Cambio de ruta

    “Los desafíos para el management son los mismos en una
    fábrica en la India, en la Argentina o en Estados Unidos,
    porque las compañías automotrices se unirán en
    el concepto de plataforma, y todos los que quieran participar
    tendrán que tener clase mundial”, afirma Hans Seifert, el
    experto en prácticas automotrices mundiales que el Boston
    Consulting Group, una de las consultoras internacionales que
    más ha trabajado en este tema, trajo a Buenos Aires para
    disertar ante los más altos ejecutivos de la industria. Junto
    a Jorge Becerra, vicepresidente, y Raúl Rivera, vicepresidente
    y director general de la filial local de la consultora, Seifert
    mantuvo una entrevista con MERCADO sobre los desafíos que se
    presentan para la gestión del sector.

    —¿Cuáles son, actualmente, las prioridades
    para el management de la industria automotriz?


    Seifert: Una década atrás, solamente se pensaba
    en cómo conseguir la capacidad necesaria para producir
    más autos en forma eficiente. Hoy el objetivo es arraigar el
    sentimiento de la marca y desarrollar una posición minorista
    que otorgue una ventaja en la industria. En el pasado, las plantas de
    Europa y Estados Unidos se enfrentaban con el desafío de los
    japoneses que jugaban su carta de triunfo a través de una
    capacidad superior de fabricación y diseño, compitiendo
    en el lanzamiento de nuevos productos con ciclos de desarrollo muy
    cortos. Pero las compañías occidentales aprendieron la
    lección y hoy la competencia en los costos de
    fabricación ya no es un problema. En cambio, competir con los
    productos es cada vez más difícil, porque las
    diferencias son cada vez menores. Por eso, el desafío actual
    es crear un sentimiento de marca muy fuerte y una relación de
    pertenencia del cliente.

    Becerra: Es una tendencia que coloca al consumidor en la
    cúspide de todo el proceso de compra, brindándole una
    nueva dimensión de pertenencia a una compañía.

    — ¿Cuáles son los cambios que necesita la
    industria automotriz argentina para competir fuera del
    Mercosur?


    Seifert: Si quieren ser parte de la red mundial tienen que
    desarrollar habilidades competitivas globales en diseño y
    fabricación, pero éste es sólo un requisito
    necesario, no suficiente. Es preciso adquirir habilidades de clase
    mundial, en cuanto al sentimiento de marca y al marketing, en el
    mercado donde los fabricantes quieran vender sus productos, y
    satisfacer al cliente en forma diferente de la actual. Este es un
    desafío no solamente para las empresas argentinas, sino para
    todo el sector en el mundo. De todos modos, pienso que las
    automotrices argentinas serán parte de alguna
    compañía mundial, pero no serán jugadores
    globales dominantes en la industria.

    Rivera: En un principio tendrán que lograr la clase
    mundial en diseño y fabricación para poder llegar a ser
    jugadores mundiales en algún otro aspecto. Las
    compañías locales que quieran exportar con éxito
    a otras regiones tendrán que ser buenas ciudadanas dentro de
    sus organizaciones corporativas, porque no hay una sola automotriz
    argentina que en este momento esté en condiciones de exportar
    su marca a alguna parte del mundo. Para empezar, es necesario ser tan
    bueno o mejor que otros países para que
    compañías como General Motors o Volkswagen digan:
    “Vamos a construir una planta aquí para vender nuestro
    auto mundial”. Con esa base, quizá dentro de diez
    años tengamos un ejemplo de una compañía que
    creció y pudo hacer algo como lo de Corea, pero todavía
    no hay nada de eso.

    — El año pasado, el economista Jefrey Sachs
    afirmó que Argentina sólo podía venderle autos a
    Brasil.


