Hay que reinventar a Internet?

    Por primera vez en toda su carrera, Paul Baran se sintió
    aterrado. Nacido en 1926, en un recóndito rincón de
    Polonia, Baran llegó a Estados Unidos con su familia cuando
    tenía dos años. Luego, en la agitada California de los
    ´50, el joven ingeniero de Hughes Aircraft se encontró
    trabajando en un crisol norteamericano. Trabajó en el
    diseño del sistema de control de los misiles Minuteman. Baran
    y sus colegas sabían que éste habría de ser el
    sistema de defensa más peligroso y letal que pudiera
    construirse, porque con un solo accidente se pondría en marcha
    toda una batería de misiles.

    Hughes convocó a Warren McCullough, del MIT, para que
    se desempeñara como consultor en el área del
    comportamiento humano. Experto en el comando y control -además
    de psiquiatra y neurocirujano-, McCullough pasó a explicar la
    realidad emergente. Les dijo a los ingenieros de Hughes que, durante
    todo el transcurso de la historia, el verdadero dominio de la batalla
    recaía en manos de quienes estaban más cerca del
    enemigo. Independientemente de las cadenas nominales de mando, la
    verdadera gobernabilidad de la historia se trasladó a las
    personas del frente de batalla. Pero en la era nuclear es imposible
    confiar en una sola persona, necesariamente falible.

    Baran de pronto descubrió que estaba en el nido del
    cuervo, sacudido por el terror. Tenía en claro que el problema
    era sistémico, y que no podía resolverse
    dándoles una vuelta a los esquemas de comando y control que se
    estaban proponiendo en Hughes.

    Para explorar el problema en profundidad, Baran dejó la
    compañía en 1959 y comenzó a trabajar para Rand,
    la institución sin fines de lucro (cuyo nombre corresponde en
    inglés a “investigación y desarrollo”, R&D), creada
    después de la Segunda Guerra. Allí, el formidable
    estratega Albert Wohlstetter pudo demostrar que en cuestión de
    minutos los misiles soviéticos de corto alcance podían
    apoderarse de todas las bases aéreas estratégicas de
    Estados Unidos que rodeaban a la Unión Soviética.

    Los famosos hermanos Alsop, columnistas importantes de esa
    época, se hicieron eco de esos reclamos. John Kennedy los
    escuchó y convirtió el tema en una de las consignas de
    su campaña presidencial de 1960.

    Wohlstetter y sus colegas instaban al Pentágono a
    redesplegar sus fuerzas estratégicas y dotarlas de capacidad
    para un segundo ataque; es decir, soportar un primer ataque y
    utilizar una represalia de la misma magnitud. Pero, para que esto
    fuera viable, era necesario que los sistemas de comando, control y
    comunicaciones permanecieran intactos. Y ésta era precisamente
    la preocupación de Baran. Sabía que una
    explosión nuclear a gran altura afectaría la ionosfera
    durante muchas horas y, en consecuencia, eliminaría todas las
    comunicaciones de radio de alta frecuencia y largo alcance.
    Además, un ataque a los nodos de conmutación de
    AT&T destruiría el resto de la red de control. El sistema
    de misiles seguiría en pie, pero estaría sordo y ciego.

    Baran decidió, entonces, diseñar un sistema de
    comunicaciones que pudiera sobrevivir a un ataque nuclear y permitir
    una contraofensiva. Se inspiró en otra de las ideas de
    McCullough: un sistema de computación en paralelo con
    redundancia adaptativa. Al igual que el cerebro humano, ese sistema
    podría reconfigurarse para seguir funcionando aun
    después de que se hubiesen destruido algunas de sus partes.
    Pero, con los circuitos analógicos de esos tiempos, era
    imposible construir los sistemas de computación necesarios.
    Por eso, Baran llegó a la conclusión de que todo el
    tráfico tendría que ser digital y debería
    descomponerse en bloques de mensajes breves, hoy llamados paquetes,
    cada uno de los cuales contendría su propia información
    de ruta, como ocurre con una molécula de ADN, y podría
    reproducirse correctamente cada vez que se producía un error
    en las comunicaciones. Con muchos agregados y algunos cambios, su
    diseño original es lo que hoy se conoce como Internet.

