Vendedores de ilusiones

    ¿Qué mujer no estaría dispuesta a pagar un precio razonable para hacer desaparecer la celulitis sin dieta ni gimnasia? Seguramente, en eso estaba pensando el químico italiano Gianfranco Merizzi cuando lanzó al mercado una píldora elaborada con extractos vegetales que promete ejecutar ese acto de magia. La caja de 30 pastillas se vende a US$ 35 bajo el nombre de Cellasene.


    En octubre, cuando el producto fabricado por Merizzi se presentó en Australia, provocó un verdadero revuelo en las farmacias y negocios afines. En marzo, y con amplia cobertura de la prensa (Merizzi en persona apareció en la televisión recomendando el Cellasene) desembarcó en el mercado norteamericano.


    Las mujeres quieren creer en el milagro de Merizzi. Lo que es muy bueno para las finanzas de Rexal Sundown, una firma estadounidense que, desde su sede de Boca Raton, en el estado de Florida, distribuye vitaminas, suplementos nutricionales y productos con base de hierbas. La empresa tiene los derechos exclusivos para vender el Cellasene en Estados Unidos.


    ¿Cómo funciona la píldora? Merizzi dice que aumenta el ritmo del metabolismo y elimina los fluidos y las grasas concentradas. “En nuestros ensayos clínicos las mujeres no hicieron dieta ni gimnasia”, afirma.


    Cuestión de fe


    Hay, claro, una verdadera legión de escépticos acerca de las verdaderas virtudes de la píldora. Michael Rosenbaum, profesor de la Universidad de Columbia, y especialista en metabolismo de las grasas, es categórico: “El sentido común indica que este producto no puede funcionar”, afirma. Rosenbaum señala, además, que no hay fundamento científico que avale la premisa de Merizzi de que la celulitis es causada por el estrógeno. En cuanto a las hierbas del Cellasene, admite: “Tienen algunos efectos biológicos, pero no los que se promocionan”.


    Michele Carruba, profesor de Farmacología de la Universidad de Milán, no es menos contundente: “Pensar que un producto elaborado con hierbas puede resolver el problema de la celulitis, sin ejercicio ni dieta, es sencillamente absurdo”.


    Merizzi ofrece como prueba dos ensayos clínicos realizados durante los últimos dos años en el Hospital de la Universidad de Pavia, cerca de Milán. Participaron, en cada uno de ellos, 25 personas, y tanto los investigadores como las mujeres que tomaron la pastilla sabían que la estaban tomando. No hubo grupo de control con un placebo ni análisis de los beneficios a largo plazo.


    Merizzi no ha publicado sus conclusiones científicas en una revista médica, aunque dice que quisiera hacerlo. En ese caso, tendrá que realizar un ensayo del tipo doble ciego controlado, en el que ni los consumidores ni los investigadores sepan quién está tomando la píldora y quién el placebo.


    Mientras tanto, el texto que aparece en la etiqueta de Rexall es cuidadoso en el uso de los términos: “Ayuda a eliminar la celulitis”.


    Por razones regulatorias, en Estados Unidos estas píldoras se venden como suplemento nutricional y no como medicamentos. Una ley sancionada en 1994 por el Congreso estadounidense autoriza a los fabricantes de productos dietéticos a manejar libremente su negocio siempre que no utilicen con fines promocionales argumentos médicos que no puedan fundamentar ni sugieran que la poción está destinada a curar una enfermedad. Cellasene, de Rexall, cumple con estas condiciones. Y si los programas de televisión o las revistas atribuyen a las pastillas poderes mágicos, están en su derecho.


    Rexall Sundown es la empresa líder de Estados Unidos en la venta de vitaminas y productos derivados de hierbas, productos que vende a través de minoristas tradicionales, supermercados y cadenas de drugstores. Los analistas de mercado pronostican que cerrará su próximo ejercicio con ganancias por US$ 80 millones, sobre un total de ventas de US$ 640 millones, a las que el Cellasene podría aportar unos US$ 250 millones. Rexall tiene también los derechos para la distribución del producto en América latina y algunos países europeos.


    Una receta mágica


    Merizzi, de 48 años, dirige la firma Medestea International, con sede en Turín, Italia, especializada en productos de belleza y hierbas para el cuidado de la piel. Sus ventas sumaron US$ 40 millones el año pasado, pero el lanzamiento del Cellasene podría llevarlas a US$ 200 millones en 1999.


    Tras renunciar a su empleo en una empresa italiana fabricante de cosméticos, Merizzi colaboró primero en el salón de belleza de su mujer y luego desarrolló artefactos de uso hogareño. Le fue bien vendiendo tonificadores de los músculos supuestamente destinados a reducir las adiposidades localizadas. De inmediato se puso a trabajar en una crema contra la celulitis y luego en una pastilla con base de hierbas. Dice que después de un prolongado estudio, dio con la combinación adecuada, mezclando varios extractos de plantas. En 1994, el producto ingresó al mercado italiano. La fórmula es un secreto bien guardado.


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