Dónde se expande el plástico

    Tres consultoras internacionales, Mori, Ernst & Young y Kae

    Development, unieron recientemente sus recursos para indagar en la

    situación y las tendencias de los mercados de las tarjetas de

    crédito y débito en América latina,

    Asia/Pacífico y Europa, respectivamente. Se elaboró

    así el más completo estudio sobre el tema de que se

    disponga hasta ahora fuera de Estados Unidos. La investigación

    abarca 18 países. En el capítulo latinoamericano, a

    cargo de Mori, se tomaron las tres principales economías de la

    región: la Argentina, Brasil y México.

    Los datos relevados corresponden a tres tipos de productos,

    definidos en los siguientes términos:

    Tarjetas de débito: las transacciones se debitan de la

    cuenta del usuario de inmediato (o en un plazo no mayor de cuatro

    días).

    Tarjetas de pago: los cargos se acumulan y deben pagarse cada mes.

    Se aplican intereses punitorios a las moras en el pago.

    Tarjetas de crédito: los cargos se acumulan y el saldo

    puede ser amortizado en sucesivos pagos.

    (No se incluyeron, en cambio, las tarjetas de cajero

    automático ni los plásticos emitidos por tiendas o

    comercios que sólo pueden usarse en una cadena de locales.)

     

    Rápido crecimiento

    Los mercados que se analizaron en este estudio crecieron

    velozmente en 1997, a un ritmo de 9%, y su volumen total de

    transacciones sumó US$ 755.200 millones. Se calcula que para

    el año 2001 llegarán a superar el billón.

    En valores, las tarjetas de débito representan un tercio

    del total de transacciones y probablemente incrementen su

    participación en el mercado. Las de crédito siguen

    siendo, sin embargo, el producto más rentable. Se advierte

    también un crecimiento de las tarjetas multifunción.

    Los autores del estudio destacan que la combinación de

    avance tecnológico y aceptación masiva de las tarjetas

    hace cada vez más fácil penetrar nuevos mercados. Sin

    embargo, a pesar de la gran cantidad de programas piloto emprendidos

    en 1997, habrá que esperar no menos de un año para que

    se imponga el uso en gran escala de los monederos

    electrónicos.

    De las tres regiones incluidas en la investigación, Europa

    es la que exhibe el más alto valor de transacciones

    realizadas. Los europeos tienden a utilizar más los

    plásticos, y a gastar más cuando los usan. Pero, si se

    analiza individualmente cada país, los que exhiben mayor

    penetración de las tarjetas en sus mercados son tres

    integrantes de la cuenca del Pacífico: Hong Kong, Singapur y

    Australia. Los índices más bajos se encuentran en la

    India, Indonesia, Tailandia, México, Brasil, Malasia y

    (curiosamente) Italia.

    La Argentina se ubica en un punto intermedio en el rubro de las

    tarjetas de crédito y por debajo de la media mundial en

    tarjetas de débito.

     

    Mayor competencia, menores costos

    El estudio indica que hay una tendencia generalizada al descenso

    de los costos, lo que se explica por el avance de la

    tecnología y por el hecho que, gracias a la mayor

    difusión de las tarjetas, se comparten infraestructuras y se

    logran economías de escala.

    Pero los investigadores advierten que siguen siendo relativamente

    tensas las relaciones entre emisores y comerciantes, que se quejan

    por las comisiones altas, el fraude y la proliferación de

    nuevos productos. Ante este panorama, cada vez más comercios

    se inclinan por las tarjetas de débito, a las que consideran

    más económicas y confiables, lo cual plantea un riesgo

    a largo plazo para el crecimiento de las tarjetas de crédito.

    A medida que crece el mercado, los gobiernos se muestran

    más inclinados a regularlo. Algunos, como el caso de Francia,

    contribuyen a la penetración de los plásticos alentando

    la adopción de tarjetas inteligentes, que reducen los riesgos

    de fraude y permiten controlar el acceso a los fondos. Otros, como

    Singapur, imponen límites al monto de crédito que puede

    ofrecer una tarjeta, y por lo tanto restringen la variedad de

    productos.

    La conclusión general de los autores del estudio es que el

    futuro asoma brillante para los emisores de tarjetas capaces de

    desarrollar sus relaciones con los comerciantes, maximizar el valor

    de las transacciones y el índice de retención de

    usuarios.