     

     

    Lógica inexorable

     

    Sin embargo, Baran no está satisfecho con su
    creación. A medida que los sistemas críticos de la
    sociedad industrial migran hacia Internet, quedan expuestos a nuevas
    formas de sabotaje, espionaje y piratería. Los controles de
    tráfico aéreo, los cambios de tren, las transferencias
    bancarias, las transacciones comerciales, las investigaciones de la
    policía, la información personal, los planes de
    defensa, los controladores de las líneas de electricidad, y
    una verdadera multitud de funciones críticas pueden ser
    víctimas de un ataque cibernético. Para que Internet
    pueda cumplir con la promesa de convertirse en el nuevo sistema
    nervioso central de la economía global, será necesario
    encarar los problemas que afectan a su seguridad y confiabilidad.

    A los 71 años, Baran sigue viviendo con su esposa
    Evelyn, doctora en Economía (su hijo David es director de
    informática de 20th Century Fox Home Entertainment), y
    continúa, según dice, en el nido del cuervo, sacudido
    por las visiones de amenazas y oportunidades históricas. En
    cierta forma, los actuales proyectos de Baran están dedicados
    a analizar la lógica de su concepto original, publicado en
    1964 con el título On Distributed Communications en once
    volúmenes: “Una red capaz de sobrevivir sin
    intervención del hombre, que puede implementar una
    política de autoaprendizaje en cada nodo, sin necesidad de que
    exista un punto de control central y posiblemente vulnerable, de modo
    tal de poder dirigir con eficacia todo el tráfico dentro de un
    entorno cambiante”.

    Para cumplir con todos estos requisitos, Baran
    especificó las funciones críticas de Internet: paquetes
    que cuenten con encabezamientos para las direcciones y los campos,
    con la intención de detectar errores y ordenar los paquetes.
    Describió minuciosamente los nodos adaptativos
    autónomos que se encuentran en los IMP Arpanet (procesadores
    de mensajes de interfaz) diseñados por Bolt, Beranek &
    Newman (BBN).

    Recientemente, Baran incorporó de manera selectiva
    algunos dispositivos, tales como el encriptado, la
    priorización, la calidad de servicio y el roaming (“que
    permite al usuario llevar consigo su número
    telefónico”). Describió una red de nodos pares, cada
    uno de los cuales está conectado a otros tres nodos o
    más, y ofreció el primero de los algoritmos de routing
    distribuido que se irían multiplicando con el transcurso del
    tiempo.

    Baran no sólo concibió las
    características técnicas esenciales de Internet, sino
    que también profetizó la caída abrumadora de los
    costos cuando la tecnología digital se hiciera cargo de las
    conexiones por red. Al imaginar los complicados efectos de la ley de
    Moore, tres años antes de su ya famosa profecía, Baran
    subrayó los motivadores económicos clave que
    alimentarían el predominio de la Web como red universal.

     

    El agua que desborda el dique

     

    En estos días, Baran toma el modelo de la Internet y
    lo extiende con audacia al terreno de las comunicaciones
    inalámbricas. El 23 de junio de 1995, en ocasión del
    centenario de Marconi, que marcó los primeros 100 años
    de la invención de la radio, Baran pronunció un
    vehemente discurso en Bologna, Italia.

    “Los primeros 100 años de la radio estuvieron signados
    por una perpetua escasez de espectro”, dijo. “Una de las primeras
    preguntas que se le hicieron al joven Marconi sobre su naciente
    tecnología fue si sería posible operar más de un
    transmisor por vez. Sin embargo, aun hoy, con 30.000 veces más
    espectro a nuestra disposición que en los tiempos de Marconi,
    los empresarios que desean implementar nuevos servicios se encuentran
    con la misma y perpetua escasez de frecuencias.”

    Baran afirmó que, cuando “uno sintoniza un analizador
    de espectro en una banda de frecuencias de UHF”, descubre que “gran
    parte de la banda de radio está vacía la mayor parte
    del tiempo. Este espectro no utilizado podría estar disponible
    para las transmisiones si tomáramos las mediciones
    correspondientes y supiéramos exactamente cuándo y
    dónde enviar la señal”.

