siemens es cada vez menos típicamente alemana. Su presencia en el resto del mundo es cada vez mayor, hasta el punto que alrededor de 77% de los ingresos del grupo que en el ejercicio cerrado el 31 de octubre de 1999 sumaron 68.600 millones de euros (aproximadamente US$ 59.000 millones) provino de sus negocios en el exterior, donde concentra casi 57% de su fuerza laboral.
Pero también porque desde hace al menos tres años, al mejor estilo estadounidense, y a una velocidad asombrosa, viene realizando una reingeniería permanente que la ha llevado a abandonar negocios, abordar otros nuevos y reformular continuamente su organización y sus políticas. Entre éstas, un dato nada desdeñable es la reciente adopción del inglés como idioma universal de sus oficinas.
Ese proceso llevará muy pronto a sus acciones a cotizar en la bolsa de Nueva York. Y acaso no pase demasiado tiempo antes de que alguna de las 11 sillas del directorio sea ocupada, por primera vez en la historia, por alguien nacido fuera de Alemania. Al respecto, fuentes del cuartel central de la compañía admiten que cada vez es más firme la presión de la filial estadounidense, que aporta alrededor de 30% de la facturación global.
La estrella emergente
En la nueva organización, estructurada en ocho grupos según los diversos sectores de actividad, la vedette es el de Informática y Comunicaciones, que en el ejercicio ´99 contribuyó con 37,4% de los ingresos totales de la empresa.
El grupo tiene tres divisiones: Redes, Productos y la estrella emergente, Siemens Business Services (SBS), proveedora de soluciones y servicios para el comercio electrónico, fundada en octubre de 1995.
“SBS tiene la ventaja competitiva de pertenecer a la única empresa de escala mundial que actúa a la vez en informática y en comunicaciones”, se entusiasma Alejandro Werner, un abogado argentino que, tras dirigir el departamento legal de Siemens Argentina, abandonó el derecho y se instaló en Munich donde, desde su puesto de director de Desarrollo de Negocios, monitorea la actividad de SBS en América latina.
Con ingresos por US$ 4.700 millones en el último ejercicio, SBS es la octava empresa del mundo en su especialidad, en un ranking que encabeza, todavía lejos, IBM (US$ 26.000 millones). Según Werner, SBS aspira a estar entre las cinco primeras en 2003. En Europa ya es la segunda y en Alemania, naturalmente, la primera.
Todo esto se ha logrado con un plantel relativamente modesto de 34.000 empleados, distribuidos en 88 países (16.400 en Alemania, 10.600 en el resto de Europa, 1.500 en Asia/ Pacífico y 5.500 en América). Y con una condición fundamental: independencia absoluta del resto del grupo, por el que debe competir para ganarlo como cliente. De hecho, sólo 26% de sus ingresos provienen de servicios prestados a otros grupos y divisiones de Siemens.
El capítulo argentino
En la Argentina, el correlato de SBS es Siemens-Itron, el joint-venture formado en mayo de 1999 entre el gigante alemán (60% de las acciones) y la empresa de servicios informáticos que Socma, el grupo empresario que lidera Francisco Macri, había fundado en 1983.
Con un campo de acción que no se limita al comercio electrónico (incluye, por ejemplo, automatización de sucursales bancarias, informatización de sistemas de salud, escrutinios, administración tributaria y control del tránsito), Siemens-Itron viene creciendo a un ritmo notable: su facturación pasó de US$ 97 millones el año pasado a US$ 110 millones en el 2000. Y sus ejecutivos esperan una evolución de al menos 10% en el ejercicio que finalizará el 31 de octubre del año próximo.
El plantel, que estaba compuesto por 450 personas al momento de la fusión, es actualmente de 530 empleados, entre propios y terceros.
Como SBS, Siemens-Itron tiene absoluta libertad para elegir proveedores a la hora de diseñar sus propias soluciones o integrar sistemas. Por eso, más allá de exhibir con orgullo el reciente acuerdo mediante el cual la compañía se convirtió en hosting partner de la gigante alemana de software SAP, sus ejecutivos aclaran que, pese a las numerosas propuestas recibidas, no piensan formalizar ninguna alianza que involucre exclusividad.
No termina allí la autonomía: una de las condiciones de la fusión fue no asimilar la cultura de la nueva empresa a la del grupo Siemens, para evitar las desventajas propias de las pesadas estructuras de las grandes compañías y aprovechar el dinamismo característico de las firmas de tecnología nacidas en las últimas dos décadas. En ambas partes juran que, al menos hasta ahora, la fórmula se aplica y da resultados.
Las tres principales áreas de negocios de Siemens-Itron son Business Process Outsourcing (BPO), Information Technology Outsourcing (ITO) y System Integration (SI).
Para la primera, los principales clientes son American Express, la red privada de sistemas de salud Imed y los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires (rentas, sistema catastral y control de tránsito) y las provincias de Misiones, Salta y San Luis (rentas).
Para la segunda, los bancos Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Córdoba, Pago Fácil, Correo Argentino, la ART Omega, Peugeot-Citroën, Total Austral, Siemens (Argentina y Chile) y las provincias de Córdoba, San Juan, Santiago del Estero y Tucumán (elecciones).
Y para la tercera, la Anses, Correo Argentino, Canale, Brahma, Peñaflor, Reckitt & Colman, Alba, Aeropuertos Argentina 2000, Autopistas del Sol, Iveco, Volkswagen Argentina y los bancos Ciudad de Buenos Aires, BBVA Francés, Bansud, Galicia, HSBC, Nación, Lloyds y Scotiabank.