Afines de la década pasada comenzó un lento pero constante despliegue de las grandes compañías de seguros de vida en
búsqueda de nuevos mercados, más allá de sus fronteras tradicionales. Los analistas del sector delinearon entonces, desde el
punto de vista del negocio, tres grandes bloques: el mundo industrializado (donde todo o casi todo está hecho), las naciones
pobres y los mercados en evolución, o emergentes.
La clasificación era, desde luego, flexible y variable según la perspectiva de cada compañía. Europa Oriental, por ejemplo,
parecía presentar, teóricamente al menos, todas las características de una región emergente. Pero para los aseguradores
norteamericanos ofrecía oportunidades de expansión apenas marginales. Sus colegas de las grandes firmas europeas
gozaban allí de ventajas difícilmente superables. Para los estadounidenses, América latina y el sudeste asiático exhibían, en
cambio, un enorme potencial.
Dentro de este marco, la Argentina brindaba un panorama excepcionalmente prometedor con su recién ganada estabilidad
(un factor que en el negocio del seguro suele tener aun mayor gravitación que en otros sectores a la hora de tomar
decisiones) y una tradición sólida, aunque lejana en el tiempo.
El país tuvo un sector de seguros de vida bastante importante en la década del 30, señala César Garay, representante local de
New York Life. Incluso, algunas empresas norteamericanas se habían radicado aquí a principios de siglo.
En este nuevo desembarco, las compañías estadounidenses Aetna, General America, ITT-Hartford, Metropolitan Life, New
York Life y Principal conformaron la vanguardia de la tendencia.
Cuando empezaron a llegar las primeras firmas, algunos observadores locales interpretaron que el negocio que las atraía era
el seguro obligatorio de vida e invalidez previsional, recién nacido a la sombra del nuevo régimen de jubilaciones. Sin
embargo, los expertos norteamericanos no muestran entusiasmo ante las perspectivas de ese segmento; lo consideran sólo
como una especie de nexo entre las administradoras de fondos de pensión y las reaseguradoras, y ven allí escasas
oportunidades comerciales. Según los analistas de algunas de las empresas recién llegadas, en las condiciones actuales el
margen de ganancia de una compañía dedicada a esta actividad específica difícilmente podría superar $ 20 millones.
El Espejo de las Cifras
En este caso, las cosas son, realmente, lo que parecen: el seguro de vida individual es el área donde vinieron a competir las
compañías del sector que se radicaron recientemente en la Argentina. La existencia de un mercado todavía inexplorado
resulta evidente a la luz de las cifras: la relación de la producción de seguros de vida con el producto bruto interno (PBI) es,
en el país, de 0,23%. En las naciones desarrolladas este índice está entre 3% y 3,5%, indica Oscar Schmidt, director
general de la filial local de Metropolitan Life. Esto demuestra que este mercado posee grandes posibilidades de
crecimiento. Y la comparación es aun más llamativa si se toma el caso de Gran Bretaña, donde el índice llega a 6,9%, o
Japón, con 5%.
Emilio Chanfreau, gerente general de Aetna, muestra otros números reveladores. A junio de 1994, la producción nacional
del sector era de US$ 24 millones. Si se tomara como referencia una prima promedio de US$ 1.500, habría que concluir que
el sistema se nutre de 30.000 clientes, dentro de una población económicamente activa de más de 5 millones.
Por otra parte, la prima per cápita del país es de apenas US$ 300; mientras que alcanza a US$ 1.900 en Japón, US$ 1.700
en Suiza y US$ 1.100 en Gran Bretaña.
Estas modestas cifras del mercado argentino son, sin embargo, el resultado de un significativo crecimiento de la actividad
en los últimos tiempos: el aumento fue de 71% durante el quinquenio 1985-1990, de 117% en 1991, de 248% entre 1992 y
1993, y de 24% en el 94. Para este año, se proyecta un crecimiento de 73%, si se incluye el volumen del segmento
previsional.
Entre 1985 y 1990, el rubro vida absorbía 5,3% del negocio asegurador general en la Argentina. La proporción llega ahora
a 21,5%. Sin embargo, aunque el aumento es significativo, todavía queda mucho por andar para que la plaza local pueda
exhibir los niveles de Japón (74%), Gran Bretaña (65%) o Chile (61%), según datos del World Insurance de Swissse Re.
Por otra parte, de los $ 800 millones que constituyen la producción total de los seguros de vida, sólo 3,7% corresponde a
clientes individuales. El resto (96,3%) proviene de los seguros colectivos.
En Buena Compañía
Las administradoras de fondos de pensión ayudaron, en cierta forma, a despertar la conciencia de ahorro a mediano y largo
plazo, señala Francisco Astelarra, vicepresidente ejecutivo de Principal. Eso favoreció la aparición o mayor difusión de
productos complementarios del ahorro previsional, como los seguros de vida individuales.
En general, las aseguradoras internacionales empezaron a estudiar las posibilidades del mercado argentino cuando se
empezaron a ver los resultados del plan de convertibilidad. Algunos prefirieron presentarse en sociedad como miembros de
una AFJP. Esto es particularmente notorio en grupos previsionales como Activa, Ethika, Máxima y Orígenes, entre otras.
Algunas, sin embargo, desembarcaron solas, como Metropolitan y Principal. Y otras se asociaron a aseguradoras locales,
como es el caso de Aetna con San Cristóbal, General America con Manantial, ITT-Hartford con Cénit y New York Life con
La Buenos Aires.
