Hasta fines de 1994, la casi totalidad de los fondos comunes de inversión operaba con la modalidad de renta variable, es decir, con carteras integradas básicamente por acciones y sólo en una porción minoritaria por títulos públicos. El gran salto se produjo a partir de 1995, especialmente desde la segunda mitad del año, como consecuencia de la proliferación de entidades de renta fija o mixtas, constituidas para captar los abundantes fondos financieros disponibles en el mercado. Los analistas vaticinan que en los próximos meses se registrará otro gran salto, con la incorporación masiva de los denominados money markets, cuya actividad fue recientemente regulada por la Comisión Nacional de Valores, mediante la Resolución 277. Estas entidades apuntan a captar fondos de las empresas o de los particulares por plazos muy cortos, con colocaciones de, incluso, un solo día de plazo. Dada la necesidad de mantener la liquidez permanente de la cartera de inversiones, los money markets basan su operatoria en la colocación de plazos fijos con vencimientos escalonados, o en otras alternativas de gran liquidez, como los pases y cauciones bursátiles o la compra de cupones. Por la liquidez que ofrecen, estos instrumentos se asemejan a una caja de ahorro, pero la aventajan en los rendimientos, que según las épocas y las circunstancias pueden llegar a cuadruplicarlos, como ocurrió durante el efecto tequila. Contrariamente a lo que ocurre con el resto de los FCI, donde la rentabilidad o la pérdida operativa se refleja en el valor de la cuota parte, en un money market la rentabilidad se acumula al número de cuotas. De esa forma, el valor de la cuota parte permanece invariable y aumenta la cantidad de cuotas de los inversores en una relación equivalente a la rentabilidad obtenida. Esto motivó una presentación de la cámara que agrupa a los Fondos Comunes de Inversión, que a través de su presidente, Oscar J. Falleroni, sostuvo ante la Comisión Nacional de Valores la conveniencia de utilizar un sistema de contabilización uniforme para todo tipo de entidades. Falleroni considera que en el futuro las AFJP tendrán una gravitación creciente en el desarrollo de los FCI, pero hasta ahora, sostiene, el auge estuvo basado principalmente en los capitales canalizados por las empresas y los grandes inversores. Al 31 de julio las entidades previsionales habían efectuado inversiones en los FCI por $ 95 millones, que representaban 2,4% de la cartera conjunta que a esa fecha administraban estas entidades previsionales ($ 3. 936 millones), mientras que por las normas en vigencia pueden destinar a los FCI hasta 14% de su cartera de inversiones.
Más protagonistas
Hasta fines de diciembre, según Falleroni, se incorporarán al sistema entre 25 y 30 nuevos FCI, que elevarán el total de entidades en actividad a 150. Sobre esta base, para esa fecha el patrimonio conjunto de todas las entidades oscilaría entre $ 1. 500 y $ 1. 600 millones. Los nuevos FCI a estudio de la Comisión Nacional de Valores son en su mayor parte money markets vinculados con bancos de gran envergadura, que de esta forma estarán en condiciones de atender los requerimientos de las empresas, para las que los money markets resultan “muy útiles para obtener una razonable rentabilidad de los sobrantes transitorios de caja”, según Falleroni. Entre los FCI a estudio de la CNV hay dos money markets del Banco de Galicia. Una vez aprobados, se elevarán a ocho los fondos comunes (Fima) vinculados con esa entidad financiera. El hecho de que se incorporen al mercado de los FCI los bancos de primera línea, tanto nacionales como internacionales, da la pauta de que el sector comienza a ser un negocio atractivo. La incorporación de nuevos protagonistas acentuará la competencia entre los participantes y contribuirá a impulsar el desarrollo del mercado, que según los pronósticos de Falleroni seguirá expandiéndose, aunque prefiere no arriesgar cifras sobre los volúmenes de negocios que concentrará el sector a fines de 1997. Los fondos denominados de plazo fijo se asemejan bastante a los money markets, aunque tienen ciertas limitaciones, especialmente en lo que respecta al grado de liquidez. Sólo pueden mantener hasta 10% de su cartera en efectivo, mientras que los money markets carecen de restricciones en este sentido. Obviamente, si por razones especiales los directivos deciden mantener un elevado grado de liquidez, ello tendrá un efecto negativo sobre la rentabilidad. Además de estos FCI, que canalizan todos sus capitales hacia activos financieros, los denominados directos se dedican a una explotación