Interrogantes en danza

    Los cambios recientemente acordados en el convenio con el Fondo Monetario se refieren a las metas de déficit para este año y los dos siguientes. El gobierno federal puede pasar, en el 2000, de un quebranto de US$ 4.700 millones a otro de 5.300 millones. Como también se admite un desvío adicional en el déficit del conjunto de las provincias (otros US$ 700 millones), el consolidado de la Nación y de las provincias pasa de los 6.900 millones iniciales a los 8.200 actuales; lo que equivale a un aumento de 1.300 millones.


    Para los años siguientes, las metas de reducción del déficit del gobierno nacional son de 4.100 millones en el 2001, y de 2.400 millones en el 2002. Las provincias deberán hacer un esfuerzo similar.


    Es preciso tener en cuenta que el déficit inercial en las cuentas públicas del próximo año (el que se alcanzaría si todo permaneciera sin modificaciones) sería de 7.300 millones. A esa cifra se llega luego de computar ingresos que dejarían de percibirse (como el gravamen que recae sobre las altas rentas y los efectos financieros de cambios en el régimen de anticipos del impuesto a las ganancias); mayores erogaciones (transferencias adicionales a las provincias, intereses de la deuda pública, los gastos asociados con las elecciones y la realización del censo) y la incidencia adicional de las reducciones realizadas a mediados de año en los salarios públicos y en algunas de las jubilaciones de privilegio.


    Frente a ello, el aumento de la recaudación derivado del mayor nivel de actividad (estimado en 4,5% nominal) sólo aportaría alrededor de US$ 2.500 millones al erario público. En consecuencia, para alcanzar la meta de 4.100 millones de déficit federal durante el año próximo se requiere una baja de los gastos primarios en 700 millones. La alternativa es apostar a que las mejoras en la administración tributaria aporten ese faltante de recursos. A juzgar por los contenidos que se conocen del proyecto de presupuesto, el equipo económico se juega por la disminución del gasto.


    Muchas condiciones


    Claro que, para alcanzar estas metas, es preciso que se cumplan, también, ciertos presupuestos, tanto en el escenario nacional, como en el regional e internacional. La conducción económica continúa confiando en que el crecimiento se asentará en el mayor dinamismo de las exportaciones y de la inversión y, en menor medida, del consumo. A su vez, prevé una mejora en los términos del intercambio, con una recuperación de los precios.


    Estas son las principales previsiones del equipo económico:

    • que la economía norteamericana aterrice suavemente;
    • que los precios del petróleo abandonen la tendencia ascendente de
      los últimos meses;
    • que las tasas de interés internacionales no registren nuevos aumentos;
    • que se detenga la tendencia a la fuerte apreciación del dólar;
    • que la economía y el comercio mundial sigan creciendo a un ritmo
      semejante al de los últimos dos años; y
    • que el comportamiento de la economía brasileña resulte favorable.


    Los números de la discordia


    Los datos disponibles muestran que el PBI alcanzado al término del segundo trimestre del año es inferior, en valores sin estacionalidad, al del cuarto trimestre de 1999, similar al del primer trimestre de este año, y casi 4% inferior al del mismo lapso de 1998, cuando se inició la actual etapa de recesión. En este marco, no son pocos los analistas que dudan acerca de que aún sea posible cumplir con la meta de crecimiento de 2% establecida en el remozado convenio con el FMI.


    En ese sentido, destacan que ni la inversión ni el consumo privado muestran todavía signos elocuentes de movilizarse, y que el crédito al sector privado sigue mostrando una tendencia descendente.


    Por otra parte, y a pesar de que las exportaciones de bienes exhiben una tasa de crecimiento significativa, la composición de las ventas externas desnuda la fragilidad de ese desempeño. En los siete primeros meses de este año, con respecto al mismo período de 1999, el valor de las ventas al exterior creció 14%; pero de ese porcentaje, 8 puntos corresponden al mayor nivel de precios, y el resto al aumento en los volúmenes exportados. Si se excluye de este cálculo a las colocaciones de combustibles (que aportan 10% del valor total) las exportaciones restantes sólo crecieron 5% en valor (8 puntos por cantidad, que compensaron los 3 puntos de caída de los precios).


    Expresado de otro modo, ¿qué pasará con el valor de las exportaciones argentinas si cae el precio de los combustibles y no se frena el proceso de revaluación del dólar?


    Se trata, por cierto, de una perspectiva que no puede ser descartada, como tampoco puede ignorarse la posibilidad de una nueva suba en las tasas de interés externas.


    Por otra parte, el tipo de cambio de Brasil podría mostrar una tendencia ascendente; en especial, a partir de las dificultades que exhibe su balanza externa de comercio. Hasta ahora, la brecha externa brasileña se cubre con el ingreso de capitales; pero ese proceso podría exhibir algún síntoma de agotamiento si las condiciones de la economía internacional determinan un menor flujo de capitales hacia los países emergentes.


    Problemas con el cierre


    En estas condiciones, la Argentina encontraría serias dificultades para cumplir con las metas fiscales que se acordaron en el nuevo convenio con el FMI. Los analistas económicos proyectan, por ahora, tasas de crecimiento del PBI inferiores a la establecida en el proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo. En consecuencia, los ingresos tributarios se situarían en niveles más bajos que los requeridos para cumplir con esas metas.


    Aunque el cumplimiento de la ley de solvencia fiscal permitiría, durante el año próximo, un nivel de déficit superior en US$ 700 millones al convenido con el FMI (según la interpretación que dio a conocer el secretario de Hacienda, Mario Vicens), parece obvio que una nueva renegociación de las metas podría afectar negativamente las expectativas de los agentes económicos.


    De ahí que la mayoría de los observadores se incline por insistir en la reducción de los gastos públicos y en la conveniencia de apelar a ciertos mecanismos que podrían generar ingresos extraordinarios: el descuento de los recursos futuros que deberían ingresar por la moratoria impositiva; un nuevo canje de deuda; y la licitación de nuevas bandas de telefonía móvil.


    El problema que se presenta es que las dudas acerca de la tasa de crecimiento de la economía no se limitan al año próximo. También se extienden a lo que resta del 2000. En esas condiciones, a las autoridades económicas se les plantea un difícil dilema: recurrir a esas fuentes de ingresos extraordinarios para cerrar la brecha fiscal de este año, o reservar a la mayor parte de ellas para el 2001.


    Puesto que este año está, en los hechos, prácticamente jugado, parecería más aconsejable, en la óptica de los analistas, reservar esas fuentes de ingresos para el 2001, que es hacia donde apuntan, mayoritariamente, los interrogantes y la incertidumbre.