Qué trae el nuevo siglo

    1) La Internet fue la novedad más importante del siglo XX e influirá durante el siglo XXI de maneras que no es posible siquiera imaginar.


    La Red está cambiando todas las reglas. Esa es la noticia más importante con que se inicia este siglo. Y no es que las otras tendencias y tecnologías que están apareciendo no sean significativas, o que no vayan a afectar, especialmente algunas de ellas, la forma de vivir y trabajar durante las próximas décadas. Pero ninguna jugará un papel tan trascendente en el futuro desarrollo de la aldea global como el explosivo crecimiento de la Web.


    Ni siquiera la combinación de las ciencias de la vida con la tecnología informática devendrá en un cambio tan profundo. Porque esa combinación y esa convergencia no serían posibles sin las comunicaciones instantáneas que permite la Red.


    Los cambios generados por la Internet en este nuevo siglo influirán en todos los aspectos de la vida.


    La forma en que se trabaja y con quién. La colaboración internacional entre equipos de trabajo de diferentes países será un hecho cotidiano a medida que se vayan creando nuevas organizaciones para desarrollar y distribuir productos y servicios.


    Cómo, dónde y qué se compra, y cuánto se paga. No existirá el precio fijo. El formato del remate, popularizado por eBay y otros sitios, se convertirá en el mecanismo dominante de fijación de precios.


    Cómo, dónde y cuándo se imparte la educación. Los chicos seguirán asistiendo a la escuela y a la universidad para aprender a trabajar en equipo, a comunicarse y a liderar. Pero los conocimientos académicos se adquirirán a través de la Internet, con módulos de aprendizaje que tendrán el ritmo que establezca cada persona. Las universidades recibirán estudiantes con distinta formación previa, porque la tradicional carrera con duración establecida cederá paso al aprendizaje permanente.


    Cómo establecer y mantener relaciones. Las personas con intereses similares se reunirán en comunidades afines en el ciberespacio. Dentro de 20 años, todos estarán conectados a la Web, y el acceso será considerado un derecho, más que un privilegio.


    Los más influidos por el uso generalizado de la Internet serán los jóvenes que hoy todavía no van a la escuela, y sus hijos, y los hijos de sus hijos.


    Ellos serán quienes aprovechen la Web en todo su potencial, así como los industriales aprovecharon las autopistas y las redes ferroviarias, y la computación aprovechó las líneas telefónicas.


    Los actuales estudiantes universitarios serán el último grupo demográfico cuyas vidas no se verán totalmente moldeadas por la Internet. Los chicos que ahora están en la escuela primaria no piensan en la Red, la tienen allí, está para ser usada. Es una herramienta más, como el teléfono, el televisor o la PC.


    2) El que no innova se evapora. Ese será el mantra del próximo milenio.


    Habrá pocos que no crean que Bill Gates es uno de los mejores estrategas que ha existido hasta la fecha. Sólo Henry Ford lo superó en la encuesta que realizó la revista Fortune para designar al “empresario del siglo”.


    Gates dijo algo que todas las empresas deberían considerar en este nuevo siglo: “Microsoft tiene que continuar innovando, porque siempre estamos a dos años de la extinción”.


    3) Las comunidades que exigen acceso abierto a Internet terminarán con la separación de las empresas digitales.


    Esto ya se comienza a ver. En octubre de 1999, los habitantes de la ciudad de Portland, en el estado norteamericano de Oregon, le dijeron a AT&T que si quería comprar el sistema local de televisión por cable y vender acceso de alta velocidad a Internet utilizando esas líneas, tendría que permitir que los clientes se conecten al proveedor de Internet que prefieran. Es decir, le exigieron a la compañía que comparta los cables con sus competidores.


    US West, America Online, AT&T y otras empresas de telecomunicaciones presentaron una protesta. Un juez, sin embargo, falló a favor del municipio. Las apelaciones pueden durar varios años más, pero esta confrontación se está manifestando en todas partes. El municipio de Portland se pronunció por el acceso abierto; las empresas, por la participación de mercado y la rentabilidad. Pero los habitantes de Portland llevan las de ganar, porque la Internet no es una simple herramienta para el desarrollo de negocios; es la avenida para el comercio en el próximo siglo. Y no se va a permitir que una empresa sea la dueña de esa avenida.