La mayoría de estas firmas tienen una larga experiencia (algunas, de más de cien años) y activos patrimoniales superiores a US$
100.000 millones. La inversión conjunta será creciente y rondará entre US$ 500 y 600 millones durante el próximo quinquenio
según las estimaciones de las propias compañías. Todos admiten que la recuperación de esos montos será lenta. Se calcula que
tardará alrededor de ocho años.
El impacto en la plaza local será importante, entre otras cosas porque al mismo tiempo, el mercado de capitales recibirá
una inyección importante de fondos a largo plazo como resultado de nuestra actividad, según apunta Emilio Chanfreau.
Después de doce o trece años de actividad, una sola empresa tendrá un monto de inversión que oscilará entre US$ 700 y
800 millones.
Próximo Destino
La estabilidad económica permitió, por otra parte, que vientos de renovación circularan por el rubro de los seguros de vida
individuales. La mayoría de las firmas comenzaron a rediseñar sus productos. Un claro ejemplo es el Plan Resguardo de Sur
(de Citibank-Banco Río). Esta operatoria, diseñada por una sociedad con más de 40 años de experiencia en el país, consiste
en una póliza de seguro de vida individual más capitalización.
Productos de este tipo que tuvieron cierto auge entre los años 30 y 50 habían quedado virtualmente descartados
durante la época de altas tasas de inflación. Quienes contratan estos seguros acumulan un fondo de ahorro a una
determinada tasa de interés.
Esa es la base de las pólizas que ofrecen las aseguradoras en general y, lógicamente, también las norteamericanas recién
instaladas en la Argentina. El fin que se le dará al paquete de capitalización variará de una a otra. Se estima que
modalidades existentes en Estados Unidos se lanzarán (previa adecuación a las características locales) próximamente en el
mercado argentino.
Se espera, por ejemplo, que surjan en poco tiempo más las coberturas escolares (destinadas a la educación primaria, secundaria,
terciaria y profesional), de protección salarial (garantizan un determinado ingreso por un lapso establecido ante la pérdida del
empleo o la imposibilidad de trabajar), de enfermedades críticas (se percibe una indemnización o los fondos necesarios para el
tratamiento).
Pero el próximo paso en firme de estas compañías se orientará hacia los seguros de retiro. Algunas ya incursionaron en el
negocio, que todavía está lejos de haber alcanzado su potencial.
El tratamiento impositivo favorece, por otra parte, la contratación de estos servicios. Según las reglamentaciones vigentes, el seguro
de vida es desgravable hasta $ 1.000 de prima por año. Si se lo combina con un seguro de retiro esa suma alcanza a $ 2.800 ($
1.000 de vida, $ 1.200 de retiro y $ 600 adicionales, siempre y cuando lo pague el empleador).
Los analistas anticipan que el desarrollo de los seguros de retiro será considerable cuando se forme el flujo de dinero constante
procedente de las AFJPs. Las rentas vitalicias previsionales serán la fuente de esa corriente de clientes.
Los gurúes vaticinan que el crecimiento del seguro de vida individual será de aproximadamente $ 600 millones para dentro
de siete u ocho años.
Relaciones Peligrosas
La oferta de pólizas de vida individual proveniente de plazas offshore es mal que les pese a muchos pública y notoria
en el país.
Años atrás, la gente compraba ese tipo de coberturas ante la imposibilidad de adquirir seguros locales en dólares. Así, la
actividad cobró volumen en la década del 80. Incluso se fundaron compañías con sede en Miami para operar de manera
casi exclusiva tanto en la Argentina como en Colombia.
La cantidad de aseguradoras offshore que operan en el territorio nacional es difícil de calcular. Sin embargo, los conocedores del
sector manejan algunos datos básicos. Estiman que unas seis empresas se pueden considerar operadoras estables. Mientras tanto, un
elenco mayor de diez entran y salen cada cuatro años de la plaza. Además, existe un tercer grupo dedicado solamente a trabajar en
el interior (básicamente, Córdoba, Mendoza y Tucumán).
Un punto en común entre los tres segmentos es su origen: Estados Unidos en la gran mayoría de los casos.
Las estimaciones extraoficiales señalan que existen entre 100.000 y 130.000 pólizas de este tipo vigentes en la Argentina.
Se contratan entre 15.000 y 18.000 anuales. Así, los fondos argentinos acumulados en el exterior por esta vía rondarían US$
2.000 millones.
También se dice que ese sector marginal evade entre US$ 8 y 10 millones anuales al fisco argentino.
La gente sigue contratando off-shore fundamentalmente por ignorancia, afirma César Garay, de New York Life. Si
supieran todos los inconvenientes que pueden llegar a tener con esas coberturas, con seguridad no las tomarían.
Según los expertos, es importante tener en cuenta los siguientes aspectos negativos de estas coberturas:
No son desgravables: Esta característica las convierte en un mal instrumento de ahorro desde el punto de vista impositivo.
Es complicado obtener préstamos: En general, es necesario realizar una larga serie de trámites para disponer de los fondos
capitalizados, ya sea en forma total o parcial. Por lo tanto, no se obtiene de manera rápida el dinero ahorrado ante cualquier
emergencia.
Los costos de repatriación son altos: El promedio de esos gastos puede equivaler a 25% del valor de la póliza.
Los contratos no se rigen por la justicia local: Si surgen problemas legales se debe recurrir a los tribunales de origen de la
aseguradora. En el caso de Estados Unidos, los cálculos más conservadores establecen que los gastos por asistencia legal y
trámites judiciales son entre 20 y 30% más elevados que en el país.
Las pólizas pueden ser sometidas a multa: Si la Superintendencia de Seguros detecta a un tenedor de esos seguros puede
aplicarle una multa de hasta 25 veces la prima.
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