El cambio viene de afuera

    La promoción industrial, los diferimientos impositivos y el
    boom de la minería y el ecoturismo hicieron posar en San Juan
    los ojos -y los billetes- de muchos inversores que, sin embargo,
    encontraron una sociedad demasiado conservadora, poco desarrollada
    profesionalmente y con escasísima infraestructura. En todo
    eso, precisamente, radica el desafío de los sanjuaninos para
    lograr, como pretenden, que esas inversiones se transformen en
    establecimientos permanentes.

     

    Típicamente provinciana, arbolada de punta a punta, baja y
    trazada sobre el clásico damero español alrededor de
    una plaza principal, San Juan tiene, sin embargo, una
    característica que la distingue de la mayoría de las
    ciudades coloniales y que sólo la asemeja a Mendoza: el
    predominio de la arquitectura racionalista y las anchísimas
    veredas, producto de la reconstrucción prácticamente
    total que debió hacerse de ella tras el terremoto de 1944.

    Con una inocultable admiración por sus vecinos mendocinos,
    los sanjuaninos están, en general, despojados de toda veleidad
    y suelen ser afables.

    Otro rasgo singular es el clima, con temperaturas que oscilan
    entre máximas de 43 grados centígrados en verano y
    siete bajo cero en invierno, y con amplitudes térmicas de
    hasta 30 grados en un día, debido al carácter
    desértico de la región. Por eso el promedio anual de
    lluvias es de apenas 100 milímetros. De allí que San
    Juan cuente con más de 1.000 kilómetros de canales
    impermeabilizados para riego, 970 kilómetros de canales de
    tierra, 1.150 kilómetros de drenajes y más de 4.000
    pozos artesianos, así como dos grandes diques y otros dos en
    proceso de licitación.

    San Juan goza de uno de los cielos más límpidos del
    mundo, lo que representa una ventaja comparativa tanto para el
    turismo como para la investigación astronómica. Claro
    que también hay desventajas: a menudo, los sanjuaninos sufren
    los rigores del zonda, un viento seco y muy caliente que viene del
    Pacífico, descarga la humedad sobre la Cordillera y genera una
    sensación de agobio muy fuerte.

     

    Déficit no sólo económicos

     

    El Gran San Juan, que comprende los municipios Capital, Pocito,
    Chimbas, Rawson y Rivadavia, concentra a 370.000 habitantes, 65,5% de
    los 565.000 que pueblan la provincia. Su incidencia económica
    es mucho mayor: se calcula que reúne 85% de las inversiones y
    las empresas de todo el distrito. Probablemente por semejante
    preeminencia, casi no hay estadísticas que reflejen la
    evolución de la ciudad, por lo que, en la mayoría de
    los casos, hay que recurrir a los datos sobre la provincia completa,
    casi todos ellos provenientes del Indec.

    Los indicadores provinciales de salud y educación son
    bastante parecidos a los promedios nacionales, y en algunos casos,
    incluso, ligeramente mejores. “Sin embargo, la mortalidad infantil
    creció últimamente de 22 por mil a 25,8 por mil en los
    menores de un año, con una incidencia muy grande del
    componente posneonatal, lo que refleja claramente que los servicios
    básicos de salud están colapsados”, dice Eduardo
    Bustelo, miembro de una tradicional familia sanjuanina, dirigente del
    Frepaso y candidato a diputado nacional por la Alianza.

    En materia educativa hay en todo el distrito 960 establecimientos
    que albergan a alrededor de 150.000 alumnos, sin contar las dos
    universidades (la Nacional de San Juan y la Católica). La tasa
    de escolarización es de 13,9%. Pero Bustelo vuelve a encender
    luces amarillas: “El conflicto docente ha hecho perder casi un tercio
    del año escolar y, por otro lado, el proceso educativo no
    está acompañando la transformación productiva de
    la provincia”, sostiene.

    La última afirmación de Bustelo es corroborada por
    el presidente de la Federación Económica de San Juan,
    Jaime Bergé: “Tenemos que traer de otras provincias a los
    profesionales necesarios para manejar nuevos emprendimientos o
    mejorar la competitividad de los ya existentes”, afirma.

    El empresario reconoce dos razones para ello: “Las universidades
    no se ocupan lo suficiente de las necesidades del sector productivo y
    la gestión pública, y la tradición laboral
    fuertemente administrativa de la provincia no ha fomentado la
    formación de cuadros técnicos y profesionales fuera del
    derecho y la medicina”, asegura.

    “El peso del sector público se ve claro cuando se comparan
    las cifras de producción, que apenas alcanzan a $ 1.300
    millones, con las de coparticipación, que suman $ 600
    millones”, agrega.

