Por amor al arte

    Era la primera vez que los abogados de propiedad intelectual de

    IBM redactaban un acuerdo de ese tipo. En abril, el ingeniero de

    software Yen Ping Shan describía una asociación

    propuesta por la Big Blue con un grupo llamado Apache. IBM y sus US$

    100.000 millones cortejaban a esta libre confederación

    integrada por 20 programadores. Y decir libre es generoso. Los

    programadores, dispersos entre lugares tan distantes como Palo Alto,

    California y Munich, no tenían personería

    jurídica ni una organización comercial de

    carácter formal.

    IBM quería utilizar el software de Apache como piedra

    angular de WebSphere, un paquete comercial para Internet que la

    compañía tenía pensado lanzar en junio. El

    acuerdo de asociación era un tanto extraño, ya que no

    había dinero involucrado en él.

    “Aunque quisiéramos pagar, no tendríamos a

    quién hacerlo; Apache no existe desde el punto de vista

    legal”, explicó Shan.

    Efectivamente, se trataba de un acuerdo de licencia con una

    entidad que no tenía existencia jurídica. “A ver si

    entendí bien -dijo uno de los abogados de IBM-:

    ¿vamos a firmar un acuerdo con un sitio en la Web?” Así

    era. Y, además, el sitio Web presionaba sobre los

    términos del acuerdo: debía no ser exclusivo.

    El código fuente del software, la mismísima

    propiedad intelectual por la que se les paga a los abogados de IBM

    para mantener su exclusividad, seguiría estando a

    disposición gratuita de toda persona que quisiera bajarlo de

    Internet. Le gustara o no a IBM, ésos eran los términos

    que debía manejar.

    Por último, la gigante de la computación

    reunió un puñado de la única moneda que

    interesaba a los desarrolladores de Apache: un anticipo

    técnico para su software o, como se lo llama en la jerga de

    los programadores, un hack. Los programadores de IBM habían

    dado con la manera de hacer que el software diseñado por

    Apache corriera más rápido en el sistema operativo NT

    de Microsoft. IBM ofreció mostrar su hack al grupo Apache y se

    comprometió a compartir todos los hacks que surgieran de

    ahí en adelante. Trato hecho. La gente de Apache firmó

    el acuerdo con IBM en junio.

    Esto plantea un par de preguntas: ¿Por qué estaba IBM

    tan ansiosa de obtener el software? Y ¿de qué tipo de

    software se trata?

     

    Los porqué

    En primer lugar, era una maravilla técnica capaz de

    controlar más de 50% del creciente mercado de software para

    servidores de Web; además, con ese programa IBM quedó

    de maravillas con los programadores que escriben software para

    Internet. En segundo lugar, se trata de software liberado. No

    simplemente -como ocurre en la mayoría de los

    casos- gratuito sino, y esto es mucho más importante,

    libre para que cualquier programador lo modifique, lo mejore y lo

    comparta con otros programadores.

    Ese tipo de programas se conoce como software de fuente abierta o

    freeware y difícilmente lleve a la quiebra a Bill Gates y a

    Larry Ellison, aunque podrá limitar su rentabilidad futura.

    Por lo menos, demuestra que es una manera alternativa elegante de

    producir mejor software.

    Generalmente, el software comercial se escribe en código

    binario; es decir, en combinaciones de unos y ceros, que tienen

    sentido para un microprocesador pero son imposibles de leer, incluso

    para los programadores más avanzados. Casi siempre hay que

    pagar para conseguirlo, aunque a veces -en el caso de los

    browsers, por ejemplo- es gratis. Pero, de cualquier manera,

    viene con los unos y los ceros.

    El producto verdaderamente liberado viene completo con su

    código fuente y los comandos escritos por el autor del

    programa. Esto permite a otros ver exactamente qué hizo el

    desarrollador con el código y de qué manera. Y

    posibilita, a los que pueden leer el código, repararlo,

    personalizar el programa, perfeccionar los trucos y algoritmos de

    programación cuando escriben software no relacionado.

    ¿Por qué razón un programador querría

    regalar el código fuente, que es una potencial mina de oro? Es

    una manera de que los usuarios comprometidos aporten sus propias

    mejoras, creando un programa comunitario muy superior al que

    podría lograr un solo autor o compañía.

    Pero hay una razón aun más importante pare semejante

    generosidad: el software liberado se ha convertido en una especie de

    olimpíada intelectual, en la que algunas de las mentes

    más destacadas del mundo en ingeniería de software

    compiten no por capital de riesgo sino para impresionar a sus pares.

