El valor de las marcas

    Si hay algo que define a Unilever, el gigante
    anglo-holandés de la industria del consumo masivo, es la
    penetración lograda por sus marcas en cada uno de los 160
    países en los que se comercializan sus productos. La filial
    local no es la excepción: Skip, Ala, Rexona, Axe, Impulse, Lux
    y Sedal – por citar sólo algunos ejemplos – le
    permitieron a Unilever de Argentina ganar una presencia creciente en
    las góndolas y el liderazgo en los mercados de detergentes
    para la ropa, desodorantes, jabones de tocador y productos para el
    cabello.

    Esas mismas marcas conforman una de las claves del crecimiento de
    la empresa en los últimos años. Unilever pasó de
    facturar $ 587 millones en el ´93 a alcanzar una cifra estimada en $
    870 millones durante 1997.

    Según Luis Mario Castro, presidente de la empresa, otro de
    los factores que contribuyeron al crecimiento de la empresa fue “el
    fin de la alta inflación, lo que produjo un incremento en el
    ingreso real de la gente, y un mejoramiento de la economía
    argentina en términos de productividad, a la que Unilever no
    fue ajena”.

    La combinación de estabilidad, apertura de los mercados y
    reducción de costos “se trasladó a los precios de venta
    y a una mejora en la calidad de los productos. De esa forma se
    beneficiaron los consumidores, aumentó la demanda y nuestras
    ventas crecieron”, sintetiza Castro.

    A la hora de definir a la compañía, los ejecutivos
    de Unilever la describen como “una empresa multinacional multilocal”.

    “En materia de sinergias y desarrollos pensamos de manera global,
    porque aprovechamos la ventaja que supone tener a una gran
    corporación por detrás. Pero cuando actuamos en cada
    mercado adecuamos nuestra oferta y la estrategia de marketing a las
    pautas de consumo y al lenguaje de los consumidores locales”,
    señala Castro.

    El trabajo sobre las marcas en cada mercado es parte esencial del
    éxito de la empresa. Y hacia allí apuntan los
    esfuerzos. “En desarrollo de marketing – sumando publicidad,
    promociones en el punto de venta, bonificaciones y descuentos –
    invertimos cada año cerca de 20% de nuestra
    facturación”, reconoce Castro. Lo que, en 1997,
    representó un desembolso de casi $ 175 millones.

    A esa tarea, la filial local debió sumar, en los
    últimos años, una adecuación de su
    vinculación con los canales de comercialización que
    permitiera dar respuesta al fenómeno de concentración
    que comenzaba a perfilarse en el país. “La importancia que iba
    ganando el canal de súper e hipermercados era un dato
    relevante para la empresa. Y nos obligó a adaptar nuestras
    estrategias comerciales a esa nueva circunstancia.”

    La solución – apunta Castro – “consistió
    en tratar de ser todo lo eficientes que resultara posible, apuntando
    a generar ahorros desde la misma cadena de distribución.
    Así, nos vinculamos con cada uno de los clientes en una
    relación de costo/beneficio, adaptando nuestra
    logística y adecuando las entregas. La estrategia nos
    permitió lograr una calidad y un servicio superiores, que nos
    ubicaron por encima de la competencia.”

     

    El frío, un negocio caliente

    Junto a toda esa transformación Unilever de Argentina se
    propuso, a partir de 1994, comenzar a incursionar en nuevos negocios
    vinculados con la alimentación. La idea es acercar a la filial
    local a la estrategia que la corporación desarrolla
    mundialmente: ser fuertes en higiene, tocador y limpieza, pero
    también en alimentos congelados y helados.

    Castro explica que “en este momento, 85% de nuestra
    facturación proviene de las divisiones Elida Pond´s (productos
    personales) y Lever (limpieza) y 15% de la división alimentos.
    Nuestro desafío es lograr que dentro de cinco o siete
    años la mitad de las ventas de la empresa se genere en los
    productos de higiene y cuidado personal, y la otra mitad, en el
    negocio alimentario”.

    Para ganar presencia en cada mercado local en el que actúa,
    Unilever recurre habitualmente a dos procedimientos: uno es adquirir
    empresas ya establecidas; el otro, extender su propia línea de
    productos incorporando marcas que maneja en otros países.

    En su incursión en el negocio alimentario local la filial
    aplicó la receta al pie de la letra: en junio de 1994
    compró Cica, por entonces la marca líder – con
    55% de share – en productos de conservas de tomate. Un
    año más tarde, en agosto de 1995, pagó US$ 51
    millones para quedarse con Good Mark, que entonces ocupaba el segundo
    lugar en el mercado de hamburguesas. Y un mes después
    introducía en la Argentina – con una inversión
    superior a US$ 7 millones – los pescados y verduras congelados
    Iglo, una marca que importaron de Europa pero que ya fabrican
    localmente.

    “Ahora producimos localmente con la marca Iglo algunos vegetales y
    todos los preparados de pollo y hamburguesas. Nuestra apuesta es, de
    ahora en más, encarar un desarrollo orgánico. En los
    próximos años expandiremos el negocio extendiendo las
    líneas ya existentes. Y los productos que mejor se adaptan a
    esa estrategia son los de marca Iglo y la división de
    helados.”

    La incursión en el mercado de los helados fue,
    precisamente, el eslabón que completó el raid de
    compras de la empresa. Hace tres meses Unilever de Argentina se
    quedó con Montehelado, de Kraft Suchard. Casi
    simultáneamente, Unilever do Brasil desembolsaba US$ 90
    millones para hacerse de Kibon, la marca que concentra 60% de la
    torta brasileña. Las adquisiciones responden, una vez
    más, a la estrategia global de la compañía: el
    negocio internacional de los helados, a través de marcas como
    Magnum, Vienetta y Cornetto, le aportan a la compañía
    cerca de 11% de su facturación total (US$ 54.000 millones en
    1997).

    ¿Estas compras definen una estrategia de integración
    regional? Castro explica que “Unilever tiene presencia en los cuatro
    países miembros del Mercosur. La idea es avanzar aún
    más en la complementación industrial entre todas las
    filiales. Y en el caso de las de Brasil y Argentina van a tener que
    estar atentas, observando cuál de las dos se mueve primero,
    para saber en qué nuevos negocios va a entrar la otra”.

     

    La fórmula de Unilever


    • Acento en la innovación: lanzamientos, extensión
      de las líneas de productos, estrategia de
      construcción de marcas.
    • Calidad y servicios al cliente.
    • Búsqueda de la eficiencia: aumento de la productividad
      y reducción de costos.
    • Complementación industrial regional e incursión
      en nuevos negocios.

     

    Ventas de Unliver entre 1993 y 1997