determinada, como, por ejemplo, los que canalizan inversiones hacia el sector agrario. Actualmente hay dos FCI de estas características (VX agro y Faid). Ambos son cerrados y tienen plazos de duración relativamente breves, que normalmente oscilan entre un año y un año medio, el tiempo necesario que los directivos consideran óptimo para encarar y liquidar todo el proceso productivo que dio origen a la creación del FCI. En los fondos cerrados, una vez finalizado el período para suscribir las cuotas, no pueden incorporarse nuevos socios. Por lo tanto, el cuotapartista que desea desprenderse de sus tenencias debe buscar otro inversor interesado en comprarlas. Esta es la principal diferencia con los fondos abiertos, donde la entrada y salida de cuotapartistas es permanente. Es probable también que en 1997 hagan su aparición en el mercado los FCI inmobiliarios, que ya fueron autorizados por la legislación vigente. Para que puedan constituirse todavía deben precisarse algunos detalles que deberán ser aclarados por la CNV.
El menú
Hasta ahora, los FCI que operan en el sistema basan su actividad en los distintos tipos de colocaciones financieras (en pesos o en dólares) que realizan en entidades bancarias de plaza, con la particularidad de que los fondos mixtos pueden alternar en su cartera distintos tipos de activos, tanto en pesos como en divisas. De esta forma, los FCI están en condiciones de ofrecer una amplia gama de alternativas financieras, destinadas a satisfacer a distintos tipos de inversionistas: desde los que prefieren minimizar los riesgos hasta los que se inclinan por colocar la mayor parte de su capital en los fondos de renta variable, cuyas carteras estan constituidas básicamente por acciones. El Banco de Boston, a través de los FCI 1784, es líder del sector con ocho entidades que a fines de julio sumaban un patrimonio conjunto de $ 325,5 millones, equivalente a 26% de los patrimonios totales del sistema ($ 1. 251,3 millones). Gregorio Goity, responsable de la administración de estas entidades, señala que los ocho fondos 1784 en actividad cuentan con 8. 000 cuotapartistas distribuidos en todo el país, con una inversión promedio que a fines de julio sumaba $ 40. 000. En esta cifra se contabilizan las inversiones de las AFJP, que nunca superaron, según Goity, 15% del patrimonio conjunto de los ocho fondos. Goity pronostica que en los meses que restan hasta diciembre el sistema seguirá expandiéndose a un ritmo apreciable, aunque inferior al del primer semestre, que llegó a 80%. Según sus cálculos, a fines de diciembre el sistema exhibirá un patrimonio cercano a $ 1. 800 millones, de los cuales los Fondos 1784 bajarían su participación a 22% ($ 400 millones). El Banco Santander participa también en el negocio a través de sus cuatro Superfondos, que a fines de julio sumaban en conjunto un patrimonio de $ 88 millones. Fernando Omar de Illana, subgerente general del banco, explica que, debido a que el Santander es una entidad mayorista, los clientes de sus FCI son en su mayoría empresas y grandes inversores. Por esta razón, la cuota mínima de ingreso a un Superfondo es de $ 5. 000, muy por encima de la exigida por el resto de los FCI. Con la finalidad de aumentar la gravitación del banco en el interior del país, el Santander gestiona la habilitación de sucursales en Córdoba, Mendoza, Tucumán, Neuquén y Bahía Blanca, destinadas a captar clientes interesados en operar por el sistema de banca privada (banca de inversión para personas de altos ingresos), donde los FCI pueden tener una evolución interesante. De Illana se muestra también muy entusiasmado por las proyecciones de los FCI en el futuro, aunque estima que su gravitación dentro del sistema financiero continuará siendo reducida. Para impulsar el desarrollo de los FCI, sostiene, “habría que imitar lo que se hizo en otros países, como España, donde en sólo seis años el patrimonio conjunto de los FCI pasó de US$ 6. 000 a US$ 100. 000 millones”. Las políticas consistieron básicamente en favorecer las colocaciones a largo plazo, incorporando un tratamiento impositivo especial, que exime del pago del impuesto a las ganancias, a las inversiones que se mantienen en los FCI durante más de dos años. Se trata de una escala creciente de exención, que en el tramo inicial alcanza a 7,14% y culmina con 100% para aquellos que mantienen la inversión durante 15 años. A partir de ese momento, las rentas quedan totalmente exentas. El régimen español posibilita también que quienes invierten en FCI puedan diferir el pago del impuesto hasta el momento del rescate de las cuotas partes.
