El management del marketing

    ¿Admite una empresa de marketing las mismas operaciones de
    management que una de producción? ¿Cómo medir la
    eficiencia de los procesos en un área donde, en las
    antípodas de la repetición fordista, el hallazgo
    original, la singularidad y la renovación son la materia prima
    del éxito; donde, como dice la vieja frase, el capital
    más importante se va por las escaleras a la cinco de las
    tarde?

    “Pensar en un programa de calidad en una agencia de publicidad
    es bastante loco”, reconoce Susana Junqueras, responsable de
    Recursos Humanos de Lautrec; “pero se puede; el tema es
    encontrar el mejor proceso de trabajo. No es fácil, en
    publicidad hay mucha intervención humana; no existe una cadena
    de montaje sino sujetos que aportan creatividad. Ni siquiera
    podríamos compararlo con un banco, a pesar de que
    también sea servicios”, agrega quien desde 1989 lleva
    adelante el proyecto de calidad de la organización.

    El desafío para el sector es complejo. Tal como advierte
    Junqueras, la mejor creatividad no sirve si el cadete no lleva a
    tiempo los avisos y, a su vez, “¿adónde nos metemos
    la certificación de calidad ISO 9000, el valor agregado y el
    servicio si no logramos soluciones ingeniosas para nuestros
    anunciantes?”. Por eso comparan la herramienta de management con
    un colador: útil, pero siempre tributario del material
    brillante u obtuso que se vuelque sobre él.

    A pesar de las diferencias con el resto del mercado, el programa de
    Lautrec ubica en el centro, como todos los manuales de calidad lo
    indican, al cliente. La medida del éxito o fracaso de la
    agencia será entonces, mucho antes que los premios y los
    reconocimientos, la satisfacción de quien paga por los
    avisos.

    La respuesta que Lautrec encontró para la optimización
    de sus procesos se basa en el trabajo en equipo, la
    comunicación permanente y el compromiso de cada empleado en
    mejorar los servicios al cliente. Desde la agencia admiten que este
    cambio fue difícil: en las encuestas de los primeros
    años de esta década sólo la mitad del staff
    consideraba que el cliente era importante. Además, el
    individualismo era (y es) un valor muy fuerte en la profesión,
    y modificar la cultura requiere, en sus primeras etapas, una gran
    inversión de horas de trabajo.

    Pero el proyecto siguió adelante, venciendo mañas e
    hiperinflaciones, hasta transformarse en el modo natural de trabajo
    de Lautrec.

    “En calidad no hay a prioris, nada es bueno o malo por sí
    mismo. Lo importante es que el sistema funcione y que genere valor
    agregado, por lo que las soluciones varían de una empresa a
    otra. En nuestra agencia, por los valores que asumimos, ya no existe
    el puesto de coordinación, no hay nadie que distribuya tiempos
    y volumen de tareas. En lugar de eso, apuntamos a la
    autogestión y el autocontrol: que cada uno se haga responsable
    de lo que está asumiendo como compromiso”, advierte la
    directora de Recursos Humanos.

     

    1996: renovación y cambio

    En enero del año pasado Lautrec se mudó a su amplio
    piso de Puerto Madero. El nuevo paisaje importó, además
    de la vista al río, otro modelo de trabajo: la estructura de
    oficina abierta.

    Desaparecieron las oficinas y los tabiques: todos a la vista y al
    alcance de todos. Algunos extrañaron la privacidad perdida,
    pero la mayoría pronto entendió cuánto
    habían ganado en comunicación y en agilidad para
    resolver los procesos administrativos.

    Para los directivos de la agencia, el sistema de planta abierta es en
    gran medida responsable del desempeño de la empresa en 1996.
    “Fue impresionante —asegura Junqueras—. La oficina,
    por sí sola, generó cambios. En un ámbito
    así, se soluciona cualquier asunto espontáneamente, se
    logra una rapidez enorme y se estrechan los vínculos entre
    todos, porque también los directores están ahí,
    a mano de cualquiera. Además, ya no tenemos más a
    cuentas, medios y creativos divididos en tres departamentos, sino que
    los integramos en células de trabajo, en las que cada uno
    comparte, con su propia mirada, las necesidades del cliente.”
    Los resultados obtenidos convirtieron a la oficina en un producto de
    exportación; la casa central de Nazca, en Puerto Rico, ya
    anunció que la adoptará como modelo.

    Los objetivos más importantes de calidad para el año
    pasado se centraron en bajar los trabajos fuera de término a
    6% y los reprocesos a 5%. Este último factor, además de
    la desmotivación y la tensión que acarrea, afecta
    directamente las utilidades al multiplicar los gastos y las
    horas/hombre invertidas en un aviso.

    Para mejorar sus procesos, Lautrec ideó “grupos de
    trabajo”, en los que los mismos involucrados en cada tarea
    analizan su ingeniería y proponen soluciones. “Para
    hablar de calidad, hay que saber escuchar”, aconsejan los
    directivos de la agencia. Como estímulo a la revisión
    incesante de los procesos, en 1997 los grupos participarán en
    un concurso interno en el que se premiará al que, desde
    cualquiera de las actividades de la agencia, aporte un impacto mayor
    sobre la satisfacción del cliente y la reducción de
    costos.

    Además, año a año monitorean el clima laboral
    con encuestas de opinión interna, cuyos resultados son
    cotejados con los del período anterior y con un valor promedio
    del mercado.

    El último sondeo reveló disconformidad en la
    evaluación y reconocimiento al desempeño y en los
    sueldos percibidos. Lautrec recogió el aviso y asumió
    atacar ambas debilidades, haciendo más participativa la
    evaluación e incorporando un régimen de
    remuneración variable. Así, trimestralmente se
    liquidará un plus sobre el salario actual, que regirá
    de acuerdo con la incidencia en las utilidades: la dirección
    de la agencia tiene en claro que el compromiso sólo existe
    como avenida de doble mano. De todos modos, los aumentos
    podrán existir únicamente acompañados de
    más tecnología, mejores procesos y mayor productividad.
    Los números de Lautrec indican que en 1996 la empresa tuvo $
    800.000 de utilidad y pagó salarios por $ 4.980.000. Es decir,
    aun renunciando a la ganancia, el aumento general no superaría
    16%.

    Hacia afuera, la investigación continúa, ya sea bajo la
    forma de sondeos a los proveedores —cuyos reclamos disminuyeron
    en 40% con respecto a 1995—, entrevistas a clientes o encuestas
    a anunciantes de otras agencias. Entusiasmada por un año de
    éxitos, la dirección de Lautrec exhibe orgullosa un
    estudio de la consultora ID que ubica a la agencia al tope de las
    preferidas por los usuarios de otras empresas de publicidad.

    Junqueras, por su parte, insiste en su personal. “El secreto es
    mucha participación. Y también una dirección
    clara que explicite hacia dónde vamos; queremos que sientan
    que la agencia es el avión en el que pueden volar más
    lejos.”

     

     

    Señas de identidad

    Como empresa global de comunicaciones, Lautrec Nazca S & S
    tiene organizadas cinco divisiones o unidades independientes de
    negocios: Promoción Periodística, Draft Direct, San
    Telmo Diseño, Web Way y Eiffel Promociones.

    Premios a la creatividad:

    Cantidad de inscripciones: 265

    Cantidad de premios obtenidos: 81

    Efectividad lograda: 30,56%

    Logros máximos: León de Oro y León de Plata,
    Festival de Cannes; campaña gráfica más premiada
    del año en festivales nacionales e internacionales:
    “Sentí la música”, de Sony.