La hora de los pozos

    La desregulación del
    mercado petrolero, a principios de los ´90, extendió los negocios de
    exploración y explotación de hidrocarburos ­concentrados
    hasta ese momento en YPF­ a empresas que contaban con presencia en el país
    y otras que, seducidas por las oportunidades que ofrecía el sector, comenzaron
    a desembarcar con los ojos puestos en la integración energética
    del Cono Sur.

    Aunque llevaba décadas en la Argentina, exclusivamente dedicada a la
    refinación y comercialización de combustibles ­operaciones
    en las que ocupa el segundo lugar, detrás de YPF­ Shell decidió
    no participar en ese proceso. “Creímos en la desregulación desde
    el primer momento, pero decidimos concentrar las inversiones en los negocios
    que ya realizábamos en este mercado, porque eran las operaciones para
    las que estábamos mejor preparados. Durante este tiempo invertimos más
    de US$ 1.500 millones, comprando activos y construyendo plantas, que nos permitieron
    crecer en volumen y calidad, y llevar a cabo la introducción de nuevos
    productos ­como la nafta sin plomo o el autoservicio­ desde nuestra
    red de estaciones”, explica Jorge Brea, presidente de la filial local de Shell.

    Al mismo tiempo que consolidaba su posición en la comercialización
    de combustibles (ver gráfico en pág. 76), esa estrategia dejaba
    a Shell al margen de la primera etapa de privatizaciones, que permitió
    a los contratistas de YPF convertirse en productores, en yacimientos donde ya
    se extraía petróleo.

    La compra de Bridas
    “Nosotros dijimos que no”

    Para el presidente de Shell, Jorge Brea, la frustrada adquisición
    de Bridas ­por la que negociaron duro a lo largo del ´97 con los
    hermanos Bulgheroni­ es un tema superado. “Nunca perdí un
    minuto de sueño después de que decidimos no seguir adelante
    con la operación. Hicimos la mayor oferta que era razonable para
    Shell”, asegura un año más tarde.

    Brea también se ocupa de desmentir que el fracaso de la venta
    se haya originado en la negativa de los propietarios de Bridas a ceder
    la totalidad de la empresa. “La condición con la que comenzamos
    a negociar fue comprar 100% de la compañía. Y ellos, obviamente,
    estuvieron dispuestos a venderla, porque para nosotros ése era
    el punto de partida. De no haber sido así, ni siquiera nos hubiéramos
    sentado a conversar.”

    El verdadero motivo por el que, según Brea, Bridas no pasó
    a formar parte de los activos de Shell fue que “hicimos un análisis
    a fondo de la empresa, revisando los activos, las deudas que tenía
    con el Estado y los juicios pendientes. De ese estudio llegamos a una
    oferta y solicitamos garantías que no fueron aceptadas. No concretamos
    el negocio porque no nos satisfacía la relación costo-beneficio.
    Fuimos nosotros los que dijimos que no”.

    Lo paradójico es que, finalmente, Shell consiguió alcanzar
    su objetivo de participar en la producción de gas en el noroeste
    adquiriendo campos a Soldati e integrando ­en el caso de Acambuco­
    una Unión Transitoria de Empresas que es controlada por Panamerican
    Energy, la empresa que nació de la alianza entre Amoco y los Bulgheroni
    luego de que se frustrara el negocio con Shell.

    “Visto a la distancia, no lo considero como una desventaja. En ese momento,
    las ventas de pozos fueron una oportunidad para muchas de las empresas que operaban
    los yacimientos privatizados. Estaban allí, conocían el negocio
    y tomaron decisiones de inversión rápidamente, tal como nosotros
    lo hicimos con nuestras actividades históricas”, argumenta Brea.

    Sin embargo, el titular de Shell admite que “me hubiera gustado, obviamente,
    aprovechar esa oportunidad. Pero no se puede abarcar todo. Hicimos una apuesta
    fuerte a los negocios conocidos. Fue una decisión lógica, y no
    nos arrepentimos de nada”.

    A ocho años del inicio de aquel proceso, Shell finalmente consiguió
    ­a cambio de inversiones que, en conjunto, alcanzarán los US$ 406
    millones­ sentarse a la mesa de los productores de hidrocarburos. Y para
    hacerlo eligió colocar todas sus fichas en el gas, sumando activos en
    el noroeste argentino, los mismos que había intentado conseguir cuando
    el año pasado, durante seis meses, negoció con los Bulgheroni
    la compra de la petrolera Bridas, que finalmente se alió a la estadounidense
    Amoco para dar origen a Panamerican Energy (ver recuadro).

    Para desembarcar en el gas, Shell concretó dos operaciones. El 20 de
    agosto le compró al grupo Soldati una participación de 55% del
    permiso para explorar el área CNO-4 Río Colorado y otra de 51,25%
    en el lote de explotación Valle Morado, área que, se estima, podría
    alcanzar una producción de 500.000 a 1 millón de metros cúbicos
    de gas a mediados del año próximo.

    Por ambas operaciones Shell pagó US$ 111 millones en efectivo y se comprometió
    a invertir US$ 75 millones más en tareas de exploración.

    Sólo una semana después puso sobre la mesa otros US$ 200 millones
    para sumarse a la UTE que integran Panamerican Energy (la operadora, con 55%
    de participación) e YPF (22,5%) para explotar el yacimiento salteño
    de Acambuco. El negocio le permitió a Shell quedarse con 22,5% de una
    de las áreas gasíferas con mayor potencial. También allí
    Shell deberá invertir US$ 20 millones para continuar con las tareas de
    exploración.

