Las carpetas con datos sobre la evolución del mercado y los potenciales tipos de demanda que se activarían una vez que la reactivación económica se convierta finalmente en realidad circulan sin pausa por los escritorios de los ejecutivos del Banco Hipotecario. Cada uno que accede a información que pueda servir para ampliar el campo de evaluación está conminado a volcarla en mensajes que llegan por correo electrónico a los integrantes de un virtual grupo comando que es el encargado de analizarlos y en todo caso trasladarlos a las carpetas.
Luego de haber liberado a razón de US$ 75 millones cada mes (US$ 900 millones durante 1998) para la financiación de compra, refracción o construcción de viviendas, el Hipotecario bajó abruptamente los desembolsos, que hoy promedian apenas poco más de US$ 23 millones mensuales y en descenso. La política restrictiva hizo caer en un año de 3.800 a menos de 3.400 los préstamos de su cartera y puso a la entidad en el centro de las acusaciones en un momento particular: a poco de que Irsa tomara el control de los negocios y justo cuando George Soros (ver aparte) comenzó a desandar parte del camino transitado y emprendió el repliegue en buena parte de sus apuestas locales.
De allí la ansiedad con que la directiva del banco trabaja en un regreso al mercado que haga ruido y les haga olvidar la mala época. El plan internamente llamado Revancha, en alusión a las complicaciones que la recesión causó en los negocios de la entidad parte de la necesidad de que el banco recupere en el menor lapso posible su capacidad de fondeo en el exterior, pero también expresa la urgencia por desarrollar una vía local para la captación de recursos que luego puedan ser volcados al crédito.
A partir de allí plantea una serie de estrategias destinadas a recuperar el 40% del market share que llegó a alcanzar sobre el stock total de préstamos hipotecarios y volver a colocarse en 35% en la originación de nuevos préstamos, participación que este año cayó a 23% por impulso de las políticas más activas que siguieron otros bancos privados, como el Río y el BBV-Francés que, sin mayores dificultades para obtener recursos, vieron en el retroceso del Hipotecario una atractiva posibilidad para posicionarse mejor en ese segmento.
Los analistas confían en la capacidad de reacción que el banco puede tener apenas cambie el escenario. Sostienen que su estructura es sólida y sus músculos se han fortalecido. Un informe de la consultora Ernst & Young al que tuvo acceso MERCADO lo explica claramente: “Con un grado de capitalización de 49,2% (el mayor de la plaza local, con un exceso de 796% respecto de lo que exige la normativa); una generación de utilidades de 8,97% (muy por encima de 6,27%, promedio del sistema, y de 8,09% que obtienen las 10 más grandes entidades), y un riesgo crediticio restringido que apenas llega a 9,14% (el sistema promedia 17,3%), el banco se encuentra en condiciones de retomar un alto nivel de actividad. Sólo resta develar si su nueva estructura (en alusión a la incorporación de Irsa) interpreta y se adecua a las exigencias competitivas del mercado actual”.
El trabajo destaca que, pese a la crisis, una política de gestión
de mora acertada permitió al banco seguir reduciendo el índice
de cartera irregular hasta 12,87% en junio pasado, desde 14,81% en diciembre
del ´98 y 33,74% en diciembre del ´94. Y afirma que el reconocimiento que implica
el nombre del Hipotecario, con el que la entidad opera desde 1886, es su mejor
activo.
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La hora del repliegue
Algunos críticos sostienen que el Hipotecario dejó de prestar en el mismo momento en que Eduardo Elzstain presidente y principal accionista de Irsa y algunos de sus más fieles ejecutivos se instalaron en la entidad. A su favor cuentan con una cadena de datos: durante el año, especialmente luego de que se disiparan las ilusiones surgidas en abril sobre una posible reactivación de la economía, el banco suspendió todo financiamiento para nuevas obras, aumentó de 12% a 14% el interés puro que aplica a los préstamos a tasa fija en pesos, que luego canceló, y últimamente sólo se concentró en dar créditos para la adquisición de viviendas cuya construcción ya ha sido financiada por la entidad (una operación que ofrece con tasa fija de 11% anual en un intento por colocar unas 3.600 unidades diseminadas por todo el país que al banco le permitirían alzarse con unos US$ 250 millones).
La mayor parte de esos planteos fue realizada por empresarios de la construcción que lograron que la propia cámara sectorial, liderada por Eduardo Baglietto y Gregorio Chodos, y aun el gremio que nuclea a los trabajadores de la actividad (la Uocra), elevaran su queja al Ministerio de Economía que, en nombre del Estado, conserva aún 54% del capital del banco, aunque sin participar de su gerenciamiento.
Pero en el banco dicen que todo lo que han hecho en ese sentido fue para adecuarse a la coyuntura. “Para nosotros es imposible salir a financiar nuevos proyectos, porque tendríamos que pedir una tasa de interés imposible de soportar para cualquier emprendedor o desarrollista sensato”, señala el presidente del Hipotecario, Pablo Rojo, quien apunta que los constructores “están nerviosos por el duro golpe que les dio la crisis”.
