En 1983, mientras estaban desarrollando la tecnología
celular, los científicos de los célebres Laboratorios
Bell de AT&T se atrevieron a pronosticar que en el año
2000 habría 900.000 teléfonos móviles
funcionando en el mundo. A pesar del respeto que sus antecedentes
profesionales inspiraban, pocos tomaron en serio esa posibilidad.
Aunque el fin del siglo ya se sintiera cerca, era imposible entonces
concebir que la telefonía celular fuera más allá
de la imaginación de los autores de Dick Tracy, la Tortuga
D´Artagnan y el Superagente 86.
Es cierto que los hombres de los Bell Labs se equivocaron, y
por mucho. Pero en sentido contrario al esperado: hay ahora alrededor
de 160 millones de usuarios de telefonía celular en todo el
planeta cerca de 800.000 en la Argentina y se calcula que en el
2000 serán 295 millones, 300 veces más que la entonces
audaz estimación de los pioneros. Por otra parte, aquella
tecnología que hace menos de una década permitió
realizar lo que hasta entonces era posible únicamente en el
mundo de las historietas, será absolutamente arcaica cuando
despunte el tercer milenio.
Como la evolución de la industria se produce a un ritmo
infinitamente mayor al que son capaces de imaginar incluso quienes
están a cargo de ese proceso, hoy no sólo se puede
conversar a través de un teléfono celular, sino que,
gracias a la aparición del concepto de convergencia o
multimedia, pueden transmitirse datos y fax, algo que no estaba en
los cálculos más optimistas de 1983. Pero
también se está pensando en la aparición
inminente de nuevas tecnologías que superen a las vigentes,
lo que favorecerá una mayor gama de servicios y la
ampliación de los radios de cobertura.
Quiénes son, dónde están
En la Argentina hay actualmente cerca de 800.000 usuarios. De
ellos, 510.000 (64%) corresponden al área metropolitana, donde
Movicom atiende a 300.000 y Miniphone a 210.000. En el interior del
país, CTI reúne 140.000 abonados, Personal la
operadora de telefonía móvil de Telecom Argentina a
102.000 y Unifón, que es propiedad de Telefónica de
Argentina, a 48.000.
“Ya dejó de ser un servicio elitista”, se ufana Marcelo De
Carli, director general de Personal. Como la mayoría de las
fuentes consultadas por MERCADO, el ejecutivo pronosticó un
salto importante en la cantidad de abonados gracias al calling party
pays (paga el que llama), el nuevo régimen de
facturación que entró en vigencia el 15 de abril y que
libera a los usuarios de la telefonía móvil de pagar
buena parte de las llamadas entrantes o involuntarias.
Pero a pesar de la velocidad con que avanza la
tecnología, el mercado no sólo el local;
también el internacional enfrenta una traba contundente a la
hora de hacer realidad las nuevas posibilidades: la
legislación. Por un lado, hay actividades novedosas cuyo
funcionamiento no está contemplado en las normas preexistentes
ni puede asimilarse a ellas. Por otro, la convergencia significa la
interrelación de nuevos servicios con otros tradicionales,
como la telefonía básica que, por razones
tecnológicas y económicas, hasta hace poco tiempo
desaconsejaban la competencia. También sucede que en varios
países entre ellos, la Argentina se otorgaron
períodos de exclusividad a las compañías que se
hicieron cargo de los servicios públicos cuando éstos
fueron privatizados.
¿Qué es el PCS?
Un claro ejemplo de vacío legislativo que demora la
incorporación de una tecnología o, directamente, genera
confusión acerca de ella, es el caso de los personal
communication services (PCS). Mientras se espera que este año
el gobierno llame a licitación para explotar ese servicio en
el área metropolitana, los especialistas no logran ponerse de
acuerdo acerca de si se trata precisamente de un nuevo servicio o,
como sostienen muchos especialistas, de una “segunda
generación de telefonía celular”.
La teoría sostiene el concepto de que se trata de un
servicio que permite comunicarse hacia y desde cualquier lugar en
cualquier momento. Las recientes experiencias en países como
Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Japón permiten
definirlo según cuatro características básicas:
el tipo de tecnología aplicada, la cobertura a través
de microceldas y picoceldas, las bandas de frecuencia atribuidas y
los servicios a los que los clientes pueden acceder.
Con respecto a la primera característica, el PCS no fue
concebido bajo una tecnología específica sino como un
concepto de servicios, por lo que las distintas regulaciones
internacionales decidieron otorgar a los licenciatarios la libertad
de optar por la tecnología de acceso digital que consideren
más conveniente para su red, excepto en la Comunidad Europea,
que fijó un estándar único.
En lo que hace al diseño de cobertura, la
telefonía celular funciona básicamente con macroceldas,
que son las que soportan las comunicaciones más
rápidas. Las microceldas se encargan del tráfico
más lento, en tanto las picoceldas se ocupan de los usuarios
de redes internas.