Acercar a los pequeños
Otra de las entidades que se lanzó de lleno a incursionar en este segmento del mercado financiero es el Banco de la Provincia de Buenos Aires, que en 1993 constituyó la casa de Bolsa Provincia Bursátil, de la cual depende Provinfondos, que desde su constitución, a fines de 1994, tiene a su cargo la administración de los tres FCI con que hoy cuenta la entidad y que en conjunto sumaban un patrimonio de $ 44 millones al 31 de julio. Patricio I. Persivale, gerente general de Provinfondos, señala que está previsto constituir dos nuevas entidades de money market, cuya autorización se encuentra a estudio de la Comisión Nacional de Valores, y que podrían comenzar a funcionar en las próximas semanas. Con estas nuevas entidades, a fin de año el patrimonio conjunto de los cinco FCI de Provinfondos se acercaría a $ 75 millones, que pertenecerían en su casi totalidad a inversores residentes en la provincia. La característica principal de estos FCI es que permiten incorporarse al sistema a los pequeños inversores, como lo prueba el hecho de que para el Provincia Valores Mobiliarios (opera fundamentalmente con acciones) el capital mínimo requerido es de $ 500, mientras que para los de renta fija, tanto en pesos como en dólares, es de $ 1. 000. En los money markets, anuncia Persivale, “nos ubicaremos entre los de menores exigencias de capital: el mínimo será de sólo $ 5. 000”. Con esta política, el Banco Provincia “pretende seguir incorporando a los pequeños ahorristas a un canal de inversión no tradicional como el de los FCI, que ofrece grandes ventajas con respecto a la caja de ahorro y a los depósitos a plazo fijo”, señala Persivale. Una estrategia similar aplica el Banco Quilmes a través de sus cinco FCI (Fortaleza, Dólar Plus, Selecto, Potencia y Quilmes), que a fines de julio sumaban un patrimonio de $ 24 millones. Martín Scarpati, responsable de la conducción de estas entidades, señala que antes de fin de año esperan agregar una más, cuya autorización se está gestionando ante la CNV. Se trata de un FCI de renta fija en dólares, cuya cartera estará constituida básicamente por títulos públicos, obligaciones negociables y depósitos a plazo fijo. Cubrirá básicamente los requerimientos de los inversores que deseen operar a mediano y largo plazo. “Nuestra política”, afirma Scarpati, “tiende a fortalecer a los FCI de muy baja volatilidad, para captar a pequeños y medianos ahorristas de las sucursales del banco”. La idea es, señala, inculcar a esos clientes una nueva cultura de inversión, que no siempre implica riesgo, como ocurría anteriormente con los fondos tradicionales, que basaban su evolución en la cartera bursátil. Por esta causa, “más que la rentabilidad, nos interesa la imagen de cada entidad. Estamos convencidos de que los FCI de bajo riesgo seguirán exhibiendo un crecimiento muy importante en el futuro”.