    4) Los negocios virtuales reemplazarán a los establecimientos convencionales.


    La firma Forrester Research estima que el e-commerce entre empresas y el retail electrónico van a generar, en conjunto, ingresos por US$ 3,2 billones para el 2003. Casi todas las transacciones comerciales van a involucrar a la Web en alguna medida.


    La voz de orden es: “Súbase a Internet o hágase a un lado”. Todo minorista, todo negocio, corre el riesgo de ser Amazonizado o superado por alguna empresa más ambiciosa, más innovadora o más enfocada en sus clientes. El fundador de Amazon, Jeff Bezos, dice: “La idea es tomar a los clientes y colocarlos en el centro de su propio universo”. Ese parece ser el secreto del éxito para el próximo milenio.


    Pero eso no necesariamente significa el fin de los negocios convencionales. Lo que viene es la empresa que combina “el click con el ladrillo”. Se formarán relaciones de sinergia de los vendedores tradicionales con sus colegas on line. En el próximo siglo, mandará el cliente. Habrá que atenderlo donde quiera que esté: on line, off line, por teléfono o por correo.


    Triunfarán las empresas que combinen los placeres sensoriales de la compra tradicional con la comodidad de las transacciones electrónicas. Siguen vigentes los problemas de privacidad y seguridad, pero serán superados a medida que se vaya imponiendo el e-cash, que permitirá realizar transacciones que no exijan revelar la identidad del comprador y que, por lo tanto, no dejen rastros.


    Las ventas por Internet van a tener que pagar impuestos, pero la autoridad fiscal tendrá que ser una organización internacional. En Estados Unidos, la Comisión Nacional de Impuestos en Internet ya está en plena actividad y la Unión Europea se ocupa del tema de vez en cuando. Cuanto más se expande la Red, más complicado se vuelve el tema. Algún día llegará el arancel universal.


    5) No existirá lo que ahora se conoce como economía nacional.


    Todavía no se ha experimentado todo el potencial de una comunidad global, que puede llegar a cualquier persona, en cualquier lugar, en tiempo real. Durante años se habló de una economía única y unificada. Para finales de la primera década del siglo XXI, esto se hará realidad.


    La economía nacional se habrá convertido en una contradicción en sí misma (será como hablar de “platería de plástico”). Habrá, en cambio, núcleos de economías regionales que alimentarán a la economía mundial.


    6) El motor del crecimiento económico está trasladándose de la información a la innovación.


    La información es el combustible que alimenta el motor; la innovación es lo que el motor genera.


    De la misma forma en que la humanidad pasó de la era agrícola a la era industrial, luego vino el tránsito de la industria a la información.


    En las próximas décadas, los avances tecnológicos se producirán a un ritmo espectacular. Hoy, el tiempo que transcurre entre la introducción de una nueva tecnología hasta su obsolescencia es de aproximadamente 18 meses. Para finales de la próxima década, será de seis meses. El teléfono existe desde hace un siglo, pero en la década de 1990 la mitad de la población mundial nunca había hecho una llamada telefónica.


    En cambio, hacia mediados del siglo XXI más de 75% dispondrá de teléfonos celulares (o primos cercanos, aún sin inventar), y las llamadas que involucren transmisión de voz serán gratuitas. Se podrá llegar a cualquier persona en cualquier parte, en cualquier momento, a ningún costo. Claro que, quien demande servicios de telecomunicaciones más sofisticados, tendrá que pagar algo. Será posible tener un único número telefónico para toda la vida y cualquier persona podrá disponer de su propio ancho de banda (longitud de onda) sobre la cual realizar toda su transmisión de datos.


    7) El próximo será el siglo de la biotecnología; la ingeniería genética comenzará a dar frutos.


    Algunos de los principales avances ocurrirán a medida que se produzca la convergencia de las ciencias de la vida con la informática. Las biocomputadoras se programarán a sí mismas. Y, más aún, responderán a las características propias de cada usuario: recordarán preferencias, corregirán errores comunes, pensarán junto con él a medida que genere archivos, escriba programas o maneje números.


    Los problemas de hambre tendrán que ver con la distribución, no con la producción, porque los granos, frutas y vegetales no sólo serán resistentes a las enfermedades, sino que también se convertirán en portadores de propiedades que protejan de los peligros como las afecciones coronarias, el cáncer o la diabetes.