    Seifert: No estoy de acuerdo. La industria automotriz
    argentina se está desarrollando para convertirse en una
    industria verdaderamente globalizada, con la posibilidad de compartir
    plataformas de producción en el mundo entero. Eso sí,
    las compañías argentinas deberán llegar a la
    clase mundial hasta para abastecer su propio mercado, de lo contrario
    no podrán sobrevivir a largo plazo. Esto también
    significa que los autopartistas tendrán que ser parte de la
    red global o no sobrevivirán. Es decir: o consiguen su clase
    mundial o serán absorbidos por otros o se convertirán
    en proveedores de segundo o tercer nivel. Las automotrices solamente
    utilizarán autopartistas de primera línea que puedan
    ofrecer capacidades de sistemas, de diseño, de
    innovación y de integración. Estos proveedores de
    primera línea podrán coordinar a los de segundo y
    tercer nivel. A estos últimos les será muy
    difícil competir porque en muchos casos lo harán
    solamente en base al costo. Es decir, mientras la Argentina tenga
    mano de obra y costo de producción baratos tendrán
    éxito, pero en cuanto algún otro país pueda
    competir con esos costos la actividad se trasladará
    allí.

    — En la Argentina, los concesionarios suelen encabezar el
    ranking de quejas de los compradores de autos ¿Cómo puede
    desarrollarse así un sentimiento de marca como el que ustedes
    proponen?


    Seifert: Este no es un inconveniente solamente en Argentina,
    Brasil o el Mercosur. Es un problema mundial. Lo mismo sucede en
    Europa o en los Estados Unidos: siempre hay quejas por la forma en
    que el concesionario interactúa con el cliente. Por eso, en
    este momento, todas las compañías están
    preocupadas por reestructurar su red de concesionarios. Esto
    también tiene que ver con los costos. Los costos totales de
    distribución, que incluyen en primer lugar la parte de los
    concesionarios, en Europa se encuentran entre 15 y 18 % del precio
    final del auto; luego hay que agregar el costo mayorista de los
    fabricantes, que oscila entre 10 y 15%. De manera que hablamos de
    costos de distribución de 25 a 30%, y el valor creado por
    estos costos, a juzgar por las quejas de los clientes, es bajo. Las
    compañías están trabajando ahora en dos
    dimensiones: en primer lugar, el desempeño de la red de
    concesionarios y, en segundo lugar, el costo de esa red. En lo que se
    refiere al desempeño, los concesionarios tendrán que
    comprender quiénes son los clientes de valor para la
    compañía automotriz, ya que hoy tratan a todos los
    clientes igual: mal o razonablemente bien. Es decir, no hacen
    diferencia entre ellos, aunque existen necesidades distintas en cada
    uno. Luego está el tema del costo. En la Argentina existen
    aproximadamente 4.400 concesionarios a los que se les asignan 400.000
    unidades por año. Esto da un promedio de 80/90 unidades por
    concesionario por año, y es muy bajo. Yo pienso que en el
    futuro se necesitará una consolidación y
    concentración hacia grandes concesionarios que puedan atraer a
    un público mejor, y podrán permitirse así una
    mejor capacitación de su personal.

    — ¿Por qué dicen que las empresas automotrices
    deben aprender de compañías como Disney,
    McDonald’s o Bristish Airways?


    Seifert: Son ejemplos de compañías que han
    comprendido exactamente lo que sus clientes quieren. Es lo que veo
    que falta en algunas automotrices: comprender las necesidades del
    cliente y tratarlos individualmente, segmentar la base de
    consumidores y luego crear lo que llamamos una experiencia de
    pertenencia que satisfaga las expectativas de cada uno de ellos.
    Mucha de esta interacción se realiza con los concesionarios y
    la pregunta es: ¿debe ser así o podemos pensar en nuevos
    medios, como la Internet? Es tiempo de comenzar a imaginar
    cómo puede la Web brindarle a una compañía
    automotriz la posibilidad de obtener un contacto directo con sus
    clientes para comenzar una nueva interacción. La Web ya es una
    herramienta de ventas en Estados Unidos: una sola
    compañía vende a través de la Web 30.000
    unidades por mes, casi el total de lo que se vende en la Argentina
    mensualmente.

    Héctor Casinelli