Revés de Pepsi en Venezuela

    En la guerra entre Pepsi y Coca-Cola no hay tregua. A cada momento aparecen nuevas alianzas, inversiones,

    campañas publicitarias, toda estrategia diseñada por cualquiera de ambas compañías tiene como objetivo quitarle mercado a la otra. El 14 de agosto pasado, en las oficinas centrales de Coca-Cola en Atlanta, Osvaldo Cisneros, jefe de uno de los holdings familiares más poderosos de Venezuela y propietario de la embotelladora más antigua de Pepsi en la región (50 años en operaciones) se asoció con Coca-Cola. Dos días despúes, Roger A. Enrico, jefe ejecutivo de Pepsi y amigo personal de Osvaldo Cisneros, se enteró de los detalles del acuerdo. El efecto de la alianza del Grupo Cisneros con Coca-Cola puede resultar devastador para Pepsi: perderá el mercado venezolano, el único en el que supera a Coca-Cola en toda América del Sur y fuente generadora de ganancias estimadas en US$ 400 millones anuales. Es un retroceso en el plan de expansión de Pepsi y un bochorno ante sus aliados. Para Coca-Cola, el acuerdo es un triunfo desde todo punto de vista: incrementa su participación en el mercado venezolano de 10% a 55%. Asesta a su rival un tremendo golpe, y deja a Pepsi sin embotelladora y distribuidora en Venezuela. Coca-Cola se muestra muy decidida a competir globalmente, y esto equivalió a ganar una medalla de oro en su propia ciudad, Atlanta, días después de terminados los Juegos Olímpicos, donde, por cierto, se dedicó a auspiciar todos los eventos. Pepsi inició acciones legales contra el Grupo Cisneros en Venezuela, alegando que el acuerdo involucra un monopolio comercial. Pepsi tiene un contrato con el Grupo Cisneros hasta el año 2003, pero Coca-Cola dice que el contrato permite la revocación por cualquiera de las partes.