    8) La nueva era de innovación requerirá de una nueva forma de medir la productividad.


    Todos aquellos que controlan la marcha de la actividad económica se han dado cuenta de que los tradicionales índices industriales no sirven para medir la productividad en la nueva economía. Estados Unidos lidera el proceso de creación de nuevas herramientas.


    El Departamento de Comercio norteamericano ahora reconoce que el gasto en software es una inversión, como también lo es la compra de hardware y equipos de telecomunicaciones. Por primera vez, el software adquirido para fines comerciales será tenido en cuenta en el producto bruto interno. Este cambio tendrá un impacto tremendo en las mediciones de crecimiento, inversión, productividad e inflación.


    Es un comienzo. Todavía no hay herramientas para medir lo que realmente contribuye a la productividad en una era de innovación: la combinación de conocimiento, creatividad y capacidad de cooperación de los trabajadores.


    9) La innovación requiere una forma totalmente nueva de pensar y contemplar el mundo. Hay que comenzar hoy a educar a los chicos de manera diferente.


    Las habilidades que necesitarán los chicos de hoy en su futuro lugar de trabajo incluyen el pensamiento creativo, la autonomía, la capacidad de cooperar, razonar y tomar posiciones. La innovación no se produce cuando se descubre algo nuevo, sino cuando se combinan elementos de una manera totalmente nueva.


    Los japoneses comprenden que la innovación impulsará la economía del futuro. Por eso invitan a sus estudiantes de cualquier nivel a dar rienda suelta a su imaginación, a jugar y a cultivar la individualidad. Los trabajadores asisten a programas de capacitación donde aprenden, no a pensar como todos los demás, sino a expresar sus emociones íntimas y animarse a ser diferentes.


    Como la tecnología se volverá obsoleta casi inmediatamente después de aparecer, los jóvenes de hoy tendrán que ser adaptables y abiertos a las nuevas ideas. El aprendizaje de por vida será algo más que una frase hecha. Todos estarán en la escuela todo el tiempo.


    10) La fuerza de trabajo del futuro será una comunidad de ciudadanos globales y multilingües que se mueven de país en país en busca de oportunidades laborales.


    La comprensión de las diferencias culturales y la tolerancia por las tradiciones de los demás serán herramientas esenciales para el éxito en el trabajo del futuro.


    Algunos trabajadores se convertirán en apátridas virtuales: trabajarán en el extranjero durante largos períodos, y conducirán equipos que podrían estar a miles de kilómetros de su lugar de origen. Otros se moverán frecuentemente de país en país. El inglés será el idioma de los negocios, pero los idiomas nativos seguirán siendo el lenguaje de la intimidad, el arte y la literatura. Los lazos familiares y étnicos estarán definidos por idioma y no por ubicación.


    11) El empleo permanente de tiempo completo será una rareza a medida que el empleado de una organización se convierta en contratista autónomo.


    El contrato no escrito entre empleador y empleado se está volviendo a escribir. Se acabó eso de ascender por la escala jerárquica; el manejo de la propia carrera es lo que viene. El empleo de por vida perdió vigencia; asumir un compromiso de por vida para contribuir a la sociedad es ahora el objetivo.


    En Estados Unidos, más de 40 millones de personas mantienen acuerdos de trabajo no tradicionales: empleo de medio tiempo, horario flexible, trabajo compartido, teletrabajo. Cada vez más, los trabajadores están convirtiéndose en contratistas independientes que se mueven de proyecto en proyecto y de empleador en empleador. El trabajo flexible también se populariza en Europa. Y en Asia, el tradicional empleo de por vida desaparecerá. Las empresas se irán pareciendo cada vez más a las del mundo occidental.


    La gente continuará trabajando mucho más del límite habitual establecido para la jubilación, pero tendrá diferentes necesidades laborales y expectativas a medida que se acerque al final de su carrera laboral. Muchos se desempeñarán como asesores para la alta gerencia y mentores de los jóvenes.


    La única cosa que los chicos de la nueva economía parecen haber olvidado es que, con la edad, se adquiere una cierta cantidad de sabiduría. Van a querer recuperarla.


    12) Esta será una era más amable, en la que los fenomenales desarrollos tecnológicos vendrán acompañados de una mayor preocupación por la condición humana.


