El replanteo que George Soros encaró para sus inversiones en los mercados emergentes a partir de la reestructuración de sus carteras, tras las fuertes pérdidas que padeció luego de la crisis rusa, no afectará el rumbo de los negocios de Consultores Asset Management, el grupo que en la Argentina controla a Irsa y Cresud y que entre sus accionistas, aunque cada vez en menor medida, mantiene el magnate húngaro-estadounidense, según coincidieron en evaluar varios analistas que atribuyeron la desinversión de Soros en esas dos compañías a un cambio de estrategia internacional de administración de la familia de fondos Quantum que tiene como objetivo curarse en salud y reducir los riesgos.
En los últimos tiempos, Soros se desprendió de 2,5% del capital
que mantenía en Irsa y que resultó transferido al management
local. Posteriormente vendió otro 4,9% (que dominaba a través
de Geosor Corporation y Quantum Reality Fund) a Peabody, la unidad de negocios
inmobiliarios de la banca de inversión JP Morgan. En ambos casos, las
trasferencias se sellaron a $ 3 por acción (10% por encima del valor
que tenía entonces el papel en la Bolsa porteña). Esta última
operación representó la llegada a la Argentina de la división
inmobiliaria de JP Morgan, que cuenta con activos por unos US$ 1.600 millones
y administra cuentas adicionales por otros US$ 850 millones.
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De esa manera, la tenencia de Soros en Irsa se redujo a 7,9% del capital, mientras
el control continúa en manos del grupo de inversores locales encabezados
por Eduardo Elsztain y Marcelo Mindlin, que desde fines de septiembre es dueño
de 13,86% de la compañía, tras hacer valer una opción que
tenía para adquirir 10%.
El polémico financista también vendió por casi US$ 15 millones poco más de 14 millones de acciones de Cresud, que dominaba mediante la división industrial del fondo Quantum Partner, al fondo Quantum Dolphin (regenteado por el management de Irsa), que de esta forma pasó a tener 34% de la empresa agropecuaria.
Según Claudio Maulhardt, analista del ABN-Amro Bank, el repliegue de
Soros en realidad puede beneficiar a los accionistas de Irsa “porque se alinean
desde ahora sus intereses con los del tenedor de un papel de la compañía”.
Christopher Ekleston, otro analista, se pregunta por qué surgieron tantas
dudas respecto de la conducta del magnate por esta operación. “Soros
explica nunca fue un inversor de largo plazo; siempre se movió
rápido según los climas de mercado y sus necesidades. Hay que
recordar que en Irsa está desde hace ocho años y es lógico
pensar que puede haber considerado, además, que su inversión maduró
lo suficiente”.
Otros observadores recuerdan que Soros fue siempre un inversor pasivo en Irsa
y Cresud, que jamás influyó en sus estrategias generales, por
lo que consideran el traspaso al grupo local como una buena noticia. “Se fortaleció
la conducción de la compañía, porque esos papeles no fueron
al mercado licuando la fuerza del management, sino que lo fortalecieron”,
explica un analista bursátil que ofrece como prueba de la validez de
esta interpretación la estabilidad y aun el rumbo ascendente que el precio
del papel registró en el mercado tras el retiro de Soros.