    Los únicos centros de investigación dedicados a
    asesorar a la industria son el Instituto de Ingeniería
    Eléctrica, el Instituto de Minería y la Escuela de
    Caminos de Montañas, dependientes de la Universidad Nacional
    de San Juan pero de gestiones autónomas. El Instituto Nacional
    de Tecnología Agropecuaria (Inta) tiene presencia en la
    provincia pero, como se sabe, no está orientado a la
    formación de empresarios, “que es lo que necesita San Juan”,
    dice Bergé.

     

    Cambios veloces

     

    El gran factor que puso de manifiesto la falta de personal
    calificado es el explosivo crecimiento de los nuevos emprendimientos,
    alentados por la promoción industrial y en su mayoría
    sostenidos por capitales chilenos, porteños y mendocinos. Las
    nuevas compañías llegaron con criterios de control de
    calidad, de gerencia y de competitividad superiores a los que la
    provincia está en condiciones de satisfacer.

    No es un factor menor: la ley provincial 22.021, de
    promoción industrial, atrajo a San Juan cerca de 140 empresas
    que invirtieron casi $ 250 millones, ocupan casi 125.900 metros
    cuadrados cubiertos y emplean a unas 7.000 personas. El
    régimen de diferimientos impositivos, más reciente,
    generó otros 182 emprendimientos industriales y agropecuarios;
    en el sector manufacturero se captaron $ 240 millones, en tanto en el
    agro se invirtieron $ 943 millones para afectar más de 110.000
    hectáreas (50.000 dedicadas a la agricultura, que concentran
    las mayores inversiones, y 60.000 a la ganadería).

    Con ello, la economía sanjuanina, hasta hace poco dedicada
    principalmente a la producción de uva para vino de bajo precio
    y a las actividades administrativas -el Estado ocupaba casi un tercio
    de la fuerza laboral-, sufrió una veloz transformación.
    Tras el achicamiento del sector público y la caída
    mundial del consumo de vino común, la provincia está
    reconvirtiendo su vitivinicultura: es el primer exportador nacional
    de mostos y está ejecutando un programa de cultivo de cepajes
    finos que ocupa casi 15.000 hectáreas.

    Además, la oliva (con casi 11.000 hectáreas nuevas),
    las frutas de carozo y de pepita (especialmente el melón) y
    las frutas secas han empezado a cultivarse con mayores recursos
    tecnológicos: por ejemplo, el riego por goteo, que permite
    ahorrar agua y mejorar la calidad final.

    “El clima de San Juan determina que tengamos la más
    temprana cosecha de frutas del país y las de mejor calidad,
    tanto en carozo como en pepita”, asegura Alejandro Montilla,
    subsecretario de Industria, Comercio e Inversiones. Por eso, explica,
    se está apuntando “no sólo a explotar esa potencialidad
    en términos de volumen y de continuidad, sino a empacar,
    industrializar y hacer marketing para exportar”.

    Afirma que ya hay instaladas en San Juan “importantes” empacadoras
    de fruta fresca y que ya se está exportando. “En cinco
    años tendremos pleno empleo”, se entusiasma.

    Por otro lado, 17 compañías mineras internacionales
    están haciendo prospección en la cordillera y la
    precordillera sanjuaninas, y se calcula que en el año 2005 la
    actividad alcanzará a 10% del producto bruto provincial (hoy
    es de apenas 1,6%). “San Juan puede ser un productor importante de
    minerales no metalíferos, cosa de la que Chile, por ejemplo,
    carece”, dice Bergé.

    El dirigente empresario se entusiasma al mencionar El
    Pachón, un emprendimiento minero en avanzada marcha, que “a
    fin de este año puede estar funcionando”. También
    destaca el paso cordillerano de Aguas Negras, que liga a la provincia
    con el puerto chileno de Valparaíso y cuyo acceso está
    pavimentándose.

    Otro campo en el que San Juan ha comenzado a crecer es el turismo.
    Ischigualasto, el Valle de la Luna, famoso por sus geoformas y por su
    riqueza paleontológica como cuna de varias especies de
    dinosaurios, es un centro que hoy examinan varias empresas
    extranjeras, interesadas en construir allí un parque de
    atracciones de vanguardia.

    Al mismo tiempo, la provincia está empeñada en
    obtener la designación como parques nacionales de las reservas
    de San Guillermo (860.000 hectáreas) y El Leoncito, mucho
    más pequeña pero igualmente interesante como centro
    ecoturístico. También comenzó a aprovechar las
    orillas de los diques Ullum y San Agustín para instalar
    complejos de vacaciones y de tiempo compartido.

