Trabajo
El salario mínimo
El estudio “Perspectivas del empleo 1998”, publicado por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) despliega una visión bastante alejada
de su tradicional posición liberal. Uno de los puntos
más notables es el que trata acerca del salario mínimo:
siempre considerado como una de las principales causas de desempleo
al introducir una distorsión en el libre juego de la oferta y
la demanda en el mercado de trabajo. El nuevo estudio afirma que el
SMI (salario mínimo interprofesional) “puede contribuir a que
los salarios no caigan más bajo de lo que es socialmente
necesario”, reconociendo que “ni la teoría económica,
ni los estudios econométricos permiten decir de manera
definitiva cuál es el efecto sobre el empleo de un SMI”. El
estudio afirma, incluso, que los países con salario
mínimo elevado tienen una menor incidencia de empleo precario
y una menor dispersión de salarios.
En cuanto a la reducción de la jornada laboral, una medida,
resistida generalmente por los círculos liberales, es admitida
en el estudio de la OCDE, siempre que sea acompañada de una
mayor flexibilización laboral. La reducción “puede
traducirse en creación de empleo o en evitar su
destrucción”, siempre que se acompañe de
“moderación salarial” y la “reorganización de las
prácticas de trabajo”.
Esta posición de la OCDE en el tema laboral parece un
intento de ponerse al día en el debate europeo de fin de
siglo. Sin embargo, lo que nunca queda claro es en qué medida
estos documentos reflejan un verdadero cambio de posición o,
simplemente, una posición política transitoria.
Alemania
La República de Berlín
Los medios de comunicación volvieron a anunciar la
inminente caída del canciller alemán Helmuth Kohl. Pero
esta vez parecen darse realmente condiciones extraordinarias para que
el gobierno demócrata cristiano sea vencido en las elecciones
después de 16 años en el poder.
Para empezar, es preciso considerar el alarmante y creciente nivel
de desempleo, que superó la cifra de 4 millones de desocupados
y que tiene preocupado al electorado alemán. Sin embargo, lo
que realmente llama la atención es la percepción de un
cambio, inminente y tal vez inevitable, de la vieja “República
de Bonn” previa a la unificación, a la nueva “República
de Berlín” ubicada ya en la antigua (y ahora flamante)
capital.
Gerhard Schroeder parece encarnar un tipo de político mucho
más pragmático y moderno que el del actual canciller;
en este sentido, intenta siempre presentarse como el Tony Blair
alemán. Socialdemócrata atípico, nombró
como responsable de Economía de su gabinete en la sombra al
empresario Jost Stollmann. Este hecho fue interpretado por los
analistas políticos como un gesto para dar seguridad al
electorado alemán en cuanto a que el relevo de Kohl
podía producirse sin grandes cambios en la vida
económica del país. Schroeder fue, por otra parte,
directivo de la Volkswagen y es conocido en los círculos de
negocios germanos.
Esto plantea dos incógnitas: por un lado, hasta qué
punto logrará que su partido, con posiciones
ideológicas históricamente muy firmes, siga
sosteniéndolo; por otro lado, hasta qué punto sus
actitudes pragmáticas lograrán seducir a un electorado
algo cansado, es verdad, pero acostumbrado a la sólida
gestión de Kohl.
Hong Kong
Primer aniversario
A un año del traspaso a China no es la pérdida
relativa de las libertades políticas lo que más aflige
a Hong Kong. De hecho, la comunidad diplomática en la isla se
muestra optimista y afirma que el lema “un país, dos sistemas”
parece estar cumpliéndose razonablemente bien. El problema,
como suele suceder, es la economía.
La crisis del sudeste asiático, con el derrumbe de
Indonesia, la bancarrota de empresas en Corea y, ahora, la delicada
situación de Japón, afectaron gravemente a la
economía de la isla y abren la expectativa de un futuro
incierto pero menos promisorio que el previsto unos años
atrás.
El PBI puede llegar a caer 4% este año y el nivel de desempleo, de 6
o 7%, duplica el récord histórico de los últimos 15 años.
Las altas tasas de interés real y las fuerzas deflacionarias que se pusieron
en funcionamiento son vistas como una recesión necesaria para restaurar
la competitividad.