Exodo a Brasil I
Píldoras amargas
Desde que Brasil obliga a los laboratorios multinacionales a establecerse en el país para poder comercializar sus productos, muchos están levantando las plantas que tenían en la Argentina para radicarse allá y dejar aquí sólo las operaciones de empaque y la distribución.
Algunas compañías farmacéuticas, ante la necesidad de modernizar plantas que han quedado obsoletas, optan por mudarse al mercado de mayor tamaño. La división de medicina humana de Bayer, por ejemplo, dejó en la Argentina sólo la producción de aspirinas. Roche se limitará a las vitaminas. Pfizer desmanteló su área química, donde elaboraba los principios activos. Y Produfarma anunció a su personal que hacia fin de año dejará su planta, dedicada a la elaboración de insumos para otros laboratorios. El mismo camino seguiría Merck, según aseguran fuentes del negocio. La firma tiene hoy un joint venture con el laboratorio Sidus, de la familia Argüelles, pero el contrato vence en el 2000.
Exodo a Brasil II
Muchos jugadores para pocas ruedas
Desde la devaluación del real, viene en aumento la presión de los headquarters de las automotrices sobre sus directivos argentinos. En la cámara del sector, Adefa, estiman que el costo de la mano de obra argentina es ahora casi cuatro veces superior al de la brasileña. Para colmo, casi todas deben invertir para colocar a algunas fábricas en su red global de producción y equipararlas con la que se considera el modelo mundial, la de Nissan en Alemania. Allí, cada empleado produce 105 autos por año, en tanto que aquí el índice apenas llega a 40.
La discusión se desarrolla en un contexto donde hay 11 grandes jugadores para un mercado, como el argentino, con una producción anual de 350.000 autos, donde el parque automotor equivale a un vehículo por cada seis personas. Algunos analistas piensan que, si las cosas mejoran, la Argentina puede crecer a un millón de autos por año. Pero las fichas están puestas en Brasil, que exhibe mayor potencial de crecimiento, con 11 personas por cada vehículo.
Impuestos porteños
¿Otro escándalo informático?
En medio de las denuncias por coimas que formuló Guillermo Laura contra los constructores y el ex ministro Roberto Dromi, pasaron inadvertidas las cuatro impugnaciones y demandas judiciales posteriores que se iniciaron a la ciudad de Buenos Aires en la licitación por el sistema de rentas. El contrato, un negocio de US$ 50 millones durante los próximos cinco años, apunta a dejar en manos privadas la informatización y el cobro de los impuestos. Por el monto, se considera que éste es uno de los contratos informáticos más importantes del sector público.
De las siete empresas que se presentaron quedaron cuatro en una carrera que debe definirse a principios de noviembre. Son TTI, de la familia Bulgheroni, Techint, Oracle y Unisys.
A pesar de que quedó calificada, Techint impugnó la licitación e inició una demanda por vicios en el proceso, junto a la española Indra, Itron (Siemens) y la italiana Finsiel, que no pasaron la calificación técnica.
Quilmes en Bolivia
Espuma política
Al comprar, recientemente, 24% de las acciones de Cervecería Boliviana Nacional (CBN), Quilmes desató una rencilla familiar con extensas ramificaciones políticas en el país vecino.
El presidente de CBN es Johnny Fernández, alcalde de la ciudad de Santa Cruz y líder del partido Unidad Cívica Solidaridad (que integra la coalición gobernante). Las encuestas lo señalan como un candidato con buenas posibilidades de suceder al actual presidente Hugo Banzer.
Después de haber rechazado las ofertas de compra de varias cerveceras internacionales, Fernández contempló con estupor cómo su madre y sus dos hermanas cedían al asedio de un representante de Quilmes.
Según analistas políticos bolivianos, Fernández podría perder el control de su partido si la empresa finalmente termina en otras manos. De ahí, dicen, su empeño en buscar fondos en el exterior para absorber las tenencias de accionistas minoritarios y resistir otra probable embestida de Quilmes para quedarse con la cervecera.