    Como ejemplo citó a “los millones de teléfonos
    inalámbricos, alarmas contra robo, sistemas de control
    inalámbrico de hogares y demás aparatos que hoy operan
    dentro de una minúscula porción del espectro y con
    limitada interferencia entre sí. Estas primeras unidades son
    dispositivos bobos de muy baja potencia comparados con los equipos
    que se están desarrollando y que pueden cambiar sus
    frecuencias y minimizar la energía de radiación para
    evitar interferencias entre sí y con respecto a los
    demás”.

    “En parte, la falta de frecuencia se debe a que se piensa
    exclusivamente en términos de transmisores bobos y receptores
    bobos. Con la electrónica inteligente de hoy, existe potencial
    como para utilizar también las frecuencias ocupadas.”

    También señaló que la aparente falta de
    espectro se debe a que está regulado. Evocando su
    crítica anterior a las comunicaciones alámbricas,
    declaró que “la actual mentalidad reguladora tiende a pensar
    en términos de una estructura de control centralizada que, en
    su conjunto, trae reminiscencias de la antigua economía
    soviética. Una estructura en la que el énfasis estaba
    puesto en limitar la distribución y no en maximizar la
    creación de bienes y servicios. Algunos sostienen que este
    viejo modelo centralizado de control económico sigue vivo y
    goza de buena salud -pero no en Moscú, sino dentro de nuestros
    entes reguladores de la radio”.

    El meollo del problema está en el concepto de espectro
    como propiedad pública -tan escasa como los inmuebles o tan
    preciosa como un recurso natural. Pero el espectro no tiene nada que
    ver con esto. Es esencialmente producto de los inventores y las
    mentes emprendedoras.

    El modelo de los bienes inmuebles se aplica principalmente a
    las emisoras de radio y televisión y, en general, a quienes
    usan patrones de modulación analógicos, en los cuales
    toda la interferencia aparece en la señal. Una señal de
    televisión requiere alrededor de 50 decibeles de señal
    a potencia de ruido, o 100.000 a 1. Por el contrario, las
    señales digitales con corrección de errores pueden
    ofrecer comunicaciones virtualmente perfectas en una relación
    señal/ruido muy por debajo de los 10 decibeles, o sea 10.000
    veces menos. Además, los nuevos sistemas digitales pueden
    dividir y subdividir el espacio del espectro en celdas y diferenciar
    las llamadas mediante códigos de espectro extendido, o incluso
    aislar conexiones particulares en el espacio mediante dispositivos de
    acceso múltiple por división del espacio que funcionan
    como cables virtuales, asignando todo el espectro a cada llamada.

    Baran señaló que “toda capacidad de
    transmisión que no se utiliza se desperdicia para siempre,
    como el agua que desborda el dique. Y aquí ha estado fluyendo
    agua durante muchos, muchos años”. Agregó que lo ideal
    sería la transferencia del espectro de 480 megahertz
    actualmente ocupado por las radiotransmisoras analógicas a la
    fibra óptica y el cable coaxil, pero advirtió que “no
    es necesario esperar a que llegue esta solución ideal… El
    espectro existente puede ser utilizado con mayor eficiencia si
    recurrimos a los receptores y transmisores inteligentes”.

     

    Un cerebro detrás de una antena

     

    Para concebir el modelo inalámbrico de Baran hay que
    comenzar por pensar en el ojo humano y compararlo con una radio. Al
    igual que una radio, el ojo es esencialmente un dispositivo que
    convierte fotones en electrones, pulsos de energía
    electromagnética en corrientes eléctricas. Cuando el
    ojo busca una luz visible -en vez de señales de
    radiofrecuencia- se comporta como una antena receptora. Con el avance
    de la tecnología radial hacia el reino del infrarrojo a
    través de microondas muchas de las diferencias están
    desapareciendo.

    Sin embargo, en materia de desempeño la radio es
    drásticamente inferior al ojo humano. Mientras que la
    mayoría de las radios pueden recibir señales de un
    amplio rango de frecuencias que van desde los kilohertz a los
    megahertz, de miles a algunos millones de ciclos por segundo, el ojo
    puede comprender señales con un ancho de banda de más
    de 350 billones de hertz (terahertz). Ese es el rango de la luz
    visible, de 400 a 750 terahertz.