    Con 33 hoteles que reúnen 1.900 plazas, la ciudad de San
    Juan tiene sólo uno de cinco estrellas (186 camas), dos de
    tres estrellas y cinco de dos, lo que habla elocuentemente del
    urgente desafío de aumentar la capacidad y, sobre todo,
    mejorar la calidad de la oferta.

     

    Cultura y política

     

    La atracción que San Juan ejerce hoy en los inversores
    despierta optimismo no sólo sobre su desarrollo
    económico, sino también por una modernización
    más amplia. “Hay poca vida cultural; ninguna librería
    importante y bien surtida; buen cine, pero escaso, y muy pocos
    espectáculos de nivel internacional”, informa Sebastián
    Saharrea, jefe de redacción del Diario de Cuyo, el principal
    matutino local. A tal punto, que entre los últimos
    espectáculos dignos de mención sólo recuerda un
    recital de Luis Alberto Spinetta y el estreno, por parte de la
    Orquesta Sinfónica de San Juan, de dos obras de Luis Jorge
    González Fernández, un compositor sanjuanino
    contemporáneo residente en Colorado.

    “La universidad está demasiado encerrada sobre sí
    misma”, sostiene Rolando Caldentey, gerente del Nuevo Diario, el
    principal semanario local, pero cree que la afluencia de
    jóvenes ejecutivos y profesionales que llegan a la provincia
    de la mano de los nuevos emprendimientos “dinamizará la
    cultura y la formación de recursos humanos”.

    Como en tantas otras ciudades argentinas de provincia, la sociedad
    sanjuanina es fuertemente conservadora, católica y moralista,
    con gran apego a tradiciones tales como la siesta y la reunión
    de amigos en el bar. Aún ejercen un fuerte predominio ciertos
    apellidos, no sólo en el terreno empresario -las
    compañías de capital local son todas familiares-, sino
    también en el político, donde las estructuras
    partidarias tienen una influencia bastante más limitada que en
    otras ciudades del interior.

    Al margen del Partido Justicialista, actualmente a cargo de los
    gobiernos provincial y del municipio de la capital, la actividad
    política sanjuanina está casi circunscripta a
    agrupaciones locales, como el Partido Bloquista o la Cruzada
    Renovadora. Como un desprendimiento de esta última
    surgió hace poco Desarrollo y Justicia, cuyo presidente, Jorge
    Avelín, es pariente del vicepresidente de la Cruzada, Alfredo
    Avelín. Fuentes políticas sanjuaninas atribuyen la
    escisión más a desencuentros familiares que a
    diferencias políticas.

    Probablemente por ese singular cuadro de situación
    -además de las razones de orden nacional, claro-, San Juan fue
    uno de los primeros distritos en los que la Unión
    Cívica Radical y el Frepaso acordaron constituir la Alianza
    fundada por los dirigentes porteños y bonaerenses de esas dos
    agrupaciones, con la intención adicional de generar un
    programa de consenso capaz de atraer a otras fuerzas que coincidan no
    sólo en objetivos generales, como los vinculados con el
    mejoramiento de la educación y el combate a la
    corrupción administrativa, sino también en otras
    necesidades locales, como la de garantizar que el proceso de
    radicación de nuevas inversiones, originadas fuera de la
    provincia y atraídas por el programa de diferimientos
    impositivos, resulte en establecimientos a largo plazo.

     

    En carne propia

     

    Es común escuchar a los sanjuaninos quejarse de que sus
    dirigentes políticos y universitarios tienen una actitud
    autosuficiente y poco dispuesta al diálogo con la comunidad.
    Sin embargo, el visitante desprevenido puede sospechar que se trata
    de una exageración o de uno de esos tantos mitos que se
    instalan en una sociedad y que todos sus integrantes avalan sin
    necesidad de comprobarlo.

    Nada de eso. Después de una semana de estadía en San
    Juan, en la que realizó cerca de 20 llamadas
    telefónicas a la secretaría privada del intendente de
    la capital y otras tantas al despacho del rector de la Universidad
    Nacional de San Juan, a lo que deben sumarse varias recomendaciones y
    presentaciones indirectas hechas por terceros oficiosos, este enviado
    lo sufrió en carne propia: por primera vez desde que MERCADO
    puso en marcha la serie “Grandes ciudades argentinas” -ésta es
    la séptima entrega-, no pudo obtener las opiniones del
    intendente ni del rector de la principal universidad local.

     

    De la agroindustria al turismo

     

    Con una economía basada fuertemente en las manufacturas de
    origen agrícola, San Juan apuesta a un desarrollo -amplias
    promociones mediante- más diversificado, en el que las
    actividades turísticas tienen un lugar de privilegio. Hoy por
    hoy, el mayor escollo es el costo de la energía
    eléctrica, que originó un arduo debate.

