“Lo que no logró Simón Bolivar lo consiguieron
las administradoras de fondos: unificar América”,
sostiene de modo algo exultante José Piñera, creador
del primer sistema de capitalización de la región. En
cierto sentido parece asistirle razón. Argentina, Brasil,
Colombia, Chile, México, Perú y Uruguay ya se cuentan
(o estarán en breve) entre los países precursores en
implementarlo.
Pero da la sensación de que a la jubilación privada
América latina le quedará chica en pocos años.
Hay quienes aseguran que la Unión Europea y Estados Unidos
seguirán los pasos de los países latinoamericanos. De
ser así, adquirirían valor premonitorio las palabras de
un project leader de una AFJP argentina allá por 1993, quien
afirmó que “los regímenes previsionales se van a
chilenizar, y esto se verá en poco tiempo”.
“Dos puertas tiene la vida: por una entramos y por la otra
salimos”, dice una canción griega. El camino entre ambas
es, gracias a la ciencia, cada vez más largo. Así, las
expectativas de vida aumentan, incluso en las naciones pobres. Este
hecho lleva a que 350 millones de personas mayores de 60 años
habiten el planeta.
El incremento de la posibilidad de vida junto al descenso de la edad
de retiro son considerados, con frecuencia, como la causa del
prolongamiento del período de jubilación de un
individuo. Y esta situación sobrecarga el gasto
público.
La semilla del sistema de capitalización germinó en el
convulsionado Chile del general Augusto Pinochet. Nadie hubiera
creído entonces que llegaría a los años ‘90
con un fondo equivalente a 30% de su producto bruto (PBI). Más
difícil era imaginar que de ahí en más se
expandiría por toda la región como un reguero de
pólvora.
Las administradoras de fondos de pensión trasandinas (AFP)
totalizan hoy por hoy 5,5 millones de afiliados (54% aporta de modo
regular), un patrimonio de US$ 27 mil millones y aproximadamente
200.000 pensionados.
Después de experimentar dos fusiones, la actividad se compone
de 16 AFP. Provida concentra el volumen más importante de
ahorros (US$ 5,2 millones), mientras Hábitat posee la mayor
cantidad de clientes (1,8 millón).
Aunque el viejo régimen está casi extinto, las personas
que contribuyeron a él no perdieron su dinero. El Estado les
traspasa esas imposiciones bajo la forma de bono de reconocimiento a
su cuenta individual.
Otro beneficio único, por ahora, de este sistema, es la cuenta
de ahorro voluntario. Estos depósitos obtienen la misma
rentabilidad que los previsionales. Pueden ser utilizados para fines
particulares o para elevar el futuro sueldo pasivo.
Las cosas pintan cada vez mejor en Chile. Por lo menos, ese panorama
surge del análisis de ciertos factores económicos.
“Si se proyecta un crecimiento anual de 6% en los rendimientos
de los fondos de pensiones, se habrán acumulado US$ 80.000
millones (64% del PBI) para el 2010”, indicó José
Piñera durante la 1ª Convención de la
Cámara de AFJP argentinas. “Agregando los 37.000 millones
del seguro de vida, ese porcentaje ascenderá a 94% del
producto bruto.”
Para proteger aún más los ahorros de sus clientes, a
partir de 1990 estas administradoras salieron a invertir por el
mundo, y la Argentina fue tal vez uno de los países
más favorecidos por esta iniciativa.
Cruzando la frontera
El primer retoño chileno fue Perú, y brotó en
junio de 1993. (Un dato interesante es que el lanzamiento de ese
sistema sirvió de campo de prueba para las AFJP locales.)
La puesta en marcha de las administradoras tuvo cuatro momentos. El
primero se extendió de julio a diciembre del ‘93. Las
ocho AFP pioneras realizaban 300.000 afiliaciones mensuales en
conjunto, poseían 3.000 promotores y el ratio de la
relación cotizantes-clientes rondaba 50%.
La otra fase (enero-junio de 1994) fue oscura. Dos fueron las razones
de esa impasse: por un lado estaban las demoras en la entrega de los
bonos de reconocimiento; por el otro, faltaba una cabeza
política visible capaz de defender las bondades del
régimen.
Todo empeoró en el segundo semestre de ese año y en el
primero del ‘95. La falta de publicidad aumentó la
desconfianza. También se incrementaron las comisiones 25%,
mientras que la fuerza de venta disminuyó.
Para la siguiente etapa (julio 1995-julio 1996) vino el relanzamiento
de la actividad de la mano de la segunda reforma jubilatoria. De
ahí en más, las cosas mejoraron.
Después de tantas idas y venidas los resultados de las AFP del
Perú son cuatro administradoras masivas (Integra, Horizonte,
Profuturo y Unión) y una (Nueva Vida) que apunta a un market
share especial, tres fusiones (Megafondo, Providencia y El Roble),
1,4 millón de afiliados (algo menos de 70% del mercado
potencial), una incobrabilidad de 53% y un fondo acumulado de US$ 400
millones.
