El mercado petrolero y el del gas natural, antes expuestos a precios oficiales que escondían subsidios, no han podido reflejar
su profunda transformación en menores precios. Sí en mejores servicios.
El mercado petrolero debe reflejar en sus precios las referencias internacionales. La serie estadística de Carta Petrolera
muestra que el precio de los principales derivados cotiza por encima de la paridad de importación. La internacionalización
del mercado, la mayor competencia y el recupero de las inversiones en la cadena de comercialización deben corregir este
problema. El otro tema pendiente en los precios de este mercado es el ITC (impuesto a los combustibles), que hoy sólo grava
las naftas.
En el mercado gasífero, lo único que puede asegurar precios por debajo de la referencia impuesta por el sustituto
combustible (fueloil) es la competencia del gas con el gas, a partir de la diversificación de la oferta productiva. De cualquier
manera, la modalidad de servicio interrumpible (en el transporte) y la posibilidad de by pass en la distribución han atenuado
el impacto de los mayores precios en el gran consumidor. El pequeño consumidor (incluido el residencial) sigue siendo
cautivo y, aunque el gas natural no tenga incidencia relevante en su estructura de costos, hasta ahora sólo ha conocido
aumentos de precios (han aumentado los precios del gas en boca de pozo y las tarifas de transporte y distribución se
actualizan semestralmente en función de la evolución del índice de precios mayorista en los Estados Unidos).
En el mercado eléctrico se han dado los resultados más impactantes. Como el total de energía generada (térmica,
hidráulica y nuclear) aumentó de 52.757 gwh en 1993 a 81.352 gwh en 1994 y llegará a 116.000 gwh con la
incorporación a pleno de las nuevas centrales hidraúlicas y Atucha II, el esquema de costos marginales que rige el
precio del mercado mayorista spot permitió una reducción significativa del mismo: de 40/42 milésimos de dólar a
alrededor de 30 milésimos el kwh. Para que esa mejora llegue efectivamente al consumidor deben suceder dos cosas:
1) que finalicen los contratos de compra a término garantizados en las privatizaciones de Central Puerto, Costanera y
San Nicolás. En esos contratos se aseguraron precios de compra de alrededor de 40 milésimos el kwh, que las
distribuidoras de energía eléctrica trasladan al consumidor; 2) que se acelere la transformación eléctrica provincial,
porque de lo contrario las distribuidoras se quedan con la diferencia. En promedio agregan al precio de compra
mayorista cerca de 200 milésimos de dólar por kwh.
El acceso al mercado mayorista del universo de usuarios que consumen más de 100 kw (negocian directamente con los
generadores) beneficia a muchos medianos consumidores, pero puede hacer más gravosa la carga del consumidor cautivo.
En síntesis, para que la abundancia energética se refleje en los precios de la canasta de productos del sector, habrá que
esperar un tiempo y hacer seguimiento de la competencia y de las transformaciones pendientes.