     

    Según datos oficiales del Ministerio de la
    Producción, Infraestructura y Medio Ambiente de San Juan, la
    producción provincial se ubica alrededor de $ 1.400 millones,
    con preponderancia de la actividad industrial, que suma unos $ 1.000
    millones, seguida por el comercio ($ 200 millones), los servicios ($
    150 millones) y la minería ($ 20 millones). En 1995,
    aproximadamente la mitad del producto industrial correspondía
    a la agroindustria, proporción que, según los
    especialistas, se mantiene.

    El año pasado, la provincia exportó por $ 90,1
    millones (6,4% de la producción total). De esa cifra, $ 52
    millones (57,7%) correspondió a manufacturas de origen
    agropecuario; dentro de ellas, a la vez, los mostos concentrados
    aportaron 48%, las pasas de uva 18,5% y los vinos 14%. Las
    manufacturas industriales representaron 32% de las exportaciones
    totales, con preponderancia de los productos de origen minero (65%)
    y, dentro de éstos, de las ferroaleaciones (dos tercios).
    Finalmente, las materias primas totalizaron 10,3% de las ventas de la
    provincia al exterior.

    La industria sanjuanina alberga a algunos de los grandes nombres
    nacionales, con bodegas como Peñaflor, Cepas Argentinas (antes
    Gancia), Cinba (Cinzano) y Saint Remy, o empresas como
    Electrometalúrgica Andina (principal productora y exportadora
    nacional de carburos), TCASA (antes Puerto Seco, líder en
    fabricación de ramajes y cables para automotores,
    perteneciente al grupo Pescarmona) y Frutos de Cuyo (una de las
    principales productoras de conservas de tomate del país,
    subsidiaria del grupo Arcor).

    Semejante variedad se debe a la atracción que ejercen las
    políticas de promoción industrial aplicadas por el
    gobierno sanjuanino, cuya defensa constituye un punto de acuerdo
    básico entre los partidos políticos y las
    cámaras empresariales de la provincia. Prueba de ello es la
    enérgica respuesta pública del presidente de la
    Unión de Empresarios Industriales, Leopoldo Spadoni, al
    número dos del Ministerio de Economía de la
    Nación, Carlos Rodríguez, a quien incluyó entre
    “los fundamentalistas del mercado que creen que el liberalismo
    ortodoxo y a ultranza es el encargado de resolver mágicamente
    las asimetrías regionales y alcanzar automáticamente un
    desarrollo armónico de toda la Nación” e invitó
    a visitar los parques industriales de San Juan para que evalúe
    los resultados de las políticas de promoción.

    Sin embargo, 85% de las empresas locales son Pymes, con ingresos
    que rara vez superan los $ 10 millones por año. “Los
    diferimientos impositivos destinados a fomentar la actividad
    agrícola no resuelven el problema de los pequeños y
    medianos productores, que no tienen deuda impositiva suficiente para
    diferir”, advierte Jaime Bergé, presidente de la
    Federación Económica de San Juan.

    Para ellos, Bergé postula una política de
    financiamiento de la reconversión y la tecnificación,
    así como de fomento de la asociación cooperativa, que
    les permita “no sólo acceder mejor al dinero, sino aumentar la
    capacidad de inversión y de negociación”. Eduardo
    Bustelo, candidato a diputado nacional por la Alianza para el
    Trabajo, la Educación y la Justicia, coincide con el
    empresario.

     

    Problema de alto voltaje

     

    El problema más inmediato que enfrentan los empresarios
    sanjuaninos es el costo de la energía eléctrica, que se
    multiplicó entre dos y cinco veces tras la
    privatización de la Empresa de Energía, en enero
    pasado. Edessa, actual proveedor, “no mejoró el servicio pero
    duplicó los costos, porque el contrato de concesión
    contempla un sistema de cargos fijos que se calculan sobre la base de
    los consumos máximos de cada empresa”, explica el gerente de
    la Unión de Empresarios Industriales, José Luis
    Sánchez.

    “En una zona como San Juan, con industrias estacionales, esa
    política es asesina”, se queja Bergé, y agrega: “Las
    empresas que fabrican mosto, por ejemplo, concentran su actividad
    entre enero y mayo, cuando consumen 500 o 600 kilovatios, contra 200
    o 300 que gastan en temporada baja, pero, de acuerdo con las normas
    vigentes, deben contratar los 600 kilovatios para el año
    entero”.