    ¿Cómo es posible que los ojos puedan manejar 350
    terahertz de ancho de banda y la radio de FM alrededor de 20
    megahertz, o sea 17 millones de veces menos? No se debe precisamente
    a los poderes especiales de la retina y de las restantes facultades
    ópticas. Las antenas de radio pueden captar un rango
    aún mayor de frecuencias. La diferencia está
    esencialmente en el receptor. Los ojos cuentan con el soporte de un
    poder de procesamiento de alrededor de 10.000 millones de neuronas y
    billones de sinapsis. El soporte de la antena de radio está
    constituido por un hardware analógico fijo. Los ojos son
    inteligentes y acrobáticos, mientras que la radio es tonta y
    ciega.

    Según la visión de Baran, el futuro de las
    conexiones inalámbricas estará en el reemplazo de las
    actuales radios bobas por radios digitales inteligentes que se
    asemejen a los ojos. Combinando la radiotecnología con la
    tecnología de computación, la antena puede adquirir un
    cerebro. Las radios inteligentes podrán, con el tiempo,
    procesar gigahertz de espectro (miles de millones de ciclos por
    segundo). Podrán seleccionar los canales de frecuencia -del
    mismo modo que los ojos seleccionan gamas de colores- y establecer
    códigos y fuentes de radiación, del mismo modo que los
    ojos divisan diferentes fuentes, formas y patrones de luz. Por
    ejemplo, una radio inteligente podría procesar llamadas
    telefónicas, videos, teleconferencias, códigos de
    geoposicionamiento, láser de velocidad y comunicaciones de
    emergencia.

    El resultado será una transformación de la
    naturaleza del espectro. El actual modelo inmobiliario dará
    paso a una nueva visión. Los derechos para utilizar el
    espectro se parecerán al registro de conducir empleado en las
    autopistas. Hoy usted utiliza sus ojos de 350 terahertz para estudiar
    la autopista que tiene por delante y evitar así el resto del
    tráfico. En tanto no choque con otros usuarios, ni contamine
    el aire, ni vaya demasiado rápido, estará en
    condiciones de ir al lugar que desee. Como las radios serán
    computarizadas, podrán ver el espectro de la frecuencia de
    radio del mismo modo que sus ojos ven la ruta. Las radios
    inteligentes tendrán licencia como para manejar en los
    espacios abiertos del aire en tanto no choquen con otras radios ni
    contaminen las ondas de aire.

    Tal como sostiene Baran, cumplir este sueño está
    al alcance de la mano. Es la radio digital de banda ancha o radio
    controlada por software. En esencia, las radios utilizadas en los
    teléfonos celulares o en los PCS (servicios de comunicaciones
    personales) podrán diferenciar entre frecuencias;
    podrán decirle de dónde proviene una señal y
    aislarla en el espacio; podrán identificar el lenguaje de los
    códigos y los protocolos y las formas de onda que están
    utilizando y bajar traductores de software. Una vez libres de los
    múltiples conjuntos de canales dedicados, slots (fragmentos)
    de tiempo, protocolos, tipos de datos y normas para el acceso, las
    radios serán inteligentes y ágiles.

     

    Un nuevo paradigma

     

    Esto no va a suceder mañana pero, como cualquier
    perspectiva tecnológica, ilumina el futuro. Despeja el camino
    hacia un nuevo paradigma inalámbrico, que estará en
    marcha a comienzos del próximo siglo, y que requerirá
    un modelo totalmente nuevo de regulaciones inalámbricas y un
    nuevo método para juzgar la evolución de las empresas y
    sus perspectivas. En general, las compañías embarcadas
    en la ruta que conduce a las radios digitales de banda ancha -la
    radio inteligente- prevalecerán sobre aquellas que aten su
    futuro a las máquinas de cable tradicionales conectadas a
    reducidos rangos de frecuencia. La ley de Moore, la
    duplicación de la potencia de la computadora cada 18 meses,
    está permitiendo la creación de radios celulares de
    banda ancha en las cuales la mayor parte del procesamiento se realiza
    en forma digital.

