La hora de los premios

    Es difícil sustraerse a ellas. A cualquier hora que se encienda
    el televisor, en las tandas publicitarias, en los programas de
    entretenimientos y hasta en la trama de una serie
    romántico-policial, las promociones de ventas lo inundan todo.
    El boom promocional, que se refleja en los medios masivos pero
    abarca mucho más que lo que llega a los hogares a través de la
    televisión -se estima que las acciones que ocupan la pantalla
    representan sólo 12% del volumen total de las actividades
    promocionales desarrolladas en la Argentina-, no hace más que
    dar cuenta de las dificultades que enfrentan las empresas a la
    hora de aumentar o mantener sus ventas en tiempos de retracción
    del consumo. Definidas como el conjunto de acciones de
    comunicación programadas para un lapso determinado y destinadas
    a lograr el cumplimiento de determinados objetivos específicos
    de marketing -aumentar el volumen de ventas o la rentabilidad,
    acelerar la rotación de stock o aportar valores agregados al
    producto o servicio-, las promociones comienzan a desprenderse de
    la carga de prejuicios con que eran juzgadas por el management de
    las empresas. "El marketing promocional tuvo poco estatus
    entre las compañías. Todavía muchos consideran a las
    promociones como herramientas exclusivamente tácticas. Incluso
    se llegó a decir de ellas que deterioraban la imagen de los
    productos. Eso está cambiando, porque las empresas deben
    recurrir a la promoción -que tiene un fuerte impacto sobre el
    comportamiento del consumidor en el punto de venta- para
    garantizar resultados de ventas en el corto plazo y posibilidades
    de seguir jugando en un mercado dominado por una competencia
    creciente y un trade que se concentra cada vez más", opina
    Sergio Smith, titular del Smith Group, presidente de la
    Asociación Argentina de marketing y uno de los pioneros de la
    actividad en el país. Para Hernán Valenzuela, presidente de
    Bennett -la empresa de promociones que integra un holding del que
    también forma parte la agencia publicitaria Casares Grey-,
    "el marketing promocional está atravesando un momento muy
    especial en la Argentina y el mundo. Su participación en el
    presupuesto general de comunicaciones de las empresas aumenta y
    provoca una baja en la inversión destinada a la publicidad.
    Antes, la relación era de 20% para las promociones contra 80%
    para el resto, que se orientaba básicamente a publicidad. Ahora,
    ambos presupuestos se van equilibrando. Y ésa es la razón por
    la que las agencias publicitarias se vieron obligadas a sumar una
    división de promociones: no podían permitirse perder negocios
    frente a las demandas de los clientes, que comenzaban a exigir
    soluciones de comunicación más integradas".

    ¿Ha nacido un monstruo?

    La importancia que adquiere el negocio -se estima que en la
    Argentina, durante 1996, las acciones promocionales sobre el
    comercio minorista y los consumidores sumarán inversiones
    superiores a US$ 2. 000 millones- abre un juego de intereses en
    el que cada uno de los protagonistas -las empresas de promociones
    independientes, las que forman parte de agencias publicitarias y
    las consultoras de marketing integral- tiene algo que decir.
    "Cuando se habla de promociones se pone el acento casi
    exclusivamente en los premios televisivos. A pesar de que las
    cifras señalen que, del total de negocio que mueve el marketing
    promocional en el país, sólo una parte ínfima se destina a las
    promociones que se canalizan a través de juegos en los programas
    de más alto rating. Pero la mayoría registra eso porque lo vive
    cotidianamente con Susana Giménez, Julián Weich o Pablo
    Codevilla. Sin embargo, hay muchísimas actividades que se
    realizan apuntando a mercados específicos, o campañas
    promocionales montadas in store -dentro de los supermercados, por
    ejemplo- que abarcan todo el país acompañando el lanzamiento de
    nuevos productos o como promociones de ventas. No tienen apoyo en
    los medios, pero son técnicas que responden a una estrategia
    -que considera el ciclo de vida de cada producto, su situación
    competitiva, los hábitos de consumo de la demanda- y se aplican
    allí donde el consumidor decide la compra", apunta Enrique
    Meyer, titular de Meyer Action Marketing. En opinión del
    consultor Alejandro Di Paola, "a la promoción le está
    pasando mucho de lo que le pasa al país en la mayoría de las
    cosas: hay una profunda falta de imaginación. Y a eso se le suma
    una escasa visión de lo que le sucede al consumidor. Frente a
    esa realidad, la solución desesperada es recurrir a promociones
    con premios, que intentan agregar value for money con dinero,
    autos, departamentos o televisores a productos que la gente
    percibe como iguales. El resultado: la mayor parte de los
    presupuestos en comunicaciones se destinan a promociones
    tácticas, que sólo pueden ser efectivas en la venta puntual,
    pero no responden a un plan de marketing estratégico. Las
    megapromociones televisivas son absolutamente coyunturales:
    cuando se terminan se acabaron las ventas y, con ellas, la
    fidelidad -también coyuntural- de los consumidores. Están
    creando un monstruo, que es un cliente totalmente infiel".

