Los rubros de iluminación, alfombras, papeles pintados y tapicería
no se quedaron afuera del boom del equipamiento de oficinas. “El mercado sigue
en expansión, no sólo por las nuevas empresas que llegan al país,
sino por la reorganización de las que ya estaban”, asegura Alejandro
Gawianski, director de La Europea, que lidera el segmento de tapicería
y alfombras.
La compañía factura $ 55 millones al año y uno de cada
cinco de sus clientes proviene del mundo empresario. La Europea es, además,
una importante productora de papeles pintados, que exporta a 29 países
de Europa oriental y Asia y con los cuales abastece 50% del mercado latinoamericano,
según afirma Gawianski.
“Las tendencias en decoración de oficinas van hacia la flexibilidad
de los ambientes. En especial, se están usando mucho los pisos técnicos
con alfombras embaldosadas removibles”, explica.
Cuestión de estilo
Una de las ideas instaladas en la decoración de oficinas es que las
alfombras sintéticas ofrecen más vida últil que las de
lana. La Europea se suma a esta corriente, con la importación de la línea
norteamericana Jay Industries. Pero Miguel Kehayoglu, de El Espartano, una fábrica
integral de alfombras con más de 60 años en el mercado, desafía
la visión dominante. “Las alfombras de lana no tienen ningún problema;
sólo presentan beneficios”, asegura.
Admite, sin embargo, que “por la actual tendencia de la demanda, en este momento
70% de nuestra producción corresponde a productos sintéticos.
Pero los de lana tienen todos los problemas resueltos: son autoextinguibles,
y no producen gases tóxicos en caso de incendio”. En materia de precios,
Kehayoglu señala que los productos sintéticos que ofrece su firma
se cotizan a partir de $ 8 por metro cuadrado. En las alfombras de lana, el
valor mínimo arranca en $ 12.
Con todas las luces
En cuanto a la iluminación de oficinas, Claudio Wolff, presidente de
la firma fundada por su padre 60 años atrás, señala que
las tendencias apuntan al abandono progresivo de las lámparas dicroicas,
la miniaturización de los aparatos, el bajo consumo y el cuidado del
color de la fuente lumínica.
“Después de haber sido usadas indiscriminadamente, se están reemplazando
las dicroicas por las lámparas de cuarzo”, explica Wolff. “Es que muchas
oficinas terminaron pareciéndose a la vidriera de un shopping y muchos
livings a la entrada de un local.”
Con el avance de las computadoras en las oficinas, los iluminadores tuvieron
que arreglárselas para evitar los reflejos sobre las pantallas. De esta
necesidad surgieron los difusores y artefactos más apantallados que,
además, evitan las variaciones de brillo entre distintos sectores.
La disfusión de las lámparas de escritorio revolucionó
el desarrollo de los artefactos. “Son objetos diseñados por especialistas
europeos que, más allá de su uso funcional, se constituyen en
elementos muy atractivos”, asegura Wolff, en cuya cartera de clientes las empresas
tienen una gravitación de 70%. Para estar a tono con las tendencias artísticas,
Wolff comenzará a vender la lámpara Tizio, de Artemide, diseñada
en 1972 por Richard Sapper, quien firmará todas las piezas.