En Arcor, el grupo alimentario que durante el año pasado se instaló al tope de las empresas locales en el mercado de consumo masivo, siempre cuentan con orgullo cómo la visión de Fulvio Pagani uno de sus fundadores y el gestor de su crecimiento los hizo anticiparse a la conformación del Mercosur en más de una década.
“En 1981, once años antes de que los gobiernos suscribieran los acuerdos de integración regional, ya teníamos presencia comercial o industrial en Paraguay, Uruguay y Brasil”, opina Luis Pagani, heredero de la tradición familiar que todavía hoy conduce los destinos del grupo desde el sillón de presidente, el mismo que su padre ocupó durante más de 40 años. Y agrega: “Soy de los que creen que el sector privado cumplió un rol determinante en la conformación del bloque”.
“La realidad del mercado integrado, en cuanto al volumen de las operaciones regionales encaradas por las empresas durante la última década, está por encima de las dificultades circunstanciales”, sostiene, y ratifica el compromiso del grupo por “consolidar a una región que engloba a las dos economías más desarrolladas de Sudamérica”.
Aun en tiempos de tormenta, Arcor está dispuesta a mantener a rajatabla la estrategia de internacionalización de sus operaciones. Esa fue la receta que la llevó a conquistar el mundo con sus golosinas, a convertirse tal como define el propio Pagani en “una empresa multilatina” y a elevar sus ventas desde los US$ 530,4 millones obtenidos en 1992 a los US$ 1.300 millones que sus 37 fábricas generaron el año pasado.
“Para poder crecer, es necesario contar con un mercado ampliado; en este nuevo mundo global de los negocios, pensar en una empresa en función de los 35 millones de habitantes de la Argentina supone resignar la posibilidad de ser competitivos”, dice Pagani.
Esa misma convicción es la que la llevará a inaugurar, el próximo mes, su planta número 38, la octava fuera de la geografía argentina y la tercera en territorio brasileño. Un complejo fabril emplazado en Braganza Paulista, 70 kilómetros al norte de San Pablo, en el que la compañía invirtió US$ 50 millones, que se especializará en la fabricación de chocolates.
“No teníamos otra alternativa”, reconoce Pagani, y explica: “Si queríamos ganar presencia en el mercado brasileño de los chocolates, debíamos radicarnos industrialmente. Allí ya existen tres grandes jugadores que se reparten el negocio: Lacta del Grupo Philip Morris, Nestlé y Garoto. Nosotros debíamos estar”.
El corte de cintas, que llega en medio del tembladeral desatado por la devaluación
del real desde mediados de enero, le servirá a Arcor para reforzar su
posición de liderazgo como primer productor de chocolates de América
latina. Pero también lo habilitará a sustituir, al menos parcialmente,
los chocolates que debido a la pérdida de competitividad de los
productos locales luego de la caída de la moneda brasileña
no podrá exportar, por un tiempo, hacia el socio mayor de la región.
Hasta el año pasado, esos productos aportaron una cuarta parte de los
US$ 130 millones que la empresa vende en Brasil.
Arcor en cifras Fundado en 1951 en Arroyito, Córdoba. Es el primer productor mundial de caramelos, primer exportador de caramelos Ventas 1997: US$ 1.046 millones Utilidades 1997: US$ 80 millones Produce caramelos, chocolates, chicles, glucosa, esencias, sabores, Producción combinada de sus plantas: más de un Exporta a 82 mercados (*) Estimadas Fuente: Arcor |
Chocolate en pie de guerra
Los chocolates son uno de los productos que pueden llegar a tensar las relaciones comerciales entre la Argentina y Brasil durante los próximos meses. A principios de febrero, las propias autoridades económicas brasileñas reconocieron que el único rubro que multiplicó sus negocios con la Argentina como efecto directo de la devaluación del real fue, precisamente, el de los chocolates. Durante los primeros 31 días de este año, los embarques desde Brasil fueron tres veces superiores a las 82 toneladas que habían cruzado la frontera en enero de 1998.
“Para todos los productos que fabricamos en la Argentina y vendemos en Brasil el efecto de la caída del real es, obviamente, desfavorable”, señala Guillermo Ortiz de Rozas, gerente general de la División Internacional de Arcor, y explica: “La devaluación se vuelca sobre los costos del producto local y genera una pérdida de competitividad automática frente a los elaborados en Brasil”.
A modo de ejemplo, el responsable de las operaciones latinoamericanas describe el caso puntual de los chocolates: “En esos productos dice hay una incidencia importante del cacao, que se cotiza en dólares. Pero mientras al fabricante brasileño la devaluación lo afecta en aproximadamente un tercio de sus costos, para cualquier producto importado, provenga de la Argentina o de cualquier otro mercado, la incidencia es de 100%, porque no abarca sólo al insumo sino también a otros costos, como los de mano de obra y transporte”.