De mantenerse el actual ritmo de captación, este sector
evolucionará entre 10 y 15% anualmente. Contará
así con 2 millones de clientes dentro de 5 años y
manejará un patrimonio de US$ 3.400 millones.
El camino del café
El tercer capítulo de la aventura de la
capitalización tuvo como escenario a Colombia. (La puesta en
marcha de este sistema en abril de 1994 se adelantó un mes al
argentino, que se constituiría así en el cuarto
eslabón de la cadena.)
Los colombianos poseen hoy un régimen mixto. Alrededor de dos
millones de personas forman la jubilación privada (13% de la
población económicamente activa), 3,2 millones
configuran el de seguridad social y 800.000 son parte de coberturas
especiales.
La plaza laboral se constituye con 15 millones de empleados. De ese
total, 1,8 millón están dentro de la economía
informal, mientras que la tasa de desempleo es de 12%.
Hasta el momento, ninguna administradora privada de fondos de
jubilaciones (APFJ) cobra comisión fija. Estos costos y los
del seguro no deben —por ley— superar 3,5% del aporte, que
es de 13,5% del salario. La comisión media se ubica en 1,3% y
la prima de la cobertura de vida está entre 1,8 y 2%.
Es importante destacar que se puede descontar un porcentaje sobre el
ahorro previsional. Sin embargo, una sola aplica ese mecanismo
(0,275%) entre las 9 APFJ que movilizan US$ 750 millones.
A orillas del Plata
Uruguay se convirtió, en julio de 1996, en el quinto
protagonista de esta saga. Aunque su sistema es mixto, los menores de
40 años y quienes ingresen o reingresen al mercado de trabajo
deben afiliarse obligatoriamente a una administradora de fondos de
ahorro previsional (Afap). Por su parte, los miembros del Banco de
Previsión Social (BPS) mayores de 40 años podían
optar hasta diciembre pasado a dónde adherirse.
La norma oriental prevé también una
diferenciación en función de los ingresos. Divide a la
PEA (Población Económicamente Activa) en tres niveles.
El primero logra una jubilación por solidaridad
intergeneracional y comprende a todos los empleados con asignaciones
de hasta 5.000 pesos uruguayos; las prestaciones se financian
mediante contribuciones patronales, personales y estatales.
Está después la pensión por ahorro individual
obligatorio. Dentro de este tramo se encuentran las remuneraciones
entre $ 5.000 y 15.000 y sus beneficios se financiarán de modo
exclusivo con los fondos de la cuenta individual. El último
segmento es el de la capitalización voluntaria, que incluye
los sueldos superiores a $ 15.000.
El balance del séptimo mes de vida de las Afap arroja 330.000
afiliados y 124 millones de patrimonio. A primera vista la morosidad,
dicen, oscilaría en 30%, aunque existen serias dudas al
respecto. La recaudación llega —como mínimo—
con dos meses de retraso. Los rezagos son aún una
cuestión ardua a resolver por el BPS.
Por el momento funcionan seis administradoras: Capital, Comercial
(Bancos General de Negocios y Roberts), Integración (Banco
Cooperativo), República (Bancos República, de Seguros y
Previsión), Santander (Banco Santander) y Unión (Banco
de Boston).
Los vaticinios para 1997 parecen tal vez modestos. Sin embargo, en
comparación con su plaza potencial (900.000 personas), son
relevantes. Las proyecciones permiten avizorar que se arribará
a un padrón de 500.000 clientes hacia diciembre de este
año.
La estrella mariachi
El modelo más acabado, según los expertos,
abrió sus puertas este mes en tierras mexicanas. Las
administradoras de fondos de retiro (Afores) ya empezaron a buscar
adeptos por todo el país. El sistema aúna, según
los analistas, a todos las precedentes y soluciona de entrada los
puntos negativos detectados en los restantes regímenes.
A pesar de que la gran mayoría de los mexicanos (como sus
pares argentinos en su momento) descreen del sistema, los project
leaders de las Afores afirman que todo terminará bien. Esta
aseveración se apoya en el hecho de que la afiliación
es obligatoria.
El Instituto de Seguridad Social de México nació en la
década del ‘40 y tenía como objetivo brindar
asistencia médica y social a los pensionados, jubilados,
mujeres y niños. La explosión demográfica
afectó —sin duda— su capacidad.
La población de ese país pasó de 50 millones de
habitantes en los ‘70 a 90 millones en sólo 25
años. Es bien conocido que México DF es la primera
megalópolis del planeta. Un estudio de la ONU estimaba que
17,3 millones de almas la habitaban en 1985, y proyectaba entonces un
crecimiento de 50% para el 2000.
La reforma afecta sólo a los nueve millones de trabajadores
privados pertenecientes al Sistema de Ahorro para Retiro (SAR). Este
segmento es bastante chico en relación con su PEA (entre 27 y
29 millones de personas).
De acuerdo con datos obtenidos al cierre de esta edición, se
presentarían 18 administradoras para ser aprobadas por la
Consar, una especie de superintendencia del sector. Un estrato
importante de estas compañías, que ya invirtieron
más de US$ 1.000 millones, procede de la banca.