    Algunas de las primeras radios inteligentes fueron construidas
    para los militares. En la Operación Tormenta del Desierto la
    cacofonía de las radios de combate de los aliados -alrededor
    de 15 y con diversas frecuencias, técnicas de
    modulación, códigos de encriptado y normas sobre forma
    de onda, tales como AM, FM o PCM (modulación de código
    de pulso)- crearon una virtual Torre de Babel en la arena. Las
    unidades necesitaban un sistema de radio independiente para cada
    norma de radio (o de radar). Como resultado, el Pentágono
    lanzó el proyecto Speakeasy -una radio inteligente que
    podía procesar en software las diferentes normas. Construidos
    por Hazeltine y TRW, los primeros prototipos fueron probados con
    éxito en 1994. Dado que las normas cambian con el tiempo y el
    hardware mejora al ritmo de la ley de Moore, una radio programable
    con software también ahorra dinero. En lugar de mejorar el
    sistema en el área de hardware cada vez que cambia la
    tecnología, las radios de software pueden perfeccionarse
    simplemente bajando un nuevo módulo.

    Los ingenieros del Speakeasy difundieron la noticia a la
    industria de los celulares. Stephen Blust, quien hoy trabaja para
    BellSouth Wireless, está al frente de un proyecto
    internacional -el MMITS- destinado a crear normas sobre la radio
    inteligente. En la actualidad, con el avance de las nuevas
    tecnologías digitales, todas las zonas urbanas se están
    convirtiendo en una Tormenta del Desierto de radios incompatibles. No
    sólo no pueden estos sistemas comunicarse entre sí,
    sino que también requieren un espectro y equipo de
    estación base independientes. Este procesamiento redundante ha
    incrementado los costos y reducido la universalidad de los sistemas
    inalámbricos, y ha impedido que los teléfonos celulares
    desplacen a la telefonía convencional.

    La solución está en la ley de Moore:
    habrá que ponerla en un chip. Al reducirse esta enorme
    complejidad a microchips de silicio, con cientos de millones de
    transistores en tiras de un centímetro cuya
    fabricación, en definitiva, cuesta menos de US$ 2, las radios
    inteligentes pueden simplificar radicalmente el panorama de la
    telefonía celular.

    La presencia de las radios inteligentes en los primeros
    años del próximo siglo permitirá escapar del
    zoológico de protocolos en conflicto. Las estaciones base
    serán programables en software, capaces de manejar los
    protocolos populares, incluyendo las nuevas tecnologías que
    vayan emergiendo.

     

    Un torrente desde las microondas

     

    Sin embargo, para llegar a eso la tecnología
    tendrá que realizar un esfuerzo heroico. Cada radio debe
    combinar cuatro componentes clave: una antena, un sintonizador, un
    mezclador y un modem. El más sencillo es la antena. Aun cuando
    también las antenas se están acercando a la
    tecnología de la computación y volviéndose
    inteligentes, para algunos fines alcanzará con una percha de
    camisa. Porque son los otros componentes los que transmiten el
    mensaje al oído humano.

    Los sintonizadores generalmente emplean la técnica de
    los circuitos resonantes para seleccionar una frecuencia de portadora
    o banda de frecuencia específica. La banda celular, por
    ejemplo, comprende de 25 a aproximadamente 850 megahertz. La banda de
    PCS comprende de 30 a aproximadamente 1.950 megahertz. Un mezclador
    convierte estas frecuencias de microonda relativamente altas a una
    frecuencia intermedia (IF) o a una frecuencia de banda base, que
    puede convertirse a una cadena de bits digitales.

    Ampliamente conocido en el mundo de las computadoras personales,
    el modem es un modulador-demodulador. Al transmitir, aplica una
    ondulación informativa (digamos, AM o FM) a la frecuencia de
    la portadora. Al recibir, retira la portadora, dejando la
    información.

    En el antiguo mundo de las radios bobas, los transceptores
    unen todos estos componentes en un sistema de hardware
    analógico. En el nuevo mundo de las radios inteligentes,
    sólo la antena y el mezclador front-end son analógicos
    y de cable tradicional. Los canales, las bandas de frecuencia, los
    patrones de modulación y los protocolos pueden definirse en
    software en tiempo real. La radio se convierte así en un ojo
    de microonda -un dispositivo que puede ver todos los colores de
    radiofrecuencia que uno desee enviarle.