Para la empresa el dato no pasa inadvertido: entre los 11 productos que lideraron sus exportaciones hacia Brasil durante el año pasado se cuentan el bombón Cofler, la caja de bombones surtidos Selección Arcor, los Rocklets, las tortuguitas de chocolate Gody, los huevos de Pascua Cofler, Gody y Bon o Bon, el bombón Bon o Bon y el bocadito Whisper.
“La inauguración de la planta de Braganza, que es la más moderna en toda América latina, nos permitirá, en un tiempo razonable, poder fabricar los productos que hasta ahora exportábamos desde la Argentina”, asegura Ortiz de Rozas.
Los primeros chocolates que saldrán de las líneas de producción
de la nueva fábrica serán las tortugas Gody, la caja surtida de
bombones, el chocolate cobertura y algunas tabletas. “En estos productos explica
el directivo de Arcor podremos compensar en cuatro meses las exportaciones
que hacíamos desde la Argentina. Para el resto calculamos que demoraremos
entre ocho meses y un año”.
La llave del crecimiento
La inversión en Braganza es, por ahora, el último eslabón
de una cadena industrial que Arcor comenzó a construir en 1981, cuando
adquirió Nechar Alimentos, ubicada en Rio das Pedras, a 200 kilómetros
de San Pablo. “Compramos una pequeña planta elaboradora de caramelos
y gomas de mascar que ya tenía una participación en el mercado,
a la que luego potenciamos”, explica Pagani.
Desde hace cuatro años, Nechar es la líder en el ranking brasileño de exportación de esos productos. La empresa también hace su aporte para que el grupo Arcor se ubique, desde principios del ´98 luego de haber desembolsado US$ 200 millones para quedarse con la chilena Dos en Uno como el primer fabricante mundial de caramelos, con una producción anual de 160.000 toneladas.
En 1997 el grupo expandió sus negocios en Brasil al comprar Koppol, una fábrica especializada en la elaboración de envases flexibles (polipropileno). Esa planta, junto a la argentina Vitopel, fundada en 1979 en Villa del Totoral (Córdoba), les permite fabricar no sólo el envoltorio de sus golosinas las fábricas del grupo consumen sólo 10% del total de la producción, sino también el de sus competidoras. También en ese rubro Arcor es el productor líder dentro del Mercosur.
El camino recorrido para lograr la conquista del mercado brasileño
explica el fervor con que Arcor defiende la asociación industrial y comercial
en la región. “Brasil y Chile opina Pagani son, después
de la Argentina, los dos mercados más importantes para Arcor. Llevamos
casi dos décadas de presencia en el mercado brasileño con los
negocios de caramelos y chocolates. Arcor ya es una marca reconocida por el
trader de Brasil. Si hoy alguien entra a un quiosco o un supermercado
en Río de Janeiro o San Pablo, seguro que podrá ubicar rápidamente
algunos de nuestros productos. Y eso no es algo que se construya de la noche
a la mañana”.
El día después
Pese a la asimetría de precios que genera la devaluación del
real, en la empresa aseguran estar preparados para hacer frente en el terreno
local a una eventual avalancha de importaciones. “Frente a un mercado recesivo
analiza Ortiz de Rozas, los productores brasileños tratarán
de aumentar sus envíos hacia el exterior. Pero nosotros tenemos ciertas
fortalezas que permitirán atenuar en parte esa penetración: contamos
con la infraestructura logística para llegar a los quioscos con una frecuencia
que no será posible igualar, nuestros productos compiten muy bien en
la relación precio/calidad y conocemos los gustos locales de los consumidores,
que no son fáciles de modificar”.
Por otra parte, Arcor no tendrá que enfrentar el desafío de tener que salir de apuro a buscar mercados que le permitan sustituir la segura caída de sus exportaciones hacia Brasil. Desde principios de los ´70, la vocación exportadora de Fulvio Pagani llevó a que los más de 1.000 productos que el grupo elabora hoy ya tengan un espacio conquistado en los quioscos y supermercados de 82 países distribuidos por los cinco continentes.
“La coyuntura genera un shock temporal importante puertas adentro del bloque admite Ortiz de Rozas, pero en Arcor estamos convencidos de que el Mercosur sigue siendo clave para las posibilidades de crecimiento de la Argentina”.
Ortiz de Rozas cree que la devaluación brasileña proyectará sus efectos sobre la región durante uno o dos años. “Pero eso aclara no cambia el fondo de la cuestión: necesitamos contar con un bloque cada vez más grande, porque todo el mundo marcha en ese sentido. El Mercado Común Europeo y el Nafta son buenos ejemplos. La consolidación del Mercosur y su crecimiento permitirán a las empresas argentinas aumentar sus niveles de productividad, innovación y eficiencia para competir mundialmente”.
Pagani va aun más allá. Como en un tablero de operaciones, dibuja
los pasos que transitará el horizonte futuro del bloque. “En dos o tres
años predice, el Mercosur se consolidará con el ingreso
de nuevos países. Primero buscarán sumarse Venezuela y Perú,
como ya lo hicieron Chile y Bolivia. Y eso arrastrará al resto. En cinco
años el Mercosur abarcará a toda Sudamérica. Yo apuesto
a eso”.