En el proceso de exploración, producción o extracción y consumo de recursos no renovables, como en cualquier otra actividad, los agentes económicos, empresas y consumidores actúan para maximizar sus beneficios presentes, y toman decisiones individuales en relación con las señales que reciben.
En este sentido, los productores, especialmente, operan con una lógica de largo plazo. Ello es así porque el valor de cualquier empresa y particularmente el de aquellas que exploran y explotan recursos no renovables se fija por el valor presente de las utilidades futuras esperadas. Cualquier exceso de sobreexploración será castigado por el mercado de capitales con una caída en el valor de la empresa. La señal de precios que reciben los productores y la tasa de descuento a la que se actualizan los flujos son los datos claves para fijar los niveles de exploración y explotación (por lo tanto, de inversión).
La lógica del mercado
En esta lógica, la sobreexplotación del recurso (o la insuficiente reposición de reservas) puede darse porque consumidores y productores enfrentan un precio demasiado bajo (algunos aducen que los precios de la combustión fósil no tienen incorporados el costo social del daño ambiental que producen), o porque la tasa de interés a la que se descuentan los flujos es demasiado elevada (el mayor riesgo país genera sobreexplotación).
Frente a la restricción legal que privilegia el mercado interno como destino de la producción de gas natural y a la evidencia que aporta la conveniencia de desarrollar un mercado regional, es necesario reemplazar el actual mecanismo de autorizaciones de solicitudes de exportación de la Resolución 299/98 de la Secretaría de Energía, por otra reglamentación que automatice las solicitudes para exportar gas en concordancia con la evolución de indicadores que rescaten las decisiones descentralizadas individuales de invertir y reponer reservas considerando los compromisos de producción del mercado interno y del mercado regional.
El mecanismo que automatice los permisos de exportación de gas natural, preservando la restricción legal de privilegiar el autoabastecimiento del mercado interno, debe cabalgar en la lógica microeconómica del negocio gasífero.
Las reservas
Conforme a esta lógica, la definición de reservas totales de gas natural en la Argentina debe incluir las reservas comprobadas más un porcentaje de las reservas probables debidamente auditadas por firmas internacionales. El desarrollo de nuevos mercados y la consecuente inversión van transformando las reservas probables en reservas probadas.
El nivel de reposición de reservas totales en los últimos años, teniendo en cuenta la producción de gas natural para el mercado interno y el mercado regional debe estar en torno a 100%. Este indicador retrospectivo de la evolución de las reservas debe ser confrontado con un indicador prospectivo que tenga en cuenta el número de años de reservas remanentes.
Si se reponen las reservas producidas en los últimos ejercicios o las reservas con que cuenta la Argentina (comprobadas más un porcentaje de las probables) superan un número de años cuya valorización pueda tener expresión económica (alrededor de 10 años) las solicitudes de exportación de gas natural (que correspondan a compras externas debidamente acreditadas) pueden autorizarse automáticamente cumpliendo con el objetivo de la ley de gas y la necesidad de aprovechar las oportunidades del mercado externo.
Las exportaciones de gas natural favorecen la integración regional y el desarrollo de más competencia en el mercado interno.