Hasta el mejor escenario es preocupante

    Más allá de la volatilidad y la inestabilidad que

    muestran los mercados financieros internacionales, resulta evidente

    que las economías de los países del sudeste

    asiático y de Japón se encuentran sumidas en una fuerte

    recesión; que los precios de los commodities se han

    desplomado; que el ritmo de crecimiento de las economías

    latinoamericanas, al igual que el de la mayoría de los

    demás países emergentes, exhibe signos de una

    significativa reducción; y que la tasa de crecimiento de

    Estados Unidos y de la Unión Europea comienza a insinuar,

    también, indicios de un debilitamiento.

    En este contexto, el escenario más favorable sería

    aquel en el cual se estabilizara la situación actual. Esto es,

    que tanto Brasil como Hong-Kong salieran airosos en su lucha por

    defender su paridad y su régimen cambiario; que los precios de

    los commodities se mantuvieran en los niveles que han alcanzado; que

    las turbulencias en las bolsas de valores no se reflejaran en nuevas

    caídas de las cotizaciones; y que el yen se estabilice en los

    niveles de mediados de septiembre.

    Sin embargo, aun en esas condiciones, no cabe duda de que durante

    el próximo año la producción y el comercio

    mundial registrarán una importante disminución en su

    ritmo de crecimiento; y que, en algunos casos, esto puede llegar a

    transformarse en una caída del PBI y el empleo.

    Existe amplio consenso entre los analistas de que ése

    sería el caso de Brasil que, como consecuencia de las medidas

    que se han adoptado para frenar la corrida cambiaria y las que

    deberán tomarse después de las elecciones para evitar

    el default del sector público, enfrenta una perspectiva de

    contracción del PBI y del empleo durante 1999.

    Por otra parte, aun cuando se cumpla lo previsto en el escenario

    más favorable, la corriente de capital hacia los países

    emergentes será, durante 1999, significativamente más

    baja que la actual. Esto conduce a una disminución en el nivel

    del gasto agregado y, con ello, de la producción y de las

    ventas.

     

    Lo que se necesita

     

    Aunque la Argentina hace enormes esfuerzos para diferenciar su

    situación, también deberá enfrentar una

    situación de menor liquidez internacional, plazos más

    cortos para los créditos y mayores tasas de interés.

    En este escenario, dos circunstancias podrían mejorar el

    panorama económico del próximo año. Por una

    parte, que las medidas hasta ahora adoptadas por las autoridades

    japonesas comiencen a rendir sus frutos y la economía logre

    salir de su prolongada postración. Sin embargo, la

    mayoría de los analistas consideran que los esfuerzos son

    insuficientes; tal como lo estaría demostrando la tercera

    caída trimestral consecutiva del PBI japonés, una

    situación que no se presentaba desde 1955.

    Por otro lado, sería necesario que la Reserva Federal

    norteamericana, cediendo al clamor de los operadores mundiales,

    decidiera una reducción en las tasas de interés. Pero

    parece poco probable que esto llegue a concretarse. En especial,

    porque en un escenario favorable, surgirán los temores de que

    se produzca un rebote inflacionario. En estas condiciones, lo

    más probable sería que el Fed mantenga los actuales

    niveles de las tasas de interés.

    Por lo demás, que las bolsas se tranquilicen depende de que

    la crisis política norteamericana no se traduzca en una

    pérdida de confianza y de que Brasil resista las presiones.

    Más inquietante que las tribulaciones de Clinton resulta

    hoy la situación de la economía brasileña. El

    temor es que un nuevo ataque especulativo contra el real concluya en

    una fuerte devaluación de la moneda.

     

    Un éxito fatídico

     

    Frente a esa posibilidad que, seguramente, agravaría la

    situación argentina, la peor de las alternativas sería

    que esa devaluación fuera exitosa; esto es, que el salto en

    los precios internos de Brasil no compensara una parte importante de

    la modificación del tipo de cambio. En ese caso, y desde el

    supuesto de que el régimen y la paridad cambiaria argentina

    resista los embates especulativos, al país no le

    quedaría ninguna otra alternativa que elevar, de manera

    unilateral, los aranceles de importación. Y esto

    equivaldría a provocar el estallido del Mercosur.

    Pero parece poco probable que se produzca una fuerte

    devaluación en Brasil. No sólo actuaría en ese

    sentido la reciente alza en las tasas de interés sino que,

    además, el fuerte compromiso con la estabilidad financiera del

    país, revelado en los pronunciamientos del secretario del

    Tesoro norteamericano y de las autoridades del FMI, podrían

    disuadir a muchos agentes económicos de especular contra el

    real (claro que, en una situación de pánico general, no

    habría soporte político ni financiero que alcanzara).