    Por ese motivo, 20 instituciones de diverso origen -la Universidad
    Nacional, el Centro de Aviación Civil, la Unión
    Vecinal, cuatro clubes sociales y 13 organizaciones empresariales
    sectoriales- formaron una multisectorial con el fin de solicitar la
    revisión del contrato de concesión otorgado a Edessa
    por el Estado provincial.

     

    A construir

     

    El hotel Alcázar es el único de cinco estrellas en
    San Juan. Su dueño, el ingeniero Atilio Bogian, es
    también propietario de una constructora y una fábrica
    de cerámicas, ambas de nombre Scop, y de una firma dedicada al
    asesoramiento previsional.

    “Scop nació en 1972 como una constructora dedicada a las
    viviendas”, cuenta Bogian, e informa que en 1980 comenzó la
    fabricación de cerámicas, al tiempo que dejó la
    construcción de vivienda pública por los edificios
    autofinanciados. “Hoy trabajamos en dos edificios y en un barrio de
    nivel medio-alto, con una inversión total de $ 20 millones”,
    indica. El grupo tiene previsto facturar este año $ 30
    millones, monto al cual la constructora aportará $ 5,5
    millones y el hotel, $ 2,5 millones.

    La estrella del holding es la cerámica: “Empezamos
    fabricando unos 70.000 metros cuadrados por mes y en 10 años
    habíamos crecido a 650.000”, dice Bogian, y asegura que la
    compañía controla 15% del mercado nacional. Exporta 15%
    de su producción a destinos tales como Bolivia, Chile, Estados
    Unidos, Paraguay, Sudáfrica y Uruguay, y aspira a aumentar esa
    proporción a 25%.

    Pero la construcción también tiene futuro: “No
    existen en San Juan hoteles de cuatro estrellas y los únicos
    dos de tres deben ser remozados y mejorados”, afirma Bogian,
    satisfecho porque “hay inversiones importantes” en el sector.

    “Nosotros estamos invirtiendo $ 3 millones por el programa de
    diferimiento impositivo para la promoción del turismo”,
    anuncia. La mitad de ese dinero, detalla, se aplica a levantar un
    hotel de 36 habitaciones y apart-hotel de 22 en Santa Lucía, y
    la otra mitad, a un hotel y spa en Pismanta, con 44 habitaciones
    más todos los servicios típicos de los establecimientos
    dedicados al turismo de salud.

    El plan de inversiones comprende además un complejo
    turístico integral que se llamará Bahía ($ 8
    millones), un centro ferial en la vieja estación del
    ferrocarril ($ 2,5 millones) y un centro de convenciones que
    estará listo a fin del año próximo.

    Todos los proyectos se encuadran dentro de una política
    agresiva de promoción de la actividad turística,
    dirigida por un ente estatal (el Ente de Promoción del
    Turismo, Enprotur) y otro privado (el Ente de Prestadores de
    Servicios Turísticos, Enpresetur, presidido por el propio
    Bogian).

    Según el empresario, ambas instituciones realizaron durante
    el año pasado y lo que va de éste “un importante
    trabajo de promoción en el nivel nacional”, que
    permitió que el flujo turístico a la provincia
    aumentara 25%. “El año que viene nos dedicaremos a promover
    San Juan en el Mercosur, apuntando al ecoparque de Ischigualasto”,
    concluye.

     

    Navegando en el desierto

     

    Bahía de las Tablas es un complejo turístico de
    tiempo compartido ubicado a 15 kilómetros de San Juan, sorbre
    la orilla del embalse Ullum, con 370.000 metros cuadrados
    parquizados, 10.000 metros cubiertos, 4.500 metros semicubiertos y
    una playa de casi cinco hectáreas. Tiene 80 cabañas de
    130 metros cuadrados cubiertos cada una, un club privado, piscinas,
    restaurantes, un supermercado, canchas de tenis y un puerto. El
    complejo está calificado como golden crown, una
    categoría equivalente a las cinco estrellas.

    “Se eligió este lugar tanto por el diferimiento impositivo
    como porque es ideal para los deportes náuticos, ya que el
    embalse tiene vientos permanentes, todo el año, de entre tres
    y cinco nudos, y del cuadrante sud-sudeste”, explica Fabián
    Morales, gerente comercial de Bahía SA, filial del grupo
    Leccorp.

    El complejo demandó una inversión de $ 7 millones
    que, de acuerdo con el plan de negocios, se recuperarán en un
    lapso máximo de seis años, a través de la
    asociación de unas 4.000 familias mediante el sistema de
    tiempo compartido. “En pleno funcionamiento puede facturar unos $ 5,5
    millones por año”, dice Morales.

    El gerente subraya que el Estudio Liendo, autor del proyecto
    arquitectónico, “cuidó particularmente el ecosistema,
    así como la integración paisajística con el
    medio ambiente”, al tiempo que lo dotó de una
    concepción funcional “capaz de modificar sus
    características y sus modos de comercialización
    según las exigencias de la demanda”.

