Todo en un chip

    Hace más de 100 años que American Express, una de
    las instituciones financieras más grandes del mundo,
    encontró en los medios alternativos al pago en efectivo uno de
    sus negocios fundamentales. Consciente de que tarde o temprano el
    chip terminará reemplazando a los papeles, la
    compañía creadora del giro postal y el cheque de
    viajero avanza aceleradamente en el desarrollo de las tarjetas
    inteligentes. Detrás de esta estrategia está la
    decisión de no perder terreno en un sector que, en un mundo
    cada vez más globalizado, no dejará de crecer: el de
    los viajes.

     


    “Ante un futuro en el que los viajes de negocios y turismo no
    dejarán de incrementarse y la revolución
    electrónica cambiará radicalmente la forma de pagar los
    gastos, nuestra compañía tiene todas las posibilidades,
    por trayectoria y porque es la única que opera en 130
    países”, afirmó Carl Lehman, presidente del Stored
    Value Group de American Express, durante la reunión
    internacional de prensa organizada en Salt Lake City, Utah.
    Allí tiene su sede central esta división encargada de
    los productos de pago adelantado que ofrece la compañía
    para reemplazar al dinero en efectivo, como los cheques de viajero,
    las tarjetas telefónicas y, ahora también, las smart
    cards.

    Abundan las razones para el optimismo: el crecimiento del
    mercado turístico internacional se estima en 3,8% pero, para
    América latina, la Organización Mundial del Turismo
    proyecta un promedio anual de 5,3%, que podría llevar a 60
    millones el flujo de turistas para el 2020. Sólo en 1996, en
    todo el mundo se gastó en viajes -sin incluir pasajes- US$
    430.000 millones, de los cuales 41% se pagó en efectivo, 28%
    con travelers (Amex controla 55% del mercado) y 27% con tarjetas.

     

    Control de gastos

     

    Aunque el corazón del negocio de Amex sigue estando en
    los medios de pago diferidos (tarjetas de crédito), Lehman
    considera que los productos del Stored Value Group pueden jugar un
    papel protagónico en el futuro próximo. Una de las
    razones es que frente al aumento permanente de los viajes de
    negocios, las empresas requieren medios cada vez más precisos
    y confiables para mantener el presupuesto de gastos a raya. Y son los
    productos de valor almacenado, esencialmente los de formato
    electrónico, los que permitirán a las
    compañías planificar lo que se gasta y, sobre todo,
    controlarlo.

    Para David Boyles, vicepresidente del Smart Card Center de Amex,
    la tarjeta inteligente está destinada a ocupar un lugar
    fundamental en los viajes empresarios porque permite guardar mucha
    más información y realizar, con un solo
    plástico, múltiples funciones, como reservar y adquirir
    pasajes, autos de alquiler y hoteles, abonar todas las compras como
    si fuera una tarjeta de crédito, acceder a servicios pagos en
    Internet y hasta llevar la propia historia clínica para
    cualquier caso de enfermedad o accidente.

    “Una ventaja esencial de la smart card es la seguridad.
    Mientras que en las tarjetas de banda magnética la
    información tiene que ir a una base de datos central de la
    institución, en la tarjeta inteligente los datos no van a
    ninguna parte, están ahí”, afirma Boyles, quien apoya
    su convicción en cifras: en Francia, el tránsito de la
    banda magnética a la tarjeta chip hizo descender los fraudes
    en 80%.

     

    La hora de las alianzas

     

    Desde el año pasado Amex ha venido dando importantes
    pasos hacia la aplicación de las smart cards. En octubre puso
    en marcha, junto con IBM y American Airlines, un plan piloto para
    agilizar el movimiento de los pasajeros en los aeropuertos a
    través de la utilización de la primera smart card
    corporativa multipropósito del mundo. El uso es sumamente
    sencillo: en el aeropuerto, el pasajero se dirige directamente a la
    puerta de embarque, allí introduce la tarjeta en una
    máquina lectora, confirma la asignación de su asiento e
    ingresa al avión.

    En noviembre, American Express anunció un acuerdo
    con el consorcio bancario belga Banksys para la utilización de
    su monedero electrónico Protón, que ya lleva emitidas
    más de 14 millones de tarjetas. Esta smart card
    comenzó a ser probada experimentalmente en junio, entre los
    empleados de la oficina de Amex de Brighton, Inglaterra, y ahora se
    lanzarán al público masivo. Estas tarjetas apuntan a
    agilizar los procesos de compras minoristas, eliminando los problemas
    de cambio y brindando mayor seguridad.

    En junio de este año Amex cerró un nuevo acuerdo
    con la cadena Hilton para desarrollar una prueba piloto hasta fin de
    año. El viajero introduce su smart card en una máquina
    especialmente habilitada en la recepción del hotel. La tarjeta
    no sólo realiza las operaciones de check in y check out sino
    que también selecciona la habitación según las
    preferencias del usuario, que la tarjeta lleva almacenadas en su chip
    de 8K.