     

    Made in Australia y Finlandia

    Netscape exploró el terreno del software de fuente abierta

    cuando lanzó el código fuente de su browser de

    Internet, en marzo. Un par de horas después, un equipo de

    programadores australianos ya le había adosado un encriptador

    para poder realizar transacciones seguras por Internet. Durante las

    dos semanas siguientes se sucedió un aluvión de mejoras

    provenientes de todas partes del mundo. En menos de un mes

    apareció una nueva versión del browser en el sitio Web

    del proyecto, lista para ser bajada por cualquier usuario de

    Internet.

    Por sus esfuerzos, los australianos recibieron una jugosa

    recompensa, pero no en forma de dinero. Los programadores,

    autodenominados el Mozilla Crypto Group, ganaron el respeto de sus

    colegas programadores y la satisfacción de haber producido un

    software elegante y útil. Su fama mundial no afectará

    la fortuna de la firma consultora que tienen en Brisbane, Cryptsoft.

    Si Netscape hubiera reunido un equipo e invertido dinero en el

    proyecto, difícilmente habría obtenido los mismos

    resultados en tan poco tiempo.

    Linus Torvalds es un finlandés de voz suave y cabellos

    castaño claro. Tenía 21 años cuando cursaba el

    segundo año en la Universidad de Helsinki, en 1991, y

    experimentaba con una versión del sistema operativo Unix en

    una PC. Le mencionó el programa a un grupo de noticias de

    Internet y le ofrecieron espacio para colocar su programa en el

    servidor de una universidad. Algunas personas estudiaron el programa

    y le enviaron algunas modificaciones. Alguien incluso lo

    bautizó Linux.

    Al año, su software había cobrado vida propia. “Lo

    usaban de cinco a 10 personas -dice Torvalds-;

    después, el número creció entre 100 y 200. Ya no

    sabía quién lo estaba usando.” Después de siete

    años, se estima que unos siete millones de personas en todo el

    mundo utilizan la creación de Torvalds en sus computadoras y

    redes, gracias a su gran versatilidad.

    Algunos ingenieros le han hecho algunos retoques a Linux para

    poder utilizarlo en la computadora de mano PalmPilot de 3Com. En 1996

    la versión de Linux producida por Red Hat Software ganó

    el premio de la revista InfoWorld al mejor sistema operativo para

    computadoras de escritorio. En abril, algunos investigadores del

    Laboratorio Nacional de Los Alamos utilizaron Linux para ejecutar 68

    PCs como una sola máquina procesadora en paralelo, para

    simular las ondas expansivas de un impacto atómico.

    A los 28 años de edad, Torvalds es quizás el

    programador más popular del planeta y una verdadera celebridad

    en Internet. Con miles de programadores trabajando en su Linux, el

    tiempo de producción de mejoras y nuevas

    características se ha acelerado. A pesar de todos sus

    recursos, IBM o Microsoft no podrían superarlo. Mientras las

    nuevas versiones de software comercial suelen lanzarse una vez por

    año, o una vez cada tres años en el caso del sistema

    operativo Windows de Microsoft, los nuevos programas de fuente

    abierta como Linux y Apache lo hacen en forma mensual, o más

    rápido aun.

    A pesar de toda su cibercelebridad y del éxito de Linux,

    Torvalds no está construyendo una casa de US$ 40 millones ni

    se acaba de comprar un avión-caza. Vive en Santa Clara,

    California, trabaja para una compañía que diseña

    chips y tiene un sedán Pontiac verde, común y

    corriente.

     

    Amor al arte

    Torvalds, que tiene como héroe a Albert Einstein y a su

    tocayo Linus Pauling, explica su motivación: “Tiene que ver

    principalmente con lo artístico”. Estos artistas se

    autodenominan hackers, pero no tienen nada que ver con los piratas

    informáticos, en su mayoría adolescentes y

    también conocidos en inglés como crackers, que suelen

    ocupar la primera plana de los diarios cuando irrumpen en los

    sistemas informáticos de los gobiernos.

    En esta comunidad, hacker es un término de respeto. A fines

    de los ´50, los estudiantes del MIT que gustaban de jugar con las

    primitivas computadoras gigantes de la universidad comenzaron a

    llamarse hackers. Richard M. Stallman afirma que es un descendiente

    directo de ellos. Comenzó a trabajar en el laboratorio de

    inteligencia artificial del MIT cuando era alumno de Harvard, en

    1971, a los 18 años.

