La película podría llamarse En busca de la resurrección. El argumento no sería demasiado original: las desavenencias de una pareja (la Bolsa y los bancos) y los esfuerzos que hace un amigo de ambos (el gobierno) por volver a acercarlos.
No sólo se trata de restablecer la confianza: también de integrar realmente los negocios, para lo cual es preciso una revisión del marco jurídico vigente y, según varios interesados, algún tipo de incentivo fiscal.
Pero el panorama no está claro. El primer elemento que introduce incertidumbre es el desarrollo que tuvieron los comicios en la Bolsa. Ni los más memoriosos operadores del recinto porteño recuerdan una contienda tan signada por el encono entre los oponentes. El grado de agresividad alcanzado que incluyó un incidente con el canal de cable especializado Bloomberg por su intención de entrevistar al candidato opositor, Julio Macchi, en el programa que se emite a diario desde el primer piso del recinto sorprendió a los más tradicionalistas. “Esto parece una elección de la UOM”, comentó, alarmado, un conocido agente.
Aunque el proceso se saldó con la ratificación del liderazgo del reelecto Juan Bautista Peña, las duras acusaciones cruzadas en medio de la campaña no hicieron más que reabrir las heridas del último verano, cuando los bancos estuvieron a punto de fracturar el mercado y cruzar con sus negocios (hoy concentrados, a través del Mercado Abierto Electrónico, en las operaciones de bonos públicos) a Montevideo.
“No soy muy optimista”, se sincera un operador. Y lo explica: “Cuando se llega a este nivel de encono personalizado, se hace muy difícil volver a la racionalidad”. Un miembro de la Secretaría de Finanzas tiene una visión menos pesimista: “Remedando a Borges, si no es por amor será por espanto, pero van a tener que ponerse de acuerdo”, señala.
La señal a esperar para ver si la relación se encamina está enlazada con la puesta en marcha del acuerdo que suscribieron en marzo los bancos y la Bolsa, tras la mediación del gobierno.
El convenio establece que en breve debe comenzar a operar Argenclear (la cámara de compensación diseñada por los bancos), en el marco de una sociedad en la que la Bolsa deberá tener participación. A cambio, los agentes porteños ingresarán oficialmente al apetecible negocio de la comercialización de los bonos de deuda que coloca periódicamente el gobierno en el mercado local.
Si esto no se hace realidad en cuestión de semanas, todo volvería a foja cero.