Nadie lloró la partida de Soros

    El replanteo que George Soros encaró para sus inversiones en los mercados emergentes a partir de la reestructuración de sus carteras, tras las fuertes pérdidas que padeció luego de la crisis rusa, no afectará el rumbo de los negocios de Consultores Asset Management, el grupo que en la Argentina controla a Irsa y Cresud y que entre sus accionistas, aunque cada vez en menor medida, mantiene el magnate húngaro-estadounidense, según coincidieron en evaluar varios analistas que atribuyeron la desinversión de Soros en esas dos compañías a un cambio de estrategia internacional de administración de la familia de fondos Quantum que tiene como objetivo curarse en salud y reducir los riesgos.

    En los últimos tiempos, Soros se desprendió de 2,5% del capital
    que mantenía en Irsa y que resultó transferido al management
    local. Posteriormente vendió otro 4,9% (que dominaba a través
    de Geosor Corporation y Quantum Reality Fund) a Peabody, la unidad de negocios
    inmobiliarios de la banca de inversión JP Morgan. En ambos casos, las
    trasferencias se sellaron a $ 3 por acción (10% por encima del valor
    que tenía entonces el papel en la Bolsa porteña). Esta última
    operación representó la llegada a la Argentina de la división
    inmobiliaria de JP Morgan, que cuenta con activos por unos US$ 1.600 millones
    y administra cuentas adicionales por otros US$ 850 millones.

    Datos
    a 1998
    Ventas US$
    172,8 millones
    Ganancias US$
    36,8 millones
    Activos US$
    912,2 millones

    De esa manera, la tenencia de Soros en Irsa se redujo a 7,9% del capital, mientras
    el control continúa en manos del grupo de inversores locales encabezados
    por Eduardo Elsztain y Marcelo Mindlin, que desde fines de septiembre es dueño
    de 13,86% de la compañía, tras hacer valer una opción que
    tenía para adquirir 10%.


    El polémico financista también vendió por casi US$ 15 millones poco más de 14 millones de acciones de Cresud, que dominaba mediante la división industrial del fondo Quantum Partner, al fondo Quantum Dolphin (regenteado por el management de Irsa), que de esta forma pasó a tener 34% de la empresa agropecuaria.

    Según Claudio Maulhardt, analista del ABN-Amro Bank, el repliegue de
    Soros en realidad puede beneficiar a los accionistas de Irsa “porque se alinean
    desde ahora sus intereses con los del tenedor de un papel de la compañía”.
    Christopher Ekleston, otro analista, se pregunta por qué surgieron tantas
    dudas respecto de la conducta del magnate por esta operación. “Soros
    ­explica­ nunca fue un inversor de largo plazo; siempre se movió
    rápido según los climas de mercado y sus necesidades. Hay que
    recordar que en Irsa está desde hace ocho años y es lógico
    pensar que puede haber considerado, además, que su inversión maduró
    lo suficiente”.

    Otros observadores recuerdan que Soros fue siempre un inversor pasivo en Irsa
    y Cresud, que jamás influyó en sus estrategias generales, por
    lo que consideran el traspaso al grupo local como una buena noticia. “Se fortaleció
    la conducción de la compañía, porque esos papeles no fueron
    al mercado licuando la fuerza del management, sino que lo fortalecieron”,
    explica un analista bursátil que ofrece como prueba de la validez de
    esta interpretación la estabilidad y aun el rumbo ascendente que el precio
    del papel registró en el mercado tras el retiro de Soros.