    Recordando esos días, Stallman dice: “Era como estar en el

    Edén”. Sus ojos, intensos y juveniles como los de un alumno de

    primer año de la universidad, brillan detrás de un

    mechón largo y desaliñado de cabello y una barba negra

    tupida. “No se nos habría ocurrido jamás no cooperar”,

    recuerda.

    La caída en desgracia, o lo que Stallman denomina

    “polución”, comenzó en 1981, cuando una

    compañía llamada Symbolics contrató a muchos de

    los miembros del laboratorio. Dejaron de producir freeware y en su

    lugar comenzaron los secretos comerciales, celosamente guardados y

    ocultos.

    Seis años antes, a unos dos kilómetros y medio al

    oeste del laboratorio tan amado por Stallman, otro alumno de Harvard,

    de nombre Bill Gates, y su amigo Paul Allen habían utilizado

    las computadoras de la universidad para escribir un sistema operativo

    para el Altair 8800.

    Alguien hizo una copia del programa y la pasó a otros

    aficionados, que hicieron y distribuyeron sus propias copias. En el

    clima que prevalecía entonces no se consideraba hurto, aunque

    así fue como lo vio Gates. Naturalmente, Gates pasó a

    dominar el ámbito de las computadoras personales. Stallman,

    sin embargo, no se rindió sin librar batalla y se

    desquitó saboteando los sofisticados programas comerciales de

    sus ex colegas, haciendo sus propias versiones y regalándolas.

    “Me acusaron de haberles hecho perder millones de dólares

    -dice-; ojalá haya sido así.”

     

    Prestigio vs. dinero

    Ideas comunitarias como las de Stallman difícilmente puedan

    arrasar con el mundo capitalista. Sin embargo, el surgimiento de

    Internet podría hacer que la industria del software

    desvíe su curso ligeramente en esa dirección. De hecho,

    dos de los software fundamentales de Internet son gratuitos. Bind es

    el programa que permite escribir los nombres de los sitios como

    www.yahoo.com en lugar de tener que utilizar los números de

    las máquinas (204.71.177.97) que los browsers realmente

    necesitan. Es un freeware originalmente desarrollado en Berkeley a

    principios de los ´80. Sendmail, que manda a destino alrededor de 80%

    del e-mail que viaja por Internet, también es gratis.

    Actualmente, lo mantiene Sendmail.org, una comunidad de programadores

    en línea integrada por miles de miembros.

    Pero hasta los idealistas tienen que comer. Sí, responde

    Stallman, pero no hace falta que tengan una Ferrari. Hay que tener

    presente que para los multimillonarios, que tienen más dinero

    que el que jamás podrían gastar, seguir acumulando es

    una cuestión de status más que de procurarse lujos

    adicionales. La gente del freeware, en cambio, prefiere acumular

    prestigio en lugar de dinero.

    ¿Quiere crear un negocio en la Web que sea redituable?

    Entonces lo más probable es que se procure una copia de Perl,

    un lenguaje que puede utilizarse para escanear bases de datos y

    documentos para sacar determinadas palabras o números, y luego

    mostrar los resultados en forma de tablas. Por este aporte a la

    computación puede agradecer a Larry Wall, un ex lingüista

    de 43 años. Nadie cobra regalías por Perl. Pero Wall no

    se muere de hambre: vendió 500.000 ejemplares de sus manuales

    de Perl. Claro que difícilmente llegue a ocupar un lugar entre

    los 400 de Forbes. “Haber lanzado algo que crece más que uno

    mismo es sobrecogedor”, dice Wall.

    Erik Troan, jefe de Desarrollo de Red Hat Software, lo resume todo

    en seis palabras: “Los ingenieros son hackers de alma”. Troan tiene

    un empleo bien remunerado como revendedor de Linux que le permite

    dedicarse a su pasión todo el día. Si bien Red Hat es,

    en muchos sentidos, una compañía con fines de lucro,

    conserva el espíritu que la mueve ofreciendo junto con el

    software el código fuente de Linux y otros códigos

    fuente que agregan sus programadores. Si los usuarios consideran que

    hay desprolijidades en el código de Red Hat, pueden mejorarlo

    e, idealmente, compartirlo con el resto del mundo.