    Táctica versus estrategia

    Fernando Peydró, presidente del Clienting Group, coincide en la
    apreciación: "A mi juicio, está faltando incorporar mucha
    más ingeniería en la construcción del incentivo. Y como
    consecuencia de esa falta de creatividad se cae fácilmente en el
    sorteo y el premio, que hoy parecen ser los caballitos de
    batalla. La realidad es que en la mayoría de los productos
    masivos que ofrecen ese tipo de incentivos se puede comprobar
    que, una vez terminada la promoción, la marca o el producto
    vuelve exactamente al lugar del que partió. Se debería apuntar
    a ganar market share y mantenerlo más allá del tiempo que dura
    la promoción". Los máximos responsables de Eiffel
    Promociones, la división de Lautrec Nazca que hizo de las
    megapromociones televisivas el corazón de sus negocios,
    responden a esas críticas. "Con las mediciones que hacemos
    antes, durante y después de la vigencia de las promociones
    podemos demostrar que no sólo crece la venta de los productos
    -el objetivo primario- de manera impresionante, hasta
    cuadruplicarse en muchos casos, sino que también aumentan los
    atributos del producto percibidos por la gente y la recordación
    de marca dentro de la categoría en que participan", asegura
    Mariano Glaser, director de Proyectos. Inventores de las más
    importantes megapromociones que ocupan las pantallas televisivas
    -el Juego del Millón en "Hola Susana", el de Philips
    Morris en "Caiga quien Caiga", o la Rueda del Millón
    de Nestlé en el programa "Sorpresa y Media" llevan el
    sello de la agencia-, en Eiffel piensan que las críticas
    "son consecuencia del desconocimiento de los resultados de
    esas mediciones. Es cierto que una vez finalizada la promoción
    las ventas caen, pero nunca al nivel que tenían antes. Siempre
    quedan 30 o 40% por encima de esa base. En el caso de productos
    masivos, este tipo de técnicas aumentan las ventas y generan
    brand switch, porque frente a productos de calidad similar el
    consumidor opta por aquellos que le permiten la posibilidad de
    participar y ganar premios importantes. Nosotros rompimos un
    mito: el que dice que las megapromociones sólo apuntan a hacer
    crecer las ventas. Hemos demostrado que también se puede agregar
    valor, logrando incrementos en los atributos del producto",
    desafía Matías Sarasola, director de Eiffel. Retorno a las
    fuentesLa explosión de las promociones que se valen de sorteos
    televisivos genera un negocio aún mayor, en el que los canales
    de TV son actores interesados. "En las megapromociones
    confluyen tres necesidades distintas: las de las empresas, que
    necesitan vender más, las de la gente, que necesita plata, y las
    de la televisión, que necesita rating. El cóctel da como
    resultado algo con que se puede llenar una pantalla y garantizar
    audiencias cautivas a la espera del golpe de suerte que las
    salve. Hoy es difícil escaparle a la televisión, porque a los
    clientes les cuesta escuchar recomendaciones que hablen de otra
    cosa", describe Eduardo Casanova, director de Núcleo, la
    división de promociones y eventos especiales de J. Walter
    Thompson. Muchos participantes de la actividad ya comienzan a
    sugerir que el recurso al megapremio empieza a saturar a la
    gente. Algunos aseguran, incluso, que los premios corren el
    riesgo de transformarse en commodities, lo que atenta contra la
    necesidad de cada producto -y cada promoción- de diferenciarse
    de las acciones encaradas por la competencia. "En publicidad
    y promoción, los abusos llevan a una pérdida de interés por
    parte de los consumidores. Y a eso se suma la percepción de la
    gente, que empieza a ver que muchos de los premios en danza son
    difíciles de ganar. Quienes nos dedicamos a desarrollar y
    realizar acciones promocionales deberemos prestar atención a
    esas señales, y contar con la capacidad de ofrecer cosas
    distintas de las megapromociones, que en sí mismas ya se
    convirtieron en un negocio. El desafío será proponer
    originalidad, para alentar a los clientes a que sigan un camino
    distinto del que están tomando la mayoría de sus
    competidores", opina Guillermo Broens, director de Mirador
    Producciones. La clave, para muchos, pasa por volver a las
    fuentes de la promoción, que creció de la mano de promotoras
    encargadas de generar incentivos de compra en el punto de venta,
    allí donde la competencia es el centímetro de distancia que
    separa a los productos fabricados por una y otra empresa.
    Fernando Lagier, director de Advermotion, señala que "hay
    un montón de cosas para hacer sobre las bocas, desde lo más
    sencillo -las degustaciones y la entrega de muestras,
    acompañando el lanzamiento de nuevos productos-, hasta el
    diseño de promociones más elaboradas, que contribuyan a mejorar
    el contacto entre el producto y el consumidor. Creo que el punto
    de venta va a ser el lugar sobre el cual más vamos a tener que
    volcar nuestros esfuerzos durante los próximos años".