    En el siglo XXI, la tan esperada era de la computación ubicua se hará realidad, y todos estarán unidos por hilos invisibles de luz y sonido, que llevan voz, datos, texto y video a todos los rincones del globo. Los hogares y oficinas funcionarán en red. Las habitaciones se ajustarán a las preferencias ambientales de quien esté en ellas.


    Las computadoras de escritorio, tal como se las conoce hoy, habrán desaparecido. La computadora estará sobre el escritorio, uno se sentará y ella traerá el último documento en el que el usuario estuvo trabajando, completamente editado.


    Las tarjetas inteligentes viajarán por las autopistas inteligentes, evitando demoras y catástrofes con sensores que envían mensajes por postas sobre volumen de tránsito, congestiones y rutas alternativas. Los robots irán adonde los seres humanos temen (o no pueden) ir. La nanotecnología introducirá chips miniaturizados con más poder que los actuales microchips.


    Pero, a medida que explora los vastos ámbitos del universo a través de las superautopistas de información, la gente también buscará una comunidad de personas con identidad compartida, mismo lenguaje y cultura. En realidad, la tecnología permitirá a las comunidades preservar lo que de otra forma habría desaparecido.


    13) Se está produciendo una transición de la uniformidad a la individualidad.


    Los mercados masivos exigían producción masiva, de modo que las casas ­y los productos­ eran muy similares. Sin computadoras, era difícil mantener el control de los trabajadores, de modo que los esquemas de remuneración no se diferenciaban mucho entre sí. Los trabajadores eran clasificados por descripción de tarea, y no por preparación, experiencia y desempeño.


    En el futuro, cada trabajador será un entrepreneur en una empresa unipersonal. Y cada individuo será un mercado.


    El resultado será la customización masiva: la norma que tendrá que satisfacer cada empresa que comercialice un producto o servicio. Está cambiando para siempre la relación entre comprador y vendedor.


    Lo que se busca no es market share, sino customer share. La rentabilidad se consigue vendiéndole más a menos clientes, pero tiene que ser exactamente lo que quieren.


    La tecnología lo hace posible. El ejemplo más conocido de customización masiva es el modelo creado por Dell Computers. La empresa no tiene una sola PC en su inventario. Lo que tiene es la posibilidad de conseguir piezas de varios proveedores para crear una computadora individualizada. Y Dell hace gran parte de su trabajo en el ciberespacio. Es una compañía virtual, que vende productos reales con mucha rentabilidad.


    Cuando un posible cliente visita el sitio Web de Dell, recorre el proceso de determinar qué necesita y cómo obtenerlo.


    Las empresas de venta directa envían catálogos que reflejan las preferencias y presupuestos de los clientes, basados en compras anteriores. Los editores producen libros de texto según las especificaciones de los profesores.


    En el futuro no muy lejano, los laboratorios farmacéuticos fabricarán drogas para tratar las enfermedades en la forma en que se manifiestan en cada paciente; nunca más reacciones colaterales, nunca más dosis insuficientes o sobredosis. Los pacientes recibirán sólo lo que necesitan y tanto como necesitan para curarse.


    Esto, claro, plantea enormes desafíos para la gente responsable de comercializar productos y servicios. En el pasado, el marketing era bastante sencillo. Los productos se diseñaban con un mercado en mente. El producto se lanzaba a través de los medios masivos para crear conocimiento de marca, los clientes respondían (o no) y seguía la publicidad y la difusión, para aumentar la participación en el mercado. El desempeño, la utilidad, la durabilidad y el precio aseguraban el continuo crecimiento.


    Hoy, conseguir la atención del cliente potencial es un desafío sobrecogedor y, además, esto no garantiza concretar la venta. La customización masiva ha modificado las expectativas de los consumidores y ha cambiado para siempre la forma en que los productos se compran y se venden.


    14) Se pasará del materialismo a una mayor espiritualidad y simplicidad.


    La religión ha vuelto a ser políticamente correcta. En todo el mundo, la gente está volviendo a acudir a las iglesias de su infancia o crea nuevos cultos, tomando prestado algo de aquí y otro poco de allá.


    Se habla abiertamente de un compromiso con una fuerza universal. En un momento en que la tecnología va a dominar cualquier otro aspecto de las vidas humanas, las personas buscan un significado más profundo, un objetivo, y mayor satisfacción personal.