La brújula fiscal
Roberto Zorgno, responsable de la administración de los FCI Columbia del Banco Crédito Argentino, también muestra optimismo con respecto a la evolución futura de estas entidades, aunque sus pronósticos son mucho más cautos que los de sus colegas. Estima que al concluir este año el patrimonio conjunto rondará los $ 1. 500 millones y que hacia fines de 1997 llegará “con suerte” a $ 2. 000 millones. El futuro de los FCI, sostiene Zorgno, estará muy relacionado con la situación fiscal. Si es equilibrada o muestra un pequeño superávit, “el ahorro adicional de la comunidad se canalizará hacia los activos financieros, dentro de los cuales los FCI tienen la ventaja de que con una cantidad pequeña de dinero puede accederse a una diversificación bastante sofisticada de la cartera. Si las tasas de interés bajan, los inversores buscan oportunidades de mayor rentabilidad con riesgo acotado”. En cambio, si la situación fiscal se presenta ajustada, como todo lo hace prever, el ahorro adicional tenderá a favorecer los títulos públicos. “En ese contexto”, afirma, “se producirán aumentos en la tasa de interés, y los FCI se verán inmersos en una mayor competencia, donde el mercado global crecerá lentamente, acompañando la tasa de ahorro de la comunidad”. Con respecto a los tres FCI Columbia que administra, Zorgno sostiene que no está en los planes de la entidad aumentar su número. “Sólo tenemos previsto expandir las actividades de cada uno de ellos. ” Entre los nuevos FCI lanzados recientemente, se incluyen dos del Grupo Internacional Schroders, que ya administraba cuatro fondos, que al 31 de julio sumaban en conjunto un patrimonio de $ 22 millones. Los nuevos se denominan SMIM Latin America y SMIM Renta Variable, que estarán destinados fundamentalmente a seguir captando fondos del mercado local, especialmente de las AFJP. El SMIM Latin America será el primer FCI abierto que operará en la Argentina para invertir en la región. Hasta 75% de su cartera deberá pertenecer a empresas de países integrantes del Mercosur y el resto a compañías radicadas fuera del área (Venezuela, México y Perú). En el país hay otro FCI de estas características (Latin American Fund), pero es cerrado; por lo tanto, no pueden incorporarse nuevos cuotapartistas. En lo que respecta al SMIM Renta Variable estará destinado fundamentalmente a comprar acciones de gran mercado, lo que lo diferenciará del SMIM Renta Variable Crecimiento, desde hace tiempo en actividad, que canaliza sus inversiones principalmente a las empresas pequeñas y medianas. El grupo Schroders, que a nivel local actúa en un joint venture con el Banco Mildesa, está considerado uno de los principales administradores de fondos del Reino Unido. En todo el mundo maneja una cartera de US$ 110. 000 millones.
El primer offshore
La sucursal local del Deutsche Bank lanzó al mercado el primer fondo offshore que cuenta con autorización de oferta pública otorgada por la Comisión Nacional de Valores. En la práctica, este fondo actúa como un FCI, pero por estar regido por las leyes imperantes en Dublin (Irlanda), desde el punto de vista legal es una Sociedad de Capital Abierto, cuya constitución data de febrero de 1994. Por lo tanto, no emite cuotas partes como los FCI. Los inversores adquieren acciones de participación en la cartera. Además, el hecho de que ésta sea una empresa constituida en Irlanda posibilita que sus acciones puedan ser ofrecidas en la Unión Europea. Al 31 de julio último su patrimonio alcanzaba a US$ 7,5 millones, que en algo más de la mitad (51,3%) se hallaba invertido en títulos emitidos por el Estado Nacional (Bote 10, Bote 3 y Pre 2) y por obligaciones negociables correspondientes al Bansud, TGS, Banco Quilmes y Banco Buci. La otra mitad de la cartera la integraban principalmente Bonos del Tesoro de Estados Unidos. Según Roberto J. Ros, representante legal en la Argentina, la nueva entidad (DB Argentina Bond Fund Share) está destinada fundamentalmente a los inversores que operan en el largo plazo, y privilegian la seguridad sobre la rentabilidad. El único costo que tendrán los inversores será de 1,5% sobre el capital invertido, que no podrá ser inferior a US$ 5. 000. El valor de la cuota será publicado una vez por semana. Esta característica significa que en la práctica el plazo de permanencia en el fondo no podrá ser inferior a siete días, aunque, en razón del costo de entrada, recién comienza a ser rentable después de los seis meses. La gestión estará a cargo de la sucursal del Deutsche Bank en Nueva York. El Comité de Inversiones lo integrará, además, la sucursal local y el economista Roberto Alemann, como asesor independiente. Este fondo se agrega a los tres FCI que desde el 24 de julio del año pasado ofrece la sucursal local del Deutsche Bank (DB Equity, DB Global y DB Fix), que al 3l de julio último sumaban en conjunto un patrimonio de $ 40,4 millones. Si bien la publicación del valor de la cuota parte del DB Argentina Bond Fund Share se realizará una vez por semana -por un formulismo técnico- tendrán cotización autorizada en la Bolsa de Comercio.