     

    Mapa latinoamericano

    En el relevamiento del mercado de América latina realizado

    por Mori, Brasil lidera ampliamente, como era de esperarse, el

    ranking de plásticos emitidos (20 millones de tarjetas de

    crédito, 32 millones de débito), y de valor total de

    las transacciones (US$ 31.000 millones entre ambos productos). Pero

    el índice de penetración es bastante más elevado

    en la Argentina: 0,38 tarjetas per capita, frente a 0,31 en Brasil y

    0,19 en México.

    Es notable, sin embargo, el fuerte rezago de la Argentina en el

    segmento de las tarjetas de débito. Allí lidera Brasil,

    con 0,19 unidades per capita, seguido por México (0,11) y la

    Argentina (con apenas 0,09).

    Los mexicanos, en cambio, registran el valor más alto por

    transacción: US$ 105 en el caso de las tarjetas de

    crédito y US$ 91 para las de débito.

    El estudio de Mori revela que el panorama es particularmente

    alentador en la Argentina, donde el mercado de las tarjetas viene

    creciendo a un saludable ritmo de 20% anual desde 1995. Las tarjetas

    de crédito y pago canalizan alrededor de 35% del consumo. Pero

    la participación de las tarjetas de débito es

    todavía incipiente: absorben sólo 1% del gasto, aunque

    es notable su crecimiento en los últimos años, a partir

    de una base casi inexistente.

    Otras características del mercado argentino destacadas en

    la investigación son la expansión de las tarjetas

    regionales y la proliferación de los convenios de co-branding.

    En cuanto al futuro, Mori pronostica un fuerte crecimiento de las

    tarjetas de débito, alentado por la bancarización

    obligada de los empleados (“aunque es difícil predecir hasta

    qué punto las tarjetas se usarán sólo para

    extracciones de fondos o si se extenderá su uso a los puntos

    de venta”, advierte el estudio).

    En Brasil la derrota de la hiperinflación hizo revivir el

    mercado de las tarjetas de crédito, que en 1991 apenas

    había registrado operaciones por US$ 1.323 millones y

    trepó el año pasado a US$ 30.000 millones. Las tarjetas

    de débito muestran una evolución aún más

    espectacular en este período: pasaron de US$ 30 millones a US$

    1.000 millones. Visa Electron emitió 8,5 millones de

    plásticos el año pasado, y Maestro sumó 5

    millones de nuevos usuarios.

    El volumen total de tarjetas emitidas se incrementó en 23%

    el último año.

    Sin embargo, las altas tasas de interés y el temor a una

    devaluación alejan a los usuarios brasileños de las

    facilidades de crédito. Sólo 35% opta por escalonar los

    pagos, frente a un promedio de 70% en la región.

    Los productos premium tienen en Brasil una inusual

    gravitación: las tarjetas doradas representan 35% del total de

    plásticos emitidos, lo que refleja en buena medida el alto

    perfil socioeconómico de los usuarios.

    El principal competidor de las tarjetas en Brasil es el cheque, el

    medio de pago (y de crédito) preferido por la mitad de la

    población.

     

    Los efectos del tequila

    La situación del mercado en México es, por cierto,

    singular. La crisis del tequila en 1995 arrasó con 70% de los

    plásticos emitidos. Lo que está en curso ahora es una

    lenta reconstrucción. Entre 1991 y 1997 el número de

    tarjetas de crédito descendió de 12,7 a 8 millones y

    los analistas del sector esperan que se llegue a 10 millones en el

    2001.

    La estrategia de los emisores ha sido reemplazar los

    plásticos anulados y bloqueados durante la crisis por tarjetas

    de débito, que suman ahora 11 millones (frente a apenas

    750.000 en 1991). La idea es reducir los márgenes de riesgo y

    alentar mayor responsabilidad financiera entre los usuarios. Lo

    cierto es que, de los 12 millones de plásticos que acumula

    Visa en México, la mitad corresponde a tarjetas Electron,

    emitidas por 15 bancos.

    El gran rival de las tarjetas en México es el dinero en

    efectivo, lo que en buena medida se debe al peso de la

    economía informal y a la alta incidencia del fraude con

    cheques y plásticos.