Cada vez más, como en casa

    Las oficinas tradicionales están en jaque, y el
    ultimátum llega desde dos frentes. Por un lado, las empresas
    trasladan a sus empleados de los puestos de trabajo individuales para
    llevarlos a ambientes en los que puedan interactuar y sentirse parte
    de un equipo. Por otro, aparece una amenaza aún más
    radical: el trabajo virtual promete vaciarlas para multiplicar los
    territorios laborales.

    “Vemos que más y más gente ya no trabaja en sus
    oficinas sino que lo hace en sus casas, hoteles, aviones y hasta en
    sus autos”, asegura Michael Volkema, CEO de Herman Miller, una
    empresa estadounidense líder en la producción de
    muebles de oficina, con ventas anuales por US$ 1.500 millones.
    Volkema conversó con MERCADO durante su reciente visita a
    Buenos Aires para la inauguración de un nuevo show room
    local.

    El advenimiento de la era de la información ha tenido su
    primer y más fuerte impacto en el terreno de la oficina. Al
    agotarse la sociedad industrial, dice Volkema, se produjeron dos
    mutaciones importantes: cambiaron la naturaleza del trabajo y los
    lugares donde la gente trabaja.

    “Las empresas se dan cuenta de que no pueden mantener las
    estructuras jerárquicas del pasado, básicamente porque
    ya no resisten los tiempos del trabajo secuencial. Entonces les piden
    a sus empleados que produzcan en equipo; necesitan tener a todas las
    mentes alrededor de la mesa para tomar las decisiones en el tiempo
    correcto”, explica el titular de Herman Miller.

    Las consecuencias sobre la organización del ambiente
    laboral son inmediatas. Además de que desaparecen los
    cubículos o cualquier otra forma de puestos de trabajo
    individuales, las oficinas pierden su carácter institucional
    para adquirir perfiles más propios de una casa. Según
    Volkema, la tendencia es que, si los individuos deben interactuar, es
    necesario fusionar el entorno laboral con un clima hogareño,
    empleando muebles que soporten una relación de libre flujo,
    distendida e informal.

    En este tipo de ambientes prolifera lo que Herman Miller llama
    amoblamiento de rápido emplazamiento. Se trata de estructuras
    modulares muy livianas capaces de ser configuradas para servir a
    reuniones de 30 personas y desplazadas rápidamente para
    despejar la sala. La clave de estos muebles, siempre listos para el
    cambio, es su versatilidad.

     

    Ambientes productivos

    Herman Miller apostó al equipamiento para oficinas abiertas
    en 1964. Hoy, más de 30% de las empresas estadounidenses
    emplean esta forma de organización de la planta. “No estamos
    en condiciones de decir cuál va a ser el modelo de oficina del
    futuro”, admite Volkema. “Lo que sí sabemos es que las
    compañías de high tech, las instituciones financieras,
    las firmas de consultoría y, en general, todas las que hacen
    un uso intensivo de trabajadores del conocimiento, son nuestros
    principales clientes en esta clase de emplazamientos. El sector
    manufacturero, con su producción organizada en etapas y
    trabajadores de menor calificación, sigue siendo el más
    conservador.”

    Las plantas abiertas, dotadas de equipos versátiles y
    reconfigurables, sin tabiques o con separaciones suficientemente
    bajas como para que los empleados puedan verse las caras, no
    representan una inclinación altruista o de amor al personal
    sino simple cuidado del negocio, advierte Volkema.

    “Se trata de crear ambientes que liberen energías y
    multipliquen la productividad de la gente. Esto está claro en
    Estados Unidos, donde a medida que el desempleo sigue bajando,
    estamos todos compitiendo por los trabajadores del conocimiento. Y
    estén en el área en que estén, queremos de ellos
    toda la productividad posible.”

    La arquitectura y el diseño se encargaron durante mucho
    tiempo de marcar las jerarquías dentro de una
    organización. Los muebles, con el sillón presidencial
    como estandarte, hicieron su aporte a las diferencias. Para Herman
    Miller, en cambio, el principio es el seating equity, o el derecho de
    todos, independientemente de su status, a disponer de una buena silla
    ergonómica.

    En 1994 la compañía lanzó Aeron, un asiento
    futurista, capaz de ajustarse por completo a los movimientos del
    cuerpo. Además de haber conseguido ingresar al Museo de Arte
    Moderno de Nueva York gracias a su diseño, Aeron se
    afincó en las empresas, promovido por las
    compañías de seguros, que lo recomendaron como una
    herramienta idónea para prevenir enfermedades
    profesionales.

    Así como el trabajo virtual puede resentir las ventas
    tradicionales de la industria, también abre nuevas ventanas de
    negocios. Una de ellas reside en los hoteles, que se están
    convirtiendo, al menos en Estados Unidos, en centros de trabajo para
    personas que prefieren ocupar sus instalaciones durante algunas horas
    por semana en vez de mantener un sitio propio.

    Por otro lado, es un hecho que los muebles de oficina ingresan a
    los hogares. “Tenemos clientes muy importantes que envían a
    miles de empleados, sobre todo los de ventas, a sus casas y los
    proveen de equipos que les brinden confort y seguridad. Hay una
    oportunidad enorme, de aproximadamente US$ 1.000 millones para
    nuestro mercado, a través de la dotación de muebles a
    esa gente que trabaja incómoda sobre la misma mesa en que come
    o sobre sillas que no son adecuadas para estar sentado durante
    horas.”



     

     

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