El banquero recordó que la última vez que la entidad logró financiamiento del exterior fue en marzo pasado, cuando se vio obligado a pagar una tasa de 12,5% en línea con el aumento que por entonces había tenido el riesgo argentino, cuando por lo regular el costo promedio de captación a través de emisiones externas se había mantenido levemente por debajo de 9% anual. “Si siguiéramos pagando ese precio, ¿a cuánto tendríamos que prestar?”, se pregunta.
Para Julio Macchi, ex presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y actual director del banco en representación del Estado, esas reacciones eran esperables. “En el fondo sostiene, lo que pretenden es que les subsidiemos la tasa porque siguen pensando como si el banco fuera estatal y de fomento a cualquier costo. Pero si ellos estuvieran sentados aquí harían lo mismo que hacemos nosotros”.
Los empresarios de la construcción mostraron así que se debaten
frente a dos objetivos contrapuestos. Por un lado, añoran la injerencia
que los funcionarios públicos ajenos al banco pudieron tener en algún
momento sobre su conducción, por lo que reclamaron a Economía
un control más activo de la gestión que ahora está a cargo
de Irsa. Por el otro, no ocultan que están deseosos de que se ponga fecha
a la venta de 54% del paquete que se mantiene en poder del Estado, puesto que
el importe que ingrese tendrá por destino engrosar las arcas del Fondo
Fiduciario de Infraestructura Regional, creado por la ley de privatización
de la entidad para financiar obras públicas en todo el país.
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Los planes para volver
En el banco saben que todo está supeditado a que la recesión llegue a su fin, la actividad se recupere y el gobierno entrante haga las cosas que el mercado espera para reducir el riesgo país, de modo que se reabran las puertas de los mercados de capitales.
Sobre ese supuesto, el Hipotecario ya tiene prevista y autorizada por la asamblea de accionistas la emisión de papeles de deuda por hasta US$ 1.500 millones, un ingreso que utilizará para fondearse. En principio, la conducción del banco propuso la colocación en el mercado de obligaciones negociables (ON) convertibles en acciones, una jugada que levantó críticas y dejó en mala posición a Rojo, ya que de esa manera se obligaría al Estado a hacer frente a una suscripción de papeles proporcional a su actual tenencia para evitar que su participación resultara licuada. Claro que esa posibilidad es claramente inviable, dada la situación de asfixia que atraviesa el Tesoro Nacional.
Eso disparó la resistencia de los accionistas agrupados en las clases A (el Estado, representado en el directorio de la entidad por Macchi y Alfonso Millán), B (los constructores) y C (los empleados). “Pedimos instrucciones a Economía relata Macchi y decidimos votar en contra. Pero puedo asegurar que no se trató de una maniobra con segundas intenciones, como se interpretó en algunos sectores, sino que esta posibilidad surgió en el análisis de alternativas para recuperar rápidamente el acceso a fondos a un precio adecuado. Lo único que se intentaba era darle un incentivo a un tramo del bono, nada más”.
Finalmente, el programa aprobado despejó los fantasmas. Una parte (los primeros US$ 250 millones, al menos) serán ON simples a cinco años, con amortización anual y pago de intereses semestral, que se diseñarán para la cartera de inversores institucionales.
Otra se destinará a recrear las cédulas hipotecarias, títulos que se asemejarán en todo lo posible a un plazo fijo para que sean atractivos para los pequeños ahorristas (pagarán una renta similar a la que hoy rinde un depósito en un banco de primera línea cada mes y podrán ser vendidos con facilidad) y permitan desarrollar una cultura de fondeo local para el banco, de modo que lo ponga, aunque sea parcialmente, a reparo de los vaivenes de las plazas internacionales.
En este proyecto pone todos sus esfuerzos Macchi, quien entiende que a los argentinos se los privó de los beneficios que supone el desarrollo de un mercado local de capitales. “Durante años dice se nos obligó a pagar impuestos para sostener empresas que eran pésimamente gerenciadas y sólo provocaban pérdidas. Y cuando se las privatizó y se volvieron rentables se dejó a los inversores y ahorristas locales fuera del negocio y de la posibilidad de ser parte de las ganancias. Si las cosas se hubieran hecho bien tendríamos un mercado de entre tres y cuatro millones de inversores activos, en vez de los 500.000 que tenemos hoy en el mejor de los casos”. Por eso tomó la recreación de las cédulas hipotecarias desaparecidas hace más de 20 años como algo personal.
Lo demás tendrá que ver con políticas comerciales más
agresivas que buscarán ampliar el mercado con el lanzamiento de
una línea de créditos flexibles (cuotas cancelables a plazos irregulares
o variables, con topes mínimos y máximos) y el desarrollo de los
Préstamos Confianza, que para su desembolso consideran casi todos ingresos
del solicitante (por ejemplo, la propina que recauda un mozo o los ingresos
que aporta la abuela con su pensión). “La intención es abrir las
puertas a mucha gente que está excluida del mercado del crédito
por razones ajenas a su voluntad, debido a que está inmersa en un sector
informal de la economía”, explica uno de los directivos.
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