     

    Historias heterodoxas

    El creador de Sendmail, Eric Allman, formó la

    compañía Sendmail Inc. en noviembre. En apariencia,

    Allman tiene un corte de pelo más ejecutivo que muchos de sus

    desaliñados pares programadores, hasta que se deja caer la

    fina trenza que lleva escondida en el cuello de su camisa. Allman

    confía en que mientras el código permanezca abierto y

    la información siga circulando entre la compañía

    y la comunidad, él y Sendmail Inc. podrán evitar

    recibir el mote de “vendidos”. Se gana la vida vendiendo versiones

    fáciles de usar del programa, además de ofrecer soporte

    y contratos de servicios a empresas que prefieren usar el

    teléfono en lugar de mejorar el programa por cuenta propia.

    La compañía viene de cerrar su segunda ronda de

    financiamiento de riesgo, en la que recaudó US$ 6 millones. Su

    principal activo no tiene cabida en el balance: ayudar gratis.

    Más de 5.000 personas bajaron un prototipo de Sendmail para

    probar el software, tratar de romperlo y jugar con el código

    fuente. No hay muchas compañías que puedan movilizar

    tantas personas.

    Apache, el grupo al que persigue IBM, es un ejemplo de la

    informalidad que impera en el mundo del freeware. Brian Behlendorf,

    de 25 años, dio el puntapié inicial. En 1991 organizaba

    raves exclusivamente a través de e-mails y publicidad oral.

    Después de encontrar trabajo como constructor del sitio Web de

    la revista Wired a través de una persona del ambiente rave,

    Behlendorf decidió que el software del servidor de Web que

    estaba usando necesitaba mejoras. Hizo algunas por su cuenta y

    después colocó la nueva versión, con su

    código fuente, en Internet. Comenzaron a lloverle aportes de

    otros programadores y así nació Apache, que hoy sirve

    más de 50% de los sitios Web de Internet, incluidos los de

    Yahoo!. Apache dejó fuera de competencia al servidor para Web

    de código cerrado de Netscape para el paquete comercial para

    Web de IBM.

    El freeware sigue siendo periférico a la industria del

    software, pero representa una franja bastante amplia. A medida que

    más empresas de distintos rubros comiencen a depender de la

    Web, el acceso a los códigos fuente se volverá

    más importante. ¿Por qué? Porque puede representar

    una diferencia abismal para el programador o para la persona que

    maneja el sitio Web de su compañía. “¿Usted

    compraría un auto que tiene el capó soldado?”, increpa

    Robert Young, jefe ejecutivo de Red Hat.

     

    El interés de las grandes

    Intel no se mantiene ajena a la existencia de la comunidad de

    freeware. En julio pasado auspició un charla técnica

    sobre el Linux para unos 1.000 programadores y administradores de

    sistemas. El gancho: alguien había mejorado el programa para

    hacerlo capaz de manejar a la vez cuatro procesadores Xeon de Intel,

    lanzado tan solo dos semanas antes.

    Sunil Saxena, ingeniero de Intel, compartió un panel codo a

    codo con Linus Torvalds y fue acosado por pedidos del público

    para que diera a conocer las especificaciones del próximo chip

    de Intel, Merced, a la comunidad de Linux antes de su lanzamiento.

    Torvalds, con una amplia sonrisa, acudió al rescate del

    agotado hombre de Intel. “No se preocupe -le dijo, ahuyentando

    a la multitud-: cuando Merced salga a la venta, lo tendremos

    andando en un par de semanas. Es un trato.”

    Intel tiene buenas razones para cortejar a la gente del freeware:

    cuanta más popularidad ganen los sistemas operativos que no

    sean de Microsoft, menos poder podrá ejercer Microsoft sobre

    Intel.

    Además de IBM y Netscape, la mayoría de las grandes

    compañías de software se están interesando en el

    software de fuente abierta. Corel ha recodificado sus aplicaciones y

    suites de software para oficina para poder utilizarlas en Linux, y

    está vendiendo una computadora que usa Linux como sistema

    operativo. Computer Associates International ha escrito una

    versión de su programa de base de datos especialmente para

    Linux, y Oracle está haciendo lo mismo con sus productos.

    La fortuna de Bill Gates no corre riesgos, pero a medida que

    Microsoft dependa cada vez más de vender software para redes

    corporativas e Internet, deberá vérselas con las

    manifestaciones cada vez más ubicuas de freeware. En enero,

    Microsoft pagó US$ 400 millones por Hotmail, un servicio de

    e-mail gratuito basado en la Web con 9,5 millones de cuentas, todas

    ejecutadas en Apache.