    Muchos desecharán la tecnología innecesaria para adoptar una forma más simple de vivir.


    Los abogados y ejecutivos de empresas seguirán abandonando cargos lucrativos para tomar una tiza y ponerse a enseñar a la generación siguiente, al menos en una parte de su tiempo. Los especialistas médicos abandonarán consultorios privados que les dan mucha plata para trabajar en áreas remotas o en consultorios en los barrios pobres.


    La inversión con responsabilidad social será más que una forma de sentirse bien para la gente que esté pensando en jubilarse. Definirá estrategias de inversión. Gracias a la tecnología, los inversionistas podrán seleccionar las empresas que comparten su interés en la educación o en la protección del ambiente o la búsqueda de la libertad intelectual.


    Los sistemas escolares en todo el mundo están abrazando la “educación del carácter”: enseñan el valor de la responsabilidad, el compromiso, la lealtad, la confianza y la honestidad.

    Ya se ha comprobado que las empresas que mantienen una actitud de consideración
    con los trabajadores tienen menor rotación de personal, más productividad
    y más rentabilidad por empleado.

    Las asignaturas
    pendientes

    Por
    Mary Teahan *

    Sin duda,
    en los últimos tiempos se han registrado importantes avances en
    la práctica del marketing en la Argentina. La década
    de los ´90 terminó de erradicar al marketinero lírico,
    ese personaje de escaso rigor profesional que proponía acciones
    y programas sin una cifra partida por el medio para fundamentar su propuesta.
    Probablemente gracias a la notable mejora de la educación universitaria
    en la materia, ahora hasta el trainee más verde sabe hacer
    sus investigaciones de mercado y preparar su business case. Hoy
    no se avanza sin el debido análisis estratégico, mercadológico
    y económico-financiero de la propuesta, sin el cronograma de tareas
    y las metas cuantitativas a cumplir.

    O sea,
    se ha profesionalizado ­y mucho­ la práctica del marketing.

    Sin embargo,
    persisten huecos tremendos. Uno de ellos: los marketineros argentinos
    todavía no saben segmentar. Y eso les va a pesar mucho en la época
    del cibermarketing. El nombre del juego en la próxima década
    va a ser, sin ninguna duda, el marketing uno a uno. Basta con hacerse
    cliente de uno de los líderes del e-commerce, por ejemplo
    Amazon.com, para apreciar cómo cada contacto se aprovecha para
    ofrecer proactivamente productos y servicios seleccionados especialmente
    para el microsegmento al que uno pertenece. Los cibermarketineros
    van a copar a sus clientes, quienes dejarán de estar “en el mercado”
    para los bienes y servicios que requieren, ya que éstos les serán
    ofrecidos proactivamente aun antes de que esos mismos clientes se den
    cuenta de su necesidad.

    El otro
    gran hueco: los marketineros argentinos hablan de la calidad y
    de la vocación de satisfacer al cliente, de la boca para afuera,
    pero no lo tienen incorporado en sus corazones. Mientras la competencia
    se restringía a una sola cultura nacional, los clientes argentinos
    tenían que conformarse con la norma local en materia de calidad
    de servicio. Pero el cibermarketing comienza a cambiar todo eso
    y sus mejores practicantes constituyen la catedral de la preocupación
    por el cliente.

    Es en los
    campos de la segmentación y la verdadera preocupación por
    el cliente donde se plantea el desafío para el marketinero argentino
    en la próxima década.

    *
    Asesora de Marketing del Correo Argentino.

    Los nuevos consumidores

    ¿Qué
    quieren los consumidores? Este es uno de los grandes imponderables del
    marketing. Y más importante aún: ¿qué van a
    querer mañana?, ¿cómo llegar a ellos?, ¿cómo
    motivarlos? (o, al menos, cómo evitar irritarlos).

    Para explorar
    el perfil del consumidor estadounidense a comienzos del nuevo milenio,
    la revista Advertising Age realizó una encuesta nacional
    sobre las actitudes hacia las marcas, las campañas, los hábitos
    de compra, la tecnología y, más específicamente,
    la publicidad.

