Cómo manejar un corazón de papel

    En su libro El nombre de la rosa, Umberto Eco describe la estricta vigilancia que durante la Edad Media establecían las

    autoridades eclesiásticas sobre el conocimiento impreso; un ejemplo extremo pero clásico de la necesidad histórica del

    hombre de resguardar su propia información de la mirada de los otros.

    A pesar del avance de la tecnología, las grandes organizaciones todavía conservan el corazón de papel: innumerable

    cantidad de documentos archivados en containers esperan pacientemente ser digitalizados, actualizados o, finalmente,

    destruidos.

    Previendo un futuro ancho y venturoso en ese campo, desembarcó, proveniente de España, la firma Inversabe, que junto al

    Centro de Tratamiento de Documentación (CTD), invirtió US$ 4 millones en la Argentina para montar Adea,

    Administradora de Archivos.

    Mientras en España CTD tiene una fuerte presencia capta 52% del mercado, compuesto aproximadamente por un total de

    2 millones de contenedores, en la Argentina las expectativas señalan un potencial de crecimiento altísimo, que llegaría a

    4 millones de contenedores en el corto plazo.

    Queremos captar 12% de ese mercado. La provincia de Buenos Aires, para dar sólo un ejemplo, tiene un potencial mucho

    más amplio que España debido a la alta concentración empresarial y a una carencia de cultura de management en estos

    temas, que hace que nuestras expectativas se vean superadas, afirma Armando Alvarez Viera, director ejecutivo de Adea.

    La firma ofrece desde la organización de archivos in company hasta la informatización y control del crecimiento vegetativo

    de la documentación. En este último punto establecen el diferencial con respecto a otras ofertas existentes en el mercado:

    Nosotros trabajamos con papeles, no con cajas. Queremos llegar a 250 mil contenedores en un año y medio, no quitándoles

    porciones a otras compañías sino ampliando la torta, asegura Alvarez Viera.

    Adea instaló una planta de almacenamiento de 7.000 metros cuadrados, sin vecinos linderos, con capacidad para

    220.000 contenedores, y personal de vigilancia las 24 horas. Este año, la compañía proyecta una facturación que se

    aproxima al millón y medio de pesos.

    Cómo, Cuándo, Dónde

    En archivos pasivos, que son los que no se consultan en seis meses, el cliente se ahorra lo que invierte en espacio. En los

    archivos dinámicos, evita lo que los norteamericanos llaman las zonas grises, donde se concentran los costos ocultos: la

    espera hasta encontrar el archivo, la pérdida de la información fundamental, etc., refiere Alvarez Viera.

    Cuando se hace el diagnóstico del flujo documental, la organización de los archivos depende de la utilidad que tienen dentro

    de la compañía-cliente. Adea desarrolló un software de bases de datos que permite entrar a la información desde distintos

    directorios y que se le instala gratuitamente al cliente para que pueda solicitar, a través de un modem o fax, el documento

    que necesita y que ya tiene ubicado desde su ordenador.

    En la Argentina, entre los principales clientes de Adea se encuentran Oracle, Price Waterhouse, CTI, Fargo y Ciadea. La

    firma dispone del know how internacional que le brinda la relación con el Banco Bilbao Vizcaya-Español, y el Banque

    National de París, y en Argentina se encuentra en tratativas con el Citibank y el Banco de Quilmes.

    En realidad, los bancos no están pidiendo productos sofisticados, sino que tratan de resolver la confusión de guarda y

    custodia; tienen kilómetros de papel, explica Alvarez Viera.

    En marzo se desarrollarían franquicias para cubrir las zonas fuertes del interior del país: Córdoba y Rosario, así como

    Chile. La otra apuesta fuerte de los españoles es la posibilidad de entrar en el Mercosur, más especialmente en Brasil,

    aunque en este país encontrarán la competencia de algunas de las grandes firmas norteamericanas del ramo, como Pierce.

    Josefina Giglio

    Bandejas ecológicas para la Argentina y el Mercosur

    Envasado al Natural

    Impulsado por las nuevas modalidades de distribución, comercialización y consumo de alimentos frescos, el mercado de las

    bandejas descartables de poliestireno de alto impacto y expandido creció silenciosamente, al amparo de las estrategias de

    ventas desarrolladas por las grandes cadenas de supermercados.

    Bandex, una empresa del grupo Inplast, lidera el mercado argentino de bandejas destinadas al envasado de carnes, verduras

    y frutas. Y a fines de octubre concretó un doble desafío: aumentar en 75% la capacidad de producción de su planta en el

    Parque Industrial de San Luis y adjudicarse el mérito de ser la primera compañía en toda Latinoamérica en cumplir con las

    exigencias de protección del medio ambiente establecidas por el Tratado de Montreal.

    Con una inversión que demandó US$ 4,5 millones de los cuales un tercio fue destinado a los requerimientos necesarios

    para la reconversión ecológica, el nuevo establecimiento de Bandex incrementó su superficie: de los 4.000 metros

    cuadrados originales a los actuales 8.500, y aumentó su capacidad instalada, lo que le permitirá llegar a fabricar en el futuro

    hasta 35 millones de bandejas por mes.

    Esa producción servirá no sólo para mantener su liderazgo en el mercado interno actualmente el holding controla dos

    tercios en el rubro de los envases plásticos, sino que abrirá las puertas a las posibilidades de ventas al Mercosur. Con la

    nueva planta, los directivos de Inplast aspiran a elevar la gravitación de sus exportaciones, que actualmente ascienden a

    US$ 1 millón sobre los US$ 25 millones que el grupo factura anualmente.

    Puertas adentro, la novedad más importante del emprendimiento reside en la reconversión tecnológica operada en la planta

    en favor de la preservación del medio ambiente. En esta nueva etapa, el establecimiento reemplaza en sus operaciones el

    agente expansor utilizado hasta el presente CFC por gas butano, que no daña la capa de ozono. Con ello, se adelanta en

    casi una década a lo fijado por el Tratado de Montreal, que obliga a los países en vías de desarrollo a abandonar el empleo

    del CFC a partir del año 2003.