La crisis interrumpió un ciclo floreciente, y el año
cerró bajo el signo de la incertidumbre. En 1998 la
evolución de la plaza seguirá dependiendo
fundamentalmente de la intervención externa y de las AFJP.
La reciente crisis financiera mundial caló muy hondo en el
mercado bursátil local, que a mediados de noviembre
llegó a caer más de 30% con respecto a los precios
anteriores al llamado efecto arroz, que conmovió a los
principales países del este y sudeste asiáticos.
El tembladeral dejó huellas muy profundas en algunos
operadores, especialmente en los que se hallaban caucionados
(endeudados). Por su condición de tenedores débiles, no
estuvieron en condiciones de aguantar el temporal y tuvieron que
salir a liquidar posiciones para reponer márgenes de
garantía o hacer frente a los compromisos que habían
contraído para adquirir las acciones.
Contrastes acentuados
En las semanas previas a la crisis el mercado se encontraba en un
ciclo de fuerte suba, con valorizaciones que llegaban a quintuplicar
con holgura los valores de fines de diciembre del año pasado.
Tal era el caso de Carlos Casado, que en menos de diez meses
había acumulado una valorización de 554,5%. Otros
desempeños notables fueron los de Acindar, con 129%, Siderar,
con 116%, y Siderca, con 99,2%.
Como era de esperarse, ante los primeros signos fuertes de baja,
quienes se encontraban con semejantes ganancias acumuladas salieron
desesperadamente a vender para evitar que el derrumbe de los precios
los atrapara e hiciera desaparecer las utilidades. Por su parte, los
que habían tomado posiciones recientemente también
salieron a liquidarlas ante el temor de tener que absorber fuertes
pérdidas.
Dentro de este contexto negativo, hubo algunos aspectos
alentadores. En ningún momento el mercado se secó. Por
el contrario, continuó manteniendo un elevado grado de
liquidez que permitió a los apurados vender sin mayores
problemas.
Esta es una cuestión de fundamental importancia para los
operadores del exterior, acostumbrados a salir cuando lo desean. Si
el mercado se hubiera cerrado, sentaría un mal antecedente,
que muy probablemente tendría un impacto cuando la
situación se normalizara y los operadores externos comenzaran
nuevamente a analizar la posibilidad de invertir con miras al mediano
y largo plazo.
Esto último es muy importante, porque las compras del
exterior se mantuvieron más o menos constantes durante la
crisis, pero estuvieron constituidas fundamentalmente por operaciones
de trading de muy corto plazo. Por esta razón, cuando los
precios insinuaban una recuperación, debían hacer
frente a estas ventas orientadas a concretar ganancias
rápidas.
Los grandes inversores
Esta se constituyó en una de las causas principales de la
gran volatilidad que presentaban los mercados, mientras que las AFJP,
los grandes inversores institucionales locales, mostraban una gran
cautela. De esta forma, durante la crisis el mercado quedó
librado casi exclusivamente a la actividad de los brokers y de los
grandes inversores particulares.
A fines de septiembre la cartera accionaria conjunta de las
entidades previsionales sumaba $ 1.937 millones, y al concluir
octubre, debido a la merma de las cotizaciones, quedó reducida
a 1.578 millones (lo que equivale a una caída de 18,5%). En
noviembre se recuperó a $ 1.719 millones.
En octubre las AFJP no efectuaron ventas importantes. Las
únicas que realizaron (alrededor de $ 75 millones) se
concentraron en Telecom, YPF y Siderar y estuvieron destinadas, en
general, a recaudar fondos para comprar las acciones del debutante
Banco Río.
A fines de ese mes las tenencias de este papel sumaban $ 52
millones, que en noviembre se elevaron a $ 72,8 millones.
En octubre y en menor medida en noviembre las AFJP se mantuvieron
al margen de la evolución del mercado, pero durante este
año deberán volver a intervenir, para que la plaza se
consolide y gane en liquidez. Esto no significa que los precios
acompañarán ese proceso, pero en un contexto más
normal y con un razonable nivel de actividad económica
podría haber un mercado ampliado y más diversificado,
condiciones indispensables para seguir atrayendo a los grandes
operadores internacionales.
Los fondos
En los últimos años una porción muy
significativa de los negocios realizados en este ámbito se
originó en operaciones provenientes del exterior. Con
excepción de las compras realizadas por las AFJP y algunos
grupos locales, los pequeños y medianos inversores argentinos
prefirieron continuar concentrando sus negocios en los certificados
de depósitos a plazo fijo, tanto en pesos como en
dólares, pero contando siempre con el paraguas protector de
las entidades bancarias.
A mediados de 1997 comenzó a observarse una mayor afluencia
de capitales hacia los Fondos Comunes de Inversión de Renta
Variable, que canalizan la casi totalidad de su patrimonio hacia las
acciones. Como consecuencia de la crisis, esta corriente se
frenó, con el agravante de que muchos ahorristas decidieron
salir del negocio, ante la envergadura que alcanzaron las bajas en
algunas ruedas.
Sin embargo, es importante destacar que el retiro no fue masivo y
hubo inversores medianos y pequeños que aprovecharon la
oportunidad para comprar nuevas cuotas parte.
A fines de septiembre los Fondos de Renta Variable habían
alcanzado un patrimonio de $ 521 millones que, aunque no era muy
representativo para el mercado local, permitía alentar
esperanzas de que en el futuro pudieran captar cifras importantes.
Por efecto de la crisis, en octubre la cartera declinó a $
436 millones. En noviembre recuperó algo ($ 453 millones). En
el mercado predomina, sin embargo, la sensación de que en los
próximos meses esta cifra no mostrará grandes cambios,
debido a que por un tiempo los inversores preferirán
mantenerse a la expectativa, canalizando el dinero en colocaciones de
menor riesgo.
Las compañías de seguros son los otros inversores
institucionales importantes que a partir del año pasado se
incorporaron en forma creciente al mercado de capitales. Entre ellas
se destacan las que operan en los ramos vida y retiro, pero estas
entidades no intervienen en la plaza accionaria. Derivan la casi
totalidad de sus capitales hacia colocaciones de muy bajo riesgo.
Garantizan a sus clientes una tasa anual mínima de 4%, lo que
las obliga a evitar cualquier colocación que pueda poner en
riesgo esa rentabilidad anual.
Tendencias
De todo esto surge que durante este año la evolución
de la plaza seguirá dependiendo fundamentalmente de la
intervención externa y de las AFJP, cuyas compras netas de
acciones pueden estimarse entre $ 600 y 700 millones sobre los $
3.500 que recaudarían en concepto de nuevos aportes de los
afiliados.
Una canalización hacia las acciones de esta magnitud
(17/20%) sobre los aportes que reciban es considerada razonable y
resultaría coherente con la participación que al 30 de
noviembre tenían las acciones dentro de su cartera total, que
ascendía a $ 8.251 millones. A esa fecha participaban con
20,8% de esta última cifra, de manera que, si deciden mantener
esta relación, las compras netas durante el año
ascenderían a más de $ 700 millones.
Con esto, más las valorizaciones que puedan producirse
durante el año, a fines de diciembre de 1998 las tenencias
accionarias de las AFJP se ubicarían por encima de $ 2.500
millones, una suma que ya comenzaría a ser determinante para
un mercado como el argentino, especialmente si se tiene en cuenta que
esas tenencias no vuelven rápidamente a la plaza por dos
razones: la modalidad de operación a largo plazo de estas
entidades y la reducida dimensión del mercado, que no le
permite concretar ventas masivas sin soportar pérdidas de gran
magnitud.
L. G.