Cómo hacen los que ya están haciendo

    Podría parecer ocioso, a esta altura, hablar del ya

    ultrafamoso problema del año 2000. Tan sencillo de describir

    (la imposibilidad de que los sistemas informáticos actuales

    reconozcan al año 2000, dado que, como tienen sólo dos

    dígitos para indicar el año, lo confundirán con

    el 1900) como de localizar su origen (la decisión de los

    programadores de los años ´70, debida a los altísimos

    costos de memoria y la bajísima potencia de procesamiento de

    entonces), sigue siendo, sin embargo, complejo de resolver.

    La complejidad no tiene que ver únicamente con los costos

    &endash;sólo en la Argentina se calcula que la

    inversión necesaria para adecuar los sistemas rondará

    los US$ 1.500 millones&endash; sino, sobre todo, con la escasez de

    tiempo para completar la adaptación. Tanto es así que

    la mayoría de los analistas está segura de que no todas

    las empresas llegarán a tiempo y, por ejemplo, es un secreto a

    voces que más de una línea aérea corre el riesgo

    de tener que suspender sus vuelos del último día de

    1999.

    Es obvio que aquellos que completen exitosamente la

    reconversión gozarán de una importante ventaja

    competitiva frente a sus competidores. No obstante, en ciertos casos

    esa ventaja podría relativizarse bastante si proveedores,

    distribuidores o clientes no hubieran completado el proceso.

    Como prueba de que la situación es preocupante valga una

    encuesta que la Secretaría de la Función Pública

    efectuó días atrás entre los asistentes a una

    conferencia que organizó con la presencia de Peter de Jager,

    la máxima autoridad mundial en el tema: apenas 8% de quienes

    respondieron aseguraron haber comenzado las tareas para superar el

    inconveniente y sólo 30% admitió que se trata de un

    problema de alto impacto.

    Según los resultados de ese relevamiento, 45% no ha

    comenzado a trabajar al respecto y/o no tiene intención de

    hacerlo, y 37% afirmó que empezará a la brevedad. Por

    otra parte, 38% reconoció al problema como de impacto medio. Y

    sólo 59% cree que se verán comprometidos sus sistemas

    críticos, que podrían generarse consecuencias legales

    negativas si no se solucionara el problema y que éste es mucho

    más complejo que otros inconvenientes afrontados anteriormente

    por sus compañías.

    En semejante contexto vale observar dos modelos de cómo

    atacar el problema del año 2000.

     

    Junto con los clientes

    En el BankBoston hace tiempo comenzó a recorrerse el camino

    para llegar exitosamente al 2000. Actualmente el programa año

    2000 compatible de la entidad, llamado Proyecto Millennium,

    está en una fase en la cual sus máximos responsables

    están recorriendo el mundo para explicar a sus sucursales y a

    sus principales clientes la solución aplicada. Por esa

    razón acaban de pasar por Buenos Aires John Mastromarino y

    David Iacino, máximos ejecutivos internacionales de

    Gestión de Riesgo y de Tecnología, respectivamente.

    La preocupación del Boston por este tema está

    reflejada en que dedicó a su solución a casi 600 de los

    23.000 empleados que tiene en el mundo e invirtió US$ 50

    millones durante cuatro años. “Eso &endash;aclara

    Iacino&endash;, porque empezamos temprano; si comenzáramos

    hoy, el mismo trabajo nos costaría tres o cuatro veces

    más.”

    De la complejidad de la cuestión da cuenta el siguiente

    relato de Iacino: “Tuvimos que desmenuzar e interpretar programas

    hechos hace más de 30 años. Hemos encontrado más

    de 100 formas para crear fechas a través de códigos.

    Hay que tener en cuenta que sólo nosotros tenemos unas 500

    aplicaciones y que éstas no sólo deben poder hablar

    entre ellas sino también con las de otros bancos, bancos

    centrales, proveedores y clientes”.

    “Más allá de la tecnología &endash;dice

    Mastromarino&endash; está la gestión de riesgo. El

    riesgo primario estaba en los préstamos. Otro riesgo eran las

    exigencias de seguridad que imponen las reglamentaciones de los

    bancos centrales. Y otro era la posibilidad de no poder atender

    debidamente a los clientes.”