En cuanto a la banda de frecuencia, la franja del espectro
radioeléctrico asignado en todo el mundo lo mismo que en la
Argentina a los PCS es de 1.800 a 1.900 kilohertz, mientras la
telefonía celular funciona en la banda de 800 a 900 kilohertz.
En materia de servicios, los principales son: short messaging
services (acceso a servicios de paging a través del terminal),
wireless intelligent network (gama de servicios inteligentes),
código personal del usuario, control de llamadas, sleep mode
(aprovechamiento más eficiente de las baterías) y
servicios de valor agregado (casilla de voz, llamada en espera y
caller display, entre otros).
Adrián Figueroa, director de Asesoría Legal y
Relaciones Externas de Personal, entiende que las novedades que
podría incorporar el PCS “no difieren de los servicios que
pueden prestar las actuales operadoras celulares en virtud de la
tecnología que ellas aplican y de las licencias que han
obtenido”.
Para reforzar ese argumento, Figueroa recuerda que la Sexta
Reunión Cuatripartita celebrada por los países
integrantes del Mercosur, en noviembre de 1992, estableció
que, “desde la perspectiva del usuario, las prestaciones del PCS y de
los actuales servicios móviles son concebidos como enteramente
equivalentes”.
Sin embargo, la legislación argentina vigente hasta el
momento define a la telefonía celular como un servicio
móvil y al PCS en la más amplia categoría de
inalámbrico. Dado que la telefonía fija también
puede ser inalámbrica, lo que facultaría a las
operadoras de PCS a brindar telefonía básica, se
agregó al pliego un párrafo que advierte que mientras
dure el período de exclusividad de Telefónica y
Telecom, el PCS será considerado un servicio móvil.
El cielo ya no es el límite
En pocos días más, con el lanzamiento del primer
satélite, el consorcio internacional Iridium LLC habrá
dado el puntapié inicial para la concreción de su
servicio de comunicaciones personales móviles mundiales por
satélite (GMPCS, global mobile personal communication
service).
Se trata de un sistema satelital inalámbrico proyectado
para ofrecer un servicio global de telecomunicación a banda
estrecha para la transmisión de voz, datos y fax, que
estará en condiciones de operar el año próximo,
cuando se haya instalado la constelación de 66
satélites seis planos de órbita casi polar de 11
satélites cada uno y las primeras 12 gateways (estaciones
terrenas) en todo el mundo.
Cesare Pisani, director general de Iridium Sud América,
pronostica que en el año 2000 la compañía
tendrá en todo el mundo 650.000 clientes de voz
(representarán 0,22% de los 295 millones de usuarios que
sumará entonces el mercado celular) y 350.000 suscriptores de
paging (0,21% de los 160 millones de usuarios totales). En la
Argentina, estima, habrá para esa época 10.000
clientes.
Los satélites estarán ubicados en órbita
baja, a 780 kilómetros de la superficie terrestre.
Tradicionalmente, la órbita utilizada para las
telecomunicaciones por satélite es la llamada geoestacionaria,
a 36.000 kilómetros de la Tierra. Ese recurso es más
simple, debido a la ausencia de movimiento relativo entre el
satélite y la superficie terrestre, lo que permite la
transmisión de televisión, telefonía fija y
datos por banda ancha. En cambio, no resulta adecuado para la
telefonía móvil.
Por otra parte, la órbita baja favorece la
utilización de terminales de bolsillo y la reducción
del efecto de eco. Pero para que, además, sea posible una gran
movilidad, los satélites serán inteligentes, capaces de
comunicarse entre ellos, procesar la información y canalizarla
de acuerdo con el destino y el grado de utilización de la red.
En terreno legal, la Conferencia Administrativa Mundial de
Radiocomunicaciones asignó en 1992 la frecuencia para los
terminales y en 1995 la frecuencia para las gateways. También
en 1995 la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados
Unidos autorizó la construcción, el lanzamiento y la
operación del sistema Iridium y de otros GMPCS.
En octubre del año pasado, en Ginebra, la Unión
Internacional de Telecomunicaciones (UIT) recomendó la pronta
introducción de los GMPCS y, poco después,
asignó a Iridium sus códigos de país virtual
(prefijos 8816 y 8817).
Pero aún faltan allanar varios obstáculos en el
nivel de cada nación, tales como la asignación de
frecuencias para los terminales y las gateways, la asignación
de la licencia para brindar el servicio, la homologación y la
libre circulación de terminales, y la aplicación del
código Iridium en el plan de numeración.
En la región, según Pisani, Brasil y Venezuela ya
otorgaron la licencia para operar en banda L; en Uruguay se
firmó un memorando de entendimiento; en la Argentina, la
Secretaría de Comunicaciones otorgó una licencia
precaria para desarrollar la fase experimental, y en otros
países, como Chile, los entes reguladores están
preparando la legislación.
El servicio será comercializado por las operadoras de
telefonía celular, con todas las cuales Iridium inició
gestiones, aunque aún no está resuelto si todas
podrán contar desde el comienzo con el GMPCS o si alguna
gozará de exclusividad por algún tiempo.