El agujero negro
Desde julio de 1995 -en plena vigencia del efecto tequila- hasta julio de este año, el índice Merval, que refleja la evolución de las acciones líderes de la Bolsa, subió 15,8%, al pasar de 456,99 a 529,09 puntos. Pese a ello, las cuotas partes de los FCI de renta variable, cuya cartera está mayoritariamente integrada por acciones, registraron un retroceso de 5,20%. De ello se deduce que en ese período los gastos operativos y administrativos de los FCI y los honorarios de sus directivos superaron con amplitud la valorización promedio de los precios de las acciones en el mercado. Esto contribuyó a incrementar aún más la pérdida acumulada por estos fondos entre diciembre de 1992 y julio de este año (43 meses), que alcanzó un promedio de 26,85%, bastante superior, por cierto, a la que exhibían al 31 de julio de 1995, cuando el índice negativo llegaba a 21,69%. En la edición de MERCADO de septiembre del año pasado se explicó que no puede establecerse un estricto paralelo entre los rendimientos de los FCI de renta variable y el índice Merval, que no computa los gastos de administración de una cartera de inversiones. Sin embargo, hay otra razón que influye negativamente en el comportamiento de los FCI de renta variable: las elevadas comisiones que siguen cobrando algunas entidades, que podrían justificarse en épocas de alta inflación pero no en las circunstancias actuales. Es preciso tener en cuenta, además, que una parte significativa de los cuotapartistas se incorporaron a estos fondos para beneficiarse con algún incentivo fiscal y no prestaron particular atención a la evolución de esas tenencias. Algunas de las entidades especializadas en este tipo de operaciones contribuyen a mantener la incertidumbre alrededor del tema con la política de no enviar ninguna clase de información a los cuotapartistas. Una mayor transparencia en este aspecto se lograría mediante una resolución de la Comisión Nacional de Valores, que impusiera a todas las entidades la obligación (algunas ya la cumplen por propia iniciativa) de mantener con sus cuotapartistas una comunicación periódica, en la que informen sobre la cantidad de cuotas, la evolución del fondo y las comisiones que perciben por su intervención.
Los pronósticos
La mayoría de los analistas consultados consideran que durante el año próximo el patrimonio de los FCI seguirá expandiéndose, como consecuencia del crecimiento de las carteras de las AFJP y de la incorporación de los fondos money market, que podrían alcanzar una participación mayoritaria dentro del mercado. Para fines de 1997, los pronósticos elevan el patrimonio conjunto de los fondos a sumas que oscilan entre $ 2. 600 y 3. 000 millones. De esta cifra, aproximadamente la mitad quedaría reservada para los fondos de plazo fijo y money markets, mientras que los de renta fija se acercarían a $ 1. 200 millones. El resto ($ 300 millones) lo absorberían los fondos de renta variable, con un ritmo de expansión inferior al de los restantes. Si se cumplen estas estimaciones, que para algunos directivos como Roberto Zorgno son muy optimistas, los FCI pasarán a movilizar para esa fecha un nivel de negocios equivalente a 6% del total de depósitos existentes a fines de julio en el mercado financiero institucionalizado.