El cielo como campo de batalla

    “Sí, es una compañía diferente”, proclama el
    presidente y CEO de Boeing, Philip Condit.

    Boeing alcanzó el liderazgo mundial en una industria en la
    que el rendimiento y la tecnología eran más importantes
    que el costo. Pero el diseño aeronáutico llegó a
    una meseta y a las líneas aéreas les interesa
    más saber qué capacidad de transporte pueden comprar
    por cada dólar invertido.

    La compañía, cuyos ingresos anuales superan los US$
    46.000 millones, sigue siendo el líder mundial de la
    aviación comercial, con un volumen que duplica largamente al
    de su principal rival: Airbus Industrie. Pero todavía debe
    hacer muchos ajustes para respirar tranquila.

    El consorcio europeo Airbus anunció públicamente que
    quiere llegar a una participación de 50% en el mercado
    aéreo mundial. Y ya ha obtenido aproximadamente 45% de los
    pedidos en los últimos cuatro años.

    El año pasado, Boeing registró su primera
    pérdida neta en medio siglo: US$ 178 millones sobre ventas por
    US$ 45.800. Esto se debió, por una parte, a la
    anulación de una venta por US$ 1.400 millones de McDonnell
    Douglas y, por la otra, a los problemas de producción de los
    737 NG.

    Ni bien Condit asumió su cargo, comenzó a trabajar
    rápidamente para consolidar el negocio de la defensa
    aérea comprando primero las operaciones aeroespaciales de
    Rockwell y luego McDonnell Douglas.

    Pero mientras Condit se dedicaba a los acuerdos de
    consolidación, se producía una reactivación en
    los pedidos de las líneas aéreas que tomó a
    Boeing por sorpresa. El sector de aviación comercial de la
    compañía aumentó la producción en varios
    programas simultáneamente y con demasiada rapidez. Lo hicieron
    en un momento en que también estaban presentando el nuevo
    737NG, implementando un nuevo sistema de gestión y
    producción y tratando de introducir las nuevas técnicas
    de fabricación que habían aprendido de Toyota Motor.
    Fueron demasiadas cosas y demasiado rápido.

    El plan para 1997 fue heroico: la producción tenía
    que saltar de 218 Boeings a 515. Los problemas de producción
    alcanzaron por primera vez al Jumbo 747 y a la entonces nueva
    versión del 737.

    Finalmente, la compañía entregó 320 aeronaves
    a sus clientes. Esto significó un aumento de 50% sobre el
    total de 1996, pero aún quedaba mucho camino por recorrer.

    Condit sabe que reducir los precios para obtener órdenes de
    compra de las líneas aéreas que están
    atravesando un momento de confusión repercutirá en los
    futuros ingresos de la compañía.

     

    Nadie se ríe

    Cinco años atrás, el entonces presidente de Airbus
    Industrie, Jean Pierson predijo que el consorcio de aviación
    europeo tendría algún día la mitad del mercado
    mundial de los aviones comerciales. Era una predicción muy
    osada (como decir que France Telecom algún día
    alcanzaría a la poderosa AT&T). La gente de Boeing
    creyó que era un delirio.

    Pero ahora nadie se ríe.

    Boeing sigue siendo grande. Su división de aviones
    comerciales recauda US$ 26.000 millones al año en ventas
    contra US$ 11.400 millones de Airbus. Pero en este momento la suerte
    está de parte de los europeos. La participación de
    Airbus en las órdenes de compra para nuevos aviones
    aumentó de algo menos de 20% a principios de 1980, a 45% en la
    actualidad.

    Grins John J. Leahy, el director de ventas de Airbus (experto
    norteamericano en marketing que se unió a los europeos en
    1984) señala que “los números nos demuestran que,
    aunque todavía no tenemos un equivalente al 747 o un
    avión de 100 asientos en nuestra línea de productos,
    podemos obtener órdenes de compra casi al mismo ritmo que
    Boeing”.

    Quizá la batalla más dura está en el mercado
    de aviones de un solo pasillo: la línea Airbus A320 versus el
    Boeing 737 NG.

    Y es preciso tener en cuenta que los aviones de 120 o 200 plazas
    se llevan 43% de los US$ 40.000 millones que la industria proyecta
    cosechar este año.

    Las demoras de producción en Seattle han trastornado tanto
    los planes de las compañías aéreas que
    comenzaron a pensar con más detenimiento en los aviones de
    Airbus.

    Curiosamente, a favor de Airbus se encuentra también la
    compra de McDonnel Douglas que Boeing efectivizó a fines de
    agosto pasado. Esto deja a Airbus como único competidor de
    Boeing en el mercado de jets comerciales. Y ningún cliente
    racional quiere tratar con un solo proveedor.

    Boeing ha reducido sus precios y Airbus los ha vuelto a recortar.
    Esto impactó en las ganancias de Airbus. Los últimos
    informes financieros revelan que, aunque los ingresos del consorcio
    europeo aumentaron el año pasado en dos tercios (llegaron a
    US$ 11.400 millones), las ganancias se redujeron de US$ 377 millones
    en 1996 a US$ 147 millones.

    Y otro aspecto que no favorece a Airbus Industrie es su naturaleza
    cuasi pública. Compañías aeroespaciales de
    cuatro países poseen una parte de la empresa: 38% la alemana
    DASA, otro tanto la francesa Aerospatiale, 20% British Aerospace y 4%
    CASA de España.

    Airbus cuenta con una administración central, pero que no
    ejerce la responsabilidad total de las decisiones. Y, aunque ya no
    depende de los subsidios oficiales, el gobierno de cualquiera de los
    países todavía puede influir, en su carácter de
    socio. Todas las actividades se comparten y supervisan en sus
    más mínimos detalles de acuerdo con la
    participación de cada socio.

    Pero como la integración de Europa está erosionando
    las fronteras nacionales, la presión aumenta para convertir a
    Airbus en una compañía normal con una
    administración independiente que operaría bajo
    disciplinas financieras normales.

    La clave para realizar este cambio sería transferir los
    activos de la empresa que se utilizan para fabricar los aviones de
    Airbus a la nueva compañía y pagar esos activos con
    acciones de la nueva Airbus.

     

    Howard Banks

    © Forbes/MERCADO