Durante el año pasado el producto bruto interno per cápita mantuvo
su tendencia ascendente (medido según la antigua metodología,
adoptada en este caso, ya que no se obtuvieron los datos para la serie estadística
con los nuevos sistemas de cálculo empleados por el Ministerio de Economía).
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También se acentuaron, por cierto, las brechas entre los deciles más
bajos y los más altos (ver gráficos 1.10 y 1.11).
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El estrato de 40% de la población con ingresos más bajos continuó
perdiendo participación en el reparto. Los niveles medios, en cambio,
mantuvieron su cuota.
Las cifras indican que 44,4% de la población de menor ingreso se lleva apenas 19,1% del total, mientras que los tres deciles más ricos, que aglutinan a 33,3% de la población, absorben 64,4%.
Para tener una idea acerca de cómo avanza este proceso de concentración, vale la pena comparar estas cifras con las vigentes a principios del Plan de Convertibilidad, cuando 40% de la población, en el nivel socioeconómico más bajo, se llevaba 14,7% de los ingresos, en tanto que el segmento de 20% de los más ricos absorbía 50,7%.
Las mediciones de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel) expresan que el salario real aumentó levemente su poder de compra si se comparan los datos de 1998 con los de 1997 (ver gráfico 1.9), pero se mantuvo por debajo de los niveles de 1996.
Poder de compra
Estas cifras no cierran el debate sobre la situación de los sectores
más pobres. Algunos economistas consideran que la reducción de
precios generalizada, sobre todo en los consumos básicos de la población,
ha incrementado sustancialmente la capacidad adquisitiva de los salarios. Otros,
en cambio, apuntan a los incrementos de tarifas de los servicios públicos
como un factor de deterioro del poder de compra.
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Estas estadísticas de salario real involucran, en el sector de la industria, a operarios calificados y no calificados, lo que parece refutar la suposición de que la corriente de inversiones extranjeras provocó una fuerte demanda de mano de obra calificada, lo que contribuiría a aumentar el valor promedio de los salarios.
Por otra parte, hay quienes aseguran que el leve ascenso del salario real se debería a la renegociación de acuerdos entre gremios y algunos sectores industriales específicos.
Otro aspecto importante a analizar es el desparejo nivel de educación
de la población argentina. Casi 45% de la población de 20 a 24
años del Gran Buenos Aires ni siquiera llegó a completar la escuela
secundaria (ver cuadro 1.12).
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En esa misma franja de edad se encuentra, según datos del Indec, el
mayor porcentaje de desocupados, seguido de cerca por los jóvenes de
25 a 29 años sin trabajo, que representan casi 10% de la población
económicamente activa (ver gráfico 1.13)
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