Al parecer, los grupos que tienen más posibilidad de
éxito son los conformados por empresas mexicanas, como el
Bancome o el Banamex. No obstante esta ventaja, ninguna
administradora podrá concentrar —de acuerdo con la
norma— más de 17% y 20% de la plaza durante el primero y
segundo año, respectivamente.
Una vez puesta en vigencia, la actividad recibirá US$ 154
millones mensuales. Esa cifra surge de considerar el salario medio
(US$ 300) y el aporte jubilatorio (4,5%). Para el 2000,
gerenciarán US$ 25.000 millones.
El gobierno de México decidió postergar el lanzamiento
por un semestre, por lo menos desde el punto de vista de la
recaudación. La captación de clientes comenzó
este mes y el primer aporte bimestral de julio y agosto
ingresará en septiembre. Al mismo tiempo, las Afore
receptarán más de US$ 4.000 millones correspondientes a
los saldos de las cuentas en el SAR.
Entre las novedades de la capitalización a la azteca se
destacan que el seguro de vida e invalidez estará a cargo del
Estado, los afiliados podrán traspasarse de administradora una
sola vez al año, el proceso de afiliación inicial es de
4 años y los indecisos se sortearán en el 2001. El
trabajador podrá optar por jubilarse en capitalización
o en reparto; esta decisión estará determinada por el
monto del salario pasivo. En caso de que elija retirarse en el marco
estatal, el futuro pensionado retirará la totalidad de los
fondos de su cuenta personal para depositarlos en el Instituto de
Seguridad Social.
La innovación más relevante la constituyen quizá
las sociedades de inversiones (Siafores), compañías
especializadas en fondos de pensiones. Las Afores
seleccionarán una o más para que se encarguen de sus
inversiones. Luego, el cliente elegirá derivar en forma total
o parcial su dinero hacia una o varias Siafores. Estas firmas
ofrecerán carteras con diversos grados de aversión al
riesgo.
El más joven, los más viejos
Brasil se vislumbra como la próxima escala en este camino.
Al menos, todo apunta en ese sentido. Claras señales de ello
son su población de 160 millones de habitantes que crece a un
ritmo de 2,3% anual, el poseer la segunda y la quinta
megalópolis mundiales (San Pablo y Río de Janeiro) y un
alto déficit en seguridad social.
El actual sistema no estipula una edad mínima para retirarse:
requiere sólo haber trabajado durante 25 años. Para las
mujeres, los empleados bancarios, los maestros y los pilotos ese
lapso se acorta.
Existe un régimen complementario que cubre a 6,7 millones de
personas dispersas en 347 entidades. Administra una suma equivalente
a 11% del PBI.
El Poder Ejecutivo brasileño presentó un proyecto de
ley para modificar ese régimen. Tras una ardua
polémica, sufrió innumerables modificaciones en la
Cámara de Diputados. Es muy posible, no obstante, que los
senadores lo aprueben este año.
“El problema demográfico queda solucionado con la
jubilación privada porque no depende de cuántos tienen
empleo, como ocurre en el de reparto, donde hay un trabajador por
cada jubilado, como pasa en la Argentina”, explicó Gary
Becker, premio Nobel de Economía, durante la 1ª
Convención de AFJP.
El envejecimiento poblacional es crítico en Europa. Salvo
contadas excepciones (Polonia e Irlanda), la presencia de un elevado
número de adultos mayores es una característica
común entre esas naciones, y esa situación adquiere
cada vez más fuerza. Por eso se estima que 92,26 millones de
ancianos vivirán en el 2025 en ese continente.
Un estudio sobre el tema explica que el costo social de un anciano
es, en general, dos o tres veces superior al demandado por un joven.
Por ejemplo, las obligaciones del Estado para con los actuales
jubilados italianos corresponden a 94% de su PBI, 77% para Francia,
58% para los británicos y 54% para Alemania (Fuente: Pension
Liabilities in the Seven Mayor Economies; Ocde; 1993).
Gary Becker pronosticó un derrumbe mayor de los sistemas de
reparto. Adelantó que Europa y Asia seguirán, en este
sentido, a América latina. “Habrá movimientos
hacia un régimen donde la plaza financiera recibirá una
inyección de fondos”, puntualizó Becker. “Se
observará una tendencia hacia las economías de mercado
y la previsión privada será una parte
considerable.”
Algunos economistas europeos no comparten esa visión. Luis
Herrera Gómez, de España, y el italiano Giovanni
Tamburi son dos de ellos. Afirmaron durante ese encuentro que un
mejor remedio sería un aumento de la tasa de empleo y el
control de la natalidad.
“El panorama previsional de Europa es difícil. Durante
1990 tuvo un déficit de US$ 232.700 millones, que ya
trepó a US$ 750.000 millones”, concluyó Tamburi.
INFORMES: Asoc. de APFJ de Colombia, Generar, Máxima,
Nación, Orígenes y Siembra.