    Quizás, al final de cuentas, esto también beneficie

    a Microsoft. El monstruo de Gates se parece cada vez menos a un

    monopolio en un mundo en el que una buena parte del software es

    gratis. Será cuestión de que el Departamento de

    Justicia tome nota.

    Josh McHugh

    © Forbes / MERCADO

     

    Linux: la historia de un hack global

    1991

    Usuarios: 1. Linus Torvalds (21 años) crea un sistema

    operativo al que bautiza Linux. Después de mencionar el

    proyecto en un grupo de noticias por Internet, coloca el programa en

    la Web a disposición de toda persona que desee bajarlo. Diez

    personas lo bajan y cinco envían de vuelta correcciones a

    defectos de programación, mejoras en el código y nuevas

    características. Para diciembre, más de 100 personas en

    todo el mundo se suman al mailing list del grupo de noticias de

    Linux. Versión: 0.01. Tamaño: 10.000 líneas de

    código.

    1992

    Usuarios: 1.000. El sistema operativo Linux es totalmente

    funcional para computadoras de escritorio y funciona con chips Intel

    XXI. Interfaz gráfica de usuario. Versión: 0.96.

    Tamaño: 40.000 líneas de código.

    1993

    Usuarios: 29.000. Más de 100 programadores aportan cambios

    al código. Torvalds delega las revisiones del código a

    un grupo central de cinco programadores. Versión: 0.99.

    Tamaño: 100.000 líneas de código.

    1994

    Usuarios: 100.000. Se incorpora al programa capacidad de

    conexión en red. Versión: Linux 1.0. Tamaño:

    170.000 líneas de código.

    1995

    Usuarios: 500.000. Se modifica el programa para que pueda

    utilizarse con procesadores Intel, Digital y Sun Sparc.

    Circulación del Linux Journal: 10.000. Versión: Linux

    1.2. Tamaño: 250.000 líneas de código.

    1996

    Usuarios: 1,5 millón. El programa puede manejar la potencia

    de computación de varios procesadores al mismo tiempo.

    Versión: Linux 2.0. Tamaño: 400.000 líneas de

    código.

    1997

    Usuarios: 3,5 millones. Se lanzan las revistas mensuales de Linux

    en Japón, Polonia, Alemania, Yugoslavia y Gran Bretaña.

    Todas las semanas se coloca en Internet una nueva versión de

    Linux. Versión: Linux 2.1. Tamaño: 800.000

    líneas de código.

    1998

    Usuarios: 7,5 millones. Alrededor de 10.000 programadores

    participan en grupos de noticias, pruebas, mejoras al código.

    Versión: Linux 2.1.110 (mejora número 110 de la

    versión 2.1.). Tamaño: 1,5 millón de

    líneas de código.

     

    De “.org” a “.com”

    Compañías que se elevan por encima

    del mundo del freeware

    Red Hat Software, fundada en 1993

    www.redhat.com

    Productos de fuente abierta: sistema operativo Linux mejorado.

    Soporte por e-mail.

    Principales datos corporativos: US$ 10 millones de ingresos en

    1998 (proyectados).

     

    Sendmail, fundada en 1998

    www.sendmail.com

    Productos de fuente abierta: versiones fáciles de usar de

    Sendmail, software enrutador de mensajes por Internet.

    Principales datos corporativos: recientemente firmó un

    acuerdo por US$ 6 millones de financiamiento.

     

    C2Net, fundada en 1994

    www.c2.net

    Productos de fuente abierta: servicios de soporte y

    consultoría a usuarios de software gratuito GNU para

    microchips incorporados en programas.

    Principales datos corporativos: US$ 12 millones en ingresos

    proyectados para 1998.

    Cygnus Software, fundada en 1998

    www.cygnus.com

    Productos de fuente abierta: servicios de soporte y

    consultoría a usuarios de software gratuito GNU para

    microchips incorporados en programas.

    Principales datos corporativos: US$ 20 millones en ingresos

    proyectados para 1998.

     

    Caldera, fundada en 1994

    www.caldera.com

    Productos de fuente abierta: sistema operativo Linux, soporte de

    Linux. Versión de fuente abierta de DOS.

    Principales datos corporativos: US$ 12 millones en ingresos

    proyectados para 1998.

     

    Scriptics, fundada en 1998.

    www.scriptics.com

    Productos de fuente abierta: herramientas y servicios para

    lenguaje de programación de fuente abierta TCL para integrar

    aplicaciones disímiles.

    Principales datos corporativos: el lanzamiento del primer producto

    está previsto para septiembre.