    Pero existe otra razón adicional para evitar una

    devaluación del real. Los desórdenes fiscales y

    financieros del gobierno se tradujeron en una enorme deuda interna.

    Hasta fin de año, se suman vencimientos por

    US$ 95.000 millones de dólares. Solamente en octubre, la

    cifra supera los US$ 47.000 millones.

    Como las autoridades fueron postergando el ajuste fiscal por

    razones electorales, para conseguir que los tenedores de los

    títulos los mantuvieran en cartera o los renovaran a su

    vencimiento, se los fue transformado en bonos a tasa flotante o

    indexados con la tasa de cambio. A mediados de septiembre ambos tipos

    de papeles representaban 70% de la deuda interna de Brasil. De

    ahí que una devaluación parezca ser el remedio menos

    apropiado: la cuenta de intereses explotaría.

     

    Lejos de Rusia

     

    Tampoco sería beneficioso para Brasil seguir el camino de

    Rusia. No sólo se agravaría la fuga de capitales desde

    todos los países emergentes &endash;incluida la

    Argentina&endash; sino que, además, el país

    quedaría al margen de los flujos financieros internacionales

    por un largo tiempo. De ahí que la mayoría de los

    analistas sostengan que el único camino para Brasil es

    realizar un duro ajuste fiscal que restablezca progresivamente el

    equilibrio en las cuentas públicas.

    Es evidente que en cualquiera de los escenarios que se planteen

    con respecto a Brasil, la situación para la Argentina

    será difícil. •

     

    Carlos Bombecchi

     

    Proyecciones de crecimiento en el Primer

    Mundo

    (en porcentajes)

    1998

    1999

    Australia

    3,0

    2,7

    Austria

    2,8

    2,9

    Bélgica

    2,8

    2,7

    Gran Bretaña

    2,2

    1,1

    Canadá

    3,2

    2,5

    Dinamarca

    2,8

    2,4

    Francia

    2,9

    2,8

    Alemania

    2,5

    2,7

    Italia

    2,1

    2,8

    Japón

    -1,7

    0,4

    Holanda

    3,6

    3,3

    España

    3,8

    3,7

    Suecia

    2,9

    3,0

    Suiza

    2,0

    2,0

    Estados Unidos

    3,3

    2,2

    Fuente: The Economist.

    Con pocas excepciones, se estima que el año

    próximo el PBI de los países más

    desarrollados exhibirá una disminución en su

    ritmo de crecimiento.

    Evolución del precio de los

    commodities

    Prom. 1997

    Ene. ´98

    Feb. ´98

    Mar. ´98

    Abr. ´98

    May. ´98

    Jun. ´98

    Jul. ´98

    Ago. ´98

    Todos los commodities

    100,6

    86,9

    85,6

    82,7

    82,5

    82,7

    78,1

    77,8

    75,7

    Todos, excluido el petróleo

    112,9

    102,5

    103,1

    101,1

    100,3

    98,7

    95,5

    94,2

    91,5

    Alimentos

    113,7

    107,7

    106,9

    104,6

    103,2

    101,8

    98,7

    97,1

    91,5

    Bebidas

    165,5

    169,7

    170,6

    154,8

    150,2

    141,4

    133,9

    123,9

    127,2

    Materias Primas Agrop.

    119,1

    100,8

    104,2

    103,3

    102,8

    103

    100,1

    99,8

    96,8

    Metales

    90,9

    80,2

    79,1

    79,6

    80,1

    77,7

    74,9

    75,1

    74,4

    Fertilizantes

    113,9

    117,0

    117,0

    117,3

    117,5

    117,8

    118,6

    118,6

    117,7

    Petróleo

    83,8

    65,5

    61,7

    57,6

    58,3

    60,8

    54,3

    55,3

    54,3

    Fuente: FMI, datos al 8 de septiembre de 1998.

    Casi sin excepciones, los precios de los commodities

    muestran, a lo largo del año, una tendencia

    descendente que parece imparable. Ello refleja, por un lado,

    que la demanda originada en los países no

    productores, en especial los del sudeste asiático,

    exhibe una franca reducción. A la vez, refleja

    también que los países productores se

    encuentran atravesando una etapa declinante de su ciclo

    económico. Si a ello se le suma que las proyecciones

    de crecimiento en los países más desarrollados

    presentan, también, una desaceleración, puede

    esperarse que durante 1999 la producción y el

    comercio mundial sean inferiores a los niveles que se

    alcancen a lo largo de este año.