Cuando un terminal sea activado, el satélite más
cercano y la network de Iridium determinarán
automáticamente la situación del crédito y la
localización del terminal. Luego, en función de la
compatibilidad y de la disponibilidad del servicio celular terrestre,
el usuario seleccionará la modalidad satelital o terrestre. Si
utiliza la última, el costo de la llamada será
equivalente al del servicio de roaming; en cambio, si usa el modo
satelital, se estima que el minuto en el aire costará entre
US$ 4 y 5.
Los terminales, que aún no entraron en la etapa de
producción comercial, costarán alrededor de US$ 3.000.
El sistema prevé la utilización de una tarjeta
inteligente que contendrá todos los datos del usuario
número telefónico (de ocho dígitos,
además del prefijo), nombre, empresa, crédito y que se
podrá utilizar en cualquier terminal Iridium, de modo que no
será necesario portar el aparato completo en un viaje.
Desde el punto de vista empresario, Iridium LLC es un
consorcio conformado por 17 miembros: Motorola Inc., Khrunichev
Enterprise, PEWC Telecom Ltd., Lockheed Marin, Raytheon Company, la
carrier Sprint Corp., la operadora de telefonía celular
alemana Vebacom GmbH y las 10 divisiones de Iridium (Sud
América, Canadá, Africa, Middle East, Korea, China/Hong
Kong, Nippon, India Telecom, Italia y Southeast Asia).
Entre todos reunieron los US$ 4.500 millones que cuesta poner en
marcha el proyecto (en el que están trabajando 5.000
ingenieros en todo el mundo) y se reservaron el derecho de explotar
el franchising del sistema en sus respectivas zonas de influencia.
Iridium Sud América está formada, a su vez,
por cuatro socios: Iridium Andes-Caribe Ltd., un consorcio de
compañías venezolanas, tiene 40% y actuará en el
Caribe y el norte de Sudamérica; Inepar S/A Indústria e
Construçoes – Iridium Brasil, un grupo de empresas de
electrónica y servicios, tiene 25,1% y cubrirá Brasil;
Iridium Italia, que pertenece totalmente al holding italiano de
telecomunicaciones Stet, tiene 10% y operará el Cono Sur, y
Motorola Network Ventures, con el restante 24,9%, tendrá a su
cargo la provisión de equipos y la gestión de la
constelación.
Como es de esperar, Iridium no estará sola en el
mercado: ya hay dos competidoras desarrollando sistemas parecidos. Se
trata de Global Star e Ico Global Communications, otros dos
consorcios internacionales que, según fuentes del mercado,
tecnológicamente estarán en condiciones de comenzar a
operar a fines de 1999 y en el 2000, respectivamente.
Un party que no es una fiesta
Tal vez para sorpresa de muchos, los prolegómenos de la
puesta en marcha del sistema calling party pays (paga el que llama,
en vigencia desde el 15 de abril) encontraron la cerrada
oposición de Telefónica de Argentina, que llegó
a objetarlo formalmente, sin éxito. Sorprendió, sobre
todo, el contraste con la posición asumida por la otra
operadora de telefonía básica, Telecom Argentina, que
en ningún momento cuestionó la medida.
Los argumentos sostenidos por Telefónica para rechazar
el nuevo régimen fueron, básicamente, dos: sus abonados
deberán pagar por un servicio que no contrataron y
habrá un subsidio encubierto de la telefonía
básica a la móvil.
El presidente de la Comisión Nacional de
Comunicaciones, Roberto Catalán, rebatió
públicamente esa postura al aclarar que la red móvil es
un servicio desvinculado de la telefonía básica. Esa
opinión coincide con la de numerosos usuarios de celulares, a
quienes les parecía injusto tener que pagar por recibir
llamadas, dado que la voluntad de establecer una comunicación
es exclusiva de quien llama.
Expertos del sector consultados por MERCADO interpretaron
que la reacción de Telefónica se debe a que estima que
le será desfavorable la relación entre la caída
que sufrirán sus ingresos por la prestación del
servicio de telefonía básica y el crecimiento de la
facturación de sus vinculadas Miniphone y, sobre todo,
Unifón.
Curiosamente, una vez que el calling party pays entró
en vigencia, Unifón publicó avisos mucho más
destacados que los que difundieron las restantes operadoras de
telefonía móvil para explicar el nuevo régimen
informando que sus clientes no pagarán ninguna llamada
entrante, ni siquiera aquellas que lleguen desde teléfonos
fijos analógicos o desde el exterior, como sí sucede en
el resto del sistema móvil.
Fuentes del sector entienden que semejante oferta le
costará a Telefónica alrededor de US$ 2,5 millones por
año, pero suponen que se trata de una acción
promocional para elevar sustantivamente su cartera de abonados,
estimada en 48.000; por lejos, la menor entre las cinco operadoras.