Detrás y adelante de la venta de Molinos

    &endash;Usted mismo ha dicho que la industria argentina de los
    alimentos tiene ventajas competitivas como para convertirse en un
    player de clase mundial. ¿La decisión de Bunge & Born
    de desprenderse de Molinos para concentrarse en los commodities lo
    hizo cambiar de opinión?

    &endash;No, para nada. Tenemos claras ventajas, que parten de
    disponer de materias primas básicas como las oleaginosas, el
    trigo, las carnes o la leche. En la medida que una empresa transforme
    esa materia prima competitivamente, obtendrá un producto con
    valor agregado de primer nivel, en calidad y costos, para el mercado
    internacional.

    El gran problema es abrir mercados para productos con valor
    agregado. En el comercio internacional, la Argentina sigue siendo
    vista como una proveedora de commodities.

    &endash;¿Y la decisión de vender no responde,
    aunque sea en parte, a la situación actual del sector en el
    país?

    &endash;No, es más bien una redefinición de la
    estrategia que el grupo adoptó hace unos años. Hoy
    Bunge & Born considera que para ser exitoso debe concentrar
    aún más sus operaciones, y opta por el negocio en el
    que reúne mayores fortalezas. Y el grueso de sus negocios en
    Estados Unidos y Brasil son los commodities. El grupo no tiene una
    empresa de consumo masivo en cada país del continente.

    &endash;Sin embargo, cuenta con Molinos y Santista, que son
    líderes en los dos mercados más importantes del Cono
    Sur.

    &endash;Pero dos mercados no son suficientes para que un grupo
    como éste tenga escala competitiva a nivel mundial. Lo que
    expone esta venta es la realidad de un mundo que se globaliza.
    Actualmente, nadie puede considerar el ingreso de capitales
    extranjeros en términos de resistencia. Si no, imaginemos
    cuán emblemática era Mercedes Benz para los alemanes, y
    hoy la empresa está fusionándose con Chrysler.

    &endash;¿Por qué se decidió el año
    pasado que la empresa abandonara el procesamiento de soja para
    dedicarse a los productos de marca y hoy el grupo justifica su venta
    con el argumento de que la apuesta al valor agregado no cuadra con su
    estrategia?

    &endash;En el ´97 Molinos tenía dos escenarios: o
    continuaba invirtiendo en soja o destinaba ese dinero a fabricar
    productos diferenciados, que aportan 86% de sus utilidades. Y el
    grupo, a pesar de tener una dirección estratégica
    opuesta, permitió que Molinos profundizara su trabajo en los
    productos de marca, porque consideró que era la mejor
    alternativa para la empresa.

    &endash;Esto hace suponer que la venta de Molinos había
    sido prevista hace bastante tiempo…

    &endash;La venta de Molinos no fue algo premeditado. Aunque, en lo
    personal, la decisión no me sorprendió. Analizando el
    rumbo adoptado por el grupo, era un escenario factible.

    &endash;Se habló mucho de la baja rentabilidad de
    Molinos en la última época, y usted aseguró que
    ésa es una característica común a las grandes
    multinacionales del sector.

    &endash;Es así. En todo el mundo, el negocio de los
    alimentos genera entre 3 y 5% de ganancias sobre ventas. En el
    país hay cinco compañías alimentarias que
    cotizan en Bolsa. El año pasado la única que
    ganó fue Molinos. Las cuatro restantes, sumadas, perdieron 3%
    sobre ventas.

    El problema es que en la Argentina se conjugan otros tres factores
    adicionales. Uno es la concentración comercial, que iguala los
    poderes de negociación entre proveedores y retailers. Otro es
    la pauperización en el nivel del consumo, que tiene que ver
    con que en el país haya un tercio de la población con
    algún tipo de problema de empleo. Y el tercer factor es la
    evasión.

    Estas cuestiones tenderán a resolverse en el mediano plazo.
    Y en la medida en que éste sea el juego de los más
    eficientes, Molinos podrá hacer valer sus ventajas
    competitivas, que hoy ya le permiten exportar productos con valor
    agregado a 45 países.

    En estos días escuché decir a alguien “si Molinos
    ganara US$ 80 millones al año sería otra cosa”. Si eso
    sucediera, tendríamos a todas las compañías
    alimentarias del mundo queriendo invertir en la Argentina, porque
    sería una rentabilidad obscena para este negocio.

    &endash;Muchos analistas opinan que Molinos podría tener
    un valor de mercado mayor si, en vez de ofrecerse en bloque, se
    vendiera dividida en unidades de negocios.

    &endash;No imagino ese escenario, por dos razones. Primero, porque
    lo que puede vender el socio mayoritario es su participación
    en la empresa. Vender los negocios de Molinos es una decisión
    que involucra también a los accionistas minoritarios, que
    controlan 40%. Y obviamente, habría que demostrarles que una
    decisión de este tipo generaría un valor adicional para
    Molinos.

    Pero además, las ventajas de escala, logísticas,
    productivas y de exportación que tiene Molinos provienen del
    conjunto de sus negocios. El comprador estaría pagando
    ventajas que se perderían si la empresa se divide. No digo que
    sea imposible, pero sería ridículo.

    &endash;A partir de la venta de Molinos, ¿en qué
    podrían cambiar las apuestas futuras de la industria
    alimentaria local?

    &endash;Absolutamente en nada. Para la Argentina, la apuesta debe
    seguir siendo agregar valor. En la medida que el país se
    comoditice, no generará empleo ni riqueza.

    El modelo agropexportador basado en vender trigo, girasol, aceites
    crudos y harinas no genera ni el empleo ni el valor agregado que
    necesita el país.

    &endash;¿La industria alimentaria argentina necesita
    especializarse en rubros específicos?

    &endash;Sí, definitivamente. Todo va a depender de
    dónde se encuentren las ventajas competitivas. Creo que esas
    ventajas se dan en el trigo, las dos oleaginosas &endash;en especial
    el girasol, porque agregar valor a la soja es más
    difícil&endash; y los derivados de la carne vacuna y la leche.
    Los cítricos también podrían formar parte de ese
    conjunto. En todos esos negocios el país tiene capacidad para
    generar valor agregado.

    &endash;¿Y hacia dónde deberían apuntar las
    apuestas de Molinos?

    &endash;A profundizar su actual estrategia de marcas. Hoy Molinos
    puede hallarse frente a una oportunidad histórica: la de
    generar una compañía regional, transfiriendo
    &endash;con ayuda corporativa&endash; las fortalezas que tiene en la
    Argentina hacia otros mercados, para instalarse como la empresa
    número uno de alimentos de Sudamérica.

    &endash;De ese análisis se desprende que para Molinos
    sería mucho más conveniente ser adquirida por una
    compañía mundial del sector antes que por un fondo de
    inversión.

    &endash;Lo voy a poner de este otro modo. Creo que esta
    compañía vale mucho más para un comprador
    estratégico que tenga network internacional de venta que para
    un fondo de inversión, a menos que este último enfrente
    la compra con una mentalidad estratégica y no con una
    mentalidad táctica de comprar para vender.

    &endash;¿Es posible imaginar que Molinos perderá su
    nombre para convertirse en la filial argentina de una multinacional
    de los alimentos?

    &endash;Si el comprador intentara cambiar el nombre de Molinos
    estaría destruyendo valor. Una empresa que desde hace 95
    años está presente en 100% de los hogares argentinos
    con productos líderes tiene en el nombre su activo principal.
    Perder ese nombre sería una locura.

     

    M. B.