Hoy, más que nunca, se advierte la gravedad de los
conflictos que atraviesan a la región islámica. Este
cuadro convierte en opción estratégica el
capítulo de la integración energética dentro del
marco del Alca a concretarse en el año 2005.
En 1995 la demanda mundial de petróleo sumó, en
promedio, 68 millones de barriles diarios (MMBD). Las proyecciones de
la U.S. Energy Information Administration anticipan un crecimiento
geométrico promedio anual de 2,1% hasta el 2015, lo que
llevaría la cifra a 99 MMBD. Es decir que en el curso de los
próximos 20 años la demanda agregada crecerá
46%.
Con este marco de referencia, conviene destacar dos factores que
incidirán significativamente sobre la geopolítica y la
geoeconomía de los hidrocarburos durante las próximas
dos décadas: la estabilidad política de la Gran Cuenca
Islámica (GCI) y las potencialidades en materia de
hidrocarburos del gran mercado de libre comercio en el continente
americano (Alca).
La GCI es la enorme formación petrogasífera que se
extiende desde el golfo Pérsico hasta el océano Artico
y que incluye las reservas y yacimientos del Medio Oriente, de los
países con litorales sobre el golfo Pérsico, de las hoy
repúblicas independientes y regiones autónomas ex
soviéticas de Siberia suroccidental y de las también
repúblicas independientes y regiones autónomas situadas
entre los mares Caspio y Negro. El principal factor cultural
aglutinante de toda esta amplia región es el predominio de la
religión islámica.
Si a las reservas de los países petroleros del Medio
Oriente y del golfo Pérsico (53% del total mundial) se agregan
las de los países islámicos de la depresión del
Caspio y de Siberia occidental, resulta que la GCI encerraría
alrededor de 61% de las reservas mundiales de petróleo.
Los países asiáticos en pleno desarrollo
económico, incluidos China e India, no tienen otra
opción más que continuar abasteciéndose
crecientemente de crudos y gas natural de la GCI.
Al otro lado del mundo, la producción del mar del Norte
declina y las reservas se agotan. Europa se abastece fundamentalmente
de petróleo del golfo Pérsico y del norte de Africa y
de gas natural de Argelia y de Tyumen-Urengoy.
La expansión ya acordada de la Otan hacia los países
de Europa oriental augura la no muy lejana incorporación de
todos ellos a la Unión Europea y el subsiguiente e inevitable
ingreso de la Santa Rusia (Ucrania, Bielorrusia y Rusia). Todo este
gran bloque tampoco tendría una alternativa distinta de la de
abastecerse de petróleo y gas natural de la GCI.
Por lo tanto, sobre la GCI inciden y presionan los intereses
económicos y políticos de dos de los tres grandes
grupos económicos mundiales.
La alternativa
Cruce de ancestrales conflictos culturales, étnicos,
religiosos, políticos y económicos, la GCI siempre
corre el riesgo de convertirse en una bomba de tiempo con el
detonador activado. Y este cuadro convierte en opción
estratégica el capítulo de la integración
energética dentro del marco del Acuerdo de Libre Comercio de
la Américas (Alca) a concretarse en el año 2005.
La cuenca de energía que se asienta alrededor del Gran
Caribe es la mayor y más diversificada del planeta
(petróleo, gas natural, carbón, hidroelectricidad,
nuclear, solar, etc.). El continente podría ser autosuficiente
en materia energética, lo cual le daría, junto con
otras ventajas comparativas geopolíticas y
geoeconómicas, una especial estabilidad y una significativa
competitividad con respecto a los otros dos grupos. Además
tendría positivas ventajas para negociar condiciones dentro de
los procesos de interacción y globalización de la
economía mundial.
Estados Unidos importa la mitad del petróleo que consume y,
por obvias razones estratégicas y económicas, busca
reducir su dependencia de los crudos de la GCI y en particular de los
del golfo Pérsico. A partir de la próxima cumbre de
presidentes de América en 1998 el Alca energético
tendrá una agenda mucho más exigente.