Dentro del mercado automotor sudamericano es preciso distinguir tres tipos de actividades: la venta de vehículos
propiamente dicha, la fabricación de componentes originales y el mercado de repuestos. La primera de ellas está totalmente
controlada por corporaciones multinacionales instaladas tradicionalmente en Brasil, Venezuela y la Argentina.
El nuevo paradigma de la industria en la región depende de las normas que fije el mercado mundial. Sudamérica sólo
será un fuerte exportador si las corporaciones internacionales eligen tratarla como tal. El auge que, en ese sentido, se
registró durante los años 80 perdió ímpetu en esta década, particularmente en la Argentina y Brasil.
Las perspectivas de exportación para la industria en Sudamérica no son alentadoras por varios motivos: el mercado
estadounidense exige creciente sofisticación en los modelos, la competencia de Asia y México es demasiado fuerte y las
ventas a Europa no son fáciles desde que Fiat y Volkswagen comenzaron a utilizar totalmente sus redes de distribución
europeas para ese mercado. Además, los movimientos transatlánticos tendrán como principal punto de partida a las
compañías japonesas instaladas, al menos por ahora, sólo en Estados Unidos y México.
Todo lo cual no hace más que reforzar la creciente importancia del comercio intrarregional para la industria automotriz
de los países sudamericanos.
Los países desarrollados controlaban, hace dos años, 77% del mercado automotor mundial. Sin embargo, esta posición de
dominio parece ahora estancada: en el período 1995-1996, el índice permanecerá en alrededor de 75%. Las regiones
geográficas denominadas mercados emergentes, entre las que se halla Sudamérica, absorben entre 8,5 y 10% del total de
las ventas globales, y para fines de siglo se prevé que esa participación ascenderá a 30 o 35%.
En Sudamérica, el volumen de ventas de vehículos de todo tipo alcanzó a 2,9 millones en 1991 y se prevé que en 1995
alcanzará a 3,3 millones. Del total de las cifras brasileñas entre 1991 y 1993, la proporción proveniente de importaciones
fue insignificante, y la destinada a exportaciones fue de 20%. La Argentina, en cambio, exportó menos de 1% durante ese
período y se nutrió en 20% con importaciones.
Del total de unidades producidas, el porcentaje de ventas de automóviles es, en Brasil, de 75%, en Argentina llega a
80%, en Colombia a 62% y en Venezuela a 48%.
Pieza por Pieza
Como en el caso de los vehículos, las ventas de autopartes originales son difíciles de incrementar a menos que haya un
estrecha relación con las corporaciones multinacionales. Hasta el momento, la producción interna de componentes
fabricados por las compañías automotrices está mayoritariamente localizada en sus propios países de origen o en sus
principales filiales. Los tres grandes productores norteamericanos Ford, General Motors y Chrysler han anunciado que
su objetivo es reducir en 30% el número de proveedores externos durante esta década, y Nissan comenzó a comprar algunos
componentes que se fabrican en compañías que pertenecen al grupo Toyota. Estos contratos a largo plazo entre
corporaciones automotrices significan una mayor vida útil para un determinado modelo de automóvil. Lazos de esta
naturaleza producirán una comunión entre modelos y autopartes de diferentes compañías.
La experiencia brasileña en la exportación de componentes originales indica que más de 80% provienen de compañías
extranjeras con presencia internacional en el sector. En síntesis, la fabricación de autopartes originales no es un segmento
en el que las compañías sudamericanas tengan muchas ventajas.
En cambio, el mercado mundial de repuestos, que mueve más de US$ 4.000 millones al año, es uno de los que más ha
crecido en Centro y Sudamérica. Mientras 40 o 50% de la producción de vehículos se comercializa internacionalmente, la
proporción es mucho menor en el caso de los repuestos. Varias consideraciones sugieren que los países sudamericanos
tienen ventajas para competir en este mercado. Un argumento es que la producción de muchos repuestos no está vinculada
con los fabricantes de vehículos. Un segundo punto es que este mercado está mucho más abierto a las pequeñas y medianas
compañías. Pero esto no significa que sea fácil ni que acepte productos sin el máximo nivel de calidad.
El comportamiento de la importación de autopartes en Estados Unidos indica que existen oportunidades. En lo que va de
esta década, las compras de repuestos provenientes de 11 países líderes en el sector totalizaron cerca de US$ 3.000 millones,
una suma que se incrementó en 60% si se la compara con la de mediados de los 80. México, Brasil, Corea del Sur, Taiwán
y China en conjunto proveyeron 20% del total en el último período. Además, la especialización en ciertos productos ha sido
clave en el aumento de las exportaciones de autopartes. Brasil, por ejemplo, ha perfeccionado la producción de motores
diésel, que ocupan 13% del total de las exportaciones destinadas a Estados Unidos.
En Brasil el sector nucleá alrededor de 550 compañías, de las cuales 14% emplean 1.000 personas o más, y facturan US$
1.500 millones por año. En la Argentina operan 600 compañías, pero su movimiento anual es sólo de US$ 200 millones, y
alrededor de 20% de ellas emplean a no más de 400 personas. En Colombia y Venezuela hay otras 400 firmas que fabrican
autopartes, 30% de ellas emplean a no más de 100 personas y su ingreso anual no supera US$ 35 millones.
Todo parece indicar que Sudamérica está mejor preparada para competir internacionalmente en una de las tres
actividades que se desarrollan en la región: el mercado de repuestos. La exportación global de vehículos totalmente armados
sólo será viable si se cumplen los planes de algunas multinacionales de producir en la región. Tal es el caso de Renault en
Brasil y de Fiat en la Argentina, donde está planeada, a partir del próximo año, parte de la producción del modelo 178,
bautizado como automóvil mundial por la compañía italiana.