    Mastromarino agrega que durante todo el año próximo

    el programa va a ser testeado y revisado continuamente, al tiempo que

    se intensificarán las tareas promocionales. “Esperamos

    &endash;se entusiasma&endash; convertirlo en una ventaja de

    marketing. Queremos que cada empresa sepa que nosotros vamos a estar

    sincronizados y que si hacen negocios con nuestros bancos pueden

    estar seguras.”

     

    Huyendo hacia el 2050

    Por ser exclusivamente local, la magnitud del Banco Credicoop es

    mucho más pequeña que la del BankBoston. Esto, sin

    embargo, no quiere decir que el problema del año 2000 sea

    simple de resolver. Gustavo Fracchia, responsable del proyecto,

    cuenta la historia: “Hace un año y medio nos pusimos a buscar

    información, en el país y en el exterior, y a estudiar

    el tema. Llegamos a evaluar realmente 12 herramientas, hasta que

    estuvimos en condiciones de armar el proyecto”.

    Pablo Recepter, gerente de Sistemas, agrega: “Así estuvimos

    en condiciones de determinar la metodología y seleccionar las

    herramientas y los proveedores”. Origin fue contratada como

    proveedora de la metodología y gerenciadora de la etapa de

    análisis de impacto; Sapiens, como proveedora de herramientas

    y servicios, e Hista, una firma especializada en testeos

    informáticos, para la etapa final de pruebas.

    Durante el último trimestre del año pasado

    concluyó la etapa de análisis del proyecto y

    quedó definido el plan de conversión y testeo que,

    según se prevé, estará listo en diciembre de

    este año. “Tomamos el recaudo de scannear todo &endash;explica

    Fracchia&endash;, lo que suponíamos que podría ser

    compatible y lo que sabíamos que no lo sería. Hoy

    sabemos cuáles son las instrucciones que hay que modificar en

    cada programa, y cómo hacerlo.”

    Según su responsable, el proyecto tiene hoy “dos grandes

    líneas: el test de los sistemas compatibles y, luego, la

    conversión y el testeo de los no compatibles”. Fracchia

    confiesa que en el camino se llevaron “varias sorpresas”, vinculadas

    más con el grado o la forma de las incompatibilidades que con

    la dispersión de sus orígenes. “Tuvimos que revisar 7,2

    millones de líneas en mainframes y 1,3 millón en PC”,

    precisa.

    Una de las discusiones iniciales, según Recepter, fue si

    sería conveniente reemplazar todos los sistemas por una

    reingeniería global y concluyente. La respuesta fue negativa.

    El gerente lo explica: “Una reingeniería total es imposible.

    Se puede cambiar hasta 70% u 80% por el sistema más integrado

    posible, pero resolvimos cambiar sólo aquello que nos

    pareció importante reemplazar y algunas otras cosas en las que

    el costo por impacto aconsejaba el cambio. En total, la

    sustitución de programas no fue superior a 20% de nuestros

    sistemas”.

    Finalmente se resolvió no expandir la base de datos

    central, lo que significa que todos los datos se encuentran en esa

    base, en dos dígitos, y son interpretados por un algoritmo que

    considera a toda fecha de año menor a 50 como del 2000. “La

    decisión &endash;cuenta Fracchia&endash; llevó su

    tiempo y su discusión. Creemos que hicimos bien. Claro: eso

    supone que de aquí al 2050 vamos a cambiar las bases por una

    tecnología nueva.” En otras palabras, significa haber comprado

    tiempo para minimizar el costo ahora y esperar mejores oportunidades

    y desarrollos tecnológicos para hacer el cambio.

    En cuanto a la interacción con otras empresas u organismos,

    Recepter señala: “Determinamos que el banco tiene 500

    interfases externas. Eso disparó una serie de conversaciones

    con cada uno de esos interlocutores para intercambiar

    información. Nuestra posición es que cada uno resuelva

    el problema como quiera pero que nos informe cómo lo hace,

    para que podamos mantener la integración con nuestra

    operatoria”.

    Informes: Tamara Dupont