     

    Fierros para el mundo

     

    Electrometalúrgica Andina nació en 1949, con
    capitales de la francesa Pechiney, y se dedicó sólo a
    la producción de carburo de calcio hasta 1978, cuando
    empezó a fabricar silicio metálico. En el ´82 Pechiney
    vendió la empresa a inversores sanjuaninos y siete años
    más tarde se definió su perfil exportador, sobre la
    base del silicio. Hoy exporta 70% de su producción a 45
    países, principalmente de Europa.

    En 1993 comenzó a automatizar el control de hornos y a
    producir sílico calcio con tecnología de vanguardia. Un
    año después introdujo el carbón recarburante,
    para lo cual instaló laboratorios para control y
    certificación de calidad que “son los más modernos en
    América latina” y sin los cuales “la compañía no
    podría exportar”, según Roberto Carmona, director de
    Aseguramiento de Calidad y Logística e hijo del propietario de
    la firma.

    En el ´95, en sociedad con la holandesa Van Leer, inauguró
    una fábrica de envases metálicos para no tener costos
    adicionales y automatizó por completo la fabricación de
    carburo de calcio y sílico calcio.

    La empresa tiene cuatro centrales hidroeléctricas propias
    que le proveen 20% de la energía eléctrica que
    necesita, además de una central térmica para casos de
    emergencia y conexión a la red nacional. También
    invertirá $ 20 millones en otra central térmica. Y
    participa de la licitación para la represa Caracoles-Punta
    Negra.

    “La electricidad es nuestro principal insumo”, justifica Carmona,
    y añade: “Somos una industria grande en la región,
    consumimos 50% de la electricidad que usa San Juan, pero somos una
    empresa pequeña entre nuestras competidoras internacionales”.
    La compañía, cuyos principales clientes son las
    siderúrgicas, factura unos $ 40 millones por año y
    espera aumentar 25% sus ingresos el año próximo.

    “Para poder competir decidimos mejorar al máximo nuestra
    logística para reducir los costos de transporte, por ejemplo
    saliendo por puertos chilenos, y optimizamos nuestra relación
    con el cliente, diversificando la producción y manteniendo un
    constante servicio de posventa”, relata Carmona.

    El ejecutivo agrega datos: “Somos una industria
    conocimiento-intensiva, por eso tenemos en planta ingenieros de casi
    todas las especialidades. Estamos trabajando para conseguir la
    certificación ISO 9002, indispensable para seguir exportando,
    y de aquí a cuatro años tendremos que tener
    también la ISO 14.000, norma medioambiental. Todo eso es
    costo, pero estamos acostumbrados a reinvertir, ya que en los
    últimos tres años pusimos $ 10 millones en la empresa”.

     

    Licores para todos los gustos

     

    La planta de Cinzano en San Juan tiene más de 70
    años. Hoy pertenece a la multinacional británica ADB
    -en la Argentina se llama Cinba- y cuenta con capacidad para procesar
    30 millones de litros de vino por año, máximo
    histórico alcanzado durante la década de los ´80,
    aunque actualmente procesa sólo entre 15 y 20 millones.

    Junto al vermouth Cinzano, los principales productos de la firma
    son los cognacs Otard Dupuy Reserva San Juan y Ramefort -producto de
    una joint-venture con la bodega francesa Otard, que tiene vigencia
    desde los años ´30- y la caña Legui. Por otro lado, el
    año pasado Cinba compró la bodega mendocina Navarro
    Correas, que no sólo continúa produciendo los vinos de
    esa marca sino también los Rodas, anteriormente elaborados en
    San Juan por Cinzano. Por esta razón, el plantel en San Juan
    se redujo de 150 personas hace dos años a las 100 actuales.

    “De los ingresos totales de la planta, de $ 50 millones por
    año, Cinzano aporta la mitad, la caña Legui 20%, los
    cognacs 15% y el restante 15% se distribuye entre el aperitivo
    Cazalís, el vermouth Oro, el gin, el amaretto y el
    analcohólico Herba, que captura 5% del mercado que domina
    Terma”, informa el gerente general, Emilio Pallúa.

    “Pero el futuro no se ve claro”, advierte el ejecutivo, pues “el
    vermouth no está de moda”. Sostiene que en los últimos
    10 años el consumo cayó casi a la mitad porque “la
    gente busca bebidas más light; el gusto cambió”. Por
    otra parte, dice, “Cinzano es vino, no un aperitivo como Gancia, por
    lo cual su precio es mucho más alto, lo cual también
    incide en los hábitos de consumo”.