    Los resultados
    son reveladores:

    La publicidad
    ya no se considera como algo que hay que aguantar: se está
    convirtiendo en un medio de entretenimiento por derecho propio. Y, cuanto
    más joven es el consumidor, más positiva es su actitud hacia
    todos los aspectos de la publicidad.

    Casi 75%
    de los consumidores considera que está aumentando el uso del sexo
    en la publicidad, y aproximadamente el mismo porcentaje cree que eso es
    negativo.

    A la gente
    no le gusta ver avisos en todas partes, 85% de los encuestados cree que
    en el futuro habrá una sobrecarga mucho mayor de anuncios publicitarios
    y casi dos tercios (62%) cree que ésta es una tendencia negativa.

    La gente
    cree que la publicidad se ha ganado su lugar; 94% de los encuestados pronostica
    que va a aumentar la publicidad en Internet y, también en este
    caso, esta tendencia es percibida más positivamente entre los consumidores
    jóvenes.

    Apoyo
    a las marcas

    Para comparar
    los resultados por generaciones, se dividió la muestra en segmentos
    demográficos por edad. Los resultados muestran una síntesis
    de los temas que habrá que encarar en los próximos años.

    Las diferencias
    se hacen más marcadas cuando se comparan las actitudes hacia los
    atributos de las marcas o los atributos que resaltan las campañas.
    La mayoría (62%) cree que el énfasis en el nombre de las
    marcas, logotipos o símbolos de status aumentará
    en los próximos cinco a diez años, pero las opiniones difieren
    con respecto a si esto es algo positivo.

    El grupo
    más joven (13 a 17 años) se muestra más favorable
    con respecto a las marcas, lo cual indica que la aceptación e incluso
    el apoyo a las marcas y las campañas de branding puede aumentar
    con el tiempo.

    La complejidad
    de lo fácil

    Por
    Analía Remedi*

    La rápida
    evolución tecnológica está causando una profunda
    transformación de las herramientas que poseen las empresas para
    realizar enormes acciones de marketing a un costo infinitamente más
    bajo que el de apenas un par de años atrás. Pero, al mismo
    tiempo, comenzamos a enfrentarnos a una nueva forma de competir, y esto
    crea interrogantes muy profundos para los que ya no sirven las mismas
    recetas.

    A nadie
    escapa el hecho que hoy en día es mucho más accesible para
    empresas pequeñas y con bajo capital salir a competir al mundo,
    globalizarse, marketinear sus productos y potenciar su imagen.
    Hasta hace poco, las posibilidades de insertarse en el mercado internacional
    eran muy escasas: los procesos de identificar potenciales clientes en
    el exterior, contactarlos, etc., demandaban una inversión de recursos,
    conocimientos y tiempo que no podían afrontar.

    Hoy, a
    través de una página Web y una inversión que no necesita
    superar los $ 1.000, cualquier empresa puede dar a conocer sus productos
    y servicios a escala mundial; es casi como independizarse de su propia
    infraestructura o de la del país.

    No es menos
    cierto que sus clientes también disponen de la posibilidad de conocer
    productos o proveedores diversos con una facilidad que antes no tenían,
    porque les resultaba muy costoso buscar alternativas en el mundo. Hoy,
    el único recurso que necesitan es un mouse.

    En las
    grandes empresas también se plantean interrogantes; en un mundo
    donde las posibilidades se igualan, el peso de un fuerte brand
    instala en una posición preferencial.

    El papel
    de Internet también desata nuevas preocupaciones. ¿Cómo
    lograr que mi mensaje llegue en el mundo virtual ­que ahora convive
    con todos los medios de comunicación­ en medio de una lluvia
    infernal de imágenes e información? ¿Cuál es
    la receta para no saturar, o invadir la privacidad de ese potencial cliente?
    ¿Cuál es nuestra capacidad para convertir esta herramienta
    en una venta concreta?

    Nunca ha
    sido tan simple como ahora llegar a miles de personas, pero ¿cómo
    y cuándo? Estos son algunos de los interrogantes que, seguramente,
    en un par de años podremos responder.

    Mientras
    tanto, tenemos el privilegio de estar asistiendo a una nueva revolución;
    nunca antes tecnología y marketing estuvieron tan profundamente
    ligados, y pareciera que, hoy, la tecnología marca el ritmo.

    *
    Gerenta de Marketing de Hewlett-Packard Argentina.