    La clave de la radio digital está en el conversor
    analógico a digital (ADC). Toma una frecuencia de radio o
    intermedia y la pasa a una velocidad de, por lo menos, el doble de la
    frecuencia para traducirla a una serie de números.

    A principios del próximo siglo el avance de los
    conversores analógico a digital permitirá incluso
    prescindir del mezclador. Porque, para entonces, estará lista
    la radio que funcionará enteramente a software. Los
    conversores analógico a digital podrán traducir
    frecuencias de microondas directamente de la antena a una cadena de
    bits digitales. Alcatel ya ha logrado esta hazaña en la banda
    celular GSM en su laboratorio de Marcoussis, Francia. Hasta ahora
    esta radio casi totalmente digital es más una ficción
    que un producto. Pero eso va a cambiar.

    La mayoría de los conversores ADC de la actualidad no
    pueden funcionar de manera confiable en tiempo real a frecuencias de
    microondas (por encima de los 300 megahertz). Por lo tanto, los
    mezcladores son vitales. Sea digital o analógico, un mezclador
    es en esencia un multiplicador. Tal como los inventó E. H.
    Armstrong, el padre de la FM, los mezcladores son superheterodinos.
    Utilizan osciladores locales (LO) para multiplicar la frecuencia de
    la portadora que tiene una frecuencia inferior. El resultado clave es
    una frecuencia que representa la diferencia entre la frecuencia del
    LO y la de la portadora. Esta es una frecuencia intermedia que guarda
    toda la información que lleva la portadora pero a un nivel tal
    que pueda ser procesada por los ADC existentes.

    Si lo que se busca es una radio de superbanda ancha totalmente
    digital, la mejor apuesta está en dispositivos todavía
    muy costosos. Esta tecnología fue concebida hace más de
    una década por el profesor David Steinbrecher, del MIT, pero
    fue el esfuerzo pionero de Tellabs (Burlington) el que dio origen al
    Steinbrecher MiniCell, lanzado en mayo para los loops
    inalámbricos locales y las aplicaciones celulares interiores.

    Tellabs ha tenido problemas para vender sus radios de banda ancha
    para las aplicaciones celulares, por lo que es probable que tenga
    diseños demasiado sofisticados. Con el CDMA, que habitualmente
    utiliza entre uno y tres canales, los beneficios iniciales generados
    por una radio de banda ancha son escasos. Pero, cuando se trata de
    loops inalámbricos locales, con muchos miles de clientes en el
    Tercer Mundo que utilizan todos los canales disponibles, una
    estación base de banda ancha podría ofrecer una mayor
    eficiencia. Es muy probable que el MiniCell encuentre su nicho si
    puede reemplazar un gran número de radios costosas por un
    dispositivo programable.

    Los conversores de AD se están acercando ya a las
    frecuencias de microondas. Tanto Analog Devices como Comlinear,
    empresa nacional de semiconductores, han lanzado productos de 40
    megamuestras por segundo a una resolución de 12 bits. Esto
    permite que una mayor parte de la mezcla pase a los multiplicadores
    digitales.

    Con sus procesadores de señales digitales de alta
    potencia y sus avanzados conversores ADC, Analog Devices es un
    ejemplo del paradigma de la radio digital. Recientemente
    presentó una radio inteligente de banda ancha sintonizada con
    la banda celular, pero aplicable también a través de la
    banda PCS.

    Desde una PC Windows que utilice Visual Basic, los ingenieros
    de Analog pueden ir de un canal celular a otro y de un GSM a un CDMA,
    o a un DECT 1900, o a un IS-136 o al Sistema Handyphone Personal
    japonés (PHS). A medida que los fabricantes de todo el mundo
    converjan en una única frecuencia intermedia de 70 megahertz,
    la radio tipo podría adaptarse a cualquier banda celular, de
    850 megahertz en adelante. Todo lo que el usuario tendría que
    hacer es cambiar o resintonizar el mezclador.