    Más vale pájaro en mano

    En opinión de Eduardo del Boca, director ejecutivo de Inter
    Promo, la agencia promocional de Ratto/BBDO, "el próximo
    año las promociones van a seguir pasando por los premios, porque
    son parte de una escuela de la que difícilmente se pueda salir.
    No imagino una acción promocional en la que no exista una
    gratificación. Lo que deberemos hacer es mejorar la modalidad de
    ese incentivo, para lograr que esté más orientado hacia el
    contacto uno a uno que a la posibilidad de premiar a uno entre un
    millón. Probablemente, integrando el marketing directo, las
    siembras de productos, las degustaciones, las promociones de
    canje, las empresas van a lograr gratificar más a sus propios
    consumidores. Llegado el momento, los clientes van a preferir
    recibir el premio tangible de un plato o un vaso, antes que la
    posibilidad lejana de que su cupón salga sorteado entre millones
    de cartas para ganarse un viaje alrededor del planeta".
    Marcelo Calviello, director de la agencia MC/A, que trabaja
    asociada a Ogilvy & Mather, concuerda en la necesidad de
    "recurrir a un mix de tácticas promocionales -que apunten a
    las ventas, pero también a la imagen y al posicionamiento de las
    marcas- que permitan defender el principal atributo de los
    productos: su propia identidad. En el abanico de posibilidades de
    la promoción existen mil técnicas disponibles. Lo que falta es
    creatividad para que esas técnicas no parezcan siempre las
    mismas. Y la responsabilidad de que eso suceda es de todos: de
    las agencias y de los clientes, que en muchas ocasiones todavía
    ven la promoción como una parte del presupuesto que hay que
    gastar. Mientras tanto, la actividad promocional está mostrando
    sus banderas y las empresas comienzan a verlas. Todo el proceso
    habla de crecimiento. Lo que necesitamos es acompañarlo, para
    que a la promoción se le otorgue la importancia creativa, el
    presupuesto y el riesgo que desde hace tiempo se le concede a la
    publicidad".
    M. B.

    Eiffel, el sueño de la torre propiaL

    a división de Lautrec dedicada a la prestación de servicios
    promocionales está en el centro de las miradas. Algunos
    reconocen que Eiffel supo hacerse de un nicho lucrativo dentro de
    la actividad promocional. Otros argumentan que están montando a
    sus clientes en una carrera desenfrenada del "quién da
    más", y que nadie -ni ellos- sabrán cómo detener la
    escalada de premios que ya comienza a insinuarse. Matías
    Sarasola y Mariano Glaser, los padres de las promociones
    televisivas millonarias, responden a todos. "Eiffel se
    define como una agencia de promociones de ventas en medios
    televisivos. El objetivo básico de la empresa es incrementar las
    ventas de los productos de nuestros clientes. Y si esas empresas,
    con las que trabajamos durante todo el año, nos llaman para
    diseñar promociones para 1997, significa que estamos cumpliendo
    con los objetivos que nos habíamos fijado al lanzar las
    promociones", afirma Glaser. Todo comenzó el 15 de abril de
    este año, cuando Susana Giménez presentó en su programa El
    Juego del Millón, una iniciativa de Eiffel en la que la agencia
    reunió las estrategias promocionales de tres marcas -Elite,
    Fargo y Resero- para ofrecer a los televidentes la posibilidad de
    competir, envío de etiquetas mediante, en un juego que ofrece
    como premio mayor la posibilidad diaria de ganar hasta un millón
    de pesos. "La propuesta surgió de la agencia, y los
    clientes la aceptaron porque sabían que participar durante ocho
    meses en un programa que tiene 30 puntos de rating y una
    conductora admirada por la gente les daba una oportunidad cierta
    de hacer crecer sus ventas", dice Sarasola. Y asegura que
    puede mostrar resultados: "Elite creció en ventas de manera
    espectacular. Resero también vende más y está en el top of
    mind de la gente en la categoría de vinos de mesa. Y Fargo no
    sólo mantuvo su market share -a pesar de la entrada al mercado
    de una competidora fuerte como Bimbo-, sino que también logró
    incrementar en algunos puntos su participación". Tanto
    Sarasola como Glaser admiten que el empleo de las megapromociones
    es aconsejable sólo para determinado tipo de productos: los de
    consumo masivo y precios reducidos. Y reconocen que vender
    productos asociándolos a premios millonarios puede transformarse
    en un commodity. "Este es un diferencial que supimos
    construir como agencia. Hacia el futuro, lo que deberemos hacer
    es seguir evolucionando en el desarrollo de técnicas más
    interactivas", apunta Sarasola. Mientras tanto, Eiffel
    seguirá apostando al influjo que los premios millonarios
    provoquen sobre las decisiones de compra de la audiencia. En
    pocos días más pondrá en el aire de "Sorpresa y
    Media" -el programa conducido por Julián Weich- la más
    reciente de sus criaturas, un juego auspiciado por el grupo
    ID&S -dueño de las empresas Tía, Tía Express, Lapa y Paseo
    Alcorta- en el que los participantes podrán llegar a ganar un
    premio que exime de todo comentario: un edificio de 10 pisos.