En la Estancia La Paz, todo hace honor a su nombre. El silencio sólo llega a ser interrumpido por unos teros que anidan en la zona y una acequia que se nutre en el río Ascochinga.
Pero no todo es paisaje. Los cimientos de adobe del casco encierran una rica historia, cuyo punto culminante se sitúa poco más de un siglo atrás, cuando el establecimiento pertenecía a Julio Argentino Roca, quien desde allí gobernaba el país durante los meses de verano.
Y Roca no sólo tomó en La Paz decisiones políticas. También resolvió convertir este paraje en uno de los lugares más bellos y suntuosos de la geografía cordobesa,
El estilo neoclásico-italiano de la edificación, junto con las construcciones complementarias de la época, como el lavadero, la pileta olímpica, el salón de fiestas y el invernadero, dan cuenta de la estética propia de un período de esplendor que le imprimió un sello característico a la generación del ´80.
“Sabemos que el componente histórico es un valor muy importante de nuestra estancia. Quienes nos visitan vienen a disfrutar de un lugar que en su momento eligieron presidentes como Roca o (Miguel) Juárez Celman, para su residencia de verano”, destaca Guillermo Scarafía, director y responsable del negocio turístico de la compañía.
Fuerza de familia
En septiembre de 1997, la Estancia La Paz pasó a manos de la familia Scarafía. El grupo liderado por Néstor Scarafía, junto a su esposa Beatriz y sus hijos Guillermo, Marcelo, Gustavo y Enzo, pagó US$ 3,6 millones por el establecimiento de 2.100 hectáreas.
Por entonces, el casco y el parque presentaban un alto grado de deterioro, lo que obligó a sus nuevos propietarios a encarar un intenso plan de restauración, que demandó una inversión adicional de US$ 1 millón.
Desde el punto de vista inmobiliario, el esfuerzo valió la pena. Hoy, la estancia triplica el valor original, aunque los Scarafía aseguran que no tienen intenciones de vender.
Puertas abiertas
Aunque la compra del campo apuntó básicamente a explotar la actividad agropecuaria, las condiciones estructurales e históricas de La Paz convencieron a los Scarafía de las oportunidades que ofrecía el desarrollo de un emprendimiento orientado al turismo.
“No hay que creer que cualquiera que tenga una estancia puede abrir las puertas al turismo y le va a ir bien”, advierte Scarafía. “Hay que considerar muchos aspectos, como la ubicación, los accesos, la infraestructura y los atractivos turísticos complementarios de la región.”
La estancia se encuentra a 40 minutos de viaje desde el aeropuerto internacional de Córdoba. El casco cuenta con 23 habitaciones (equipadas con calefacción central, teléfonos, y conexión de Internet), además de ámbitos para la recreación y salas de reuniones.
La estadía incluye green fee libre en la cancha de golf de Ascochinga, cabalgatas, paseos, tenis, croquet, bicicletas, bochas, remo y pesca en el lago. Deliberadamente, se evitan actividades que generen ruido, aunque es posible realizar travesías en vehículos 4×4 dentro o fuera de la estancia.
Si bien el establecimiento no se promueve como un spa, brinda servicios de fisioterapia, masajes y estética. La oferta se completa con una galería de arte, venta de artesanías y un museo nutrido con objetos de Roca y de la generación del ´80.
La tarifa es de $ 150 por persona por día con pensión completa (US$ 90 para niños de 3 a 12 años).
Paquetes a medida
También se organizan actividades especiales destinadas a complementar la oferta recreativa. En el plano cultural, sobresale el circuito de las estancias jesuíticas, cuya vigencia cobró particular auge a raíz de su nominación como patrimonio histórico de la humanidad.
La Paz se encuentra en el epicentro de ese circuito, a menos de 30 kilómetros de la Iglesia de Santa Catalina, la Capilla de Candonga, la Posta de Sinsacate, el Museo Jesuítico de Jesús María y la Casa de Caroya.
Otras alternativas son el Cerro Colorado y las cabalgatas por las sierras de Ongamira, con avistaje de cóndores.
La estancia también cuenta con dos canchas de polo y provee caballos y todo el equipamiento necesario para quienes deseen practicar el deporte. El propósito es desarrollar paquetes especiales para grupos de jugadores de bajo y mediano handicap.
La caza de palomas también es un rubro muy dinámico en la zona. La Paz cuenta con ofertas a medida para este tipo de turismo procedente, en su mayoría, de Estados Unidos.
Para empresas
Otro renglón importante del negocio es el denominado turismo corporativo, que hoy ya aporta alrededor de un tercio de los ingresos. “Trabajamos mucho con empresas que vienen a hacer jornadas de capacitación, presentaciones sociales o reuniones de trabajo”, comenta Scarafía.
También en este caso, la ubicación geográfica y el buen acceso son elementos diferenciales. A ello se agrega la disponibilidad de tecnología acorde con las nuevas demandas (Internet, sala de conferencias, cabinas de traducción simultánea).
Crecer hacia afuera
El turismo internacional asoma como el segmento con mayor potencialidad de crecimiento en este nivel de turismo, de modo que la empresa ha redoblado su apuesta fronteras afuera, con participaciones en ferias de Londres, Berlín, Madrid y Estados Unidos.
Claro que la conquista del mercado foráneo no es sencilla, sobre todo cuando se sale a vender un destino como Córdoba, poco conocido en el exterior. Para enfrentar ese desafío, La Paz se integró a una cadena de pequeños hoteles y estancias de lujo de la Argentina. Entre todos diseñaron una oferta que combina Buenos Aires, la Patagonia, Córdoba, Salta o Tucumán y las Cataratas, en un paquete de 21 días.
Actualmente, 50% de los visitantes de La Paz proceden del exterior.
Campo de verdad
En La Paz, el entorno agropecuario no es una mera escenografía montada para el turismo. Por el contrario, 70% de los ingresos de la sociedad provienen de la venta de granos y carnes, cuya explotación ocupa 95% de la superficie.
La fuerte apuesta por el negocio agrario también incide en el perfil de experiencias rurales que la estancia ofrece al turismo. “Los visitantes salen a presenciar actividades agropecuarias en serio, con máquinas de gran porte y amplias praderas con animales”, señala Guillermo Scarafía.
Ello diferencia notoriamente a La Paz de otras estancias, en las que el componente rural pasa por la presencia de granjas o por mini-zoológicos con fauna autóctona. “No hemos desarrollado la pequeña granja porque nuestros visitantes no vienen a buscar eso. La experiencia de observar un lote extenso, con 500 vacas con sus terneritos al pie es una experiencia inigualable para un visitante europeo”, explica Scarafía.
Jesuitas y presidentes Ocupadas Tras la Su nieta, En 1830 Roca utilizaba La propiedad Tras años |