Tendencias

    El proyecto Tobin

    Asustando al capital

    En 1972 el economista James Tobin propuso un impuesto a las
    operaciones de cambio que permitiera a los gobiernos recuperar cierta
    autonomía en materia de política macroeconómica.
    Aunque nunca logró consenso, la idea resurge
    periódicamente, especialmente en épocas de grandes
    desórdenes monetarios internacionales, como la crisis europea
    del ´92 o la mexicana del ´94. Pero desaparece al poco tiempo,
    tildada de idealista e irrealista por el establishment
    económico.

    Un grupo de expertos (entre ellos Peter Kenen, de Princeton,
    Jefrrey Frankel y Barry Eichegreen, de Berkeley) analizó
    más recientemente el impacto de un impuesto de este tipo sobre
    los flujos financieros y las políticas monetarias, en
    particular con respecto a su capacidad de estabilizar estos flujos,
    permitir una mayor autonomía política y crear fuentes
    de ingresos fiscales. En estos estudios el impuesto en
    cuestión aparece como prometedor. Por otra parte, diversas
    figuras públicas, como Jacques Delors, Bouttros Ghali y Barber
    Conable, le dieron su apoyo.

    Según Warde, una conspiración de silencio rodea a
    este estudio, que no fue comentado por la prensa especializada
    anglosajona. El autor enumera una cantidad de hechos y datos con
    respecto al volumen, la duración y la permanencia de los
    flujos de capitales en las distintas plazas financieras del mundo e
    intenta desmitificar la imagen de eficiencia de los mercados
    financieros internacionales.

    Uno de los pocos ejemplos concretos que cita es el de Chile, que
    tras instaurar una serie de medidas para desincentivar los flujos de
    capital de corto plazo logró mayor estabilidad financiera que
    los otros países de América latina.

    Sin ignorar los problemas prácticos que puede acarrear su
    implementación, Warde defiende la aplicación de tasas
    bajas (0,25% o 0,05%) que podrían producir importantes
    ingresos fiscales, y considera que es en esta dimensión, la de
    ingresos tributarios, donde se debe trabajar para intentar convencer
    a los gobiernos (que tienen cada vez mayores problemas para
    financiarse) de aplicar un esquema tributario de este estilo.

     

    Conflictos europeos

    Jaén, levántate brava…

    El proceso de unión monetaria no es de ninguna manera el
    único aspecto conflictivo de la construcción europea.
    Una de las cuestiones más candentes del momento es la
    discusión sobre la Política Agrícola
    Común. La ministra española de Agricultura, Loyola de
    Palacio, está luchando palmo a palmo contra el comisario
    europeo, Franz Fischler, para evitar el rigor presupuestario que
    busca reducir (o al menos no aumentar) las ayudas al aceite de oliva
    y otros productos mediterráneos, a favor de los llamados
    cultivos continentales.

    Según el diario El País de Madrid, la
    discusión sobre las subvenciones agrícolas y los fondos
    estructurales del período 2000-2006 enfrenta en la
    Unión Europea “a ricos y pobres, a Norte y Sur”.

    Fischler está embarcado en una ardua tarea que tiene
    asegurada una recepción hostil, ya que sus medidas
    serán inmediatamente denunciadas por los agricultores y
    políticos de toda Europa. Los cambios se orientan hacia una
    reducción de los precios mínimos garantizados y de las
    subvenciones agrícolas y una desregulación paulatina
    del sector, teniendo en mente tanto la presión de los socios
    comerciales de la Unión como la próxima
    incorporación de países de Europa del Este, a los que
    resultaría sumamente oneroso extender los beneficios de la
    Política Agrícola Común.

     

    La profundización del Mercosur

    El peso argentino

    Aunque al principio el Mercosur fue extremadamente dependiente de
    las decisiones políticas (sobre todo presidenciales), con la
    profundización del proceso han surgido nuevos actores que
    tienen intereses en su consolidación y hoy sustentan la
    dinámica del proceso de integración.

    Este proceso se refleja en la importancia de Brasil como destino
    para las exportaciones argentinas, pero también – aunque
    sea menos reconocida – en la importancia de la Argentina, que
    es el segundo destino de las exportaciones brasileñas y el que
    más ha contribuido a la expansión del gigante.

    Si se consideran la distribución sectorial y la regional,
    la Argentina también ocupa un lugar central en las relaciones
    externas de Brasil. Desde el punto de vista regional, es innegable su
    importancia como mercado, no sólo para los estados más
    desarrollados de Brasil (San Pablo, Río, Minas Gerais), sino
    también para los estados con escaso desarrollo exportador del
    norte y el nordeste.