Ya en la recta final, el certamen que se celebra desde hace 39
años en Nueva York se apresta a encarar una nueva etapa.
Luego de cambiar nuevamente de manos, los Clio Awards se plantean
dos objetivos por demás ambiciosos: por un lado, continuar en
la senda de la recuperación del prestigio que supo ganar el
certamen en su época de oro, hasta colocarse en la cima del
podio de lo que constituye esa suerte de Grand Slam de los festivales
internacionales de publicidad; por el otro – que de
algún modo contribuye al primero – , presentarse como una
verdadera usina de formación para sus participantes.
En ese camino, su flamante director ejecutivo, Andrew Jaffe, no ha
escatimado esfuerzos para mostrar a la edición de este
año como un evento absolutamente renovado. Así, lo que
empezó tímidamente en el ´97 con unas módicas
charlas que en su momento fueron caracterizadas como “nociones
básicas del negocio” se ha transformado esta vez en un
intensivo seminario creativo de cinco días de duración,
del 12 al 16 de mayo.
Los concurrentes podrán enterarse de los problemas que
aquejan a las grandes agencias globales, de la mano de Rick Boyko,
cabeza creativa de Ogilvy & Mather Nueva York; zambullirse en el
mundo de las nuevas herramientas creativas digitales con Bill
Niffenberger, uno de los líderes en la materia; aprender
cómo captar la atención de los actuales consumidores
cínicos, entender cómo inciden las culturas juveniles
en la publicidad, cómo orientar a su director comercial sin
asfixiarlo, cómo hacer grandes trabajos en gráfica y en
televisión, y hasta cómo argumentar frente a los
abogados de sus clientes para que no pongan obstáculos a sus
ideas más risqué. Todo esto con la presencia de figuras
destacadas en cada cuestión.
Como cuadra a todo festival, se exhibirá – en
distintos días y horarios para comodidad de los
participantes – la short list de televisión y las piezas
gráficas, y por supuesto habrá galas para la entrega de
premios. En respuesta a las numerosas quejas escuchadas en la
ceremonia anterior con respecto a su casi agobiante duración,
este año se ha desdoblado en dos eventos – al estilo
Cannes – , uno para gráfica y otro para fílmica,
el primero en el Hudson Theatre y el segundo en el Alice Tully Hall
del Lincoln Center. En ambos casos se prometen fiestas rumbosas
regadas de champán.
El representante del certamen en la Argentina, Carlos Acosta,
expresó su satisfacción por el ritmo de las
inscripciones, que auguran una sólida presencia local y, por
ende, buenas chances a la hora de los ansiados galardones.
V.R.