    Pero acaso no sea tan negro el porvenir: aunque advierte que la
    decisión está “en veremos”, Pallúa revela que
    ADB está considerando la posibilidad de cerrar la planta
    brasileña de Cinzano y concentrar en San Juan la
    producción para toda Sudamérica.

     

    El arte de la fruta

     

    “San Juan es uno de los pocos lugares del mundo considerados
    naturalmente ecológicos; eso me motivó a intentar un
    negocio de procesamiento artesanal de frutos locales, ya que
    partíamos de una materia prima excepcional”, introduce Rafael
    Jornet, dueño y presidente de Jornet SA.

    “Lo más importante era la idea de procesar artesanalmente
    nuestros productos, para que conservaran estándares de
    excelencia; es lo que seguimos haciendo desde hace 30 años”,
    dice, y se apoya en los premios que la compañía obtuvo
    en ferias internacionales realizadas en Alemania, Francia,
    España, Estados Unidos, Brasil y Dinamarca.

    La empresa produce higos blancos, batatas y zapallos en
    almíbar; dulce artesanal y jalea de membrillo; dulce de
    alcayota; peras y manzanas al marsala; corazones y fondos de
    alcauciles, y espárragos blancos y verdes. “Esta industria es
    difícil por su carácter estacional: hay insumos que se
    procesan durante no más de 30 días al año, pero
    debe haber producto todo el año, lo que exige espaldas
    financieras importantes”, advierte Jornet. Por ello se
    diversificó la producción, “de modo de poder trabajar
    tanto con insumos de verano como de invierno”, agrega.

    “Hemos logrado entrar en Carrefour, Coto, Norte y Wal-Mart,
    más de 100 bocas en total”, afirma el empresario. Gracias a
    ello, las ventas aumentaron 300% este año, lo que
    determinó que se triplicara la planta de personal. Causas o
    consecuencias de semejante crecimiento, lo cierto es que el salto
    alcanzó a todos los niveles de la empresa: ahora sus productos
    tienen un envase exclusivo fabricado por Rigolleau, cambió las
    etiquetas de papel por las de polipropileno, que no se ensucian ni se
    degradan con la humedad, contrató asesoría
    especializada de marketing e instaló una oficina de ventas en
    Buenos Aires. Toda la inversión sumó $ 400.000.

    “Estamos produciendo unas 200 toneladas al año y vamos a
    crecer 50% el año que viene”, asegura Jornet, y agrega que se
    propone destinar 30% de la producción a la exportación,
    especialmente al Mercosur. “Todo esto -señala- nos obliga a
    mejorar la eficiencia: hace dos años, con un grupo de
    ingenieros sanjuaninos y apoyo del Conicet, estamos desarrollando un
    brazo robótico para pelar frutas. Es una novedad en el mundo,
    que deberá estar lista para fin de año.”

     

    Pinchazos y algo más

     

    AMP San Juan nació en 1978, como filial de Precision
    Valves, una empresa norteamericana dedicada a la fabricación
    de válvulas para aerosoles, primera en el mundo “por volumen
    (75% del mercado mundial), capacidad económica,
    tecnología, calidad y costos”, según Roberto
    Sánchez, gerente general local de la firma, que factura unos $
    22 millones por año.

    A poco andar, debido a la competencia, AMP San Juan decidió
    diversificarse: por un lado, comenzó a fabricar tapas de
    plástico inyectado para cosméticos en aerosol y, por
    otro, se asoció a Becton Dickinson, una fábrica
    internacional líder de jeringas descartables, e instaló
    una planta en la provincia.

    “Elegimos las jeringas porque tienen dos elementos de
    plástico inyectado”, dice Sánchez, y asegura que, desde
    que la firma incursionó en ese negocio, en 1986, creció
    hasta controlar 35% del mercado. “Proveemos a todos los laboratorios
    que incorporan jeringas descartables a sus medicamentos y compartimos
    el primer lugar del mercado masivo con otra empresa nacional”,
    agrega.

    El problema es la competencia externa: “Nuestros controles de
    calidad son de nivel internacional y la esterilidad de nuestro
    producto es perfecta, pero nuestra jeringa, la Plastipack, es 50%
    más cara que cualquier jeringa coreana o china, aunque la
    calidad de éstas no sea similar”, dice el ejecutivo.

    “El Instituto Argentino de Racionalización de Materiales
    emite un sello de calidad, que tienen tanto nuestro producto como el
    de la otra fábrica argentina y que debería ser
    obligatorio para introducir cualquier producto importado, pero no lo
    es”, protesta Sánchez. “Por eso peleamos para que se
    establezca una diferenciación de precio por nivel de calidad”,
    agrega.