     

    Quién gana y quién pierde

     

    El tema ha despertado el interés de las principales
    empresas fabricantes de equipos telefónicos, de Ericsson a
    Motorola. Mejorando drásticamente la eficiencia en el uso del
    espectro, las radios digitales de banda ancha darán nuevo
    impulso a la industria para que suba un escalón de frecuencia
    más hasta llegar a la abundancia de ancho de banda. Permiten
    la convergencia transparente de la banda celular no sólo con
    la banda de PCS sino también con otras aplicaciones, tales
    como las bandas de ISM (industrial, científica, médica)
    de baja potencia en 900 megahertz.

    Al reducirse los costos, las empresas pueden lanzar nuevos
    productos. La era de las computadoras personales alcanzó su
    punto culminante en 1996 cuando las PC superaron por primera vez en
    ventas a los televisores. En esta nueva era, la computadora personal
    más común será un teléfono celular
    digital: un dataphone, tan portátil como el reloj y tan
    personal como la billetera. Reconocerá la voz y la
    convertirá en texto. Se podrá conectar a una ranura del
    auto y ayudará a navegar por las calles. Consultará las
    páginas amarillas electrónicas e indicará
    cómo llegar a la estación de servicio, departamento de
    policía, restaurante u hotel más cercano.
    Realizará transacciones y cargará dinero en su chip de
    crédito de la tarjeta inteligente, la que podrá
    utilizarse como efectivo. Podrá pagar los impuestos, o ayudar
    a evitarlos, o lo relajará con una música suave
    mientras realiza sus tareas de cálculos. Captará
    imágenes digitales y las proyectará en una pared o una
    pantalla, o las despachará a otro dataphone o computadora. Y,
    además, le abrirá la puerta de casa, la del auto o la
    del garaje.

    Es muy probable que la primera PC del nuevo paradigma tenga
    que ser una CDMA, construida desde abajo hacia arriba para brindar
    ancho de banda on demand, de acuerdo con las normas TCO/IP de
    Internet, a una potencia de comunicación de unos pocos
    milivatios.

    Entre las empresas listas para lanzar muy pronto estas
    máquinas, de manera similar a la Prueba Piloto de
    Robótica de Estados Unidos, están Sony, Qualcomm,
    Lucky-Goldstar y Samsung. En cooperación con Alcatel, la
    gigante telefónica europea que acaba de anunciar un programa
    CDMA, las estaciones base de Qualcomm contendrán pronto un
    enlace GSM que permitirá a esos dataphones de CDMA conectarse
    sin interrupciones con los sistemas GSM europeos. Esto
    permitirá a las empresas europeas utilizar CDMA para expandir
    su capacidad sin poner en peligro a sus clientes de GSM.

    Con el avance de la tecnología, las radios de banda
    ancha serán ideales para ofrecer videoteleconferencias, la
    World Wide Web y los restantes contenidos inalámbricos ricos
    en imágenes, incluyendo el ancho de banda CDMA on demand. Los
    datos, y no la voz, serán la aplicación crítica.
    A medida que la gente disemine sus dataphones por todo el planeta,
    enlazándose con los displays correspondientes a través
    de conectores IR, los usuarios podrán irrumpir en un
    telecosmos sin ataduras, y podrán trabajar o jugar, estudiar o
    rezar dondequiera que vayan.

    Este nuevo paradigma se une a las dos inspiraciones clave de
    Baran -la Internet y la radio inteligente- para romper las cadenas de
    la geografía. La gente que desee computadoras y comunicaciones
    de vanguardia podrá adquirirlas dondequiera que viva.
    Utilizando Globalstar, Teledesic y los restantes sistemas satelitales
    de órbita terrestre baja (LEO) que estarán disponibles
    cuando se lancen las radios inteligentes, los estudiantes del Tercer
    Mundo podrán estudiar o trabajar en el Primer Mundo. Los
    maestros y empresarios del Primer Mundo podrán emplear y
    prestar servicios a personas de todo el mundo.

    Los conceptos visionarios de Baran constituyen los cimientos
    de un esfuerzo destinado a reinventar la Internet bajo una forma
    progresivamente más inalámbrica y a perfilar las
    políticas de comunicaciones de Estados Unidos y del mundo
    entero.

    (C) Forbes ASAP/ MERCADO




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