    “Por ahora, el problema es que existen diferentes
    tecnologías y no son compatibles entre sí”, comenta
    Boyles, quien, sin embargo, está convencido de que el comercio
    minorista obligará a que un futuro próximo todos los
    sistemas se unifiquen, y se generalice el uso de la tarjeta
    inteligente en todo el mundo.

     

    Héctor Casinelli

     

     

    Un problema cultural

     

    Olivier Puech es presidente de la filial local de Gemplus, una
    compañía francesa (de ese origen es también
    Roland Moreno, el primero al que se le ocurrió introducir un
    chip en una tarjeta), que ostenta el liderazgo mundial en la
    producción de microprocesadores para tarjetas: 30 millones por
    mes.

    Puech explica que desde hace años libran una dura
    batalla para imponer su tecnología en Japón y Estados
    Unidos, países en los que, por su tamaño y nivel de
    desarrollo, el número de aplicaciones ya tendría que
    ser mucho mayor. “Hay un problema cultural, principalmente en Estados
    Unidos. Es como si nos dijeran: ´Esta tecnología no es
    nuestra, así que van a tener que explicarnos muy bien,
    ustedes, europeos, por qué tenemos que adecuarnos a ella”,
    afirma el ejecutivo francés.

    Sin embargo, American Express, Visa, MasterCard, AT&T y la
    japonesa NTT ya están lanzando las primeras tarjetas
    inteligentes que permitirán, en muy poco tiempo, muchas cosas
    más que hablar por teléfono.

    – ¿Cuánto falta para que esté disponible la
    tarjeta única, todopoderosa y segura, que almacene desde
    dinero electrónico hasta la historia clínica personal
    del usuario?

    – Desde el punto de vista de la tecnología, no falta nada.
    El problema es político, porque cuando hablamos de una tarjeta
    con muchas aplicaciones nos estamos refiriendo a un solo
    plástico y, entonces, el conflicto es quién emite el
    plástico y quién lo opera. Por eso hay luchas muy
    fuertes, entre bancos y operadoras de telecomunicaciones,
    especialmente en Estados Unidos. ¿Qué dicen las
    compañías telefónicas? “Nosotros tenemos las
    redes de telecomunicaciones. Hagamos nuestra tarjeta
    telefónica más inteligente, para que además de
    llamar por teléfono la gente pueda hacer otras cosas con ella.
    Pero no lo hagamos con Visa porque no queremos que nos controle.”
    Exagerando, ésa es un poco la situación en la que
    estamos.

    – Cuando se habla de dinero electrónico, uno de los
    problemas más mencionados es la incompatibilidad de los
    diferentes sistemas ¿A qué se debe?

    – American Express tomó un estándar de
    tecnología chip distinto del de MasterCard, que a su vez es
    distinto del de Visa. Eso provoca que ahora tengan que salir a buscar
    la interoperabilidad, para que cuando un cliente tenga su tarjeta
    chip pueda usarla en cualquier punto de venta indistintamente, porque
    de otro modo habrá que ir con varias tarjetas. De todos modos,
    ahora los tres -Visa, MasterCard y Amex- apuntan a unificar la
    plataforma de desarrollo del chip a través de Java -el
    lenguaje que desarrolló Sun Microsystems- y con el cual
    nosotros estamos muy involucrados.

    – ¿Cuáles son los planes de Gemplus Argentina en lo
    inmediato?

    – Tenemos propuestas para aplicar la tarjeta chip en transportes y
    en el cobro de sueldos. Estamos en tratativas con los empresarios del
    transporte de Buenos Aires para reemplazar las monedas por una
    tarjeta sin contacto, precargada por un monto, que es descontado a
    medida que se utiliza el servicio. Evita la recolección de
    monedas, con el peligro de robo o fraude que esto conlleva.
    Además, facilita y disminuye los costos de
    administración del sistema, porque el manejo es muy sencillo.
    Y mucho más rápido, porque si hoy subo al colectivo y
    no tengo monedas no puedo viajar. Ya se está utilizando mucho
    en Corea, Hong Kong y Japón, donde se ha hecho una
    licitación de 60 millones de tarjetas, precisamente lanzada
    por el operador telefónico NTT. En Buenos Aires estamos en un
    proceso de licitación para todo el transporte público
    -trenes, subterráneos y colectivos- y aspiramos a que antes de
    fin de año se tome alguna decisión.

    – ¿Y qué puede aportar la tarjeta chip en el cobro de
    sueldos?

    – En primer lugar, daría más seguridad que la
    tarjeta magnética tradicional. Pero, además,
    beneficiaría a los bancos, porque si todos van a dar la misma
    tarjeta Link o Banelco, ¿cómo va a hacer cada uno para
    diferenciarse y competir? Ahí es donde entramos a jugar
    nosotros, porque el monedero electrónico le permitiría
    a cada banco ofrecer ventajas sobre su vecino. No olvidemos que la
    única cosa que hasta ahora no pueden controlar los bancos es
    el cash. El crédito, el débito, el cheque, sí,
    pero el efectivo aún no.

     

     

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