    Del gas a los eucaliptos

    “Desde hace años teníamos interés en los yacimientos de
    gas del noroeste argentino, y eso es lo primero que compramos”, explica Brea.
    “Shell busca integrar sus negocios en la región. Ya tenemos participación,
    junto a Enron, en la red de gasoductos de Bolivia. También desarrollamos
    tareas de exploración y producción de gas en Perú y en
    Brasil, intervenimos en el gasoducto que unirá a Bolivia y San Pablo,
    somos un socio importante en la distribuidora de gas paulista y en otros emprendimientos
    de generación de electricidad en Brasil. El Mercosur ha potenciado la
    integración: las inversiones se realizan en un país u otro, pero
    siempre atendiendo a que el negocio es cada vez más regional.”

    Precios
    En el banquillo de los acusados

    Entre todos los temas que provocan dolores de cabeza a las petroleras
    argentinas ­como la caída internacional del crudo y la creación
    de nuevos impuestos a las naftas­ el del precio de los combustibles
    lleva la delantera.

    Mientras la Secretaría de Energía apoya la importación
    de combustibles y la Secretaría de Industria y Comercio lleva a
    cabo relevamientos para comprobar cuál es el comportamiento de
    las petroleras en cuanto a la fijación de precios, Jorge Brea se
    suma a la voz del CEO de YPF, Roberto Monti, para explicar que “el crudo
    tiene una incidencia mínima en la estructura de precios de las
    naftas. Por lo tanto, no es lógico esperar que una caída
    de 30% en su precio se refleje en una reducción equivalente en
    el del producto”.

    El presidente de la filial local de Shell señala que, en la Argentina,
    un litro de nafta súper cuesta $ 0,32 a la salida de la refinería.
    “Del precio final de $ 0,99 por litro, $ 0,09 corresponden al margen del
    expendedor y $ 0,58 a los impuestos a las ventas. Pero del precio de la
    nafta a la salida de fábrica sólo $ 0,09 corresponden al
    crudo. Los 23 centavos restantes cubren los gastos de elaboración
    del producto y su comercialización, el impuesto a las ganancias
    y la utilidad sobre el capital invertido que, en nuestro caso, llegó
    a 11% en 1997. Por eso, una caída de 30% en el crudo sólo
    incide en $ 0,03 sobre el precio final del producto.”

    El presidente de Shell opina que “sería ridículo” fijar
    impuestos adicionales a las naftas, tal como propusieron varios legisladores,
    para aportar al fondo de asistencia educativa. “Este es un producto al
    que ya se le han colocado cargas impositivas que llevaron a una completa
    distorsión del consumo y a que la gente se pase cada vez más
    al gasoil. Este año, las ventas de las naftas cayeron 7,4% ­una
    cifra similar a la del año pasado­ mientras que el gasoil
    creció 5,5%. Y seguirá siendo así si a las naftas
    se les suman nuevos impuestos.”

    “No estoy en contra de que los docentes reciban lo que merecen justamente”,
    afirma Brea. “Pero está en el gobierno establecer las prioridades
    sobre qué hacer con todos los impuestos que ya recauda. Si la educación
    es una de esas prioridades, en vez de estar a la cola debería ponerse
    adelante. Creo que es tan sencillo como eso.”

    Brea aclara que “si empezamos por el gas fue porque allí se dieron las
    primeras oportunidades. Pero no descarto que de ahora en más pueda ocurrir
    lo mismo con el petróleo”.

    Shell en cifras
    Ventas

    1996: US$ 1.866 millones
    1997: US$ 2.205 millones

    Utilidades

    1996: US$ 121 millones
    1997: US$ 116 millones

    Estaciones de servicio

    1.300 (120 propias)

    Inversiones

    1990-1998: US$ 1.500 millones

    Participación de mercado
    Naftas: 22%
    (YPF 45%; Esso 16%; Eg3 10%; otros 7%)
    Gasoil: 17%
    (YPF 47%; Esso 17%; Eg3 9%; otros 10%)
    Lubricantes: 30%
    (YPF 40%; Esso 14%; Eg3 6%; otros 10%)
     
    Fuente: Shell Compañía Argentina de Petróleo.
     

    A mediados del mes pasado se señaló la posibilidad de que Compañía
    General de Combustibles (CGC), la petrolera de Soldati, fuera escindida en dos
    empresas, una de las cuales reuniría todos los activos que el grupo maneja
    en el negocio del gas. Si se confirma esto, Brea aclara que “difícilmente
    se pueda concretar alguna operación sin nuestra aprobación. Nosotros,
    como socios, tendríamos la opción de compra. El día de
    mañana, si ellos decidieran vender sus activos de gas a un precio que
    nos interese, podríamos considerarlo”.

    Durante el último año, la estrategia de integrar regionalmente
    a sus negocios llevó a la filial local de Shell a desembarcar en el mercado
    forestal, un negocio en el que la multinacional ya incursiona en Chile, Uruguay
    y Paraguay. “Invertimos más de US$ 30 millones en la compra de establecimientos
    forestales en el noreste de Corrientes, la construcción de viveros y
    el plantado de árboles”, apunta Brea.

    La petrolera se concentrará en el negocio de plantado y talado de árboles,
    pero no tiene previsto participar en el proceso de industrialización
    y embarque de la madera.

    Shell ya lleva adquiridas 25.000 hectáreas de campos, que se destinarán
    a plantar eucaliptos y otras especies nativas. En opinión de Brea, “el
    negocio forestal recién adquirirá magnitud para la compañía
    dentro de 10 o 15 años. Para entonces, esperamos producir en la Argentina
    cerca de 150.000 toneladas anuales. Por ahora, nuestras prioridades son plantar
    y adquirir nuevos campos. En los establecimientos que compramos recién
    podremos comenzar a talar dentro de cinco años. Como en el petróleo
    o el gas, lo nuestro ha sido siempre hacer negocios a largo plazo. Y sabemos
    esperar”.

    Mario Benechi

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