La resurrección de una empresa

    El caso de Grosspal bien puede tomarse como una luz de esperanza en el oscuro horizonte de las Pymes. Esta empresa viene

    de una quiebra y tiene como clientes a los productores agropecuarios, que están pasando por uno de sus peores momentos.

    Sin embargo, con una marca muy valorada en el mercado y una gama de productos bien ubicados frente a la competencia,

    los empresarios que compraron la fábrica luego de la crisis encaran una reconversión que ya está produciendo resultados

    sorprendentes.

    Instalada en la ciudad cordobesa de Las Varillas, dentro del polo productor de maquinarias y herramientas agrícolas más

    importante del país, Grosspal lideró el mercado de palas agrícolas y viales. Entre 1984 y 1987 llegó a controlar más de 70%

    del mercado. Pero una prolongada crisis financiera la condujo a la desaparición en 1990.

    El juzgado actuante en la quiebra llamó a licitación para liquidar la fábrica, y Vialcam, una firma creada especialmente

    para esta oportunidad, presentó la mejor oferta. La operación que no incluyó inmuebles sobre los que pesan hipotecas

    rondó los $ 800.000, y las inversiones que se han previsto para el corto plazo sumarán cerca de $ 2 millones extras.

    En Vialcam concurrieron los aportes de dos socios provenientes de actividades muy disímiles: Carlos Preiti, presidente de la

    panificadora Fargo, y Juan Carlos Fernández, presidente de la fábrica de aerosoles Poett, de San Juan.

    Volver a Vivir

    Grosspal pasó a nuevas manos en diciembre de 1994 y se reabrió en los primeros meses de este año. La primera tarea de los

    flamantes conductores fue visitar la red de concesionarios de la marca y recomponer relaciones que, en algunos casos,

    habían terminado muy mal (95% eran acreedores de la quiebra).

    El plan rindió sus frutos y en marzo se produjeron y vendieron 20 implementos, incluidas palas, desmalezadoras,

    niveladoras de terreno y compactadoras de residuos para municipios. De allí en más se registró un sostenido

    incremento mensual que se reflejó en la venta de 100 unidades en agosto.

    Puertas adentro, la estructura de la fábrica cambió por completo. La antigua empresa llegó a tener 47 empleados

    administrativos bajo la supervisión de varios gerentes. Hoy se maneja con dos administrativos y un gerente comercial. La

    plantilla de producción también se achicó: de 62 a 22 operarios y, aun así, la fabricación pasó de 80 a 100 unidades por

    mes.

    El gerente comercial de Vialcam, Héctor Bruno, indica cuál ha sido una de las claves del éxito a partir de la línea de

    productos: Los implementos de arrastre (todos los de Grosspal son de este tipo) cumplen las mismas funciones que los

    autopropulsados y tienen mucho menor precio. Una niveladora de arrastre, por ejemplo, puede ser tirada por el tractor que

    tiene cualquier productor agropecuario, cuesta $ 13.000 y tiene el mismo desempeño que una motoniveladora de $ 50.000.

    Ante la difícil situación que atraviesa el agro, la empresa ha encontrado un mercado apetecible entre los consorcios

    que se encargan del mantenimiento de caminos rurales (solamente en Córdoba suman 280). Así las palas viales, que

    representaban 10% de la facturación total de Grosspal, aportan ahora 60% de sus ingresos.

    Pero la apuesta más fuerte es el camión G-600 con motor Perkins preparado para el transporte de mercaderías o equipado con

    hidrogrúa. La meta es fabricar uno por día para diciembre. Si se cumple esta meta, la facturación mensual de la empresa estaría en

    alrededor $ 1 millón para comienzos del año próximo.