Bancos
El Citi le pone pimienta a la City
Cuando parecía volver a la rutina después de las
superfusiones del año pasado, el mercado financiero argentino
volvió a conmoverse por los pasos de un gigante internacional.
Sólo que esta vez el gigante no es español ni
británico, sino norteamericano: el Citibank.
El anuncio de la unión entre Citicorp y Travelers Group, a
comienzos de abril (ver página 175), provocó torrentes
de adrenalina en los principales despachos de la City, especialmente
en los de aquellas entidades que el año pasado fueron
absorbidas por grandes bancos extranjeros y ahora, además de
la lucha competitiva por conservar y mejorar sus posiciones en el
mercado, están afrontando el siempre difícil proceso de
fusión cultural del management.
La sospecha de que el Citi podría decidir pisar el
acelerador en la plaza local se convirtió inmediatamente en
evidencia, cuando anunció la venta de la mitad de su grupo
previsional Siembra al conglomerado bancario español
Argentaria por US$ 277 millones.
El grupo previsional Siembra incluye la AFJP homónima, una
de las cuatro mayores del país con más de 850.000
afiliados y una cartera de US$ 1.406 millones; Siembra Retiro,
líder en seguros de retiro con 43% del mercado y más de
US$ 450 millones, y Sur Seguros de Vida, una de las tres principales
de la plaza, con 6% del mercado y primas emitidas en 1997 por US$
66,4 millones.
Por un lado, fue un excelente negocio: menos de un año
atrás, el Citi había comprado 50% de Siembra al
Santander (que acababa de adquirir el Banco Río, antiguo socio
del Citi en Siembra, pero ya tenía sus propios intereses en la
AFJP Orígenes) por US$ 40 millones menos.
Pero no se trató de una simple toma de ganancias:
según trascendió &endash;y no fue desmentido por sus
autoridades&endash;, el Citi se propone crecer de golpe mediante la
compra de entidades financieras locales. Los elegidos serían
los bancos de sus socios en Citicorp Equity Investment (CEI), la
empresa dedicada a los negocios no financieros del grupo: Raúl
Moneta y la familia Wertheim.
Moneta es el presidente y principal propietario del grupo
República, nacido a partir de un banco principalmente
mayorista y que hace un año y medio ganó la
privatización de los bancos de Mendoza y de Previsión
Social de Mendoza.
La familia Wertheim era dueña de la totalidad de las
acciones del Banco Mercantil y de 30% del Banco Caja de Ahorro y
Seguro &endash;principal asegurador del país en automotores y
vida&endash;, que a mediados de abril anunciaron su fusión
bajo el nombre del último. La nueva entidad tiene activos por
US$ 1.800 millones y más de 130 sucursales.
Mucho ruido y pocos datos
Es usual que cada vez que cae una entidad financiera, ahorristas y
analistas desnuden una llamativa falta de información sobre la
institución fallida. Probablemente contribuya a solucionar ese
problema la obligación, que estará vigente en poco
tiempo más, de que los bancos exhiban en sus pizarras las
calificaciones que les asignan las evaluadoras de riesgo.
Aunque acaso la solución no sea total, según
sospechan algunos economistas que recuerdan que tres años
atrás, cuando cayó el Banco Integrado Departamental,
fue un secreto a voces que una de las principales calificadoras
locales &endash;hoy socia de una de las más importantes
calificadoras internacionales&endash; le había otorgado una
alta nota.
“Si tenemos en cuenta que el esposo de una de las socias de esa
calificadora era entonces un altísimo funcionario del Banco
Central, por lo que podemos suponer que no había ninguna
dificultad de acceso a la información, estamos frente a uno de
dos problemas: o la información del Banco Central no es
confiable o no todas las calificadoras son confiables”, razona uno de
los economistas consultados.
Que hay bastante ruido en la información sobre las
entidades financiera lo demuestra el hecho de que hubo que esperar a
que cayera el Banco Patricios para saber que lo que se había
anunciado &endash;y nadie, ni siquiera el Banco Central, había
desmentido&endash; como un aporte de capital del grupo
suizo-español Socimer había sido en realidad un vulgar
depósito a plazo fijo.