    Según Sánchez, la empresa vende actualmente unos 40
    millones de jeringas por año, lo que le reporta ingresos por $
    3,5 millones, y crece a un ritmo de 8% anual. “Seguimos invirtiendo:
    trajimos una armadora italiana automática para jeringas y
    estamos por comprar otra, e incorporamos una impresora para el papel
    del blister”, indica.

    En el segmento de las tapas plásticas, la firma
    compró seis nuevas inyectoras y moldes nuevos, y
    suscribió contratos de exclusividad con Johnson & Johnson,
    Unilever y Clorox.

     

    De la uva a la tele

     

    Estornell es una de las más tradicionales empresas
    sanjuaninas. Fue fundada en 1913 como destilería. Hoy es un
    grupo con tres canales de televisión abierta (el 8 de San
    Juan, el 7 de Mendoza y el 6 de San Rafael), participación en
    canales de cable de ambas provincias y en el 13 de Buenos Aires, y
    una radio fronteriza. Además, es el principal exportador de
    mosto concentrado de la Argentina y acaba de plantar 500
    hectáreas de viñedos para vinos finos.

    “La exportación de mosto facturó, en 1996, unos $ 20
    millones, mientras las televisoras, tomadas en conjunto, aportan unos
    $ 9,5 millones por año”, dice Raúl Estornell, nieto del
    fundador y actual presidente de la firma.

    En total, el grupo emplea unas 200 personas y realizó
    inversiones recientes por $ 2 millones para cada una de las dos
    actividades principales. “Acabamos de comprar tecnología
    digital en Estados Unidos para poder realizar producciones en
    exteriores y mejorar la imagen, y en la fábrica de mostos
    incorporamos sistemas de llenado aséptico y pasteurizado, y
    filtros gigantescos que permiten hacer mostos sin aditivos ni
    conservantes”, detalla.

    Respecto de la fábrica de mostos, Estornell sostiene que la
    política es “netamente exportadora”. Asegura que tiene
    presencia en los cinco continentes, pero destaca a Estados Unidos,
    que concentra 75% de las exportaciones de la firma, y a China, un
    mercado nuevo y “muy interesante”.

    El récord de venta tuvo lugar en 1995, cuando
    exportó 30.000 toneladas de mosto, lo que representa unos
    130.000 toneladas de uva, casi la tercera parte de la
    producción total de uva de San Juan, que fue de 450.000
    toneladas. En 1996 el negocio cayó a la mitad porque no hubo
    uva y este año “crecerá poco, porque apareció
    una gran cantidad de nuevos productores de mosto”.

     

    De cara a los problemas concretos

     

    La Universidad Católica tiene un perfil altamente
    innovador, con cátedras modernas tales como la de
    Victimología, y de contacto directo con la producción,
    con carreras como la de degustador de vinos.

     

    La Universidad Católica de San Juan empezó a
    funcionar en 1959. Consta de cinco facultades: Derecho, Ciencias
    Económicas (dicta Contaduría Pública,
    Economía y Comercio Exterior), Filosofía (se cursa
    Psicología, Psicopedagogía y un terciario en Docencia),
    Ciencias de la Salud (dicta Enfermería, Instrumentación
    Quirúrgica y Nutrición) y Ciencias de la
    Alimentación (dicta Tecnología en Alimentos e
    Hidrología).

    Además, tiene un colegio primario y otro secundario, y una
    subsede en San Luis. Por todo ello reúne unos 4.000 alumnos
    terciarios y 1.800 en los colegios, informa Luis María
    Martín, rector del Centro de Estudios.

    “Nuestros egresados ocupan muchos cargos directivos,
    públicos y privados, y colaboramos con muchísimas
    universidades del mundo”, dice Martín, y agrega que “el fruto
    más reciente de esa política de intercambio es una
    cátedra Unesco dedicada a la victimología, la
    disciplina que se ocupa de la comprensión de las
    víctimas de cualquier clase de agresión, desde la
    física hasta la social”.

    Martín explica que esa cátedra -creada por un
    psiquiatra y psicoanalista argentino que hace ocho años que
    vive y trabaja en Francia, llamado Juan López-
    comenzará a dictarse el año próximo y tiene una
    característica interdisciplinaria, ya que se realiza en forma
    comparada y en red con otras universidades latinoamericanas y
    europeas.

    “También estamos terminando un proyecto de
    producción de quesos de cabra; estamos formando degustadores
    de vino; tratamos de conseguir la financiación para poner en
    marcha un hospital escuela y tenemos un prosgrado en docencia
    universitaria para nuestros propios profesores”, agrega
    Martín.

     

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