Aclaraciones
El capitalismo llegó al campo
La nota de portada de la edición de marzo de MERCADO merece
un par de aclaraciones.
* En una carta que hizo llegar a esta revista, el asesor
presidencial Miguel Ferré objeta una opinión del ex
presidente del Inta Héctor Huergo, quien dice en la nota que
el ex presidente Juan Perón “inauguró” las retenciones
sobre las exportaciones agropecuarias. “Si el ingeniero Huergo se
refiere a las retenciones como tales, fueron introducidas a
través del decreto 11.917/58, durante el gobierno del Dr.
Arturo Frondizi. Si, por el contrario, quiere apuntar a los
mecanismos de cambio diferenciales, tampoco fue el general
Perón quien los puso en funcionamiento, sino los sucesivos
gobiernos de la década iniciada en 1930. Como consecuencia de
la grave crisis del sistema económico mundial de 1929, los
gobiernos de entonces establecieron no solamente los citados
mecanismos cambiarios, sino que crearon las Juntas y las Comisiones
Reguladoras”.
Consultado por MERCADO, Huergo respondió: “Tiene
razón el ingeniero Ferré. Lo que el peronismo de 1946 a
1955 inauguró &endash;y esto fue lo que quise decir; o no lo
expresé bien o no se me interpretó bien&endash; fue una
visión industrialista que incluyó un mecanismo de
captación de la renta agraria, con el argumento de que no era
un sector dinámico y no merecía manejar su propia
renta. En mayor o menor medida, cada gobierno posterior al de
Perón tomó esa idea y la continuó. Hasta el
liberal Adalbert Krieger Vasena (ministro de Economía del
general Juan Carlos Onganía entre 1967 y 1969) aplicó
retenciones. Mi tesis es que el campo era un sector dinámico
pero fue sistemáticamente discriminado hasta la
convertibilidad”.
* Como bien lo hizo notar el lector Ricardo Brixy, en el cuadro de
la página 23 se expresa que en la temporada 1996-97 la
producción argentina de leche fue de 8.900 millones de litros
y en el de la página 24 se dice que fue de 5.000 millones. La
cifra correcta es la primera. Por lo tanto, la producción
lechera de los establecimientos pertenecientes a las empresas de
George Soros equivale a 0,18% de la producción nacional y no a
0,32%, como se publicó.
Telefónicas
0-609: la nueva batalla
Como si tuvieran pocos frentes abiertos, las operadoras de
telefonía básica acaban de comprobar que lo que
nació este año como un brillante negocio, se
convirtió rápidamente en un nuevo dolor de cabeza: las
líneas 0-609.
Impulsadas por los programas de televisión que incluyen
concursos, las 0-609 funcionan desde principios de año. En
materia tecnológica, el funcionamiento es básicamente
similar al de los anteriores servicios de audio-texto (las
líneas 0-600) pero permite una mayor cantidad de llamadas:
hasta 600.000 por hora.
Las diferencias, en cambio, son enormes a la hora de las tarifas:
las 0-609 cuestan $ 3 más IVA cada 10 segundos, frente a los $
0,45 más IVA por minuto de las 0-600. Con un agravante:
mientras en las 0-600 una grabación advierte sobre el costo de
la llamada, dando al usuario la posibilidad de cancelarla, en las
0-609 sólo se escucha un beep. Lo que se deriva en otro
agravante: mucha gente cree que la comunicación se
interrumpió y repite la llamada, duplicando el costo.
De la facturación, 10% va para las telefónicas,
entre 5% y 15% para las operadoras del servicio y el resto para la
producción de los programas. Hay tres operadoras: la
brasileña Teletv, Audiotel (del grupo Clarín) y
Telinfor, perteneciente a Alejandro Mc Farlane, ex subsecretario de
la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side) que dirige su
suegro, Hugo Anzorreguy. Se calcula que entre TV abierta y por cable
hay un centenar de programas que promueven este servicio.
Como la mayoría de esos programas de TV comenzó en
marzo, el impacto para los consumidores comenzó a notarse en
las facturas que recibieron hacia fines de abril. Y pese a que las
telefónicas se quedan con la menor parte del negocio, son las
que facturan y deben cobrar a los usuarios. Es decir: son las que ya
están recibiendo las protestas.